divendres, 13 de febrer del 2015

La nave de los necios.


Es el nombre con que se vertió al español la sátira alemana del siglo XV, Das Narrenschiff, que parece más adecuado traducir por la nave de los locos porque el término "necio" tiene una connotación excesivamente despreciativa y ambas acepciones fueron moneda corriente en los siglos posteriores. Cualquiera que haya visto las figuras de Durero de la edición original de Brant y, sobre todo, la tabla del Bosco, coincidirá en que se trata de locos antes que de necios.


Viene a cuento el cuento de la agitación desencadenada en el Partido Socialista de Madrid con la fulminante destitución de Tomas Gómez quien, si se demora diez minutos, no hubiera podido ni recoger sus pertenencias en su despacho, tal fue la prisa de la autoridad por mandarlo a las tinieblas exteriores. Y esas tinieblas envolvieron su espíritu por lo que comenzó a desbarrar, atribuyendo su destitución a fuerzas extrañas, influencias malévolas, miserias humanas, en vez de a su propia incompetencia.

La decisión fue tan drástica, provocó tal enfado en los seguidores del defenestrado, que se hizo necesario pretextar razones de peso para justificarla, al margen de cuestiones personales. Correspondió la tarea a Simancas quien, en estilo profético, justificó la destitución en la seguridad de que Gómez llevaba a los socialistas a una derrota inmensa. Es tradicional atribuir a los locos y los ciegos la capacidad de prever el futuro. Al margen de si se trata de una verdad científica, está claro que a más segura e inmensa derrota llevaba Rubalcaba al PSOE en 2011 y nadie le quitó las llaves del despacho. 

Sin ambages y aunque parezca una perogrullada, Gómez ha sido sustituido porque es sustituible. En definitiva, el último responsable de una derrota, sería Sánchez. Poner luego a reconstituir un PSOE victorioso en Madrid a una comisión gestora curtida en derrotas puede no parecer muy brillante pero tiene su medida de prudencia para evitar una fractura de la organización. Simancas y Lissavetzy son dos perdedores. Cierto que en el caso de Simancas por poco y a traición, pero perdedores. Pero son perdedores de la casa.

Ayer se daba por seguro y creo era hasta oficial, que Ángel Gabilondo sería nombrado candidato a la Comunidad. Al menos, Palinuro lo dio por cierto. No es así. En medio se coló el otro Gabilondo, Iñaki, en su videoblog, avisando de que nadie inteligente se metería en la boca de este lobo, el PSOE. Bueno, tampoco es un lobo, sino una nave de locos y meterse en ella a lo mejor es lo apropiado. Parece, pues, que Ángel da un paso atrás y se lo piensa y, carente de otra excusa, afirma que solo aceptará la nominación si no hay primarias. Tiene su gracia presentarse a unas elecciones pero sin elecciones previas. Ante el escaqueo del exministro, la dirección federal anda buscando un candidato y parece que Trinidad Jiménez lleva muchas papeletas. Otra perdedora. Lo del PSOE parece masoquismo. Perder o ganar la Comunidad de Madrid puede que no sea la cuestión, sino refundar el partido. ¿Sobre qué bases?

El hombre fuerte resulta ser Carmona, ayer revelación en El Intermedio, del Gran Wyoming. Gabilondo, Wyoming, los periodistas hacen y deshacen políticos. Carmona se creció. Su discurso fue electoral y orgánico, mirando hacia fuera y hacia dentro. Hacia fuera, en clave electoral, no dejó de hablar de "los madrileños y las madrileñas"; hacia dentro, en clave de conflicto interno, puso de nuevo las dos manos en el fuego por Gómez, pero aclaró que gozaba del pleno respaldo de Sánchez por quien, llegado el caso, haría lo mismo. Es una actitud inteligente porque siempre le quedará una mano ilesa con la que empuñar la vara de alcalde. Carmona ha demostrado que Duguesclin no optimizaba sus posibilidades. Puede ser el próximo secretario general de los socialistas madrileños.

Fuera del barco ha quedado Susana Díaz, pero porque navega con otro por el Guadalquivir. En ese navío se juega una parte importante de las fortunas del PSOE en las que, sin embargo, las posibilidades de intervenir de los órganos federales son menores, por no decir nulas. Las elecciones importantes, también para Madrid, son las de marzo en Andalucía. Importantes para España, para la izquierda por partida doble y para el PSOE por partida triple. Por eso es esencial abordarlas teniendo Madrid bajo control.