dimarts, 3 de setembre del 2013

La máquina de mentir.


Si a usted, querido lector, le pagaran una pastuqui por mentir, ¿qué haría? No es preciso contestar. Allá cada cual con su conciencia, ¿verdad? Hay dos extremos: quienes creen que la verdad vale más que todo el oro del mundo y quienes, al contrario, piensan que todo el oro del mundo vale más que la verdad. Entre medias, quienes creen que parte del oro del mundo vale más que la verdad. ¿Cuánta parte? Ahí las respuestas son extraordinariamente variadas. Una de ellas ha de ser la de Cospedal. A partir de cierta cantidad, Cospedal parece dispuesta a mentir. Quizá por ello le hayan aplicado ese espantoso apelativo de la bien pagá. Solo así puede entenderse un comportamiento tan falto de escrúpulos como de sinceridad. Y ese desparpajo.

Los casos históricos son legión y, por no aburrir, se mencionarán solo dos. La Cospedal que hoy se niega a responder a las acusaciones de un delincuente como Bárcenas es la misma que en septiembre de 2011, hace dos años, exigía al PSOE que pidiera disculpas por haber intentado falsamente involucrar a Bárcenas en la Gürtel. Por aquel entonces ya tenía que saber que Bárcenas era parte de la Gürtel. Pero ella lo llamaba "un Filesa falso". Como hoy sabe que el delincuente está acusándola de serlo ella también. Segundo ejemplo: no sabe nada del borrado de discos duros de Bárcenas, pero días antes, había dicho al juez que estaban bajo su custodia.

Y así es todo en la acción pública de esta áspera dueña manchega. ¿Quién no recuerda el cantinflesco episodio del finiquito en diferido? ¿A quién se le pasa por alto el absurdo de decir que el PP es el partido más trasparente y el que más colabora con la justicia al tiempo que se destruyen pruebas en el proceso como los libros de registros de visitas en Génova  los ordenadores de Bárcenas? Palinuro, a veces fervoroso pragmatista, piensa que eso solo puede hacerse por dinero; por mucho dinero. Por una pastuqui, como decía, Correa, verdadera quintaesencia de las "amistades peligrosas" del PP. Nadie en el PP está en política por el dinero pero todos se levantan una pasta. Son gajes del oficio. 

Así que a la defensa de la pastuqui, de los sobresueldos presuntamente cobrados, los 200.000 euros del ala desvanecidos como la bruma al mediodía, el casoplón de dos millones y medio pagados a tocateja, ha salido la dama a la vuelta de vacaciones, tras recibir vivificante doctrina de la jefatura. Y viene resuelta: ella no ha negociado finiquito alguno con el delincuente, jamás ha cobrado en B, de los 200.000 € ni ha oído hablar. Es lo que se conoce como "enroque Rajoy". Y la puntilla o remate: "se pretende" afirma impertérrita Cospedal "desestabilizar el partido". Algo así como cuando Rajoy afirma que "el Estado no cederá al chantaje", hablando, claro, del innombrable. Dos expresiones que solo pueden ser ciertas si la una se identifica con el partido y el otro con el Estado. Lo mismo que Franco con España. Quien lo atacaba a él, atacaba a España.

Ambos, Rajoy y Cospedal, coinciden en que todo cuanto tenían que decir, ya lo han dicho, el uno en sede parlamentaria, el 1º de agosto y la otra en sede judicial el 14 del mismo mes. Pero esto es falso e insuficiente. Es falso porque no dijeron nada en ambas ocasiones y de Rajoy, además, se supone que mintió manifiestamente. Insuficiente porque, desde esos dos momentos a hoy se han dado episodios nuevos que los afectan personalmente y sobre los que no se han pronunciado. En Román paladino: ¿quién ordenó el borrado de los ordenadores de Bárcenas? La gente tiene derecho a saberlo sin que la acusen de desestabilizar nada, y los interesados están obligados a responder o un juez acabará preguntándolo. Lo cual será peor para todos.
 
Pero da la impresión de que, a fuerza de bien engrasada, la máquina de mentir ya no puede parar. Los dos máximos responsables del PP (y uno de ellos del gobierno) quieren que la opinión olvide el caso Bárcenas y se concentre en alabar el brillante porvenir económico que nos espera de la mano de un PP concentrado en la tarea del salvar el país sin dejarse distraer. Aquí la habitual mentira adquiere un tinte moral sucio. En primer lugar, eso de la recuperación económica (vendida con dos años de adelanto) es pura falsedad. Los datos estacionales se mezclan con los de interpretación torticera y se construye un potemkim para un par de meses. En segundo lugar, y ello es más grave, se trata de una apuesta según la cual si a la gente le va bien económicamente, no cuestionará la presunta inmoralidad de sus gobernantes, lo cual revela un juicio detestable sobre la dignidad de la ciudadanía
 
No, señor@s, no se puede gobernar mintiendo. La historia viene de viejo: el Prestige, las armas de destrucción masiva, el 11-M, el programa electoral de Mariano Rajoy. La gente ya no se cree nada. Y menos viniendo del gobierno.
 
Las vísperas catalanas. Continúa la movilización catalana. Ayer la estelada se paseó por el mundo entero. En esta era de comunicación universal mediática el nacionalismo español no ha iniciado siquiera un plan de contraataque simbólico. Salvo que algún bromista pretenda decir que la Marca España es precisamente eso. Porque de esa marca solo se habla cuando descarrila un tren o la policía apalea a unos ancianos.

A su vez, la izquierda española haría bien leyendo un gran artículo de Josep Ferrer Llop, titulado De nuevo, sobre la izquierda ante la posible secesión de Cataluña. La izquierda española que, en buena medida, es tan nacionalista como la derecha, tampoco parece capaz de articular un proyecto nacional español inclusivo de lo catalán distinto del conservador. El artículo señala el núcleo del problema teórico de la izquierda española, incapaz de encontrar un punto de equilibrio entre su confeso internacionalismo y su inconfeso nacionalismo. El asunto es sumamente interesante, pero tratarlo haría interminable la entrada. Simplificando, la izquierda es partidaria de la autodeterminación propia y de la ajena lejana como un derecho, pero no tanto de la ajena que la concierna. Y, sin embargo, es claro que el valor moral de un derecho se cumple cuando este se reconoce a otro.
 
(La imagen es una foto de Wikimedia Commons, bajo licencia Creative Commons).