Se produjeron los dos actos de la izquierda. Al final, pusieron los dos en la misma planta, así se podía ir de uno a otro sin necesidad de fatigar la escalera o hacer amigxs en el ascensor. En el del homenaje a Wildebando Solano (imagen de la izquierda) se vio un video-documental en catalán, contando la vida del señor Solano, engarzada en la evolución del POUM en los años 30, con especial atención al momento en que los comunistas secuestran a Andreu Nin, lo torturan y lo asesinan después, sin que, al día de hoy tengamos seguridad de en dónde esté enterrado.
En la foto, Jaime Pastor en primer término y Wildebando Solano en el centro. Noventa años muy bien llevados, con mucha dignidad. Y hubo bastante gente. Más de la que convocaron los de El Viejo Topo. (Foto de la derecha, con Miguel Riera en primer plano). Si los primeros, de la Fundación Andreu Nin, estaban homenajeando a Wildebando Solano, los segundos se homenajeaban a sí mismos en su aniversario. Dijeron haber venido a Madrid en busca de ideas, de cómo mantener una publicación que fue un referente de la izquierda del país, que en sus momentos de mayor esplendor llegó a tirar 50.000 ejemplares y actualmente no pasa de 16.000.
En general, me dio la impresión de que en ambos actos se respiraba un clima como de nostalgia, una especie de recordatorio de lo que fue y que trata de sobrevivir y ser en un mundo muy diferente, cuya compleja realidad escapa a las categorías de análisis que sirvieron, quizá, en su día, pero han quedado anticuadas. Como dos pecios de la izquierda del siglo XX a la deriva en el XXI. Con mucha dignidad, desde luego. Y haciendo realidad aquellos versos:
Old soldiers never die; they just fade away.