divendres, 15 de febrer del 2019

Armagedoncillo

España es un país de risa. Lo ha sido siempre, a pesar de sus gestos y torvas miradas y a excepción de largos periodos gobernada por asesinos como Franco. De risa es que, cuando Catalunya sea independiente, habrá de erigir sendas estatuas a M. Rajoy (a) Sobresueldos y Soraya Sáenz de Santamaría (a) Ratita hacendosa por haber hecho más que nadie por romper el país.

Precisamente los dos herederos ideológicos de Franco son quienes han propiciado la independencia de Catalunya y la ruptura de España gracias a su infinita estulticia, su autoritarismo y su corrupción. Pocas palabras bastan. Santamaría presumía de que Rajoy y ella habían "descabezado" el independentismo. Los únicos descabezados han sido ellos.

El post se titula Armagedoncillo para subrayar la miseria y el desastre del Estado español. Esta copiado del nombre que un implicado dio a una de las habituales charranadas del PP, un partido de gobierno en España compuesto básicamennte por malhechores a las órdenes de un corrupto, Rajoy,  la gestapillo por la cual estos sinvergüenzas de la derecha se espiaban unos otros. Gracias a todos ellos, hoy España está ya a escasa distancia del sumidero de la historia.

La sala del Supremo, presidida por un magistrado bajo sospecha de nepotismo y compuesta de franquistas sociológicos, o sea, jueces de pacotilla, ha hecho lo que ha podido para conseguir que el juicio fuera secreto: un lugar reducido para que solo quepa la claque vociferante de los fascistas españoles; negativa a autorizar observadores extranjeros; retrasmisión por TV o forma de censura; prohibición de que retrasmitan otras que no estén autorizadas por la española, o sea, el gobierno. Pero no lo han conseguido y hoy el proceso-farsa, es má visible internacionalmente que nunca.

Han puesto al ministro de Asuntos Catalanes, el catalanófobo Borrell, a propagandear por el mundo en defensa de los métodos tiránicos de España, la iniquidad y el abuso de los derechos fundamentales, cosa que hace encantado porque es un ejemplar acabado de socialfascista. Pero no es eficaz, como cabía suponer. Así que ha contratado a una ayudante (por supuesto, con una paga estratosférica) para que lo ayude en hacer propaganda contra Cantalunya, Irene Lozano, que manda en el proyecto "España global", con el que se da seguimiento al desastre de inutilidad, corrupción y despilfarro que fue la "Marca España". Una antigua militante de UPyD, para quien el referéndum del 1-O equivale a una violación por haberse hecho sin permiso de la autoridad (in)competente.

Los socialistas son tan autoritarios, catalanófobos e ineptos como los del PP. Tratando de salvar este castillo en la arena de la corrupción, Pablo Iglesias, indigno alcahuete, presionó hasta el último momento a Puigdemont para aprobar los PGE que estos demagogos vendían como los más sociales. El MHP dijo que no, como era lógico, y Podemos todavía ha de explicar al personal en qué se diferencia del PSOE, aliado perpetuo de la derecha, y al que quería sustituir. Un PSOE que, horas después, unía sus votos a los del PP y C's para tratar de impedir que Puigdemont hablara en el Parlamento europeo. Y eso mientras le pedía el voto favorable a los PGE.

En este proceso no se juzgan hechos, delitos; se juzgan ideas e ideologías y se comete una gran injusticia con los acusados. Es una farsa indigna de la Europa del siglo XXI, un atropello cometido por gentes sin autoridad moral ni competencia técnica para hacer lo que hacen. En definitiva, no se juzga a los presuntos rebeldes, sino al Estado español a través de su "justicia". Esta ha quedado retratada en su siniestra autoridad gracias a las dos declaraciones de los acusados hechas hasta el momento, la de Junqueras y la de Forn, ejemplos de coherencia, altura, compromiso y autenticidad, cosas ellas que los burócratas juzgadores ni huelen. 

Escúchense asimismo las intervenciones de las defensas y las de las acusaciones. La diferencia de nivel es abismal. Las defensas realizaron exposiciones de rigor jurídico, claridad política, altura ética. En algunos casos, verdaderas piezas de oratoria forense, esa capacidad que Cicerón valoraba por encima de todas las cosas. Frente a ellas, los oscuros e incompetentes funcionarios públicos, los dos fiscales y la abogada del Estado con unos alegatos que oscilaban entre la agresividad inquisitorial y la pura ignorancia con facetas de franco ridículo. Moverían a risa de no tener en sus inmorales manos los destinos de personas inocentes y mucho mejores y más inteligente que ellos. Que estos individuos vivan de los impuestos que pagan los contribuyentes es una prueba del grado de degeneración a que ha llegado España.  

