dissabte, 10 de febrer del 2007

La recusación del Tribunal Constitucional.

La maniobra del PP en contra del Tribunal Constitucional (TC) y, por elevación, del Estatuto de Cataluña y, por elevación, del Gobierno del señor Rodríguez Zapatero, le ha salido perfecta. Llevaba tres años tratando de conseguir algo así y por fin lo tiene. No era cosa de permitir que los tres vocales del TC que el año pasado votaron contra la recusación del magistrado Pérez Tremps repitieran su voto, fastidiando la ocasión de oro del PP, así que se empleó a fondo para que estos volubles magistrados, sin temor al ludibrio y la rechifla generales, votaran B en donde antes habían votado A. Cabe aplicar a estos tres caballeros la experiencia que resumía en cierta ocasión un veterano diputado británico al contestar a la pregunta de con qué criterio había votado siempre en la cámara:

"Mire Vd., en 25 años que llevo en el Parlamento, jamás he votado con arreglo a mi conciencia, como hacen los patanes, sino siempre según los intereses de mi partido, como hacemos los caballeros."
Es patente que, con esta triquiñuela de la recusación del señor Pérez Tremps, el PP trata de cargarse el Estatuto catalán. Y, con el estatuto, el Gobierno del señor Rodríguez Zapatero pues si, en el curso de breves meses, fracasan los dos asuntos esenciales en la política del Gobierno (negociación con ETA y Estatuto de Cataluña), éste, seguramente, calculan los estrategas de la calle Génova, tendrá que convocar elecciones anticipadas en el otoño, que tampoco serían muy anticipadas ya.

Está claro que el señor Pérez Tremps deberá decidir si dimite o no, de acuerdo con sus intereses y proyectos personales. Por si acaso, ya han salido los del PP, con el inimitable señor Acebes, diciendo que es una vergüenza que lo haga porque demostrará estar recibiendo órdenes del Gobierno. Un rostro pétreo: como si ellos no hubieran forzado la mano de los tres magistrados veletas. Es lo que don Torcuato Fernández Miranda hubiera llamado una trampa saducea. Tal es la indignación que cunde con esta nueva fullería del PP en los tribunales, donde concentra a sus huestes, con el fin de conseguir en juicios lo que no obtiene en las elecciones, que cuarenta catedráticxs de Derecho constitucional (que, digo yo, no serán todxs bolcheviques) han firmado un escrito del que da cuenta El País, argumentando que la recusación no solamente no se fundamenta en hechos reales, sino que sienta un mal precedente, al declarar objeto de recusación los trabajos académicos previos de los magistrados catedráticos, cuando son estos precisamente, la razón por la que fueron nombrados en el TC. Buenos argumentos pero, al PP los argumentos no le importan; le importa el número de votos con que cuenta en el TC para tumbar el Estatuto.

Es más, pienso que, si la proporción queda finalmente en 6 conservadores y 5 progresistas, el órgano puede ahorrarse las deliberaciones ya que el resultado será siempre el mismo se delibere o no: es una decisión judicial que sirve para revestir de legitimidad una decisión política predeterminada. Se entiende ahora la ambigüedad del título. No se trata de una recusación en el TC, sino de una recusación del TC.

En el mismo periódico publica el también catedrático y seguramente firmante, Javier Pérez Royo, un artículo de flamígero título: Golpe d Estado. Pues con un golpe de Estado compara el profesor a esta nueva marrullería judicial del PP. No Golpe de Autonomía, sino Golpe de Estado, porque todo lo que tenga que ver con Cataluña, obviamente, es cuestión de Estado. Y está claro que si el TC declara inconstitucionales algunos aspectos del Estatuto, a propuesta del PP, el PP no tiene ya nada que hacer en Cataluña y, según lo que suceda, tampoco en España. Esto, por supuesto, como todo vaticinio, puede ser cierto, falso o a medias. Encuentro interesante la confrontación que, como es frecuente en las dos Españas, esas que no debieran ser, según don José María Ridao pero, por desgracia son, tiene pinta de resolverse a insultos o algo peor, a golpes, por ejemplo. Pero no se me ocurre decir que los dos bandos insultan por igual, ni siquiera darlo a entender. Insulta la derecha. No veo a la izquierda insultando: el gobierno no insulta, los parlamentarios, tampoco. No veo agresiones, denuncias, querellas en la izquierda como si las veo en la derecha.

Los bandos, bien claro está, no son equiparables y entre ellos no hay un juste milieu, sino un injuste milieu.

(La imagen, La Justicia, es el fresco que pintó Rafael en tondo para le stanze vaticanas, en 1508.)