La jornada del 19-J en España se ha hecho notar en Europa. Los ministros del Eurogrupo, o sea los ministros de Comercio de los países que tienen el euro por moneda, reunidos en Luxemburgo para sacar los untos a Grecia han encontrado un momento en su atareada agenda de despelleje para avisar a los indignados españoles de que no hay alternativa al ajuste o sea, a los recortes, a la poda.
Si el poder se siente fuerte siempre dice que no hay alternativa a lo que él pretende. Recuerda mucho aquella rotunda afirmación de Felipe González en los años ochenta de que su política económica era la única política económica posible. Dado que esto es falso por necesidad lo que ambas negaciones vienen a decir es que sí que hay alternativas a sus propuestas pero que no se van a molestar en considerarlas porque se lo pueden permitir.
De entrada es bueno que la Spanish Revolution se generalice. La movilización permanente, como la revolución permanente de los trotskistas tiene que ser internacional. De eso es difusamente consciente el 15-M en el que de vez en cuando se oye proponer una acción a escala europea. De hecho la manifa del 19-J tenía ámbito europeo pero me parece que muy escaso seguimiento y mayoritariamente de expatriados españoles. También se ven de vez en cuando exhortaciones del tipo de Peoples of Europe, rise up!, pero los peoples of Europe parecen más indolentes que el español.
El 15-M tendrá de acostumbrarse, de momento, a actuar en clave territorial española, por reducida que le parezca. Tampoco la hipotética vinculación de la Hispanidad está funcionando. Reducido a sus solas fuerzas, el movimiento indignado español tendrá que defender reivindicaciones que puedan sustanciarse en el pais sin poner en su cuestión su estabilidad financiera exterior, cosa harto delicada, al menos mientras no esté en situación de controlar los efectos externos de las acciones internas.
Sólo se me ocurre una vía por la que el 15-M podría forzar una consideración de los órganos de gobierno de la UE y es un tipo de acción que hiciera ver a estos que, en el análisis de costes-beneficios es más provechoso atender a las reivindicaciones del movimiento que seguir ignorándolas. Lo que sucede es que esto parece más factible a escala nacional que europea. Y ese es el punto en el que el movimiento tiene que innovar, extendiendo la red española a Europa, lo que sólo puede hacerse en inglés, o quedarse como está.
(La imagen es una foto de vreimunde, bajo licencia de Creative Commons).