Según la señora Marisa Paredes, recientemente galardonada, El cine español está en la picota desde el "No a la guerra". ¡Qué disparate! De haber alguna relación entre las desgracias del cine patrio y el "no a la guerra" de los cineastas sería la contraria dado que estos sólo reflejaban la posición casi unánime de rechazo a la guerra de la sociedad española.
A lo que debe de referirse la señora Paredes es a la inquina que la derecha muestra por el cine español. Esta inquina es anterior al enfrentamiento a causa de la guerra y se basa en la muy acusada politización y politización de izquierda de dicho cine. Basta con leer a algunos de sus más conocidos columnistas, todos diciendo lo mismo: que el cine español es malo y por eso la gente no va a verlo, porque es repetitivo y cansino con la guerra y posguerra civil, etc.
En conjunto, en verdad, el cine gringo es mucho mejor que el español (aunque sólo sea porque hay más en dónde elegir) que no solamente está politizado en una perspectiva de izquierda (cosa que me parece muy bien) sino que es bastante ramplón y aburrido. Hay las consabidas honrosas excepciones pero son contadísimas. El resto de la producción cinematográfica pasa sin pena ni gloria, suspirando por las subvenciones y arrastrándose lánguidamente por las salas de exhibición una o, a lo más, dos semanas y eso cuando consigue ser exhibido. Sus principales defectos a mi juicio son: falta de creatividad, seguidismo de lo foráneo, carencia de temas, incapacidad de dar con un estilo propio, un venero castizo sobre el que hacer realidad eso de que hemos hablado aquí y que, de momento, veo como algo quimérico: el cine español.
(La imagen es una foto de Cien de cine, bajo licencia de Creative Commons).