dimecres, 9 d’octubre del 2013

La moción de censura de Femen.


El tiempo se ha acabado. Aquella moción de censura con la que, en un insólito momento de valor, Rubalcaba amenazó al gobierno hace meses, es ya la única arma a disposición del PSOE para conseguir que este gobierno de embusteros, autoritarios y presuntos corruptos, atrincherado en su mayoría absoluta, dé explicaciones a la ciudadanía, a la que trata como un rebaño de ovejas. Hasta la fecha PSOE e IU han intentado todo para que la derecha se avenga, cuando menos, a fingir algún talante democrático y cierta sensibilidad parlamentaria. Pero ha sido inútil. La necesidad de Rajoy de impedir que las acusaciones sobre los sobresueldos que pueda haber estado cobrando, sus mentiras en el Parlamento (y fuera del Parlamento) y el resto de sus prácticas poco menos que mafiosas se le formulen a la cara, y la del PP de evitar que se conozca públicamente el grado de corrupción que anida en su seno, llevan a ambos a colaborar para que el Congreso se convierta en un remedo de las cortes franquistas que, en el fondo, es el tipo de órgano legislativo que añora la derecha.

La mayoría absoluta derechista ha yugulado todas y cada una de las docenas de mociones de la oposición pidiendo la comparecencia del hombre que lleva dos años ocultándose después de haber mentido afirmando que él daría la cara. El Parlamento, falseado en su esencia por una guardia pretoriana, verdadera colección de paniaguados, tiralevitas y logreros del partido del gobierno, no sirve literalmente para nada. No actúa, no controla, no fiscaliza, no investiga y se limita a "legislar" bovinamente unos textos que el gobierno le remite como Franco, con un motorista. Es el parlamento de la vergüenza y la impotencia, poblado por unos diputados acobardados y sumisos que, por no tener, ni siquiera han tenido (salvo dos o tres modestas excepciones) las agallas necesarias para aplaudir y vitorear a esas tres mujeres de Femen que han dado una lección a un país cada vez más aborregado. Patidifusos se han quedado los representantes de la soberanía popular (que, en el fondo, solo representan a los barandas de sus partidos), boquiabiertos, incapaces ya ni de hacer algún comentario sobre los atributos con que estas bravas mujeres cuestionan y provocan este machismo emasculado de sacristía que rezuma el hemiciclo de mayoría nacionalcatólica. 

Únicamente Edurne Uriarte, haciendo gala de su oquedad cerebral y su ausencia de dignidad de género, se ha atrevido a balbucear cuatro necedades sobre ese magnífico gesto de quienes valen mil veces más que ella en todos los sentidos, tachándolas de... ¡espectáculo machista! desde alguno de los numerosos canales mediáticos de los que dispone gracias a la pasta de la derecha, que no a su inexistente ingenio. Digno comentario de quien llegó a ser nada menos que pareja del inenarrable Wert, el que inaugura eventos entrando por las puertas de servicio.

Son las mujeres de Femen quienes han presentado la moción de censura que el PSOE no se atreve a interponer, sacando a luz la viscosa hipocresía del ministro Gallardón, meapilas sofista al servicio de los curas en su intento de cargarse el derecho al aborto. Ellas y solo ellas. Los socialistas (¡y las socialistas!), callad@s como conej@s. Y, por supuesto, a horas del hecho, Rubalcaba -cada vez más parecido a Rajoy- silente y desaparecido.

Hasta un portavoz habitualmente cómico con los tirabuzones de sus seudoargumentos como el del PP, se permite el lujo de provocar a los socialistas afirmando que no tienen valor de presentar la moción de censura. Que no tienen valor, ni ideas, ni programa, ni líder.

Y va a ser verdad.

Esta oposición casi parece la sombra de un gobierno a la sombra de un presidente a la sombra de un delincuente. Innoble situación.

Ya que no son ustedes capaces de respetarse a sí mismos, respeten cuando menos a los votantes que les pagamos unos sueldos suculentos a cambio de los que no hacen ustedes nada y den la batalla por la democracia, la libertad y la dignidad de la gente. Hablen ustedes con Cayo Lara para que apoye la moción de censura (si no lo hace, que diga por qué y arrostre el merecido descrédito que le caerá) y presentenla de una maldita vez.

Queremos personas dignas en el parlamento, por lo menos tan dignas como las mujeres de Femen. No patos acobardados por el facherío reinante.