La noticia viene en portada de todos los periódicos de hoy: por primera vez desde 2004 el PP aventaja en intención de voto al PSOE. El barómetro de Julio del CIS da al PP una ventaja de 1,2 puntos porcentuales. Con relación al barómetro de abril, en realidad el PP sólo ha subido una décima en tanto que es el PSOE el que ha bajado 1,8 puntos, lo que implica que el primero no gana pero el segundo pierde.
De entrada uno piensa que, si con la crisis económica que hay, los cuatro millones de parados y los agobios económicos, la oposición no consigue adelantarse significativamente sino que se mantiene en situación de llamado "empate técnico" es que tiene mal las cosas. Y efectivamente así debe de ser desde el momento en que, aun con esa intención del voto, el barómetro muestra que si bien el 39,7 por ciento de los ciudadanos piensa que la gestión del Gobierno del PSOE es mala o muy mala, el 52,1 por ciento cree que es la labor de la oposición la que es mala o muy mala. Puede decirse que se trata de la labor de la oposición y que no prejuzga cómo lo haría la oposición si estuviera en el gobierno. Pero es que tampoco en punto a la confianza sale bien parada la derecha. Mientras que a un 67,8 por ciento de los ciudadanos el señor Rodríguez Zapatero inspira poca o ninguna confianza, esa cantidad asciende a 79,9 por ciento en el caso del señor Rajoy. Con un 3,55 de media este último aparece valorado en cuarto lugar, por detrás del señor Rodríguez Zapatero (que obtiene un 4,27 de media) y del señor Durán i Lleida y la señora Díez. La conclusión es, pues, que la gente dice que votará al partido en el que (en comparación con el otro) tiene menos confianza y está dirigido por una persona a la que valora menos que al que dirige el otro. Hay cierta disonancia en esto.
Normalmente estas disonancias se explican recordando que los entrevistados mentimos como bellacos y a las pruebas me remito. Preguntados qué votamos en las elecciones generales de 2008, hace ahora año y medio, el 46,1 por ciento contesta que al PSOE y el 27,5 que al PP, siendo así que los resultados reales fueron del 43,64 por ciento para el PSOE, con una diferencia positiva de 2,5 puntos, y del 40,11 por ciento para el PP, con una diferencia negativa de 12,6 puntos. A lo mejor es que el personal ha olvidado ya lo que sucedió hace año y medio, pero eso no es consuelo porque preguntados qué votamos en las pasadas elecciones europeas, hace ahora no llega a dos meses, el 39,3 por ciento dice que al PSOE y el 32,0 por ciento al PP, siendo así que los datos son de 38,51 por ciento al PSOE, con una diferencia positiva de 0,8 puntos y 42,23 por ciento al PP, con una diferencia negativa de de 10,2 puntos. Es decir, mentimos más que el señor Aznar.
Ahora bien, esas mentiras no son al azar ni políticamente ciegas, como dicen los empresarios que son sus dadivosas propuestas ya que la mentira favorece un poco siempre al PSOE y desfavorece un mucho al PP. Dicho en otros términos, al público le da vergüenza decir que vota al PP, pero lo hace, y en cambio alardea de hacerlo al PSOE cuando no lo hace. Esto es, hay un considerable voto oculto al PP. Teniendo esto en cuenta, las conclusiones que se sacarían del barómetro del CIS son mucho más agoreras para el PSOE y de empate técnico, nada. Si hubiera elecciones ahora el PSOE las perdería de largo.
Lo que una vez más corrobora la conclusión de que los escándalos de corrupción tienen una incidencia relativa en la intención de voto.