Poco a poco los hechos van imponiéndose con su característica tozudez. El confuso entramado de las hipotecas basura en los EEUU, la burbuja hipotecaria, ha estallado. Los fondos de alto riesgo (hedge) bailan en la cuerda floja y van camino del desastre. Las bolsas volvieron a desplomarse ayer, al conocerse los datos sobre ventas de casas de segunda mano en los EEUU de julio, peores de lo esperado y justo cuando la Reserva Federal acababa de publicar su informe periódico diciendo que los problemas del crédito eran pasajeros, que las condiciones retornaban a la normalidad y que, por tanto, no procedía bajar los tipos de interés. Menos de seis horas después ya se estaba aprestando a inyectar más dinero en el sistema antes de que la volatilidad y la falta de liquidez se lo lleve todo por delante.
Son momentos tremendos para los profetas. Parece que sus vaticinios no se cumplen, ni siquiera los de corto plazo. La OCDE, que ha revisado a la baja la tasa de crecimiento de los EEUU para este año, dice que sin duda hay un "parón" económico, pero que no puede hablarse de "recesión". Bueno, otra profecía. Ojalá no haya recesión, pero cada vez llevamos más papeletas.
En Europa y específicamente en España, las autoridades aseguran que la crisis hipotecaria estadounidense no va a afectarnos porque nuestros créditos son sólidos y sanos. El ministro de Hacienda, señor Solbes, reconoce que hay "incertidumbres" en el horizonte económico. Las incertidumbres son el estado natural del horizonte económico, si no no existiría la bolsa. Por tanto, si el ministro habla de ellas es porque deben de ser particularmente ominosas. Y así seguirá mientras no se sepa quién y en qué grado ha metido dinero en los fondos hedge. Téngase en cuenta que esos fondos aparejan el alto riesgo con la alta rentabilidad, una tentación muy difícil de resistir para el capital especulativo y el financiero, en la medida en que no sean el mismo monstruo con dos cabezas. Así que es sólo cuestión de tiempo hasta saber si el estallido estadounidense llega a este lado del Atlántico y si lo hace en forma de mar picada o de tsunami.
De momento la OCDE, que también revisa a la baja las previsiones de crecimiento para Europa (excepto el Reino Unido), lo hace moderadamente: una décima de punto o así. Al mismo tiempo, todos los actores urgen al BCE a que no suba hoy de nuevo los tipos de interés, cosa que sería desastrosa para los miles de familias hipotecadas. Sin embargo el euribor, que es el que rige en la hipotecas, ya ha subido hasta el 4,8, anticipando la medida del BCE mientras que éste dice que tiene preparada otra pila de millones para inyectar en los mercados en previsión de nuevos problemas de liquidez. En principio estas medidas pueden ser convenientes (aunque lo dudo, viendo quién las apoya) pero también pueden ser todo lo contrario y alimentar la espiral de la desconfianza, la restricción del crédito, más desconfianza, más restricción, etc y ahí es donde se verá quién está pillado y quién no en este asunto de la crisis hipotecaria.
Pues ese es otro consuelo que se oye mucho por ahí: que, de tratarse de una crisis, está circunscrita a los EEUU y al sector inmobiliario en concreto. Como si esto fuera decir algo en un mundo globalizado y absolutamente interdependiente. En todo caso, en España, la situación para los miles y familias hipotecadas es ya agobiante. De hecho aumenta la cantidad de gente que tramita su insolvencia en el pago de las cuotas a través de la vigente Ley Concursal, una vía ingeniosa que se le ha ocurrido a un abogado catalán, ya parecen haber aceptado muchos jueces y pone los pelos de punta a los bancos (figuradamente, claro ya que los banqueros, como se ve en el fabuloso dibujo de Georg Grosz, de 1919, llamado "Dependencia divina de las clases dominantes" suelen ser calvos) que ven cómo disminuyen sus posibilidades de resarcirse en caso de impago de los créditos si bien dicen que con ellos no va. No irá pero si los morosos de hipotecas acuden en masa al procedimiento concursal y obtienen, pongamos, un treinta por ciento de reducción de la deuda aquí va a haber más que palabras.
Y ese es parte del meollo de esta historia y el que explica el extraño comportamiento de los bancos centrales: inyectando liquidez en el mercado y manteniendo altos los tipos de interés. Claro que en el fondo da igual lo que hagan porque el que manda es el Libor o el Euribor o como se llame en otros lugares del planeta al interés de los préstamos de los bancos entre sí. Pero mira por donde es la clásica batalla entre la izquierda y la derecha en términos económicos. La derecha quiere disciplina y amarrar bien la inflación incluso restringiendo el crédito. La izquierda quiere abrir el crédito aun a costa de que se dispare la inflación entre otras cosas porque la situación de unos deudores que tienen bajos tipos de interés y alta inflacción suele ser más risueña, ya que cada vez pagan menos por lo mismo. Y no como ahora que, si los precios de las viviendas caen porque hay crisis en el sector en forma de exceso de oferta sobre demanda, se encuentran pagando cada vez más por menos.
De ahí que esta crisis esté resultando tan extraña, serpenteante, "guadiánica" y que los gobernantes salgan cada dos por tres a decir que no pasa nada (sólo falta el Papa y hablando ex-cathedra) pero nadie está seguro, nadie se fía de nadie y todos se sitúan cerca de la puerta, prestos a salir de estampida a la menor cosa rara.
Justo el momento en que el señor Chaves ha decidido ocupar el proscenio con una propuesta de garantizar por ley el derecho a la vivienda. Debe de ser un caso de contagio onomástico. Chaves cree que es Chávez. El caso es que la idea de los sociatas andaluces debe de tener a los neoliberales al borde de la embolia y a los de la "izquierda transformadora" del pasmo. De momento, ha salido el señor Arenas, muy moreno por cierto, tartamudeando unas incongruencias que parecen del señor Rajoy. Dice que es una maniobra de la Junta de Andalucía para desviar la atención de otros asuntos graves. Es posible pero ¿qué tiene eso de malo? Si yo me apunto a un tiro al blanco y hago diez dianas de diez disparos, me parecerá muy bien que los circunstantes me aplaudan y no se fijen en que llevo tomates en los calcetines. La cuestión no es si la propuesta del señor Chaves es o no una maniobra de distracción sino si es justa o injusta, buena o mala, realizable o no realizable, cuándo, dónde, cómo. Claro que debatir sobre estas cuestiones sin dar voces y sin insultar es cosa de políticos y en España no hay políticos sino toreros.