Dan ganas de escribir este post en inglés. Si con ello consiguiera que lo leyera el rostro pálido que hay en la Casa Blanca, el jefe "Pequeño Matorral", lo haría. Pero, como no será así, al español me atengo, también, dicen, lengua universal. La pregunta es sencilla: ¿cómo hay que decir a ese sujeto que se vaya del Irak? Se lo han dicho los partidos, pues no lo apoya ni el suyo; se lo han dicho los electores, que entregaron Cámara de Representantes y Senado a los demócratas; se lo ha dicho el comité bipartidista de estudio, encabezado por James A. Baker III, antiguo ministro de Exteriores del jefe "Gran Matorral", padre del jefe "Pequeño Matorral"; se lo han dicho en el Irak hasta uno de los partidos que forma el gobierno títere puesto por los EEUU y, por cierto, también la insurgencia (o sea, la resistencia contra la invasión) matando ayer a 10 soldados estadounidenses, diez féretros más camino de Arlington, cosa que todo el mundo tiene in mente por más que el mismo personaje haya dado órdenes para que no se televisen los ataúdes; que ya hace falta ser ruin.
O sea, ¿quién más tiene que decírselo? ¿Su perra? Ah, ya sé, tiene que decírselo Dios porque el pavo afirma que habla con él. Así que a ver si los creyentes del mundo entero rezan a sus diferentes dioses, esperando que, como parece lógico, sean el mismo, y va y le dice a este mendrugo que haga el favor de salir de una puñetera vez del Irak, que tenga la gentileza de poner fin al crimen que perpetró hace más de tres años, con la ayuda inestimable de los señores Blair y Aznar.
Así pues, George, get the hell out of Iraq, enciérrate en tu casa y no vuelvas a salir sin pedir perdón a la humanidad por esa soberbia infinita que te llevó a destruir un país entero, invadirlo, ocuparlo, saquearlo, torturar a sus habitantes y sumirlo en el caos.
Porque esto ya no es un asunto que pueda tratarse en el ámbito algo aséptico de los análisis políticos académicos o mediáticos, al estilo de "los EEUU se mantendrán en Iraq...etc". No, no, esto es solamente cuestión de lo que decida el hombre más poderoso de la tierra al cual, curiosamente, no apoya nadie (salvo, quizá, Aznar) y cuyo comportamiento más parece el de un irresponsable. Es magro consuelo pensar que la Humanidad haya pasado por todo género de calamidades para llegar al siglo XXI gobernada (el gobierno de los EEUU es el del mundo) por un demente.