Vuelve SS Benedicto XVI a la carga contra los matrimonios homosexuales e incrementa el calibre de su artillería. En su alocución a la Curia romana que publicaba ayer L'Osservatore romano propone la adopción de una "ecología humana" (supongo que quiere decir un "ecologismo humano") para salvar al hombre de su autodestrucción. Digo yo que hace falta ser Papa para diferenciar un ecologismo humano del ecologismo a secas, como si la destrucción del planeta no fuera ya "autodestrucción" del ser humano. El agente perverso de esta tarea destructiva es el matrimonio homosexual, dado que éste (el matrimonio) no puede ser otra cosa que "el vínculo vitalicio entre el hombre y la mujer como sacramento de la creación".
La toma el Papa con la adopción del concepto de Gender ("género") que cita en inglés, ignoro por qué. El Pontífice piensa que este término implica "la autoemancipación del hombre frente a lo creado y frente al Creador". Tampoco se entiende por qué. Hay mucha gente a la que molesta que, por influencia del feminismo, cada vez se hable más de "género" que de "sexo" pero lo que no veo es que quienes hablan de "género" traten de emanciparse del Creador. Me da la impresión de que el término es una mera excusa y que lo vituperable desde el punto de vista pontifical y lo que, por lo tanto, le interesa, es esa pretensión de emanciparse del Creador. De algún modo tenía que llevar Benedicto XVI el matrimonio homosexual a ese punto crucial en la visión católica de la sublevación contra Dios porque, al fin y al cabo, querer emanciparse de tan próvido Padre equivale a sublevarse contra él. El hombre homosexual es luciferino. Y el Papa Benedicto XVI le lanza el reto del arcángel San Miguel: "¿quién como Dios?".
Los homosexuales, hombres o mujeres, lo tienen muy crudo. Según informa El País prácticamente todos los países excepto el Brasil y Burkina Faso niegan la adopción de niños a parejas monoparentales u homosexuales. No es de extrañar con tanto anatema papal. En esa pretensión de los matrimonios homosexuales el hombre se comporta con la soberbia del doctor Frankenstein o, como lo expresa el Papa: "quiere hacerse a sí mismo y disponer siempre y de modo exclusivo de todo lo que le concierne." Se me alcanza que esto tiene que sonar muy mal a oídos de los muchos homosexuales creyentes que no querrán emanciparse de su Dios y mucho menos ocupar su lugar. Por otro lado, aun suena peor a oídos de quienes, sin ser homosexuales, creemos que el hombre es y debe ser dueño de sus destinos y de todo cuanto le concierne.
(La imagen es una foto de Sospensorio, bajo licencia de Creative Commons).