Aferrado a su escaño, este pavo matasiete que reconquistó el peñón de Perejil para la soberanía española igual que los ingleses recuperaron las Malvinas para la Corona británica, protagonizó ayer una rueda de prensa en la que la única rueda que había era la de molino con la que pretendió que el mundo creyera que los militares condenados por la Audiencia Nacional actuaron por su cuenta, como si fueran piratas aunque, eso sí, procurando siempre no atropellar a mujeres y niños y de buena fe, faltaría más. En la rueda de prensa no se aceptaron preguntas, una práctica que está extendiéndose mucho aunque es inmoral porque equivale a un tendencia al monólogo, un intento de orientar la información y una pretensión de infalibilidad. Trillo el matachín se limitó a leer unos folios en tono desabrido que, al tiempo que encomiaban las figuras de los militares ahora condenados, lo exoneraban a él ladinamente. Que es de lo que se trata. De salvar el gaznate.
Y de responsabilidades políticas, por supuesto, ni media palabra. En otras ocasiones, al tratarse este asunto el señor Trillo se ha manifestado respecto a esta cuestión, sosteniendo que su partido ya asumió su responsabilidad perdiendo las elecciones y si, alguna individual quedaba, había sido eliminada al ganar el señor Trillo las elecciones a diputados de Cortes. Ambas cosas son falsas y, en todo caso, queda claro que no piensa ni de lejos en la dimisión del escaño del Congreso de los Diputados por razones claras: la atención a las víctimas del Yak 42 es un hecho único e irrepetible; el cargo es una nómina al mes doce o catorce veces al año.
Dado que las personas condenadas estaban a sus órdenes es obvio que, si el señor Trillo tuviera lo que hay que tener como hombre y como soldado, ya habría dimitido de su condición de diputado y dejado a otro su lugar en la política.
(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).