El buen cronista debe ser ecuánime e imparcial y Palinuro se esfuerza por conseguirlo, pero cada vez le resulta más difícil porque a veces, alguno de los dos candidatos no está a la altura de las circunstancias. Carme Chacón tiene fuerza, tiene empuje y deseos de ganar. Pero, en ocasiones, ese ímpetu le pierde y debiera refrenarlo. Ya hace unos días tuvo la dsgraciada idea de mencionar una especie de "relevo generacional", algo en lo que los jóvenes caen con facilidad porque es muy simple: me toca a mí porque el tiempo del otro se ha pasado, está mayor. Es una actitud discriminatoria por razones de edad que resulta injusta, como todas las discriminaciones, como la que pueda hacerse por razón de sexo o de raza. Y, además de injusta, muy convencional y poco inteligente porque no se está hablando de un campeonato de ciclismo, sino de dirigir un partido político. Por la misma sinrazón podría descalificar el mayor a la más joven por ser bisoña. Por fortuna, Rubalcaba respondió con más altura al decir que él no le preguntará la edad a nadie. Palinuro, que no está obligado a andarse con circunloquios, añade que preguntar por la edad para asuntos en que ésta es irrelevante debiera estar prohibido. Lo necesario para dirigir un partido y/o un gobierno es mostrar capacidad intelectual, espíritu de servicio, iniciativa, cosas que se pueden tener a los veinte, a los cuarenta, a los sesenta años de edad o a ninguna de ellas.
De nuevo Chacón desbarra cuando ofrece un lugar en la dirección del partido a Rubalcaba si ella gana las elecciones. Es una actitud de una magnanimidad inoportuna ya que, a todas luces, corresponde a Rubalcaba un sitio en esa dirección por méritos propios si él quiere. Lo más sensato que puede hacer Chacón es dejar de referirse a su competidor porque tal mención permanente parece algo obsesiva.
En este terreno Rubalcaba lleva ventaja porque procura no referirse a Chacón salvo para responder y concentra su discurso en las tareas del PSOE y su necesaria reforma y en la oposición al gobierno del PP, como cuando pregunta: ¿desde cuándo sabe Rajoy lo que hay que hacer? En efecto, ¿desde cuándo? Enterarse aclararía bastantes cosas. Pero no habrá lugar. Rajoy no contesta las preguntas.
El famoso debate de ideas sigue sin producirse. A las que ha apuntado Palinuro en entradas anteriores añade hoy otras en relación con el Estado del bienestar y la iglesia. Afirma Rubalcaba que estará vigilante para luchar en contra de los intentos de la derecha por desmantelarlo. Es importante, si bien, a fuerza de realistas debe admitirse que es poco lo que cabe hacer dada la aplastante mayoría absoluta del PP. Pero, además de importante, ¿es todo cuanto cabe decir? ¿Basta con defender lo existente, que está tambaleándose? ¿No hay que ser más decididos? ¿No hay que prometer también que, además de defender el Estado del bienestar, debe ampliarse y fortalecerse? Por ejemplo, entiende Palinuro que el PSOE debiera prometer que devolverá al sector público todo lo que la derecha ha privatizado en detrimento del interés general. Los servicios públicos deben ser eso, públicos, y no privados, compartidos con lo privado o de gestión privada, que son los artilugios neoliberales para despojar a la comunidad de sus pertenencias y, por ende, de sus derechos. La sanidad, las pensiones, deben ser todas ellas públicas, sin detrimento, claro, de que haya sanidad privada y planes privados de pensiones. También la educación debe ser inequívocamente pública. Hay que ir a la eliminación de la enseñanza concertada que, en el fondo, es tan negocio como la privada pero con fondos públicos. Si los curas quieren participar en la enseñanza que monten colegios privados. El Estado debe cuidarse de que la enseñanza pública sea gratuita, universal y laica. Porque es un derecho.
Y lo mismo cabe decir de los demás servicios públicos. El Canal de Isabel II debe seguir siendo público al cien por cien y, si el PP lo privatiza en todo o en parte, el PSOE debe prometer que volverá a socializarlo. El Estado ha de ser fuerte, tener saneados ingresos vía fiscal y actuar con fines de redistribución de la renta. Por supuesto, no tiene por qué interferir en la actividad privada legal y financiada con fondos privados, pero tampoco debe consentir que los intereses privados lo colonicen, lo troceen, se aprovechen de él.
En ese mismo terreno, la socialdemocracia no puede seguir ignorando la permanente intromisión de la iglesia en los asuntos públicos. La última peripecia en este campo es la reamortización que los curas están llevando sigilosamente a cabo en toda España, al amparo de una injusta Ley Hipotecaria, mediante la cual están depojando a la colectividad de todos los bienes del común, casas, tierras, iglesias, ermitas, cementerios, etc. Sería bueno que el PSOE explicara que recogerá el propósito, abandonado por el gobierno anterior, del que ambos candidatos fueron ministros, de proseguir en la tarea constitucional de hacer realidad la aconfesionalidad del Estado, lo que implica la denuncia del Concordato vigente así como de los abusivos Acuerdos con el Vaticano de 1979. La iglesia católica ha sido de siempre una rémora para el progreso de España y sigue siéndolo. La tradicional falta de espíritu crítico, la carencia de orientación científica que tanto se hacen notar en España ahora que la salida de la crisis sólo puede enfocarse mediante el fomento de la sociedad del conocimiento, de la investigación y el desarrollo, siguen siendo los grandes obstáculos al adelanto del país y de ellos la principal responsable es la iglesia, cuya financiación a cargo del Estado es una injusticia con la que el PSOE debe acabar.
(La primera imagen es una foto de Rubalcaba38; la segunda, una foto de isafmedia, ambas bajo licencia de Creative Commons).