Palinuro, que es un viejo lobo de mar cachazudo, flemático, prudente y un poco socarrón, se quedó corto al afirmar que "Con otro artículo como el de ayer de El País" Chacón gana la Secretaría general por goleada. No hace falta otro artículo. El publicado es tan agresivo que indigna, tan injusto que subleva, tan arbitrario que enoja y tan machista que sonroja. Esa andanada de agresividad, injusticia, arbitrariedad y machismo ha levantado una oleada de protestas y hecho que muchos hasta ahora indecisos se decanten por Chacón. Una hermosa muestra de espíritu caballeresco, el más noble de la tierra, que acude siempre en defensa de la dama ultrajada y que no está en absoluto reñido con el más decidido feminismo. Sobre todo si, como es el caso, se alza en pro de una dama a la que se injuria por considerarse igual a los hombres, que es de lo que va el feminismo.
Ya sé que la encuesta que trae Palinuro sobre quién ganará las primarias no es muy representativa porque ha votado poca gente pero, por si sirve de algo, diré que, desde el primer día, el resultado ha sido siempre favorable a Rubalcaba por dos a cinco votos de diferencia. Hasta ayer en que, por primera vez, Chacón va por delante. Por un voto, pero por delante. Probablemente no quiere decir mucho, pero quiere decir algo y ese algo va en el sentido avizorado por Palinuro que, como viejo lobo marino, tiene buena vista.
Zapatero pide juego limpio. Muy bien, excelente; pero ¿a quién se lo pide? En el PSOE ha habido y hay juego limpio por ambas partes. El golpe bajo ha venido de fuera. Seguramente Zapatero se refiera a esa externalidad donde, por cierto, también se le da a él el trato altanero y despreciativo que el periódico le ha reservado desde el comienzo en relativa consonancia con la oposición: un presidente liviano, improvisador, superficial, un chisgarabís en definitiva y un insolvente como gustan de decir las gentes que miden el espíritu en activos de caja. Zapatero pide "juego limpio" a su partido en donde no necesita hacerlo y donde lo necesita no puede pedirlo porque el El País no debe lealtad a un partido, sino a una empresa.
Le reacción de Rubalcaba no ha sido afortunada en dos aspectos cruciales. Al decir que no hace guerra sucia dentro de su partido, ¿debe entenderse que fuera de su partido sí? Por supuesto que no. Rubalcaba no hace ni ha hecho jamás guerra sucia dentro o fuera de su partido. De eso no puede caber duda.
El segundo fallo crucial es no enjuiciar la guerra sucia que otros sí hacen a Chacón. Volvemos a la moral caballeresca, pues no hay otra. Olvidémonos ahora del sexo de los candidatos. Un caballero que, en buena lid con otro, es derribado a traición por un patán espera que el primero lo defienda y no se aproveche de su situación. Don Quijote, que había leído el Libro del Orden de Caballería, de Ramón Llull, jamás dejaría de ayudar a un contrincante que fuera atacado por una partida de galopines.
No es suficiente con decir que él no hace guerra sucia. Rubalcaba tiene que defender a su rival. Remata el candidato diciendo que él defiende sus principios y sus proyectos. Y entre aquellos ¿no está el de la caballerosidad?