De la basura de Vox haremos como el propio presidente del Tribunal: callar y hacer callar.

dijous, 14 de febrer del 2019

El día del juicio

Mi artículo de ayer el elMón.cat, titulado El principio del fin. Es un juicio sobre el juicio que tiene sin juicio, como a don Quijote, a medio mundo.

De todas las penosas intervenciones de las acusaciones ayer, un conjunto de simplezas, falsedades, incongruencias y falacias, me quedo con la reiterada justificación de los límites a la libertad de expresión. Es la prueba evidente de que este es un juicio político, o sea, una farsa. Si de lo que se trata es de probar delitos, es decir, hechos, ¿a qué viene lo de los límites a la libertad de expresión? Está claro, a dejar fuera de su alcance como derecho determinadas manifestaciones, por ejemplo, las independentistas; a convertir en delito el independentismo, una ideología. Y, de esa falacia, colgaron luego sus amazacotadas consideraciones sobre la autodeterminación, la soberanía, etc.

El gancho era la libertad de expresión que, sostenían las acusaciones, no es un "derecho absoluto"; por encima está la unidad de la patria, que no se puede mancillar de obra ni de palabra. En efecto, no hay más que mirar la triste historia de los Estados Unidos, sometidos a la tiranía del carácter absoluto de la libertad de expresión, clavado en la 1ª enmienda de su Constitución: "El Congreso no aprobará ley alguna que imponga una religión o impida su libre ejercicio, ni que restrinja la libertad de expresión y de prensa..." ¡Pobres Estados Unidos, esclavizados por la libertad de expresión absoluta, desconocedores de la fina jurispericia de los fiscales y acusaciones españolas! Casi 250 años padeciendo los horrores del libertinaje por no querer imitar el modelo español y su brillante historia.

En fin, después de escuchar con mucho provecho a las defensas, ejemplos de competencia profesional, nivel jurídico, claridad política y consistencia ética, hoy toca escuchar a los acusados. Hombres y mujeres que llevan más de un año injustamente encarceladas/os y sometidos a un procedimiento penal inicuo que no debiera ni haber comenzado.

Hombres y mujeres que se enfrentan a decenas y decenas de años de condena por haber cumplido un mandato democrático por convicción ideológica. 

¿Y se atreven a decir que no es una persecución política cuando una de las acusaciones es un partido político contrario a los de los acusados?

Aquí el texto en castellano: 


El comienzo del fin
                                                                                                                             
Creían que reunirían masas ingentes en Colón. Estaba seguros ellos y sus adversarios. Estaban tan seguros todos que hasta los socialistas se acobardaron (para lo que no hace falta mucho) y Sánchez, asustado, denunció a voz en grito el derecho de autodeterminación, a Satanás, sus pompas y sus obras. Los jueces aprovecharían para mostrarse íntegros, asegurando que no se doblegan a la presión de la calle.

Pero no hubo presión. Casi no hubo ni calle. Cuatro gatos pardos mal contados. Y era previsible.  Que un partido trufado de delincuentes y corruptos, mandado por un parásito, un señorito chillón,  venga a salvar la patria, aliado a un aventurero sin principios y un fascista de manual con pistola al cinto, ya no cuela ni entre españoles.

Y la publicidad. Pensaban que podrían reducir el eco del proceso a las paredes de la sala y la prensa amiga de Madrid, nutrida de fondos reservados. Y han venido a controlar hasta periódicos de las antípodas. Pensaban ventilar la tarea en alguna covichuela llena de oropel, pero sin que trascendiera su comprada iniquidad. Pensaban que podrían bajar al cieno de lo exquisitamente “técnico-jurídico” y la sala se les ha convertido en una tribuna mundial desde la que unos políticos perseguidos injustamente darán a conocer su causa. Realmente cabe preguntarse si en realidad pensaban o están tan acostumbrados a la impunidad de los herederos del franquismo que no se molestaban en hacerlo.

