dilluns, 9 de juliol del 2012

Exactamente, ¿en dónde estamos?

Cada día que pasa se produce un nuevo desencuentro entre Mariano Rajoy y la realidad, por decirlo al modo finolis. Son desencuentros clamorosos, de esos que dejan al personal boquiabierto pero no parecen hacer mella en la inquebrantable fe de aquel en el poder taumatúrgico de sus palabras. Según él, la fabulosa línea de crédito que nos han abierto nuestros socios comunitarios no traerá acarreadas condiciones al Estado. Según Merkel, las traerá porque nadie da nada por nada y porque el préstamo se hace a España y no a sus bancos. El parecer de Rajoy no cuenta. 
El presidente español urge a que Bruselas libre los fondos comprometidos directamente a los bancos. Pero el acuerdo fue que eso solo se haría cuando funcionara una autoridad bancaria única de supervisión que está por crear y no surge de la noche a la mañana.
Lo aclaraba perfectamente Wolfgang Schäuble, el ministro alemán de Hacienda al señalar que la inyección directa a la banca no será hasta el año que viene y que, en este, de momento, la transferencia se hará al FROB con el aval del Estado. Diga lo que diga Rajoy quien, sin embargo, insistirá en que consiguió un triunfo con el acuerdo de Bruselas. Debe de pensar que los españoles no leen los periódicos. Y junto a los trémolos de victoria llegará la nueva oleada de recortes, la única política que parece entender Rajoy y que va a tensar más una situación social ya muy crispada, con los mineros entrando hoy en Madrid y todos los colectivos profesionales, desde los médicos a los profesores, en pie de guerra. 
Convendría explicar al presidente el concepto de círculo vicioso, esto es, que a mayores recortes, menos consumo; a menos consumo, menos producción y menores ingresos, que obligan a mayores recortes, etc. No es complicado. En otros términos: no se sale de la crisis restringiendo (más) el gasto sino aumentando los ingresos, esto es, actuando sobre la politica fiscal incrementando los impuestos, con una fuerte progresividad. Hasta cabe pensar en un "impuesto patriótico" que gravara las grandes fortunas para salvar a la Patria de la ruina. "Subir los impuestos también es de derechas". Se lo brindo como titular.