La verdad por delante. El señor Rodríguez Zapatero no quería comparecer y pretendía mandar al vicepresidente, señor Solbes, como digno representante de lo que Carlyle llamaba la ciencia sombría. Pero los grupos de la cámara exigieron de forma unánime que compareciera el jefe máximo, dada la gravedad de la situación. Y allí estuvieron unas horitas, crisis sí, crisis no, mareando la perdiz. Es muy llamativo el interés de todos los grupos por conseguir que el Presidente acepte pronunciar el vocablo, como si se tratara de un rito mágico, de una invocación para neutralizar los efectos de la cosa. O quizá lo que pretendan sea darse el placer de torcer el brazo presidencial en un asunto de no mayor gravedad. Hasta el señor Rajoy (que ya está claro que no es Einstein) salió diciendo algo sorprendente, que lo apoyará si reconoce la gravedad de la crisis.
Casi parece un ejercicio en un máster de liderazgo: si te mantienes firme en tu curso frente a las presiones generales para que lo cambies, eres un lider. O te das una castaña. Por lo demás, el debate es pueril. Al fin y al cabo, tampoco "crisis" es un término exacto excepto en medicina; en los demás lugares se usa aproximativamente. El término técnico es recesión y ahí parece que todavía no estemos aunque nos acerquemos a velocidad acelerada, con todos los indicadores dando tumbos hacia abajo que es un primor y los precios pegando saltos hacia el cielo, hacia las nubes, que es donde la gente los tiene colocados metafóricamente se entiende.
En su comparecencia forzosa, el Presidente aseguró estar ocupándose del asunto y haber tomado una serie de medidas paliativas y de reactivación de la economía. No me pareció que dijera nada de bajar los impuestos o de recortar las prestaciones sociales. Al contrario, habrá aumento de gasto público. O sea, en algunos aspectos las medidas son expansivas, en parte keynesianas, cosa que me parece un acierto. Lo de bajar los impuestos vale para otros momentos; no para éste.
Es posible que esta crisis salga al señor Rodríguez Zapatero más cara de lo que imagina. Sigue haciendo vaticinios respecto a cuándo habrá recuperación con tanta base como la que tenía cuando hizo los anteriores, todos ellos erróneos, como a la vista está. Podría invocar la experiencia pero este es uno de los escasos ejemplos en que no conviene porque se trata de la experiencia de equivocarse
En cualquier caso, de buena fortuna anda el gobierno que debe sus triunfos en situación de minoría parlamentaria no a sus habilidades retóricas, que son muchas, sino a la pavorosa incompetencia de la oposición. El señor Rajoy parece un disco rayado (de los de vinilo; los de ahora se rayan de otro modo) diciendo siempre lo mismo, del mismo modo, con el mismo tono. No me extraña que hasta los suyos quieran cambiarlo. No seré yo quien diga qué es lo que hay que hacer cuando se está en la oposición pero tengo por cierto que nadie se tomará a mal que el dirigente de la oposición, además de ridiculizar a su adversario y zarandearlo, aporte alguna ideílla, algún plan de lo que sea, alguna propuesta positiva que dé para discutir porque con el señor Rajoy ya no se discute ni en las barras de los bares (bars' bars que suena así como a "bárbaro") a la hora del aperitivo.
<(La imagen es una foto de igdelvalle, bajo licencia de Creative Commons) y se trata de un asistente a una de las numerosas manifas de la AVT en contra del señor Rodríguez Zapatero y que apareció con su perro ataviado de esta guisa...)