Y se encuentran en una situación que no saben resolver. Si absuelven, darán alas al independentismo. Si condenan, también y, además, no hay modo de ocultar tanta sinvergonzonería en el oscuro lodazal que llaman España. El mundo entero está mirando cómo un tipo que enchufó irregularmente a su hija tiene el rostro de juzgar a los demás. Y el tipo está solo bajo los focos. El gobierno que impartió las primeras órdenes de ataque judicial ha caído y el actual no acaba de colaborar del todo en disfrazar de judicial una pura persecución política. Aunque quizá sea solo por incompetencia; no por falta de voluntad.

Otro que vive en el limbo, el gobierno. Sánchez sigue contando a quien quiere escucharle su patraña preferida de que el independentismo no es mayoritario en la sociedad catalana, como si la gente no tuviera ojos ni juicio para discernir las mentiras de este embustero compulsivo. Es obvio que no sabe de lo que habla, como su asesor Borrell, un catalanófobo furibundo con licencia para engañar impartida directamente por el Borbón, a quien no conviene perder de vista porque es quien, como siempre, está moviendo los hilos de la enésima astracanada reaccionaria española.

Realmente, el proceso del 1-O es una bomba de relojería activada con esta burla hispánica al sentido contemporáneo de justicia. A cada hora y día que pasen el mundo verá que el Tribunal Supremo español actúa como la justicia de Peralvillo a las órdenes de los gobernantes. La sentencia negando una vez más el sagrado derecho de igualdad entre los catalanes y los españoles consagrará la ruptura entre España y Catalunya y, al día siguiente al fallo aquí habrá dos países: una monarquía corrupta y una república emergente.

Y entonces quizá comprendan los gobernantes españoles que la independencia de Catalunya se la han ganado los catalanes por sí solos, pues no han tenido apoyo o solidaridad activa alguna, salvo minúsculas excepciones, en el resto del Estado. Sí han tenido oposición, rechazo y represión de los administradores fieles de la herencia de Franco y quienes, debiendo haberlos combatido, también la han hecho suya, como son las tristes y claudicantes izquierdas españolas.

La ayuda ha llegado, paradójicamente con el desprecio, el abuso colonial y la  incompetencia autoritaria con que las autoridades españolas de derechas o de izquierdas han tratado de extirpar el anhelo de libertad de un pueblo, basado en sus legítimos derechos nacionales. La perpetuación de este abuso secular y su desvergonzada imposición a golpes de porra y de mazo judicial han acabado inclinando la balanza de la historia del lado de la independencia catalana.

dimecres, 13 de febrer del 2019

La verdad del teatro

Este psicodrama colectivo en que el unionismo español de derechas, izquierdas y extrarradio ha hundido el país es ya tan complicado que huele a desenlace. En Hamlet, la verdad sale a la luz en una obra de teatro, "La muerte de Gonzago", que el príncipe ordena escenificar a unos cómicos en Elsinor. Es un ejemplo de la archicomentada paradoja del teatro dentro del teatro que ha hecho correr ríos de tinta sobre las relaciones entre la realidad y la ficción. La vida es teatro y se representa como tal, y, dentro de la representación, se escenifica otra obra teatral que contiene la clave para entender todo el enredo.

Paralelamente, en España, el teatro del sistema político de la IIIª Restauración no consigue desenredarse ni exponerse coherente o autónomamente por más que lo intenta. Y no puede, ya que depende de un conflicto, el de España-Catalunya, que, a su vez, no controla porque se dirime en otros lugares. ¿En cuáles? De un lado, en la efervescencia de la sociedad catalana, la evolución del sistema político catalán que poco o nada tiene que ver con el español. De otro, el teatro dentro del teatro ("La muerte de Gonzago", "La causa contra el independentismo"), que corresponde en este caso al proceso en el Supremo, convertido en la representación dentro de la representación y en la que se revela la clave del embrollo: en Hamlet, el asesino del padre, en La causa contra el independentismo, los rebeldes culpables. El asesino de Hamlet se descubría él solo; los rebeldes no solo no llevan ese camino sino el contrario, el de probar en el escenario judicial que su rebeldía es política, ideológica, pero no penal y que, por lo tanto, el proceso es una farsa. Y, al revelarse como farsa, descubre la verdad del teatro político español, empeñado en llamar Estado democrático de derecho a una clara tiranía de la mayoría con ribetes coloniales.

