¿Alguien creía que España singlaba los mares de la modernidad? Es una modernidad tradicional. Toledo, que será capital europea de la cultura si no lo ha sido ya, junio de 2011, procesión del Corpus por las estrechas calles del casco viejo, el Santísimo en exposición en la lujosa custodia en andas volandas rodeado de cirios e incienso, mientras desde los balcones profusamente rojigualdrapeados se derrama lluvía de pétalos de rosas que descienden a las viriles cadencias del cornetín de órdenes y los sones del himno nacional, interpretado por la banda militar que desfila en uniforme de gala, seguida por las fuerzas vivas, redivivas y de manos muertas de la vieja ciudad. Los de toda la vida. Los de las tradiciones nuestras, que dice Cospedal, a quien podemos admirar prácticamente en éxtasis teresiano en la imagen, sencillamente enjoyada, portando peineta y mantilla en la más recia tradición nuestra. Supongo que es la forma castiza de dar las gracias al Señor por haber ganado las elecciones a esos satanes de extrema izquierda del PSOE.
¿Y algo más? Ciertamente la imagen es asimismo la quintaesencia de la España profunda: la mezcolanza de las fuerzas civiles, militares y religiosas en el gobierno de la vida. O sea, la biopolítica hispánica que, como siempre, es profundamente tridentina: trono, altar y cuartel. Los pilares de la sociedad española recuperados de la turbamulta relativista bajo la exposición de la Sagrada Hostia, el cuerpo de Cristo, en sí mismo un milagro capaz de hacer milagros en cualquier momento. Y ocupando los principales espacios públicos en la ciudad, que no va a ser ese privilegio reservado a los pulgosos del 15-M.
Téngase en cuenta que este hontanar profundo de la raza que Cospedal tan dignamente representa viene de muy atrás en la historia. El artículo 12 de la celebrada Pepa, la Constitución de 1812 decía que: la religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera. La Nación la protege por leyes sabias y justas y prohibe el ejercicio de cualquiera otra. (El subrayado es mío). Cospedal está en casa; los que estamos en casa ajena somos quienes creemos que la expresión única verdadera tratándose de una religión carece de sentido. Y lo bueno es que no solamente está en casa de mantilla y peineta en Toledo sino en el club Bilderberg hace unos días, codeándose con la élite postmoderna mundial. Alguien está preparando a esta especie de heroína de Hoffmann para más altos vuelos. ¿Quién dijo aquello de que creíamos haber dejado atrás el pasado y lo teníamos delante?
(La imagen está tomada de la portada de Público de hoy).