No es verosímil que la izquierda abertzale consiga su objetivo de ver derogada la Ley de Partidos, porque esa ley no fue impuesta al PSOE por una mayoría del PP, sino que fue una norma respaldada por los dos partidos. No parece probable que el PSOE e desmienta a sí mismo al primer obstáculo. El gobierno no puede hacer lo que se le pide y eso obliga a la otra parte a rebajar sus exigencias, a relativizarlas. En consecuencia, frente a las amenazas, bravatas o coacciones, el Gobierno ha hecho bien en no reaccionar sino sólo para interesarse sin persona interpuesta acerca de si es voluntad de ETA poner fin a la tregua o no. Para eso parece haber servido el misterioso encuentro entre etarras y enviados del Gobierno que éste se niega a reconocer pero que tampoco desmiente.
Amenaza y grande contiene asimismo el caso del señor De Juana Chaos, si bien tiene un carácter distinto porque si las advertencias o amenazas de Batasuna son puro farol, las del señor De Juana Chaos son muy verosímiles. Ahí sí que hay una urgencia, una necesidad de que, como pide su abogado, Álvaro Reizabal, se excarcele al recluso y se le permita volver con su familia en primer lugar porque está en juego la vida de una persona y, en segundo porque, si se produce un desenlace fatal, la posición estratégica del Gobierno en el juego quedará muy debilitada a cambio de nada y todo el resultado seriamente comprometido. El problema es que esta decisión de excarcelación del señor De Juana -víctima de un fallo judicial injusto y vengativo- no depende del Ejecutivo, sino del Tribunal Supremo, sobre el cual no tiene mano el Gobierno. Se trata de un caso de "restricción de alternativas" de éste que si paradójicamente, suele beneficiar a quien la padece, en este caso, puede perjudicar a lo dos y hacer realidad la esencia del juego de suma no cero: ambos jugadores pierden. En todo caso, al margen de cualquier consideración, la excarcelación del señor de Juana (de cuyo estado de salud y acerca de cuyo tratamiento apenas se tienen noticias, lo que es alarmante) es una mera exigencia de justicia.