El primer día de este teatro dentro del teatro español no pudo ser más característico. La aviesa intención del tribunal de aplicar la "justicia" del enemigo queda patente en todos los momentos, tiempos, plazos y protocolos procesales por nimios que sean. Desde llenar el escaso aforo de legionarios de Cristo o similares hasta hostigar a los procesados, obstaculizando su derecho a la defensa por todos los medios, físicos y psíquicos. Las arbitrariedades, el comportamiento de unos policías no identificables, las restricciones caprichosas, todo va quedando patente a los ojos del mundo. Es imprevisible en qué pueda acabar este esperpento, jalonado de irregularidades que han hecho trizas toda esperanza de un juicio justo. Todo el mundo tiene por segura ya antes de empezar la última y contraria palabra de las instancias judiciales europeas. Hasta el tribunal la da por pronunciada, con la consiguiente tendencia a hacer de su toga un sayo. 

Las defensas siguieron dos líneas, la más técnica, atenida a las cuestiones específicas en un proceso penal y la más política que cuestionaba la legalidad y, por supuesto, la legitimidad de toda la causa. Los dos criterios son complementarios y deben seguir siéndolo, pero el de mayor impacto mediático es el político. Quizá haya una diferencia de matiz en el objetivo propuesto (conseguir el fallo más favorable para el defendido o el mayor eco posible para la finalidad común de la independencia de Catalunya), al margen de las consecuencias judiciales. Pero eso no es importante, en tanto no dé lugar a contradicciones. 

El intento del sistema político español (los diputados, los medios, los analistas, el Ibex, etc.) de seguir funcionando como si no hubiera proceso político y como si los poderes estuvieran separados, ha sido un fracaso mayor que el de la manifa del trío calaveras en Colón. Enfocar desesperadamente el asunto en el pretendido interés general de los PGE, llamando "normalidad" a una situación en que unos presos políticos están siendo juzgados en un procedimiento inquisitorial no sirve de nada. 

La política española depende de la catalana y el conflicto no podrá resolverse si no es dialogando (pero no al estilo Sánchez, sino de verdad) sobre todo, negociando algo para conseguirlo todo: la estabilidad de la monarquía española y la república catalana como vecinas bien avenidas.  

Por cierto, el hallazgo de la foto del juicio a Companys con que se ilustra el artículo, es muy significativa. Sin embargo, si es en verdad una foto de Companys (no me atrevo a pronunciarme), lo que sí parece es que no corresponde al juicio brevísimo y sumarísimo de guerra que se le siguió en Montjuic ante un tribunal militar por "adhesión a la rebelión militar". Pero no haya cuitas, probablemente corresponde al juicio que se le siguió en junio de 1935 ante el Tribunal de Garantías Constitucionales de la República por el delito de rebelión por el que fue condenado a 30 años de reclusión. 

Nada nuevo bajo el sol imperial; ese que, en algunos sitios, se obstina en no ponerse.

dimarts, 12 de febrer del 2019

Sin vuelta atrás

Hoy comienza este esperpento judicial en un clima de conmoción política exacerbada. La gran concentración patria con la que las derechas pensaban arropar a sus jueces en la dura tarea de impartir justicia al enemigo quedó en una lamentable verbena. Por eso, precisamente, ha dejado aislado a su destacamento de vanguardia en la judicatura que ahora ha de llevar adelante la tarea de condenar jurídicamente comportamientos políticos perfectamente legales. No existe el fervoroso apoyo popular con que los jueces contaban.

Lo que sí hay es un grado insólito de atención mediática, tanto española como catalana y de numerosísimos otros países. Cientos de periodistas acreditados. Y el tribunal se niega a reconocer los observadores internacionales, a dar facilidades a los medios y el ministerio del Interior prohíbe el acceso a las televisiones. Cuanto más quieren tapar esta ignominia, más se revela como lo que es: una ignominia.

Ninguna norma justa puede autorizar a alguien a ser juez y parte. Y eso es lo que hay aquí, en donde unos jueces que deben su existencia a la del Estado español, en cuyo nombre administran justicia, han de juzgar a quienes quieren dejar ser parte de ese Estado, no por la violencia, sino pacífica y democráticamente, como se disuelve cualquier otra asociación. A quienes aspiran a separarse de ese Estado en cuyo nombre ellos administran su justicia. No es justicia. Es injusticia.

