La derecha digital echaba ayer las muelas con la comparecencia del nuevo ministro de Justicia en el Parlamento. Y en la COPE, hoy, supongo que los micrófonos se llevarán algún ñasco. La estupefacción que se leía en los rostros de los diputados de la derecha se trocó en rabia en el corral digital. Y también la bronca de jayanes que montaron los del PP cuando salió el ladrillo a relucir. Quien se pica, ajos come. La prensa de papel, tan patidifusa como sus señorías conservadoras. Estaban éstas, las señorías, tan acostumbradas a echarse todos los miércoles al ruedo con el estoque ya preparado, que no daban crédito a lo que veían cuando el morlaco salió resabiado. Y eso que posa seriecito y formal junto a don Juan Carlos de Borbón, que lo recibe como ministro de España.
Estaban alelados. En el Congreso, digo. Pero es que hace falta ser mucho Michavila para caer casi por casualidad en el Parlamento y saludar al ministro dándole la bienvenida. Si, además, se trata del antiguo fiscal que el mismo Michavila, de ministro, echó del cargo, el asunto es sublime. Todos se fueron calentitos y confusos para casa. En verdad, hace falta ser mendrugo para recibir a un ministro a mojicones y decirle que viene con el puño cerrado. Y que, cuando se les devuelven las castañas, se quejan de que, además, trae puestos los guantes de boxeo. En fin, que hacía tiempo que no me divertía tanto en la TV y que, como este ministro siga así de decidido y brillante, me compro un televisor que se vea bien, uno de esos de plasma, que plasma es lo que van a necesitar las bancadas conservadoras en el próximo futuro.