dilluns, 15 de juliol del 2013

Un día como otro cualquiera

Como un Vulcano enfurecido, como uno de los gigantes que los dioses sepultaron bajo el Etna, Bárcenas escupe cenizas, lava y piedras como templos capaces de dejar La Moncloa arrasada. Hoy, cuando Mariano Rajoy, SMS, tenga que hablar en vivo y directo a la impaciente canallesca, sus pensamientos volarán a lo que esté largando el innombrable ante el juez. Así que, demediado el pensamiento, nuestro hombre puede meter la pata más de lo que acostumbra. Seguramente se negará en redondo a responder aduciendo que el asunto está sub iúdice. Y seguirá sin pronunciar el nombre maldito. Por cierto, bien que lo tuiteaba en los SMS. Luis hacemos lo que podemos. Ya que no Bárcenas, podía intentar llamarlo Luis. Suena más familiar y lo aproxima al apodo que le daban sus compinches de la Gürtel, "El cabrón". Con él lo está siendo.

El País dedica hoy un editorial muy duro, muy comedido en la forma y muy duro en el fondo, a este inenarrable episodio, titulado Los malhechores y Rajoy. No intrigue nada el plural. Hablando de lo que le concierne, el diario menciona que se haga cargo de la defensa otro malhechor, el ex-juez Gómez de Liaño, condenado en su dia por prevaricación. Sí, en verdad es chocante. No desde el punto de vista ideológico, pues la prevaricación de Gómez de Liaño iba en favor del PP. Pero sí desde el judicial. No es buena defensa ponerse en manos de alguien condenado en firme por prevaricación. Quizá se trate de un juego de sentido y sensibilidad. Quién sabe. También puede darse el caso de que Gómez de Liaño sirva de correa de transmisión entre Rajoy y Bárcenas. Si algo enseña la experiencia es que nunca deben romperse todos los puentes con el enemigo. En política, además, los enemigos suelen convertirse en amigos.

La oposición socialista, que acaba de pactar no sé qué nadería europea con el gobierno, rompe ahora relaciones con él y exige la inmediata dimisión de Rajoy por "connivencia" con Bárcenas. Vamos, que se acaba de enterar. Y, por cierto, eso de romper relaciones con el gobierno, según anuncia Rubalcaba, exactamente, ¿qué significa? ¿Se acabó la "oposición responsable"? ¿Ya no más pactos? Reclamar la dimisión de Rajoy está bien. En las circunstancias, es lo menos que cabe hacer. Ciertamente, Rubalcaba ya la había pedido el primero hace tiempo. Pero no insistió. Ahora parece ir la cosa en serio. Normal. ¿De qué puede hablarse con Rajoy en serio cuando mañana pueden pedir su imputación en el asunto Bárcenas?

Una explicación en sede parlamentaria de Rajoy exige El País, justo dos días después de que la mayoría del PP en el Congreso se niegue a toda comparecencia de Rajoy hasta después de las vacaciones. La cosa no parece ir por la vía explicativa. Y con razon. Rajoy no puede dar explicación alguna salvo que sea una confesión y eso es imposible. Rajoy no puede explicar por qué ha estado durante años cobrando sobresueldos y otras bicocas con cargo a unos fondos probablemente ilegales, al menos en cuanto a su uso. Y menos puede explicar por qué se negaba sistemáticamente en público a decir cuánto cobraba al mes y hasta engañaba a la buena gente, afirmando compungido que tenía los problemas de todo el mundo y eso el año en que cobró presuntamente 200.000 uracos solo en sobresueldos.. 

Y es que no hace falta que lo explique pues está más claro que el agua. En el fondo, quien pide una explicación a Rajoy, pide su dimisión. Efectivamente, la pregunta es siempre la misma: ¿puede un hombre en estas circunstancias presidir el gobierno de un país? Y no de un país cualquiera, normal, tranquilo, sino de uno en situación catastrófica y con una crisis de identidad como nunca. 

Con la prima de riesgo volviendo a escalar las alturas, pasando de 500, y la prima de soberanía catalana en niveles nunca vistos, ¿puede España permitirse tener un presidente del gobierno básicamente dedicado a salvar su pellejo?