En América Latina se concentra la mayor parte de los católicos del mundo y es razonable que el Papa acuda a animar a su feligreses. Lo tiene muy claro. Hace unas fechas decía a los peregrinos en Roma con motivo de la meditación mariana del 6 de mayo, que:
"Es mi primera visita pastoral a América Latina, y me preparo espiritualmente para encontrarme con el subcontinente latinoamericano, donde vive casi la mitad de los católicos de todo el mundo, muchos de los cuales son jóvenes. Por eso ha sido denominado el "continente de la esperanza": una esperanza que concierne no sólo a la Iglesia, sino a toda América y al mundo entero".Es decir, hay que animar a la parroquia. El Vaticano está preocupado por el descenso en la cantidad de católicos del continente y el avance fulgurante de las confesiones evangélicas a las que S.S. considera "sectas", convencido, es de suponer, de que la suya no lo es.
Pero no parece que este Pontífice esté consiguiendo el eco y la resonancia de sus antecesores y mucho menos que sea capaz de encontrar los discursos adecuados a las circunstancias. Ya en otros momentos anteriores ha demostrado una considerable falta de tacto y de diplomacia, cosa extraña tratándose del Vaticano y que sólo puede explicarse por su cualidad más sobresaliente, su soberbia, producto de lo que considera su superioridad intelectual.
Llegar al subcontinente americano con una doctrina reaccionaria, contraria a la teología de la liberación y a los problemas reales de los habitantes no lo va a llevar muy lejos en su empeño. Y como la gente no es tonta, se da cuenta del doble y hasta triple juego papal, lo que tampoco va a procurarle muchas simpatías. Decir que la Iglesia no debe meterse en política y pedir al presidente del Brasil un trato de favor para ella reconocido por el Estado, al tiempo que se encadena un discurso político tras otro interfiriendo en los problemas de la región es un caso patente de doble moral que ha permitido al presidente Lula decir al Santo Padre que Brasil es un Estado aconfesional.
Ponerse a bramar contra el aborto y la contracepción, amenazando con la excomunión de los diputados que voten a favor de la primera cuando en el Parlamento de México D.F. acaba de aprobarse la normativa de interrupción voluntaria del embarazo, equivale a inmiscuirse en los asuntos políticos de otro Estado.
Cuestionar el "autoritarismo" del señor Hugo Chávez es algo que puede caer simpático a quienes, como este bloguero, detestan todos los populismos, incluidos los de izquierdas, pero es otro juicio aventurero procedente del máximo representante de la organización más autoritaria del planeta, el que se otorga infalibilidad cuando habla "ex-cathedra", cosa que aún no ha hecho el señor Chávez, aunque quizá no convenga darle ideas.
Decir que los sistemas marxistas sólo provocaron destrucción económica e ideológica es un overstatement y completarlo sosteniendo que el capitalismo neoliberal produce robo y expolio de las riquezas naturales es un understatement.
La afirmación de que el catolicismo no se impuso a la fuerza a los pueblos precolombinos es una negación tan crasa de un hecho histórico que casi parece que el Papa tome a los latinoamericanos por idiotas. Y algo de eso debe de haber en su sorprendente recriminación final, echando en cara a los católicos latinoamericanos su "machismo", que no me parece superior al del Papa, los cardenales y el resto de castos machos eclesiásticos.
Es posible que las sotanas que rodean al Papa lo convenzan de que ha sido un viaje apostólico muy productivo. Da la impresión, sin embargo, de que haya sido contraproducente. Este alemán de recias convicciones reaccionarias ha ido a un lugar del que ignora todo a adoctrinar a unos seguidores a los que desprecia. En efecto, cada vez es más patente la soberbia del intelectual católico Ratzinger, antiguo Prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe.