Colijo que este Joaquín Calomarde, diputado por Valencia del PP, que se ha dado mediáticamente de baja en su partido so pretexto de que lo difama a cuenta de una sentencia en su contra en un proceso cuya causa y vicisitudes no me han quedado claras, no tiene nada que ver con don Francisco Tadeo Calomarde y Arría. El Calomarde histórico fue un ultrarreaccionario que, a cuenta de la Pragmática Sanción se ganó la famosa bofetada conocida como "la bofetada de Calomarde"; el que contestara con lo de "manos blancas no ofenden". Aunque dado el talante del mancebo, me malicio que no le molestaban las manos blancas ni las negras.
Este Calomarde no es aquel Calomarde. Este Calomarde pretende dar él las bofetadas; no recibirlas. En la guerra de trincheras que es la política española, se ha pasado a las del enemigo y desde allí dispara a mansalva a las hasta hace poco sus posiciones. La última andanada, una carta de dimisión como militante del PP, dirigida al señor Rajoy pero publicada antes en El País, una carta que, por su mala redacción, deja traslucir los nervios del remitente.
El caso de este Calomarde viene a ser como el las señoras Rosa Díez y Gotzone Mora en el PSOE, con la diferencia de que, en estos últimos, ninguna de las dos parece dispuesta a darse de baja del PSE. No sé si este Calomarde ha calibrado las consecuencias de sus actos. Como militante respondón del PP tenía una valor de uso que pierde al darse de baja e irse al Grupo Mixto. Lo que mola es tener a un diputado del PP poniendo a bajar de un burro a la dirección del partido. Hasta tiene cierto morbo, a ver cómo iba a reaccionar la derecha, que no posee normalmente experiencias de estas deserciones, como le sucede a la izquierda. No hay más que mirar a la plantilla de la COPE, un plantel de antiguxs ultraizquierdistas recicladxs en ultraderechistas vociferantes. El morbo se acaba si el diputado se queda en diputado sin más, sin ser ya del PP, porque pasa a un género común, pues todos los diputados que no son del PP critican y hasta detestan al partido de la derecha . No se deduzca de lo anterior especial animadversión hacia este Calomarde; mucho peor fue el otro. Pero, como no pertenezco a partido alguno, no tengo por qué decir que me parece bien lo que ayer me parecía mal. Este Calomarde tendrá sus motivos e imagino que serán honorables si bien no me gustan los pájaros que se van del nido pero no del árbol en que los colocaron sus padres, los diputados que abandonan el partido pero no el escaño en el que se encaramaron gracias al partido. Sea el partido que sea.