Ya nadie cuenta los muertos diarios en los atentados del Irak, los asesinatos cotidianos, los secuestros, las torturas. El desastre es mayúsculo y sin paliativos. No es solamente que hayan fracasado todos los planes de incremento de la seguridad en el país. Es que el gobierno títere que pusieron los ocupantes anglosajones después de unas elecciones que fueron una farsa, no domina ni el terreno que pisa. El lunes, las agencias dieron la noticia de que unos pistoleros, disfrazados de policías iraquíes, habían secuestrado a tres alemanes que trabajaban en el ministerio de Hacienda en un falso puesto de control en el centro de Bagdad. El gobierno iraquí confirmó la noticia, pero el ministerio alemán de Asuntos Exteriores no conocía que hubiera compatriotas trabajando en el ministerio iraquí de finanzas. A lo largo del día, resultará que los secuestrados no son tres alemanes (por lo demás, desde el 6 de febrero pasado hay dos alemanes secuestrados en el Irak, Hannelore Krause y su hijo), sino cinco británicos, esto es, un experto en informática y cuatro guardaespaldas. Y de los pistoleros disfrazados de policía en el centro de Bagdad ¿qué sabemos? Literalmente nada. ¿Y si no fueran pistoleros disfrazados de policías si no policías a secas? ¿Le extrañaría a alguien?
Seguramente no porque en el Irak reina el caos. En el mes de mayo han muerto 114 soldados estadounidenses más y su presidente, ese genio que dice que habla con Dios, avisa de que los meses del verano serán peores. El único consuelo es que, por tratarse de una información del señor Bush puede ser radicalmente falsa.
La señora Cindy Sheehan, la madre de un soldado muerto en el Irak, que se había convertido en el símbolo de la lucha contra esa invasión criminal, tira la toalla y se va a su casa, asqueada del comportamiento de los congresistas demócratas, pues del de los republicanos ya lo estaba antes. La verdad es que los tales congresistas han defraudado a mucha gente. Al final, el señor Bush parece haberse salido con la suya de inyectar más dinero para la canallada que lleva cuatro años cometiendo en el Irak. Es verdad que los congresistas y el presidente parecen haber negociado entre bambalinas para que nadie pierda cara en el asunto, de forma que el Congreso aprueba los créditos suplementarios para el Irak y el Pentágono comienza a retirar la mitad de los efectivos en el verano de 2008. Pero eso no es suficiente ni satisfactorio.
A estas alturas ya nadie niega que la empresa que pusieron en marcha los tres criminales de guerra de las Azores no solamente es un acto ilegal de piratería internacional por el que debieran responder ante los tribunales sino, asimismo, la empresa más estúpida que se ha acometido desde hace muchos años. Desde luego, desde luego. De la estupidez del partícipe hispano tenemos los españoles a estas alturas sobradas muestras en el comportamiento de un sujeto que, lejos de estar oculto por vergüenza va por ahí galleando y provocando con aspecto de macarra.