Me da la impresión de que el Gobierno se está precipitando con su plan de establecer un modelo nuevo de financiación para la TV pública. Y, como siempre que hay precipitación, se puede acabar haciendo una chapuza y poniendo en pie un sistema que tenga más inconvenientes que ventajas.
En primer lugar no está nada claro que la TVE deba suprimir la publicidad. Sí lo está desde el punto de vista de las TVs privadas. Obvio. Lo que éstas quieren es deshacerse de un competidor arrebatándole una lucida fuente de financiación. El argumento que emplean es que la publicidad en TVE es competencia desleal y así parecía serlo cuando la explotación de TVE era deficitaria y salía adelante recurriendo a los presupuestos generales del Estado. Pero si se obliga a TVE a ser rentable contando sólo con los ingresos de la publicidad la competencia no sería desleal. No obstante las privadas insistirían en arrebatarle a la pública la publicidad para eliminar una peligrosa competidora.
Por otro lado tampoco está claro que la forma de financiación de TVE deba ser como la que propone el Gobierno, esto es, cincuenta por ciento con cargo a los presupuestos y el otro cincuenta por ciento con una tasa del tres por ciento de los beneficios de las otras cadenas de TV, el 0,9 por ciento de los de las compañías de telefónos e internet y un ochenta por ciento de la tasa sobre la reserva del dominio público del espacio radioeléctrico. No tengo nada contra el tres por ciento de las otras televisiones ya que no podrán repercutirlas en los usuarios, pero sí lo tengo contra el 0,9 por ciento de las telecos porque éstas lo repercutirán en sus clientes. El ochenta por ciento de tasas del espacio radioeléctrico también sería aceptable
En definitiva la parte mayoritaria de la financiación de TVE descansará sobre los ciudadanos bien vía presupuestos generales del Estado, bien a través del 0,9 por ciento a las telecos que de inmediato subirán los precios, lo que en el fondo equivale a un impuesto indirecto. O sea, que la televisión pública se financiaría por vía fiscal.
Entiendo que la TV es un medio universal con audiencias de vértigo: más del 80 por ciento de los ciudadanos dice ver la tele todos los días en un promedio que el Estudio General de Medios cifra en unos doscientos veinte minutos por persona y día en España. Esto es, los españoles pasan tres horas y media diarias ante el televisor. Francamente estremecedor.
Más del ochenta, casi el noventa por ciento de la población mira la televisión. Por este motivo se me ocurre que la forma más razonable de financiarla sería a través de un canon que pagarían los ciudadanos que la vieran. Ello sería más justo porque así sólo pagarían los que la ven y no también los que no la ven como sucede cuando se financia a través de los presupuestos públicos. Además, si se implantara el canon (como el que hay en Alemania) podría debatirse si su importe habría de repartirse entre todos los canales (públicos o privados) o a él accedería exclusivamente la televisión pública, lo que es lo más razonable a mi entender. Tampoco sería necesario en tal caso suprimir la publicidad de la tele pública pues no habría competencia desleal; al contrario, la competencia desleal sería la que hicieran las cadenas privadas contando con una publicidad a la que no se permite acceder a la oficial. Así que canon contra fiscalidad. Me parece fatal que ni siquiera se haya considerado la posibilidad de que la TV la paguen quienes la consumen.
Otro asunto: vaya pájaros los gobernantes del PP. La señora Aguirre quiere privatizar todos los servicios que pueda (sanitarios, hidráulicos, de transporte; literalmente, todo) para que ella y/o sus parientes y/o allegados se enriquezcan (más), que para eso gobierna. Pero de privatizar Telemadrid, la señora Aguirre, la muy liberal señora Aguirre, no quiere ni oír hablar. Bajo su férula el canal televisivo ha sido una máquina de propaganda a mayor gloria de su persona, es decir, un desastre como medio de una calidad mínima y así debe seguir: una TV al servicio de la señora Aguirre que hemos de sufragar todos los contribuyentes, incluso los que no la miramos. Eso sí que es injusto.
(La imagen es una foto de Lord Jerome, bajo licencia de Creative Commons).