No estuvo mal el día de ayer. Salió mucha gente a la calle contra la guerra en varias ciudades europeas y estadounidenses. Las manifas más nutridas fueron en España, lo que, a mi entender, pone de relieve la especial irritación que sentimos los españoles por el hecho de haber sido vendidos por el sujeto que gobernaba entonces y que, con tal de hacer la rosca al otro iluminado, el que dice que habla con Dios, metió al país en una guerra criminal de piratería, latrocinio y genocidio que nos costó un atentado montruoso. Hay quien dice que deben responder penalmente por ello. Estoy de acuerdo; los dos, junto a su amigo el socialista Blair.
Las cifras son espeluznantes: cientos de miles de muertos civiles, decenas de miles militares, casi dos millones de desplazados y refugiados, el país deshecho en manos de un gobierno títere cuya autoridad no sobrepasa la puertas de su palacio y una escabechina general en marcha. Si se tiene en cuenta que los sujetos de las Azores han perdido la guerra, la cosa está bien clara: además de presuntos delincuentes, unos comprobados ineptos.
El PP, que está especializándose en maniobras de diversión, orquestó otra manifa en Pamplona para ver de acallar los actos contra la guerra, igual que la manifa del sábado 10 de marzo trataba de que no se hablara del tercer aniversario del 11-m. En esta ocasión, la excusa que se han buscado es un inexistente cambalacheo con Navarra. Digo inexistente porque si el Gobierno ha asegurado repetidamente que lo que suceda con Navarra depende exclusivamente de los navarros, ¿de dónde saca el señor Rajoy que esté usando la provincia como moneda de cambio en el llamado "proceso de paz" que tampoco está en marcha? Muy sencillo, lo saca de las declaraciones del señor Otegi de que la izquierda abertzale hace una propuesta de paz, incluyendo a Navarra en la solución. O sea, el señor Rajoy concede más crédito al señor Otegi que a Rodríguez Zapatero y, además, se precipita a todo pedal en una piscina sin agua, al afirmar que el Gobierno ha pactado no se sabe qué cosas vergonzosas con el nacionalismo vasco radical de izquierdas cuando no ha pactado nada. Teniendo en cuenta que los partidos en España se financian con dinero público, habría que empurar al señor Rajoy por despilfarro o malversación de caudales públicos porque esas manifas de autobús, bocadillo y pancarta gratuita cuestan un pastón.
Por lo demás, ¿cuál es la propuesta del señor Otegi? Propone una autonomía a cuatro territorios con Navarra. Hasta aquí nada que objetar puesto que dicha autonomía sólo podría decidirse en Navarra y por los navarros. La cuestión viene en la letra pequeña: la autonomía a cuatro estaría capacitada para decidir sobre su futuro, incluida la decisión de independencia. Eso no cuela. Equivale a reconocer el derecho de autodeterminación al País Vasco cum Navarra, cosa que a mí puede parecerme bien pero es seguro que el Congreso de los Diputados no aceptará sin más. Vaya con el señor Otegi; es más listo de lo que parece, pero tiene una idea aproximativa del Parlamento español. En cambio, posee sentido de la ironía pues recomienda al señor Rajoy que lea en voz alta, para que lo oigan todos los españoles, lo que dice la placa del monumento a los fueros, ante el que ha terminado su manifa: 'Guk, gaurko euskaldunok', nosotros los vascos de hoy. Pero el señor Rajoy prefiere dirigirse al presidente del Gobierno, recomendándole que tome buena nota del resultado de una manifa convocada a silbato por el baranda del lugar y para la que han agrupado a sus fieles seguidorxs con kilométrico en regla, para protestar contra una hipótesis, que ya es patafísico. Horas antes de los sanfermines adelantados, el señor Rajoy decía hablando de los progres que "estos, cualquier día convocan una manifestación contra Felipe V; yo hablo del futuro". En el futuro, no, señor mío; en el limbo; está Vd. en el limbo por no darse cuenta de que le queda un telediario de presidente del PP.