El PSOE está en proceso precongresual y en pleno debate. Reflexiona sobre las causas de su derrota y sobre su futuro inmediato y a medio pazo. Es un ejercicio democrático que en gran medida está haciéndose en el ámbito público y en el que participa mucha gente gracias a los medios de comunicación. En estos se encuentra abundancia de noticias sobre el animado bullir interno del histórico partido de Pablo Iglesias y frecuentes artículos de opinion de militantes y no militantes que sin duda enriquecen la polémica. Es el momento de hablar, de ventilar agravios, de criticar y proponer. Y es lo que están haciendo todos. Quienes saben escribir publican artículos; quienes prefieren lo oral conceden entrevistas o se citan a cenar. Todo el mundo se mueve y eso está bien.
Además de los medios tradicionales (¡quién iba a decir que llamaríamos tradicional a la televisión a los sesenta años de su nacimiento!) está internet. Las fabulosas redes sociales, especie de corralas globales, albergan todo tipo de iniciativas. Los militantes socialistas descubren que están más cerca de los simpatizantes con los que se relacionan en la red que con los otros militantes de su agrupación. ¿Cuáles son los límites de los partidos en el ciberespacio?
Lo abigarrado del debate, sin embargo, no debe hacerlo cacofónico, disonante o incomprensible. Porque, en realidad, el PSOE tiene tres debates que le interesa distinguir por amor a la claridad: a) el de personas; b) el de formas; c) el de contenidos. A Palinuro el importante le parece el tercero pero los otros dos tienen su miga.
Las personas. Todos dicen que no es el momento de hablar de nombres; pero los nombres se cuelan. Hay una especie de acuerdo en retrasar las postulaciones hasta después del debate de investidura para no ponerle las cosas demasiado fáciles a Rajoy. Luego, se hablará de personas. Es inevitable. El congreso se reúne, entre otras cosas, para elegir un secretario general, un líder, en definitiva. Es lógico que se hable de cualidades personales, que se sopesen cualidades físicas, edad, sexo, "tirón", simpatía, seriedad, lo que recomienda cualquier asesor de imagen. Y, salvo que se postule algún otro en el intermedio, se cuenta con las probables candidaturas de Carme Chacón y Rubalcaba. Son dos imágenes muy distintas, aunque ambos se parecen por cuanto son del aparato y han compartido gobierno. Sería de ver si se presenta algún afuereño.
Las formas. No existe un criterio obligado de elección del secretario general. La tendencia va mayoritariamente a que la hagan los delegados en el congreso. Pero hay peticiones, nada fáciles de ignorar por lo nutrido, de que se vaya a elecciones primarias. En concreto, una plataforma de militantes que se llama Bases en red y que, según la prensa, cuenta con 25.000 seguidores y que está promoviendo un debate abierto desde la base, de forma espontánea que recuerda mucho las del movimiento 15-M. Es, en realidad, una asamblea virtual. Pero da la impresión de que mucho más operativa pues parecen saber a dónde van. Han convocado una reunión el 29 de diciembre en Jun, Granada, para "exigir primarias abiertas". Nadie parece haber caído en la cuenta de que Jun es un lugar especial, su alcalde socialista José Antonio Rodríguez Salas es el político más seguido en twitter en Andalucía y el quinto en España. ¿Y ello por qué? Porque su gobierno municipal está volcado en la red, porque el hombre tiene un blog que atiende personalmente, porque su gobierno es transparente y responde a los ciudadanos, porque hace ciberpolítica 2.0 ¡Estas malditas redes...! Mírese por dónde Salas podría ser un buen candidato en el caso de las primarias. En todo caso no está de más señalar que unas primarias no son más ni menos democráticas que una elección congresual por lo mismo por lo que una votación parlamentaria no es más ni menos democrática que un referéndum. Ambas fórmulas tienen ventajas y defectos. En todo caso, será el congreso el que decida porque sólo él, supongo, puede pronunciarse por las primarias.
Los contenidos. Conviene separar los debates porque, siendo los de personas y formas generalmente tan temperamentales, oscurecen las cuestiones importantes, que son las de contenido. El PSOE no ha perdido las elecciones porque su candidato fuera mejor o peor o porque sus formas sean más o menos oligárquicas, sino porque la crisis lo ha dejado sin programa y sin discurso. No hay nada más simbólico que el hecho de que Zapatero esté hoy defendiendo en Bruselas la política del PP. Ciertamente es lo que le corresponde como presidente en funciones; pero es simbólico. Y lo es porque, en apariencia, la política es la misma. Lo viene siendo desde que comenzó la crisis.
Es muy posible que no haya otro remedio, que Zapatero y el gobierno no pudieran hacer otra cosa que lo que hicieron en mayo de 2010. Es casi seguro. Bsta con pensar en qué posibilidades de aplicación real tenían (y tienen) los programas de la izquierda que proponen aumentar el gasto público. No es seguro siquiera que Zapatero contara con la mayoría parlamentaria necesaria. Tendría que llevar la confrontación a la calle y no parece que el PSOE albergue designios de este cariz.
Una vez hecho lo hecho, el PSOE necesita ahora diferenciarse de la derecha en el contexto de una Europa más estricta, con mayores funciones de vigilancia y fiscalización, menos libertad de acción de los gobiernos y dominio apabullante de las políticas neoliberales. No tengo duda de que la urgencia ahora es la redefinición de la socialdemocracia en las nuevas condiciones: cómo defender el Estado del bienestar, cómo recuperar el terreno perdido en materia de derechos laborales (luego de haber contribuido a su depreciación), como avanzar en la ampliación de los derechos, la igualdad, etc. Pero sobre todo, lo que entiendo más importante es la formulación de un cambio en el modelo productivo, tantas veces enunciado y nunca propuesto, un programa de reforma del capitalismo a escala europea (que ya debería tener proparado el Partido Socialista Europeo) y a escala española. Esto último es lo que me parece más difícil.
(La imagen es una foto de jl.cernadas, bajo licencia de Creative Commons).