El Papa Ratzinger ha ido a visitar al Emperador, con quien ha intercambiado muy donosos propósitos. Como sea que el presidente Bush sostiene que Dios mismo le habla, es lógico que el vicario de éste en la tierra acuda a ver qué le ha dicho porque, aunque lo adoran de formas distintas, el Dios con el que ambos tienen relación es el mismo, y es posible que Benedicto XVI quiera averiguar cómo es que su jefe lo puentea de tan lamentable manera y en clara contravención de la doctrina gelasiana de las dos espadas, de veneranda memoria.
Mr. Bush, el señor Matorral, vamos, estaba predestinado a tan celestes contactos pues sabida es la afición del Señor a materializarse en forma de humilde mata o zarza, vegetación frecuente en la Tierra Prometida. Moisés y Jacob pueden dar buena cuenta de ello. Así que el César salió a recibir a SS al aeropuerto, cosa que no suele hacer, pues normalmente espera que los gobernantes y distintos sátrapas que tiene repartidos por el Imperio, incluidos algunos reyezuelos tribales, se lleguen solitos hasta la Casa Blanca, en taxi o a pie. En cambio ahora allí, al pie del avión, los dos poderes fundieron sus plegarias en pro de la solución diplomática de los conflictos, habilidad en la que Mr. Matorral es un experto mundial.
El Papa estaba como en casa sua y clamó enseguida que daba gusto llegar en un país en el que la fe tiene algo que decir en la arena pública y no como en Europa, do son todos bastante descreídos, empezando por el señor Zapatero, al que ambos, por motivos distintos, profesan gran inquina. Hay quien dice que aparcaron unos instantes su común creencia e hicieron algo de vudú, pero esto no está empíricamente comprobado. Y eso que ZP tiene un pasar pues su estado civil es fetén y no como el señor Sarkozy, divorciado y casado con una señorita, en fin Vd. me entiende; o el señor Berlusconi, también recasado y con una señora que lo acusa en público de adulterio.
El señor Matorral espetó al Papa una densa doctrina sobre cómo en los EEUU (él dice "America") la fe y la razón se complementan maravillosamente porque ambas son ciertas que es, en definitiva, lo mismo que sostiene el Papa en sus tesis filosóficas en las que la fe campa por sus respetos en la filosofía de hoy pareja a la razón que ha de reconocer que, en tanto no sepa explicar el origen de la fe en el ser humano, ésta tendrá su razón de ser, la razón de la fe, que es razón y es fe. Que una cosa no pueda ser ella misma y su contraria al mismo tiempo no es algo que preocupe al Papa y menos al Emperador. Se mandan los Marines y ya está.
Con veintiuna salvas recibió a SS la Banda de la Marina en Washington, como Jefe de Estado que es, rey en este mundo y virrey en el reino del otro. Llega el Papa a los EEUU a conciliar con los obispos de la muy acosada iglesia católica, metida de lleno en la vergüenza de la pederastia. El Papa ha sido tajante: siente profunda vergüenza por la pederastia en la Iglesia. El sentirá lo que quiera, pero uno de los principales responsables de esa situación, el Cardenal Bernard Law, exobispo de Boston, encubridor y protector durante años de los curas pederastas de su diócesis, es hoy miembro de la Curia romana, arcipreste de Santa Maria Maggiore y Cardenal Sacerdote de Santa Sussana, iglesia católica estadounidense en Roma. Mucha no será su vergüenza.
Mayor me parece su preocupación por las repercusiones económicas del escándalo de abusos a menores. Las diócesis estadounidenses están esquilmadas; los tribunales de justicia conceden unas indemnizaciones millonarias a las víctimas y a la Iglesia no le queda un duro. Ahora algunos abogados yankies, verdaderas pirañas, están pensando pedir la responsabilidad civil subsidiaria del Vaticano en los abusos y delitos de los curas católicos estadounidenses. Vamos que, si les sale, han encontrado un filón en las arcas vaticanas, normalmente bien provistas. Eso es un motivo serio de preocupación. Los niños, hoy adultos litigantes, no cuentan aquí mucho.
En Europa han quedado sus obispos, batallando contra el Maligno en la figura del señor ZP. En uno de sus periódicos, órgano de sana doctrina, de nombre Avvenire (saco la información Público) se habla de Zapatero casi como si fuera el Anticristo. Hace poco se lo llamaban en España en alguna manifa callejera de la derecha. El Editorial del diario acusa a ZP de
"riproporre in salsa mediterranea la destrutturazione giuridica dell’idea stessa di famiglia naturale già impostata in alcuni Paesi nordeuropei, accompagnandola con la distruzione persino lessicale dei concetti di padre e madre (di uomo e donna".
La salsa mediterránea sirve para varios tipos de pastas. Lo de la destrucción léxica de los conceptos de "padre" y "madre" va realmente muy lejos. En esto de acusar lo inquisidores suelen pasarse veinte pueblos. Se queda uno pensando ¿para qué querrá ZP destruir los conceptos de "padre" y "madre"? No hay móvil verosimil. Y si no hay móvil verosímil y el propio interesado dice que él no quiere destruir concepto alguno de nada, ¿no será que la acusación es no solo falsa sino exagerada?Lo más gracioso del zafarrancho religioso es el hecho de que España sirva como referente en Italia, aunque sea por razones tan execrables como las que defiende el señor Zapatero. Y luego dicen que no están perdiendo puntos. Hubo un tiempo en que todo cuanto se hacía en Italia se miraba aquí con admiración y eso se ha acabado. Ahora es al revés. Mira por dónde, el bobo solemne, Bambi, ha resultado ser un líder europeo, mientras que el jupiterino señor Rajoy anda hoy tratando de afirmarse como lider en el horizonte de su propio partido.
(Las imágenes son tres ilustraciones góticas, la primera de un antifonario de 1450 que representa a San Francisco con el Emperador. La segunda, del libro de horas del Duque de Berry, de 1390. La tercera las reglas de la orden de San Miguel, hacia 1470).