Los padres fundadores de los Estados Unidos tenían una desconfianza radical acerca del buen juicio de las masas populares a la hora de tomar decisiones. Por eso elaboraron una Constitución en la que el presidente de la República se elige de modo indirecto, a través de un colegio de electores que son, a su vez, elegidos por la gente. Con el paso del tiempo y a través de lo que los especialistas llaman una mutación constitucional esta elección del presidente ha pasado a ser directa de hecho, ya que el colegio electoral tiene el voto vinculado. Pero la cuestión es que los dichos padres fundadores desconfiaban del buen juicio del voto popular. De ahí que la llamada "democracia madisoniana" sea restringida en cuanto a la participaciónde la gente. Otros pensadores avanzados para su tiempo, antes y después de la revolución estadounidense también pensaban que el voto de la muchedumbre nunca será un buen criterio pues estará dictado por el atolondramiento o la demagogia. John Milton, si ir más lejos; o Immanuel Kant que imaginaba un sistema de "repúblicas" en el mismo sentido en que lo pensaban los constituyentes estadounidenses; o los liberales doctrinarios del XIX.
En nuestra época la mentalidad ha cambiado a favor de una concepción democrática irrestricta fundamentada en la soberanía popular basada en el sufragio universal. Los pueblos eligen a los gobernantes y son los únicos responsables de los gobernantes que eligen. Ha sido el caso del signore Silvio Berlusconi quien, desde que se decidió a entrar en política (cita de El Plural: He decido fundar un partido. Si no entro en política acabo en la cárcel o me arruino), hasta hoy ha sido dos veces presidente del Consejo de Ministros porque ha ganado sendas elecciones ya que la gente lo ha votado. Aquí hace muy al caso la famosa cita de George Bernard Shaw: "Democracy is a device that insures we shall be governed no better than we deserve." (La democracia es un método por el que es seguro que no se nos gobernará mejor de lo que merecemos) .La cuestión es que resulta muy crudo pensar que los italianos se merezcan el gobierno de un payaso que está en el poder para no verse entre rejas o como su amigo Bettino Craxi, exiliado en Túnez, para huir de la justicia en su país.
Este Berlusconi que gana elecciones en Italia por la volontà del popolo tiene un elemento componente histriónico muy elevado. Parece abrigar la idea de la política que comparten los empresarios y banqueros: algo poco serio en donde manda don dinero y los políticos son perfectamente intercambiables. Todo eso con una chocarrería que ya causa asombro en las cancillerías europeas. Para mayor divertimento il Cavaliere aparece ahora involucrado en aventuras con señoritas menores de edad y con prostitutas o asimiladas tanto en su posesión en el campo, Villa Certosa, en Cerdeña, como en su vivienda en Roma, il palazzo Grazioli en la vía del Plebiscito, al lado del palazzo Doria Pamphili. Por lo que dice alguna, el buen hombre se limitaba a contar chistes, a hablar de sí mismo, de su familia, de su mujer, hijos, nietos y a darse pisto; o sea, toda la fuerza por la boca. Pero otra dice que hubo lecho por medio. Más de lo que la Iglesia Católica puede soportar que siempre que aparece el sexo y no es pederastia se pone de los nervios. Ya están los obispos amonestando a Berlusconi. Por último, según se dice, aparece también la cocaína en estas juergas presidenciales en las que se mezclaba lo privado con lo público y aquí se cruza otro umbral de aguante del heroico pueblo italiano. Según cuentan los expertos, saber que Berlusconi tiene algo que ver con la droga desmoronaría a la derecha. Así que prefiere no saberlo. Pero si este Berlusconi, dueño de todas o casi todas las emisoras privadas de Italia (y de las públicas desde el poder) no consigue encandilar al pueblo, todo su esfuerzo por mantenerse por encima de la ley sería en balde. Piénsese, no obstante, qué Estado de derecho será el italiano en el que no es cierto que la ley sea igual para todos ya que, como se ve, algunos están por encima de ella.
En realidad existe un mecanismo muy sencillo de evaluación del grado de popularidad de Berlusconi al día de hoy: la abstención electoral en consultas plebiscitarias, de esas que promueve el leader con ánimo de que lo confirmen en el horizonte de la historia. Aunque el ruido que sus aventuras mediáticas producen casi lo oculta, hay hoy y ayer (días 21 y 22 de junio) en marcha en Italia un referéndum que el poder considera un plebiscito para reformar la normativa electoral italiana (bastante caótica, por lo demás), pasando de un escrutinio proporcional a uno mayoritario de hecho instituyendo una prima en escaños al partido más votado con el fin de conseguir mayorías que permitan gobiernos monocolores, no producto de coaliciones electorales. La reforma establece prima de mayoría para el Congreso y el Senado, igual que lo hacía la normativa electoral de la IIª República española (Decreto del Gobierno provisional y Ley de 1933), si bien no había Senado. En España el sistema fue un desastre porque fabricaba mayorías parlamentarias inexistentes y, mientras que el país real estaba dividido al cincuenta por ciento, el país oficial lo estaba al setenta y cinco/ veinticinco por ciento. Es posible que, de adoptarse en Italia, dé el resultado apetecido, de ir en busca de un bipartidismo de hecho pero también es posible que no se adopte la decisión porque, por ejemplo, el referéndum no funcione. Las bases requieren una participación mínima del cincuenta por ciento más uno y, claro, ganar en votos. A las diez de la noche de ayer, domingo, la participación estaba en torno al 14,6 por ciento en las tres peticiones: prima para el Congreso, prima para el Senado y prohibición de candidaturas múltiples. Si el referéndum fracasara por haber una participación inferior al cincuenta por ciento más uno, il signore Berlusconi debiera ir pensando en fijar el lugar de su residencia como retirado y los demás europeos podíamos empezar a recuperar el respeto por los italianos.
En el ínterin, mientras sigue este personaje, ha triunfado el movimiento Vaffanculo, dirigido por el cómico Beppo Grillo, que todo lector de Pinocho recuerda, orientado contra un sistema político como el actual, en petición de otro referéndum con tres reivindicaciones: 1) que ningún procesado judicialmente pueda presentarse; 2) dos mandatos; 3) listas abiertas. ¿Y si lo propusiéramos aquí?
(La imagen es un montaje de rogimmi, bajo licencia de Creative Commons).
¡El referéndum es nulo! La participación no ha pasado del 22 por ciento, muy lejos del 50 + 1 por ciento necesario para su validez. Es una gran derrota para Berlusconi y su propósito de implantar el bipartidismo en Italia. Además, dada la diferencia que se aprecia entre los "síes" (berlusconianos) y los "noes" más la abstención, está claro que el apoyo activo al Cavaliere es bajísimo, en torno al 19/20 por ciento del electorado.