Tengo la sospecha de que el debate público en España, sobre su natural verboso, agresivo y faltón, está afectando a las entretelas de la urdimbre social y tocando los cimientos mismos de la convivencia, lo que es un gran peligro y una gran irresponsabilidad. Politizar de este modo la justicia, absolutamente toda, es un disparate propio de enajenadxs. Como lo sería ponerse a arengar en los cuarteles, cosa que ya no es posible pero sólo, no se olvide, porque prácticamente no quedan cuarteles. El Amok que parece poseer al PP en su afán por derribar al Gobierno hace crujir las cuadernas del navío.
(He encontrado en la red esa imagen poco frecuente de De Juana. No entiendo nada del texto en euskera, pero es un relato escueto de sus aventuras procesales, en traducción felizmente aportada en comentario al margen. ¡Gracias AGG! Pero una y no más. Regreso a la imaginería de l'Épinal, que es mucho más descansada de ver. En estos dos episodios de hoy vemos como la abuelita, incauta (es el punto débil del relato) abre la puerta y el lobo feroz, ¡ñam! se la come. Pero no termina ahí el cuento, queridxs niñxs. Habrá nuevos capítulos).
El caso De Juana, pues lleva camino de convertirse en un caso célebre, como el de Dreyfus, Landru o el crimen de Cuenca, es el símbolo del mal funcionamiento de la justicia en España en el doble plano político y jurídico. En el plano político todo el mundo tiene la percepción de que la justicia es mucho más severa con los casos del nacionalismo vasco (del tipo que sea) que con los de otro carácter, por ejemplo, el terrorismo de Estado; que no se trata con la misma vara de medir al señor De Juana, por ejemplo, que al General Galindo o al señor Vera. Y nada digo sobre la libertad de expresión: el señor Otegi (¿o es Permach o Barrena?) tiene ya otro proceso en ciernes por injurias al Rey, cuando el fiscal no se ha querellado contra el señor Sáez de Ynestrillas que las tiene colgadas en la red en su blog y más gordas. Ese sesgo político de la justicia es bastante obvio. Alguien puede decir que los delitos de terrorismo justifican un mayor endurecimiento en la aplicación de la ley. Y aquí suele venir el problema, en que, para conseguir ese endurecimiento en la aplicación de la ley, hay que forzarla tanto que acaba quebrantada.
Esto es, se trata de ver la acción de la justicia en el plano jurídico, desde el fin que le es intrínseco, la propia justicia. ¿Y qué sucede? Que el señor Iñaki de Juana, habiendo cumplido la pena que legalmente se le impuso en su día, en las condiciones entonces jurídicamente imperantes que son las únicas aplicables, contra toda justicia sigue en la cárcel, se le construyen nuevos delitos, como cínicamente llegó a advertir un ministro socialista, y es procesado de nuevo con una petición fiscal de 96 años por los supuestos de integración en banda armada y "amenazas terroristas" contenidas en los dos famosos artículos de Gara, El escudo y Gallizo, y condenado finalmente a 12 años y siete meses por el delito de "amenazas terroristas", siendo absuelto del de integración en banda armada. La sentencia está recurrida y en opinión de muchos expertos, es injusta. Merece la pena leerla. Sentencia de De Juana. (¡Gracias, Maki!). A mí también me parece clamorosamente injusta, leyendo los artículos y la interpretación que de ellos da la Audiencia Nacional. En definitiva, un disparate jurídico que se percibe en el hecho de que los propios magistrados que lo dictan (aplicando la nefanda doctrina del "derecho penal de autor" mientras dicen que no lo hacen) recomiendan que el Gobierno indulte al reo y son los mismos, junto a un cuarto, que votaron en contra de la decisión de la mayoría de dejar al señor De Juana en el talego.
Esos tres magistrados no son Salomones, desde luego, ya que, primero, dictan una sentencia injusta y, luego, meten la gamba votando en contra de la decisión, seguramente acertada de la mayoría. Porque a estas alturas, eso ya importa poco pero parece razonable negar la libertad provisional al señor De Juana pues, al fin y al cabo, no es víctima de una enfermedad sobrevenida o de un accidente aciago, sino que el mal que sufre es autoinfligido. Y si en la cárcel hay orden de contener los estragos que está causándose voluntariamente, esa orden se incumpliría en su casa, en donde el señor De Juana se dejaría morir de hambre, ya que su protesta no es por conseguir la libertad provisional, sino la definitiva, al considerarse inocente, víctima de un atropello. Lo que sucede es que, por la misma razón por la que la Audiencia acierta, a mi juicio, al no dejarle salir, yerra y gravemente ordenando que se lo alimente a la fuerza. La Audiencia -ni nadie- es quien para estorbar el cumplimiento de la voluntad libremente expresada del señor De Juana. Es más, sostengo que esa alimentación forzosa a un huelguista de hambre podría considerarse una forma de tortura, aunque parezca paradójico.
