Es magnífica la entrevista que Maria Antonia Iglesias ha hecho a Felipe González (FG) y que publica hoy El País. Me hubiera gustado postear sobre ella, pero me he quedado exhausto después del post navarro. Sin embargo, hay algo que no quiero dejar pasar porque tengo mis razones. Se observará con qué pasión habla FG de los momentos del ataque del aznarato al grupo Prisa y en concreto a los señores Polanco y Cebrián, a los que se intentó encarcelar, entre otras ignominias, por razones estrictamente políticas. FG dice que los apoyó e hizo lo que tenía que hacer. No tengo duda. Yo también. Precisamente por apoyarlos (a ellos y a él) me echaron de todas partes, sin que tuviera solidaridad de ningún sitio. De ninguno. No me quejo porque es el precio que se paga cuando se actúa con independencia real de criterio. Pero permítaseme una observación: esos que ahora jalean a FG ¿en dónde estaban entonces? Muchos de ellos -quizá los que hoy más vociferan- estaban bajo las piedras, murmurando aquella canallada de la "guerra de los medios" cuando era evidente que se trataba de un ataque del Gobierno de la derecha a un grupo de comunicación, y esperando que escampara para salir en defensa del vencedor.