Ayer asistimos a un espectáculo insólito. Una televisión de titularidad pública, Tele Madrid, emitió en horario de gran audiencia un documental de fabricación propia, destinado a sembrar dudas sobre la administración de justicia en España, sobre la actuación de los jueces instructores, como el señor Del Olmo, sobre la de los cuerpos de seguridad del Estado y sus órganos de inteligencia y sobre la de diversos ministerios del actual gobierno. El documental se presentaba con la "colaboración" del señor Luis del Pino cuando, en realidad, más parecía una obra suya de la cruz a la fecha, puesto que él es el narrador del esperpento, a veces en imagen, a veces fuera de campo, en off.
El señor Luis del Pino sostiene una interpretación rocambolesca de los acontecimientos del 11- M de 2004, según la cual la autoría, cuando menos intelectual, del atentado es de ETA. La argumentación a favor de una teoría que parece sacada en efecto de la feraz imaginación de Ponson du Terrail no consiste en presentar prueba alguna de la intervención de ETA, puesto que no las hay, sino en cuestionar la instrucción judicial y deslegitimar el proceso ahora en fase contradictoria y oral a fin de dar verosimilitud a la hipótesis alternativa, la de Rocambole. Se cuestionan todas y cada una de las pruebas testificales y materiales que se presentan en el juicio y se desliza la sospecha de si no estarán sirviendo para cegar vías de indagación más pometedoras con lo que se llega a acusar implícitamente a los servidores de la ley de una gigantesca prevaricación ya que se supone que están ocultando las pruebas de la implicación de ETA, razón última de que no las haya.
Por supuesto, además de la comparación con el héroe/antihéroe francés, esta versión induce asimismo a inquietarse por la salud mental de quienes la sostienen. Pero es una inquietud inadecuada cuando se ve que, del mantenimiento de esta llamada "teoría de la conspiración" dependen las audiencias de radios y periódicos y, en definitiva, pingües beneficios, cuenta de resultados, negocios, cual tan poética como acertadamente señaló la señora Manjón el otro día. No, la patraña no es una alucinación literaria, sino el resultado de un frío cálculo de racionalidad comercial.
Tiene, además, un rentabilidad política partidista única. En ese reportaje exhibido en una televisión pública se vierten sospechas e incluso afirmaciones que vienen a suponer un vínculo vergonzoso entre el actual Gobierno y el terrorismo. No es frecuente, desde luego, que una TV pública venga a decir que el Gobierno del país es ilegítimo por ser el resultado de un atentado, con lo que, de un plumazo, quedan deslegitimadas las elecciones de 2004, cuyo resultado no ha sido aceptado aún por el PP. Tele Madrid es, en realidad, un órgano de propaganda de este partido en general, del PP de Madrid y, más en concreto, un instrumento para que la señora Aguirre prosiga su carrera política quién sabe si para presidenta del Gobierno o para que medios como El Mundo o la COPE hagan su agosto y para que todas ellos al unísono, traten de influir en el voto en favor del PP. El manifiesto partidismo de Tele Madrid se debe a la condición dinamitera de la derecha española. Ésta sólo exige objetividad a los medios que no tiene controlados. Los suyos carecen de límites. El Mundo, La Razón, el ABC, Libertad digital, son medios de comunicación que no sólo informan según la ideología del PP, sino que son los portavoces del partido, incluso centros de fabricación de doctrina y de consignas, a veces con anterioridad al propio partido, y lugares en donde se estudian campañas electorales a su servicio. Si El País y la SER tuvieran solamente un 10% de este partidismo a favor del PSOE haría tiempo que se habrían quedado sin público. Es decir, que la calidad de los medios es la calidad de su público. Es obvio que los oyentes de la COPE oyen lo qe quieren oír y los lectores de El Mundo leen lo que quieren leer ya que, de otra forma, con dejar de escuchar la radio y de comprar el periódico estaría resuelto el problema.
Y ¿qué interés puede tener la derecha en minar el crédito de su propia televisión? El mismo que tiene en deslegitimar a todos los medios de comunicación y todas las instituciones democráticas: o están a su directo servicio o deben ser destruidas. También una táctica lógica e incluso apropiada para quienes prefieren los sistemas autoritarios y no democráticos a los democráticos. Sin medios de comunicación, sin instituciones políticas democráticas, el país podrá salvarse mediante algun tipo de pronunciamiento militar o un acto de fuerza. Y esa es una diferencia notable entre la derecha y la izquierda: si triunfara un golpe militar (fin último de toda la campaña de descrédito de la democracia, sazonada ahora con mentiras sobre la unidad de España y la acostumbrada demagogia de signo etnicista antivasco, anticatalán, etc), todxs estxs responsables y beneficiarixs de la crispación, la demagogia, el engaño y la fantasía rocambolesca seguirían a lo suyo y no padecerían problemas ni persecución. En cambio, no haya duda, la izquierda sería perseguida y sus militantes detenidxs, torturadxs, asesinadxs. A cientos de miles. ¿A cuántos asesinó Franco inmediatamente después de la Guerra?
También todxs esxs que dicen que esta derecha y esta izquierda (PSOE fundamentalmente, pero también los sectores de IU que no lo combaten con uñas y dientes) son iguales están en la misma onda de beneficiar a la derecha porque este es exactamente su juego: todxs son iguales, todxs manipulan, mienten, engañan y no merecen nuestra confianza. Luego, cuando esa misma derecha gestiona la dictadura a la que aspira, lxs represialiadxs y asesinadxs son siempre los de un bando, no de los dos por igual.