Recojo la papeleta de la consulta de Público para que se calibre el contenido intelectual de las dos preguntitas de mícer Ibarretxe. Vamos a ignorar ese aspecto, nada baladí, sin embargo, para ver que en la sociedad, los conflictos engendrados por el nacionalismo no buscan establecer un territorio de entendimiento sino sólo de confrontación.
Las dos partes en este conflicto llevan ya mucho tiempo enfrentadas hasta que una de ellas desista. Y tiene pinta de ser así hasta el final. Lo que no se ve es el final.
Esta consulta es ilegal. Basta recordar que la convocatoria de referéndums es competencia del Estado (art. 92, 2 CE). Responde aquí el señor Ibarretxe, pensando ser lo que los franceses llaman très malin que lo suyo no es un "referéndum" sino una mera consulta popular. Tampoco le vale porque ya sabe el legislador que un referéndum es una forma de consulta y así lo dice, reconociendo a las Comunidades Autónomas (CCAA) capacidad para convocar consultas populares por vía de referéndum siempre que tengan la preceptiva autorización del Gobierno Central (art. 149, 32). Y le guste o no al lehendakari, lo suyo es una "consulta popular por vía de referéndum"..
La actitud del Lehendakari es prácticamente suicida, es un jugárselo todo a una sola carta: se trata de disimular diez años de nadería institucional, de gestión anodina, sin avances apreciables en una traca final de victimismo. Las huestes mesetarias yugulan la manifestación de la libertad y el ejercicio de sus derechos al pueblo vasco. Esto es el intento de fundar un nuevo símbolo iconográfico: el impedimento de la independencia. Insiste Ibarretxe en desconocer los términos exactos del debate planteado por su propuesta y pretende irse a un terreno imaginario, propio de la teoría abstracta, en el que se ignoran las condiciones históricas concretas de los pueblos, una teoría de términos angelicales: "¿en qué cabeza cabe", sostiene el lehendakari, "que en una democracia no pueda consultarse la voluntad de los ciudadanos"? Lo que quiere decir es que su propuesta debe tratarse como si fuera una encuesta o un sondeo. Pero, precisamente que eso no puede ser se prueba por el hecho de que sea el Gobierno de la CCAA el que lo convoca. Si el Gobierno quiere saber qué opina la ciudadanía, que encargue un estudio a una empresa de investigación de mercados. Que la consulta la haga el gobierno es lo que la convierte en un hecho decisorio de la colectividad puesto que los votos de los ciudadanos son vinculantes para las autoridades democráticas.
Por eso es tan importante el aspecto puramente procedimiental de la cuestión, esto es, si la propuesta se ha aprobado dentro de la legalidad formal o ésta ha sido vulnerada. Como es evidente cuando, además de recurrir a la Constitución lo hacemos a la vigente Ley Orgánica 2/1980, de 18 de enero, sobre Regulación de las Distintas Modalidades de Referéndum que, en su artículo dos, uno dice taxativamente que La autorización para la convocatoria de consultas populares por vía de referéndum en cualquiera de sus modalidades, es competencia exclusiva del Estado.
En estas condiciones, ¿por qué convoca el referéndum el señor Ibarretxe? Por la razón de que con él pretende conseguir algo distinto a un objetivo independentista, por lo demás, como todo el mundo. Por ejemplo, ¿que significado tiene que los diputados del Partido Comunista de las Tierras Vascas den un voto al proyecto y los otros ocho se abstengan? Sencillo: en primer lugar se hace ver al nacionalismo burgués que, sin el radical no es nada y que depende de él para tramitar sus más alocadas iniciativas. Las otras ocho abstenciones tienen una finalidad mucho más ponzoñosa: demostrar que es posible y aceptable tomar decisiones de tal calado político con la mayoría absoluta, o sea, la mitad más uno de los votos.
No haya cuidado no obstante: el Estado central paralizará la iniciativa ilegal de Ibarretxe que, al plantearla como un ultimátum al Estado de derecho, viene a sumarse a las tesis de ETA de la legitimidad de la lucha armada dado que la "democracia española" no es tal puesto que el Estado español se encarga de yugular toda iniciativa en pro de la autonomía vasca.
Todo lo anterior en cuanto a los aspectos jurídicos y políticos de la consulta. Respecto a los morales puede decirse algo más: es cierto que la formulación de las preguntas es correcta y cualquier persona comprometida con la defensa del derecho de autodeterminación debería defender esta consulta/referéndum. Y yo mismo lo haría de no ser porque el Lehendakari la ha planteado torticeramente, con engaño, abuso de confianza y trampa. Dijo que sólo se convocaría en ausencia de violencia en el País Vasco. No hay ausencia de violencia pues ETA sigue actuando y la consulta va adelante. Pero ya no es la misma consulta sino el resultado de un engaño. Por el mismo engaño y la misma falsedad el señor Ibarretxe acepta que la consulta se apruebe gracias al voto del PCTV. Es un engaño y una inmoralidad por las que el señor Ibarretxe no pretende conseguir otra cosa que justificarse en el poder y ocultar su falta de hombría de bien.
Algún día de estos me armo de valor y paciencia y escribo algo sobre el asunto de las lenguas, la llamada común y las otras. No es justo que sólo se diviertan con ello iempre los mismos.