La antigua cárcel de Carabanchel, en la que pasé algunas temporadas como preso político entre los años de 1967 y 1969 (el resto del tiempo estuve recluido en el penal de Soria) lleva diez años cerrada. Singular destino con el que siempre sueñan los presos. ¡Ojalá se cerraran todas las cárceles del mundo! Claro que, en tal caso, a ver en dónde iban a estar los especuladores, pederastas, estafadores, terroristas, asesinos de diverso pelaje, etc, etc. Quería decir, obviamente, que ojalá se cierren todas las cárceles del mundo para los presos de conciencia.
Supongo que en esos diez años se habrá presentado todo tipo de proyectos de viviendas y centros comerciales apadrinados por los habituales tiburones del desarrollo urbanístico y es raro que no se haya construido algún horror en su lugar con su correspondiente McDonalds, un lindo aparcamiento y un jardín con toboganes para niños. Algo debe de estar pasando. Y me malicio que es la movilización de los vecinos de Aluche y Carabanchel. Estos deben llevar otros diez años luchando por conseguir lo que parece que será el el proyecto final: un hospital público, una facultad de medicina, un centro de la tercera edad y un centro cultural. A ello quieren añadir un espacio como museo de la memoria para recordar la represión del franquismo, cosa que, como viejo antifranquista, me parece de perlas. Quien se anime a apoyar este proyecto, que envíe dicho apoyo a carabanchelalto@aavvmadrid.org y ava@avaluche.com.
Por lo demás, las cosas en el Tibet andan a punto de caramelo. Amenazar con el boicot a los juegos olímpicos está dando resultado y los dictadores chinos van acusando el golpe, dándose cuenta de que todo el mundo está pendiente de lo que hacen en la zona. Así resulta que ya no pueden proceder con la brutalidad y la falta de escrúpulos que los caracteriza y tienen que disimular. Se han llevado a un puñado de periodistas dóciles para pasearlos por donde quieren e intoxicar así a la opinión pública mundial. Es algo a lo que recurren mucho los gobernantes que están cometiendo tropelías y quieren ocultarlo, esto es, comprar a la prensa. Lo mismo hicieron los piratas que desencadenaron una guerra inmoral e ilegal en el Irak hace cinco años, los señores Bush y Blair y su valet de chambre, Aznar, esto es, llevar periodistas "incrustados" en las tropas invasoras con la misión de contar el punto de vista de los invasores como si fuera la verdad: que es lo que quieren los chinos que hagan los sumisos periodistas que ha llevado al Tibet. Cuando los periodistas se prestan a estos juegos, son la vergüenza de su profesión y cuando no se prestan los poderosos los matan, como hicieron con José Couso. Por fortunas, los monjes tibetanos les han deshecho el montaje.
Los de Avaaz llevan casi un millón doscientas mil firmas en favor de una solución negociada en el Tibet. Esto es lo que da a la petición de Avaaz la fuerza que tiene: un millón doscientos mil ciudadanos que queremos que el Tibet tenga un grado de autonomía similar al del País Vasco, Cataluña o Andalucía en España. El Dalai Lama ha dejado claro que él no está hablando de independencia, sino de autogobierno, democracia y respeto a los derechos humanos. Algo perfectamente suscribible. Quien desee apoyar la campaña de Avaaz, que quiere llegar a los dos millones de firmas, que pinche aquí.
(La imagen es una foto de Malavoda bajo licencia de Creative Commons).