¿Qué es un credo? Una profesión de fe en fenómenos que no pueden entenderse a la luz de la razón. Si se pudiera, no haría falta creerlos; se entenderían. El credo más famoso es el de Nicea-Constantinopla (siglo IV d. d. C.) que todavía está vigente en las iglesias de Oriente y Occidente y cuyo mejor resumen es esa expresión inexactamente atribuida a Tertuliano de creo porque es absurdo. Sin duda creer en algo porque es absurdo es el mayor triunfo imaginable de la fe en un mundo que, por eso mismo, estaría sumido en las tinieblas.
Para funcionar, los credos necesitan administradores, gentes autorizadas que zanjen las cuestiones siempre enfadosas de las interpretaciones, los matices, las dudas y que digan con autoridad qué se ajusta y qué no se ajusta al credo, y a los que llamaremos creídos en la deliciosa doble acepción que tiene el término en español de personas a las que hay que creer porque son los intérpretes autorizados de la doctrina (son creídos) y que, a su vez, por eso mismo, se lo tienen creído, (son unos creídos). El caso más claro, a tono con la superioridad del credo niceano, es el del Papa quien, por si hubiera alguna duda respecto a sus posibilidades acreditadoras de la recta doctrina, sostiene que en estos asuntos es infalible, o sea, como dios.
Frente a este exitazo del fideísmo, la izquierda que se llama a sí misma "transformadora", "revolucionaria", "radical", etc., que parte de un credo similar, ha resultado un lamentable fracaso por dos razones. La primera porque, en lugar de contar con una sola, breve y clara profesión como la nicena, tiene un batiburrillo de textos elementales, sí, pero dispersos (Manifiesto del Partido Comunista, ABC del comunismo, Cuestiones fundamentales del leninismo, los libros de Marta Harnecker, etc.) y que basan la fe no en el absurdo sino... en la ciencia. La segunda porque, desde la muerte del camarada Stalin, ya no hay monopolio de la verdad, ya no es posible excomulgar, excluir a los herejes de la doctrina, a los trostkistas, bujarinistas, titoístas, liquidadores o revisionistas en general como hizo y hace el Papa con los monofisitas, nestorianos, arrianos, pelagianos, luteranos, hugonotes, librepensadores, ateos, relativistas, etc., etc.
La doctrina del credo izquierdista "revolucionario" no está clara y sus innumerables creídos, cada uno de ellos seguido de un puñadico de creyentes, no se ponen de acuerdo en nada. Sólo parecen coincidir en la idea de que la socialdemocracia no es de izquierda. Ese es su único acto de fe y es de fe porque ni siquiera saben qué sea la izquierda en el mundo de hoy. Sólo saben que la socialdemocracia no es lo que ellos tampoco saben qué es. Cada creído esgrime una idea de izquierda que pretende imponer a los demás por un acto de fe, anatematizándolos al no conseguirlo con una fórmula que no sólo es absurda sino directamente necia como que la socialdemocracia del PSOE y la derecha el PP son la misma cosa, punto de vista, por cierto, que favorece mucho al PP.
El resultado de este fracaso entra en el campo del ridículo perfectamente retratado en La vida de Brian cuando se tiene que dar cuenta de cómo sea posible que los creyentes putativos del dogma de fe de los múltiples creídos izquierdistas no hagan caso de sus admoniciones y se obstinen en seguir libre, deliberada y racionalmente y por millones a quienes no quieren saber nada de las verdades de la fe izquierdista administrada por la tropa de creídos emberrenchinados. Un problema verdaderamente angustioso porque mientras que en el campo teológico la verdad de la fe depende de la palabra de dios en el político depende de la palabra del pueblo que se expresa mediante mayorías electorales. Y de éstas, los creídos de la fe "revolucionaria" no huelen ni una, pues todas van a la aleve socialdemocracia.
A titulo de explicación de este penoso cuanto sempiterno fiasco los creídos revolucionarios dicen que sus supuestos creyentes están engañados, abducidos, alienados, manipulados, que no se enteran; que son tontos, vamos. Con lo listos que son ellos.
(La imagen es una foto de x - ray delta one, bajo licencia de Creative Commons).