Tengo un amigo de izquierda con quien acostumbro a lamentar la triste situación teórica de la orientación política que ambos suscribimos. Cuando tenemos ocasión de charlar, solemos echar de menos pensadores profundos, capaces de captar el sentido del tiempo y de ofrecer unas líneas de actuación que permitan seguir sosteniendo con algo de verosimilitud que eso de la izquierda todavía tiene algún sentido. Los dos nos rebelamos contra el predominio del eclecticismo más desenfrenado; tanto que parecemos obispos.
Pues es el caso que mi amigo trabaja en los servicios secretos de una potencia aliada, razón por la que somos prudentes en nuestros contactos; no hay que complicarse la vida. El otro día mi amigo, a quien llamaré Boris en recuerdo de uno de mis escritores franceses prefes, Vian, y cuya nacionalidad no revelaré, me hizo llegar el documento que adjunto, advirtiéndome de que se trata de un informe que hace el embajador de la potencia amiga, que es de espíritu neocon, sobre la situación de la derecha española. Advierto a mi vez de que en el informe se intercalan observaciones del propio Boris, que pondré en rojo y asimismo que, si sucumbo a la tentación de hacer yo alguna, la pondré en verde.
El documento dice así: Memorandum que eleva el embajador **** al ministro de AAEE de **** sobre el estado de la derecha española. La derecha española está desconcertada. Sus dirigentes todavía no han conseguido elaborar una interpretación aceptable de su derrota electoral en marzo de 2004 que siguen atribuyendo a una oscura conjura entre terroristas y la oposición socialista. Pero los terroristas no pueden ser islamistas (esto es, los que parece que pusieron las bombas en los trenes) porque eso vincularía el atentado con la decisión de Mr. Aznar de meter al país en la guerra del Irak. Así que quiere sustituir a los islamistas por la organización euskoterrorista ETA. La necesidad vital de negar la realidad lleva a la derecha española a actitudes que parecen surrealistas. Es sorprendente que a sus portavoces no se les escape la risa con la guasa que tiene lo que cuentan.
Los acontecimientos sociales de los últimos tres años dejan claro que la derecha ha perdido el oremus y no sabe en dónde se encuentra. Utiliza el terrorismo como única arma de hacer política. Naturalmente, es el único lugar en que puede hacer oposición porque, en los otros asuntos no se atreve. A la derecha lo que le gustaría es hacer oposición en el de la legislación permisiva con la homosexualidad, ese pecado nefando, esa lacra, esa maldita enfermedad. Pero no se puede porque pasa uno entonces por carca y pierde votos. ¡Con lo satisfactorio que sería para muchos diputados del PP salir a la calle al grito de "En España somos todos muy machos y los maricones son la antiespaña"!
Le ha puesto la proa a la nueva asignatura llamada "Educación para la ciudadanía", que es una variante de la "cultura cívica" que se enseña por todas partes y que antes solía llamarse el "Buen Juanito". Claro, no se deben perder posiciones en el terreno ideológico que es donde se convence a la gente. Pues es que la oposición a la asignatura, encabezada por los obispos y con Mr. Rajoy de monago, se hace en nombre de la "libertad de conciencia". Como no sabía que la iglesia católica tuviera un acervo acumulado en experiencias de lucha por la libertad de conciencia, he entendido que aquí de lo que se trata es de que la iglesia se quede con la mayor proporción de la educación en España en temas de programas, políticas educativas, gestión de los centros, todo lo posible. Pero no se puede decir porque ni los creyentes suscriben las pretensiones eclesiáticas en materia educativa. Los creyentes españoles no son creyentes de la iglesia, sino contra la iglesia. Con ello dicen muchos que siguen el verdadero ejemplo de Cristo quien también se tomaba a chirigota la iglesia establecida de su tiempo, los escribas, los fariseos, los saduceos...Sí señor; ahí le duele.
No será preciso relate a la superioridad de nuevo la original novela fabulada por la derecha política y mediática en relación con el atentado del once de marzo de 2004 y el subsiguiente proceso. Ya tuve ocasión de informar a VE sobre cómo el genio español ha descubierto dos nuevas figuras procesales, el acusador/defensor y el defensor/acusador, que darán mucho juego a la doctrina.