En definitiva, es obvio que tanto en lo político como en lo jurídico, la justicia está pasando por muy malos momentos. Y nada digo del espectáculo que se está montado con la causa por el 11-M, presidida por un juez cuyo nombramiento ha sido recurrido por un colega, siendo esta la tercera vez que se recurre, con éxito las dos anteriores. De eso ya habrá tiempo de hablar.
Malos, muy malos momentos. No hay quien distinga las sentencias "jurídicas" de las "políticas", así que lo que hacen muchos es decir que todas son jurídicas o que todas son políticas. Cuando es evidente que unas tienen más de lo uno que de lo otro y viceversa. Lo que hay es ley (o justicia) de Lynch. Dénse una vuelta por los foros digitales más conocidos El País, El Plural, 20 Minutos, Periodismo Incendiario, y verán lo que es bueno, los torrentes de muérete, cabrón, asesino, quédate en donde estás hasta el 3646, este hijo de puta que se pudra, etc, etc, en una furia colectiva incontenible. Imagina uno los rostros y piensa uno, "Lynch". Pero la ley de Lynch no es justicia, es linchamiento, cosa que toda sociedad civilizada trata de diferenciar. Por último, ese frenesí colectivo que lleva al linchamiento de alguien (aunque sea en internet) se puede crear y, por supuesto, agitar y mantener por los medios adecuados. La justicia española trabaja sometida a una presión política mediática que, sumada a la condición conservadora (incluso ultraconservadora) de la mayoría de la judicatura, produce unas situaciones tan lamentables y peligrosas como la que venimos analizando. Y que eso lo hacen los medios de la derecha de modo sistemático es fácil de probar. En cuanto a la radio, cualquiera de los cientos de miles o millones de radioyentes del señor Jiménez Losantos, horas antes de la decisión de los jueces, se llevó una clara idea de lo que pensaba el señor Jiménez Losantos de esos jueces si se les ocurría decidir algo que el señor Jiménez Losantos no aprobara. Si el radioyente cogía luego alguno de los tres periódicos de la derecha capitalina (que se tiene a sí misma por "nacional") leía lo siguiente, escrito esa misma mañana antes de que los jueces se pronunciaran sobre si excarcelar o no al señor De Juana:
ABC
«su excarcelación sería la peor decisión que podría tomarse, un golpe moral a las víctimas que trasladaría a la sociedad un mensaje negativo y muy difícil de digerir. Constituiría una inaceptable cesión del Estado de Derecho a un chantaje y, en la práctica, un peligroso precedente: una gratuita invitación a los demás presos a buscar remedios individuales a su situación carcelaria mediante el retorcimiento de la ley».El Mundo
«sólo habría razón humanitaria para poner a De Juana en libertad si éste padeciera una enfermedad sobrevenida pero su deterioro de salud ha sido buscado a propósito para chantajear a los poderes públicos. No estamos ante un enfermo sino ante el pulso y la coacción que un terrorista lanza al Estado de Derecho para no cumplir una sentencia» (...)«si finalmente el tribunal claudica porque el miedo es libre, debería explicárselo a las víctimas de De Juana pero muy especialmente a los familiares de Miguel Angel Blanco, que fue asesinado porque el Estado no cedió a un chantaje planteado en términos similares al que ahora hay que afrontar».La Razón
"ETA y Batasuna han hecho casus belli de la puesta en libertad de De Juana y le están echando un pulso al Gobierno y al estado de Derecho. Esta es la razón por la que, aún en el caso de que hubiera alguna duda sobre la conveniencia de atenuarle la prisión por razones humanitarias, el dirigente terrorista no debe ser excarcelado (...) en cualquier caso nuestra sociedad no puede asumir la imagen de este asesino paseando en libertad».Si esto no es acosar a la justicia y condicionar su actuación desde los medios, ciertamente, no sé qué será. Desde luego no es abstenerse de enjuiciar la acción de la justicia antes de que se haya producido.
Para rematarlo, léase lo que contestaba ayer el señor Elorriaga, portavoz del PP, en un chat que tuvo en El País a la acusación de un lector de que se anticiparon a la decisión de la justicia:
"Se anticiparon los socialistas: Chaves, presidente del PSOE, Patxi López, secretario General del PSE-PSOE, etc. pidiendo la puesta en libertad. Nosotros anunciamos nuestro respeto por la decisión que se adoptase, cualquiera que fuese; criticamos a la Fiscalía por su posición de cesión antre la presión terrorista, una vez más; y analizamos todo lo que estaba pasando desde una perspectiva política, ésa es nuestra responsabilidad. (La cursiva es mía)O sea, en resumidas cuentas, este razonamiento del PP se compone de dos partes: 1ª) Y tú más; 2ª) Sí, ¿y qué?
Así, evidentemente, no vamos a ningún sitio. Es posible que algún lector piense que todo esto que aquí se dice del PP pueda decirse del PSOE y hasta incrementado. Pues me gustaría que me indicase en dónde se encuentra eso demostrado, con razones, pruebas y citas, como hago yo; no a gritos y no necesariamente en la columna de comentarios de este blog: que ponga el (o los) enlaces, que iré a estudiar el razonamiento donde esté.