dilluns, 30 de juny del 2008

Vuelven los comunistas.

La mala suerte que acompaña a los comunistas desde la caída de la Unión Soviética ha querido que la Conferencia Política convocada por el PCE para este fin de semana pasado coincida con la final de la Eurocopa en la que España ha salido vencedora. Supongo que hasta los camaradas más entregados a la causa tenían el espíritu dividido entre la importante función que los congregó en Madrid (esto es, la refundación de IU en la propuesta de Anguita) y el deseo de sentarse a ver el partido Alemania-España. Y no se hable ya del impacto mediático del acontecimiento que será equivalente a cero. Hasta el momento sólo he visto la noticia reflejada en Público donde se dice que El PCE relanza su 'teoría de las dos orillas'. En el resto de los medios, silencio.

La síntesis de Público, siendo correcta, no agota ni mucho menos la importancia de la mencionada Conferencia Política, sobre todo porque su diagnóstico de la coyuntura nacional e internacional en el aspecto económico, pero no sólo en él, sino también en el social, el militar, el internacional, etc es, en mi opinión, correcto. El problema aparece cuando se trata de establecer un remedio o proponer medidas de solución. Ahí es donde el PCE vuelve a los tiempos pasados y su actualización se limita a una mayor prudencia léxica que convierte sus propuestas en algo tan etéreo y confuso que dudo mucho que sirva para algo.

El diagnóstico de la crisis actual me parece acertado. IU se ha convertido en un proyecto desdibujado y subalterno y se trata de reconstruirla como proyecto alternativo viable. Veamos cómo, pues no es fácil.

El intento dependerá a su vez de cómo se diagnostique la situación general. Y también aquí encuentro aportaciones muy relevantes y dignas de tenerse en cuenta para una izquierda que trate de transformar la realidad. Por ejemplo: la situación internacional revela predominio del neoliberalismo y el imperialismo. IU debe realizar una política de paz. En el aspecto europeo hay que construir una alternativa al tratado de Lisboa que, conjuntamente con la directiva Bolkenstein, consagra la Europa neoliberal de retroceso de los derechos sociales. Y algo similar sucede con el caso español, específicamente tratado en el documento que la Conferencia del PCE ha aprobado. Entre otros factores suscribo la idea de que el modelo de acumulación capitalista español prácticamente más que duplica las tasas de beneficios de las empresas de la OCDE. Así, mientras en los países de esta organización, los beneficios empresariales estaban en torno al 33%, en España se situaban en el 73%; beneficios concentrados, además, en el sector de la construcción y el capital especulativo.

Para buscar una salida democrática a la crisis, el PCE recomienda que IU afirme su identidad como fuerza "anticapitalista" y, muy a tono con una obsesión anguitesca, formule la interpretación de la centralidad del mundo del trabajo; que se apunte a la emancipación de las mujeres; que proponga un modelo de desarrollo ecológicamente sostenible y socialmente justo; que propugne una reforma del Estado en el sentido de la República federal.

Hasta aquí, básicamente correcto. Nadie con una visión de izquierda encontrará grandes objeciones al análisis que hace el PCE de la couyuntura nacional e internacional. El problema reside en aquilatar las propuestas concretas que se articulan para lograr tan loables objetivos y que, examinadas con un mínimo rigor, constituyen una mezcla de piadosos deseos (pleno empleo de calidad, lucha contra la precariedad, la temporalidad, la siniestralidad y las deslocalizaciones), voluntarismo desaforado (aumentar el gasto público reforzando y protegiendo los servicios públicos sean estos deficitarios o no. Devolver al sector público todos los servicios privatizados durante estos años y desarrollar una forma plenamente pública –en titularidad y gestión- de los servicios necesarios para la sociedad) y viejas fórmulas con un ligero lavado de cara (eliminar la universalización del principio de libre mercado y equilibrio presupuestario posibilitando la intervención de los poderes públicos en la economía.-Incentivar la creación de consorcios públicos europeos en sectores estratégicos de la economía como el sector bancario, las telecomunicaciones, la energía, industria naval, aeroespacial, el transporte, el agua y los servicios postales.-Controlar democráticamente al Banco Central Europeo), esto es, en el viejo y recio castellano de toda la vida, lo que los comunistas proponen es socializar los medios de producción, crear el sector estatal de la economía y "nacionalizar" el Banco Central Europeo en el sentido de someterlo a control político. Cabe preguntar qué hay de nuevo en esto, de distinto de las opciones ya fracasadas en Europa del Este. Y la respuesta será: nada. Estas propuestas ya fueron derrotadas en su día y proponerlas da nuevo de forma taimada, ladina, jugando con el lenguaje, no hará gran cosa por aumentar los resultados electorales de IU.

Ciertamente, hay muchas otras propuestas (incluida una de resolver el contencioso del País Vasco) pero, salvo error por mi parte, ni una sola que autorice a hablar de una verdadera "refundación" de IU.

Por último, el documento insiste en regular mejor y de forma más asamblearia, abierta y democrática a IU. De nuevo oleadas de buenas intenciones dado que el problema de la organización no es falta de normas estatutarias (al contrario) sino falta de votos, estos no vienen de los militantes sino de los electores y a los electores hay que ganárselos con propuestas verosímiles y prácticas.

(La imagen es una foto de Davidycuca, bajo licencia de Creative Commons).