Las querellas contra Garzón deben de ser moneda corriente en el Tribunal Supremo. No así las que pasan a estado procesal. Con ello el TS está diciendo que puede haber habido delito, prevaricación, en lo actuado por el juez Garzón. Por ahí se ha lanzado el PP como un solo hombre y haciendo trizas la presunción de inocencia que siempre reclama para sí al dar por supuesta la prevaricación como se deduce de las declaraciones de doña Soraya Sáez de Santamaría de que no puede haber inmunidad "para nadie que pretenda utilizar la ley de forma arbitraria". En las que se viene a admitir que así ha sucedido.
Quien haya seguido la actualidad político-judicial española en los últimos veinte años sabe que el juez Garzón es una pieza clave en un determinado espíritu de regeneración de la vida pública española. Pieza clave asimismo por abatir en los cenáculos de quienes se beneficien o hayan beneficiado del crimen organizado (Garzón comenzó a hacerse célebre en sus actividades en contra del narcotráfico), del terrorismo de Estado en tiempos de los GAL, de la actividad de apoyo social y económico a ETA, de la impunidad de los viejos dictadores por los crímenes cometidos y del mantenimiento del pacto de silencio sobre el pasado de la primera Transición en España. En cualquier de estos capítulos el juez ha hecho méritos suficientes para que la derecha dispare contra él. Disparar balas dialécticas, por supuesto. Sabido es que el PP ha interpuesto numerosas denuncias y querellas contra el señor Garzón por los más diversos motivos. El caso era parar su acción. Y donde no por querellas, la acción se orientaba por el insulto o la descalificación para desprestigiarlo. Todavía sonará en muchos oídos cómo el señor Rajoy decía que el señor Garzón era del PSOE porque en cierta ocasión concurrió a unas elecciones yendo como segundo en la lista del PSOE de Madrid; pero el mismo señor Rajoy oculta ladinamente que en esa misma legislatura el juez Garzón abandonó la política, se reintegró en su puesto de magistrado de la Audiencia Nacional y, desde él, procesó al ex-ministro del Interior socialista y a altos cargos del departamento, que es una curiosa forma de ser del PSOE.
El mérito del señor Garzón se incrementa porque no sólo sale normalmente airoso en su función de pararrayos sino que contribuye positivamente a aumentar la garantía y sentido de la justicia del lugar en que se halle.Y lo hace con nuevas iniciativas. Porque la presencia del juez Garzón en el asunto de la memoria histórica no solamente ha sido un notable incentivo para empezar a hacer justicia a las víctimas del franquismo, sino que ha planteado también un problema que ayudará a avanzar en el campo de la protección efectiva de los derechos de los niños, solicitando que se exhumen los cuerpos de los represaliados por la dictadura y que se indague el paradero de los miles de niños secuestrados por los franquistas y entregados a familias afectas al régimen, a veces en condición de criados.
Se comprende que, aunque lo jaleara en alguna ocasión, la drecha profese verdadera inquina al juez.
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