dissabte, 9 de maig del 2015

El efecto Cameron allí y aquí.


¡Vaya castaña que ha vuelto a darse la demoscopia británica! Las empresas están desconcertadas y están ya haciendo lo que mejor saben hacer los británicos, declararse desolados. Un terremoto, un cataclismo y ni lo habían olido. Mucha Palinodia va a escucharse ahora. Pero eso está bien. Obligará a perfeccionar el instrumental, quizá a emplear más a fondo los datos de las redes.

Miliband, Clegg y Farage, puerta de salida. Sana costumbre británica esta de dimitir cuando no se ha conseguido lo que se pretendía. Cada uno tiene su historia. Miliband cierra un ciclo del laborismo que ha fracasado en su intento de formular una doctrina socialdemócrata distinta de la melopea social-neoliberal de la tercera vía. El señor Clegg ha sido el oscuro sepulturero del liberalismo pues a él mismo la gente lo ha conocido el día de su dimisión. Y lo de Farage es tan de guiñol como el propio personaje. Que el país que se apresta a hacer un referéndum para salir de la Unión Europea niegue el escaño el diputado más eurófobo no tiene sentido alguno.

El drama de este inesperado resultado parece ser el anunciado referéndum sobre la Unión Europea. Ya se sosegarán los ánimos. Estar fuera de la UE es una vieja aspiración de muchos británicos, los que suspiran por la vieja Asociación Europea de Libre Cambio. Eso forma parte del guión. El problema ahora será Escocia. Las elecciones han dejado Gran Bretaña dividida en dos: Escocia con 56 escaños de 59 para el Partido Nacionalista Escocés y el resto, Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte para el Partido Conservador, el Laborista y otros menores.

Los nacionalistas escoceses están buscando una justificación para convocar un nuevo referéndum de autodeterminación. Uno acerca de la pertenencia o no del Reino Unido puede proporcionarla.

Pero eso es en Europa. Aquí, la lectura del efecto Cameron es distinta. Sáenz de Santamaría compara a Rajoy con el inglés y vaticina que, como este, vencerá a las encuestas porque la gente acabará percibiendo la mejoría económica y la salida de la crisis. Efectivamente, tal cosa puede pasar. Ha pasado en el Reino Unido, ¿por qué no aquí?
 
Además, las encuestas no le son tan desfavorables: suelen dar una mayoría absoluta a una coalición PP y Ciudadanos. El bloque de la izquierda, más fraccionado y bastante peor avenido en su interior, no la alcanza.
 
Ni parece que vaya a alcanzarla. A menos que haga algo por conseguirla, por ejemplo, presentar una moción de censura para la que este gobierno ha reunido ya todas las papeletas. Y lo único que obligaría a clarificar esta ponzoñosa situación en la que se pretende que la gente crea en la recuperación cuando ve que hay una pandilla que lleva veinte años llevándoselo crudo en forma de sobresueldos, Gürteles, Bankias, Púnicas, etc.
 
De no plantear la censura, lo mejor que puede hacer la oposición mayoritaria es confiar en que también Sánchez, como Cameron, dará la vuelta a las encuestas.
 
Por si acaso, los dos partidos dinásticos podían poner una vela a san Judas Tadeo, patrono de los imposibles.