Me tragué íntegra la entrevista de Gabilondo al señor Rodríguez Zapatero en la cuatro. El periodista hizo preguntas pertinentes y el Presidente respondió bastante bien, con contundencia, con soltura, marchándose de vez en cuando por la tangente y, desde luego, con la lección bien aprendida de salir a inspirar confianza.
Tuvo gracia una primera inconsecuencia del señor Rodríguez Zapatero, al comienzo mismo de la entrevista. De un lado aseguró que el año pasado era imposible prever qué iba a suceder en la economía mundial y que, aunque los datos en economía sean públicos, es claro que no es posible predecir con certidumbre. De otro lado y acto seguido, se puso a pronosticar cuánto más nos quedaba por padecer y cuándo recuperaría el ritmo la economía.
En materia de lucha contra el terrorismo, estuvo muy convincente; apilando cajas de un lado a otro, como acostumbra y moviendo las manos sin parar, pero convincente. Corroboró las palabras de su ministro del Interior y dejó claro que no hay ni habrá negociaciones con los terroristas. Ante esto no es probable que la señora Aguirre se calle porque no sabe qué sea eso y porque tiene que salir todos los días a robarle la función al señor Rajoy, pero tendrá que atacar por otro sitio.Por lo demás, ya se encargará de hacerlo también el prodigioso señor Arenas, rostro de señorito andaluz del PP que ha descubierto un procedimiento infalible para seguir torpedeando la política antiterrorista del Gobierno: se acusa a éste de estar negociando con terroristas. cuando el Gobierno desmiente, el acusador dice que no tiene credibilidad y vuelve a acusar y, de paso, a cargarse toda posibilidad de pacto antiterrorista. La triste y puñetera verdad es que en el PP están asustados porque ven que ETA se acaba bajo mandato socialista, dejándolos a ellos colgados de la brocha de los GAL.
Al margen de eso estuvo muy bien su explicación sobre los vuelos a Guantánamo porque dejó bien claro la diferencia que hay entre un gobernante celoso de la autonomía de su país y otro, como el señor Aznar, capaz de uncir a ese mismo país al furgón de cola de un tren de aventura imperial que ha quedado en un fiasco monumental.
Como siempre en estos casos -y conste que sucede igual en los demás países de la Unión Europea- ni una palabra para Europa, salvo las que quiso dedicarle en otro contexto el presidente. Gabilondo no hizo una sola pregunta sobre la construcción europea, sobre qué está en vigor, qué no, que se puede esperar del próximo consejo y de las también próximas elecciones europeas. Está claro que cuando ni los mejores periodistas se proecupan por preguntar acerca de Europa, el proceso de construcción europea no está en sus mejores momentos y carece de sentido quejarse de que la gente, los europeos, no nos tomemos en serio lo que tampoco se lo toman los medios.