Hace seis días el gobierno anunció que Rajoy visitará Barcelona mañana. Mas, que presume de europeo, lo invitó de inmediato a un encuentro. ¿Quién dice que la política es un quehacer de gañanes a mamporro limpio? Al contrario; sigue siendo la misma arte florentina del tiempo de los Medici. Conociendo al presidente, esa invitación era una bofetada. ¿Qué? ¿El subalterno se permite convocar al señor, como si su casa fuera su casa y no por graciosa concesión de este? Una afrenta a la hidalguía española. Pues sepa el villano que Rajoy no piensa hablar con él, ni dirigirle la palabra. Cataluña es España y el presidente de España va por donde le da la gana sin pedir permiso a los alguacilillos. Ya antes había hecho un desplante muy estilo capitán Fracassa: Rajoy tenía intención de hablar con Mas, pero no mas ni menos que con los otros presidentillos de CCAA. La horrible afrenta de la invitación de Mas hasta las ganas de hablar le ha quitado. Irá a Barcelona, pero no hablará con el Molt Honorable President de la Generalitat.
Y, entonces, ¿a qué va? Sus opciones son escasas: a hablar en algún círculo de empresarios, a charlar en petit comité con Sánchez Camacho, a compartir mesa y mantel con los conmilitones del PP, a inaugurar un pantano, digo una red telemática de un consorcio de botiflers, a montar una rueda de plasma en la delegación del gobierno, bastión inexpugnable de españolía en tierra de infieles. No lo veo dando un paseo por las Ramblas o visitando la Barceloneta. Tampoco el Museo Picasso, que era un pintamonas rojo antiespañol. No lo veo saliendo a la calle ni de broma solo para ver la bandera cubana con los colores cambiados.
¡Qué pena que los soberanistas quieran irse a Cuba! Con lo bien que se está en España todos juntitos, protegidos por un nuevo lobby celestial: la congregación de Vírgenes condecoradas. Montará, supongo, una comparecencia sin preguntas, solo con respuestas, que son la importantes. El meollo de los argumentos lo expuso la vicepresidenta del gobierno, que se queda de cuartel, maestra en el razonar: el gobierno sigue trabajando por el bien de Cataluña. Prueba, esos 5 millones € concedidos para el Liceu como si se los sacara ella de su bolsillo y no fueran parte de los millones que los catalanes transfieren a España. Este talante patrimonialista del Estado de la derecha es en verdad insufrible como si lo que no expolian y reparten fuera suyo.
Fracassa ahuecará la voz, echará mano a la espada y, con gesto torvo, hará ver que aquí la Ley se acepta, respeta, acata y obedece y punto en boca, paios. ¿Qué ley? La que le da la gana. Literalmente, porque la que no le gusta la hace cambiar en un pispás con su mayoría absoluta en el Parlamento, que opera como una lámpara de Aladino de efectos prolongados. El ritmo de cambios de leyes para ajustarlas a las convicciones y los postulados de la derecha ha sido frenético: la radiotelevisión pública, el aborto, el código penal, la legislación local, la educativa, la de administración de justicia, de orden público, la laboral, etc. Y el mismo que ha trastocado el ordenamiento jurídico según sus intereses e ideología exige a los demás, en especial a los catalanes, que se atengan a la ley.
Mientras tanto, la ley significa asimismo que las autoridades catalanas serán perseguidas judicialmente. Ahora que la casa de Alba está encabezada de nuevo por un varón, podrían nombrarlo delegado del gobierno en la marca rebelde para que emulara las hazañas de su antepasado en los Países Bajos.
¿No se dan cuenta el personal, los partidos, los medios, las cancillerías, de que Rajoy, pendenciero como un capitán Fracassa, está buscando una confrontación?