A una semana de las elecciones catalanas, todos los nervios están desatados. Las encuestas parecen negar a Mas la mayoría absoluta que pide. Se verá el próximo domingo. Pero lo que no niegan es que habrá mayoría absolutante aplastante del bloque soberanista compuesta por CiU más ERC más la franquicia catalana de IU y un sector nada desdeñable del PSC. Y eso es lo que ha llevado a un anónimo seguidor de CiU a gritar en un mitin de Jordi Pujol la fórmula que mejor resume la actitud de los nacionalistas españoles (PP y PSOE):
Pues sí, están cagats! y por eso recurren a los servicios de granujas y calumniadores profesionales, a ver si consiguen parar esta oleada. Porque las acusaciones de El Mundo serán verdad o mentira (lo más probable, tratándose de El Mundo, con una probabilidad del 95%, es que sean mentira) pero airearlas ahora, con probable conocimiento del gobierno, a una semana de la votación es algo calculado para hacer daño a los nacionalistas y, como siempre que se juega sucio, el resultado será el contrario, fortalecer a aquellos. Nuestro problema no es solamente estar gobernados por sinvergüenzas sino por sinvergüenzas estúpidos.
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Al comienzo de su gobierno, Zapatero dijo algo que, si no fue lo único sensato de sus dos mandatos sí fue lo más inteligente y valeroso que Palinuro le haya oído. Dijo que el concepto de nación "es discutido y discutible". De inmediato se le echó encima Rajoy dando voces, rasgándose las vestiduras y Zapatero, como hace siempre, se achicó. Sin embargo, la respuesta a los berridos de Rajoy era bien simple: ¿quiere usted decir que hay algo en la tierra que sea indiscutible? Sí, es lo que quiere decir. En concreto, el concepto de nación y más en concreto su concepto de nación. Nada que no lleve haciendo e imponiendo a tiros si hace falta la antinacional derecha española, esa que se llama "nacional" cuando fusila a los demás: imponer a todo el mundo su indiscutible concepto de nación; nos guste o no nos guste. Rajoy imperó, Zapatero se achicó ¿y Rubalcaba? Con este el asunto ni se plantea porque, en lo tocante a la nación (española) piensa igual que Rajoy (si cabe entender que eso sea pensar) o más a la derecha quizá. Su formulita del demediado "federalismo" (en el que ni él cree) no lo distingue más de la derecha de lo que unas rayas distinguen a unas cebras de otras. Si en lo político y económico Rubalcaba (hablamos de Rubalcaba, no del PSOE) se distingue más de Rajoy que en lo nacional quedará para otra entrada.
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Están cagats! Claro que sí. Pase lo que pase el próximo domingo, hemos llegado a un punto de no retorno, de necesidad de encarar una realidad que los seudonacionalistas españoles llevan años, siglos, negándose a reconocer y para ello, para no reconocerlo, recurren a todos lo medios: a la represión salvaje cuando pueden. De hecho, ¿cuándo se admitirá que lo que dio la puntilla al enteco "proyecto nacional español", que jamás cuajó, fue el franquismo? ¿Que ETA fue resultado del franquismo como lo son las tensiones independentistas actuales? Cuando no pueden reprimir, mienten, engañan, falsean y recurren a la guerra sucia; en Euskadi, en Cataluña, en donde sea. Tienen un elemento casi caracteriológico en común: en materia nacional no quieren oír nada que no sea su discurso, por lo demás basado en la estúpida mentira de que ellos "no son nacionalistas" (que no es nacionalista un menda para quien su idea de nación es indiscutible) y así es: no escuchan. Es más, no dejan hablar a quienes tienen una idea distinta a la suya. Fuera de las pobres gentes del PSC (que luchan noblemente por seguir siendo socialistas y catalanes) ¿quién en el PSOE se atreve a hablar de autodeterminación? Nadie. ¿Por qué? Porque el jefe no quiere ni oír que la mencionan. Bien, ¿que significa esto? Que, al actuar de este modo excluyente, serán los únicos responsables de lo que suceda.
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¿Y qué puede suceder? Quizá nada, en cuyo caso, los españolistas volverán a respirar de momento hasta la próxima crisis, que será inevitable, quieran o no porque una nación que es un fracaso histórico no se reconstruye a base de fusilar a los que piensan de forma distinta y, si no cabe fusilarlos, acallarlos, no dejarlos hablar. ¿Y si sucede? ¿Si los catalanes, el Parlament, el Govern, piden el referéndum, la autodeterminación, la independencia? ¿Van los españolistas a enviar la Guardia Civil como pedía un político del PP hace unos días, modelo típico de fabricante de independentistas catalanes? ¿El ejército? ¿Irá el ejército? Claro que están cagats!. Las dos lumbreras que rigen los destinos españoles, Rajoy y Rubalcaba, coincidentes en este y otros puntos igualmente esenciales, no saben qué hacer ni decir.
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Pero es que tal es precisamente el triste destino de este desgraciado país: en los momentos críticos, cuando se requieren mandatarios, gobernantes con personalidad, energía, visión, originalidad, se encuentra a merced de dos mediocres que llevan años en el oficio sin haber destacado por nada brillante (excepción hecha del fin de ETA que es preciso reconocer al mérito de Rubalcaba), a los que los ciudadanos otorgan una valoración bajísima y que solo aspiran ya a no figurar en la historia como aquellos que administraron la desintegración de lo que quedaba de España, después del paso por el poder de generaciones y generaciones de gobernantes, reyes, dictadores tan pobres de espíritu, tan altaneros e incapaces de escuchar a los diferentes como ellos.