He hecho un cuadro comparativo de las cuatro últimas elecciones autonómicas catalanas, pero no estoy seguro de que se amplíe. Lo he hecho en imagen JPG pero a mí no se me abre. Y, si no se abre, no sé si será suficientemente visible. Espero que sí. El resultado da para mucho comentario. Hay un dato característico que se mantiene y es que ERC es el pivote de toda posible alianza en Cataluña porque es la única fuerza que puede formar un gobierno catalanista (y no como dice el señor Montilla, sino sin el señor Montilla) solo de consuno con CiU, pues tienen 69 diputados cuando la mayoría absoluta es 68. Algo más holgada es la cantidad de diputados con que contaría un gobierno de izquierdas, reedición del tripartito, setenta, pero siempre con ERC.
Digno de breve glosa, el resultado del PP cuyos 14 diputados son perfectamente irrelevantes en el Parlamento catalán y únicamente sirven para elevar la mayoría absoluta ya que no pueden entrar en alianza alguna solos, que es lo que da la fuerza a ERC. Y las alianzas múltiples son muy difíciles. La aparición de una fuerza "española" en el Parlament con el partido Ciutadans tendrá un valor más simbólico que real, dado que la posibilidad de una alianza "non sancta" entre CiU, PP y Ciutadans no es aritméticamente posible. Ello no obstante, a pesar del ninguneo de la campaña Ciutadans ha adquirido representación política. El señor Rivera, Secretario General de la organización, podrá asistir en paños menores a las sesiones del Parlament.
Al margen de que sea posible o no un gobierno exclusivamente nacionalista (CiU + ERC), sí me parece claro que se consolida la escisión entre la parte catalana de la sociedad y lo "no catalana", escisión no en el sentido de separación, sino de opciones políticas diferenciadas y mantenidas. Hay un nacionalismo molt civilitat que no pretende eliminar (política o físicamente) a los adversarios, que no es compulsivo pero es siempre una opción muy posible en el Principado. En todo caso, sigue siendo la opción mayoritaria. Es un nacionalismo seguro de sí mismo, confiado en el patrón de Cataluña, San Jorge, en lucha con el dragón, en la tabla de Bernat Martorell de mediados del siglo XV. Unos siglos después, el dragón puede ser el izquierdismo, ya se sabe, enfermedad infantil del comunismo, o, lo que es peor, el monstruo abúlico de la abstención.
Este de la abstención es un dragón muy peligroso como también lo fue en el referéndum sobre el estatuto, lo que quiere decir que hay una diferencia acusada entre el juicio de la clase política que rápidamente habla de "momento histórico" y el de la gente normal que le quita lo "histórico" más que a paso y, de paso, se abstiene.