A Francisco Franco Bahamonde, gallego como Fidel Castro lo es de origen, longevo en el poder como Fidel, aunque no tanto como el cubano, y acaparador de cargos políticos como Fidel, creyó dejarlo todo "atado y bien atado" a su muerte por haber ideado un sistema continuista lleno de juramentos, lealtades y servidumbres del sucesor. Se equivocaba de medio a medio. No hay que confiar nunca los asuntos de familia a afuereños por muy tiralevitas y adulones que sean y menos si se trata de los Borbones, cuya tendencia a la traición es paradigmática. Si alguien quiere mandarme los corchetes por llamar traidor al Rey de España, que lea el libro Denis Jeambar e Yves Roucaute, Elogio de la traición, Gedisa, Barcelona, 1990 en el que, entre otros, se toma el caso de don Juan Carlos para ilustrar el punto de vista de que la traición es necesaria para el buen funcionamiento de la política. Si el editor del libro no va al talego, yo tampoco.
Fidel Castro parece haberlo leído o quizá se deje llevar de su instinto, ese que, al decir Raúl Roa, citado por Raúl Castro, le hace oír "la hierba crecer", como también reza un famoso poema zen en el que es posible que se haya inspirado el tal Roa. El caso es que, escarmentado en cabeza ajena, viendo cómo, a la muerte del dictador Franco "todo lo sólido se desvanece en el aire" (Goethe/Fausto) y queriendo preservar su obra, ha decidido aplicar dos importantes mejoras: a) quedarse de vigilante o guardián a la sombra, como shadow watchman y b) poner en su lugar a su fiel hermano Raúl, el hombre en la sombra durante estos últimos 50 años, con lo que ahora se convierte en la sombra de la sombra.
El discurso del camarada Raúl aceptando los cargos para los que la Asamblea Nacional Popular lo ha designado por democrática cuasi unanimidad (no ha sido unanimidad por que había docena y media de ausentes, no porque alguien votara en contra), deja claro que él se considera una mera correa de transmisión entre el preclaro timonel y su amado pueblo, un gestor de los asuntos corrientes y molientes, en el fondo un descanso del guerrero porque piensa seguir consultando con él, según dice, "las decisiones de especial trascendencia para el futuro de la nación, sobre todo las vinculadas a la defensa, la política exterior y el desarrollo socioeconómico del país", como si fuera el oráculo de Delfos.
A Franco lo sobrevivieron dos hermanos, Nicolás, fallecido en 1977, y Pilar, que lo hizo en 1989. Ya se ve con qué mayor tino hubiera actuado dejándolos en su lugar. Si lo hace el señor Castro Ruz, marxista convencido del funcionamiento de las leyes objetivas de la historia, es inexplicable que no lo hiciera el general ferrolano, firme creyente en el brazo incorrupto de Santa Teresa.
En fín, como de risa. El régimen no sólo es personal, sino familiar. Como en los Estados Unidos, por lo demás, donde los hijos suceden a los padres y las esposas pretenden hacerlo a los maridos. Pero en los States, cuando menos, hay alternancia de familias .
(La imagen es una foto de Álvaro Herráiz bajo licencia de Creative Commons).