El desconcierto de la derecha se ha hecho ya majestuoso con el chusco episodio de tres policías condenados por tres jueces por detención ilegal y absueltos año y medio después del dicho delito por unos segundos jueces, esta vez, cinco. Se recordará que esta táctica de valerse de jueces y tribunales para conseguir sus objetivos políticos es propia del PP desde su origen. Ese ministerio no habrá olvidado que Mr. Aznar alcanzó el gobierno de Castilla y León enredando a su opositor un lío procesal del que éste quedo absuelto años más tarde de haber sido derrotado en las elecciones. Y lo mismo hizo con el gobierno del Estado; lo consiguió involucrando al gobierno en una malla de procesos penales, con el estridente apoyo de sus medios afines (El Mundo, la COPE), el más importante de los cuales parece será cuestionado en próxima fechas en Estrasburgo.
En este caso, el asunto era meridiano: unos policías llaman a comisaría a unos militantes del PP, a los que creen haber identificado en un video como presuntos autores de una agresión física al ministro de Defensa de entonces, señor Bono, en el curso de una manifa. Eso pude verlo cualquiera que haya visionado el video. Bueno, pues los tres policías fueron condenados a penas de privación de libertad por tres jueces que apreciaron "detención ilegal" en lo que, a todas luces, era puro cumplimiento del deber. Ahora el Supremo anula esa sentencia y, a falta de que haga pública la suya, lo que sí parece evidente es que la de la primera instancia no se ajustó a derecho. Ni a derecho ni a justicia ni a razón ni a nada. Fue una sentencia dictada desde un poder político (la Comunidad de Madrid) desaforado y unos medios de la derecha fuera de sus casillas, pidiendo a gritos la condena de los policías, a los que llamaba "gestapo". Fue un linchamiento. El Supremo ha puesto las cosas en su sitio, pero el partido de la derecha sigue desbarrando porque, además de sostener que los policías son unos delincuentes, viene a insinuar que los magistrados prevarican. La derecha minando el prestigio de las instituciones fundamentales del orden público en Occidente. Vaya una historia con el embajador. Eso es lo que hace la derecha siempre: crea instituciones y las alienta, mientras le son útiles, cuando dejan de serlo se deshace de ellas.De todas formas, ya tiene chiste que tengamos que ser las izquierdas quienes salgamos en defensa de la probidad y la eficacia de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, de aquella antaño detestada Guardia Civil, de la independencia judicial.
Estas circunstancias hacen que el principal partido de la oposición se encuentre en una situación de anomia. Nadie cuestiona al líder; pero nadie lo apoya, y cada cual está preparándose su parapeto para cuando llegue la justa. Los mentores mediáticos habían aglutinado a la derecha bajo la consigna de "Fuera complejos". Pero los complejos (basicamente los derivados de la continuidad con el franquismo) que se fueron por la puerta, entraron después por la ventana. No es posible hacer oposición de españolísimo porte a la normalización de la homosexualidad, llamando a las cosas por su nombre, al culo, culo y al maricón, maricón. ¡Qué lejos ha llegado la depravación de España! Caramba con el diplomático; tiene sentido del humor.
De todas formas hay que reconocer en la derecha española una capacidad histriónica que no tiene parangón en Occidente. El Ministro debería haber visto la performance de ayer del ex ministro del Interior y actual portavoz del PP, cómo compareció el mancebo y, sin despeinarse el tupé, recordó que a los policías los habían condenado los jueces, no el PP, y echó en cara al PSOE que saque a cuento el asunto de la decisión del Supremo con el innoble fin de tapar otros asuntos más graves. Creo que todos los españoles nos hemos quedado sin saber cuáles sean dichos asuntos. Probablemente, el señor Acebes está pensando en el terrorismo, ETA y la rendición zapateril. Pero lo fascinante del señor Acebes era la cara; sí, sí, la cara. No está mal el memorandum del embajador, pero le falta un poco de pesquis hispánico. Le parece extraño al diplomático que la derecha, inherentemente conservadora, tire contra las instituciones. Esa es la diferencia con las derechas europeas, que la española tiene una referencia distinta, un régimen de instituciones, esas sí, correutas, direutas y perfeutas.
(Los dibujos de Arcimboldo representan un elefante, el Cancerbero, un traje de dragón para caballo y un trineo).