En primera fila estarán el presidente de la Generalitat y el del Parlament, los otros dos poderes catalanes. Su presencia hace patente que en esa sala se juzga una ideología, un programa político y hasta unas instituciones. Ante tamaño desatino, les pequeñeces y triquiñuelas para tratar de endosar a los acusados delitos del código penal, quedan reducidas a trucos baratos. Los independentistas llegan dispuestos a convertir el juicio en una plataforma con una proyección mundial inaudita. Como, además, entre sesión y sesión, la sociedad catalana estará en movilización permanente, aquí tenemos unos meses por delante en los que puede pasar cualquier cosa. 

Parece mentira que los gobernantes, estos y los anteriores, movidos todos por los mismos prejuicios, hayan sido incapaces de calibrar la crisis que estaban desatando con su absurda negativa por principio y al principio a tratar la autodeterminación. Y ahí sigue el actual, como buen empecinado. Los da la tierra.

Catalunya hizo caer el gobierno Rajoy y Catalunya está a punto de hacer caer el gobierno Sánchez. La tensión se resuelve hoy mismo. Si el socialista sigue cerrado en banda a hablar de autodeterminación, no habrá PGE y, sin PGE, con los jabalíes de la derecha atacando sin tregua, tendrá que convocar elecciones. Puede hacerlo, ahora que ve que no es tan fiera la fiera como se pinta a sí misma y que el PSOE lleva las de ganar en condiciones óptimas, con un compañero de sidecar, Podemos.

Pero a los efectos catalanes, esto es irrelevante. El planteamiento de Torra es un planteamiento político. Y sumamente razonable. Una política de negociación clara y abierta debiera tener un apoyo parlamentario razonable en España. Y, caso de que este fallara, por deserciones unionistas en el PSOE o Podemos, esa política de negociación sería la que habría de someterse a juicio del electorado. 

Tengo para mí que el resultado permitiría consolidar la negociación y hasta acabar con la vergüenza de esta persecución político-judicial. Puede resultar una visión optimista, pero está blindada por la seguridad de que el procés sigue adelante con independencia de lo que suceda en el país vecino. Que sigue adelante con presas y exiliados políticos. Que sigue adelante, incluso frente a un incremento de la represión de un hipotético gobierno de concentración nacional inspirado por la derecha. En peores situaciones nos hemos visto. 

Ese seguir adelante es un compromiso que ha calado hondo en la sociedad catalana, porque viene de muy atrás; que ha calado en esta generación y en las siguientes. Y no tiene vuelta atrás. 

dilluns, 11 de febrer del 2019

Las dos naciones

Como suele suceder en España desde el siglo de oro, la montaña del bragadoccio tradicional, el energumenismo patrio, el vociferante franquismo, ha parido un ratón. O 45.000 ratones, que viene a ser lo mismo. "Fuese y no hubo nada".

Atruene usted los aires con los clarines de combate, llame a los vivos, a los muertos y a los de los luceros. Págueles, generoso, el viaje y añada un bocata. Convoque a las legiones fraternas, los camaradas del fascio y a los quintacolumnistas incrustados en otros partidos, especialmente el PSOE. Clame contra el ultraje a la unidad de la Patria. Denuncie la Antiespaña separatista, exija la marcha del traidor Sánchez, obligado a convocar al pueblo español a elecciones. Y, entre tanto, demande la detención inmediata de los líderes independentistas en libertad. Españoles: peligra la unidad que Franco nos encargó que preserváramos a toda costa. Toque  zafarrancho de emergencia nacional

...y le acuden 45.000 almas. El ridículo es descomunal. Y fuente de comparaciones humillantes. Aquí no va a haber ni la habitual pelea por la cantidad de asistentes. Se conocían todos. Puigdemont recuerda que 45.000 fuimos a Bruselas pagándonoslo de nuestro bolsillo. Otros cálculos hacen risa de las proporciones. 45.000 de 7 millones son un 0,64%, mientras que de 45 millones, son un 0,1%. Hay incluso quien recuerda que, en Colón, había nutrida representación catalana-española, mientras que en Bruselas no había más españoles que los DNIs. A lo cómico de los números se unen las inevitables anécdotas berlanguianas: el ex-ministro del Interior, Fernández Díaz, el de la ley Mordaza, los fiscales afiladores, la policía política, la demolición de los sistemas sanitarios, las condecoraciones a la Virgen, el Valle de los Caídos y las procesiones a Lourdes, aseguraba contundente que se manifestaba porque "ya está bien de aguantar". Y, curiosamente, no se refería a él mismo. 

Esta chufa fenomenal del integrismo español muestra con claridad meridiana la situación actual en un sentido profundo. Tomo el título de una novela de Benjamin Disraeli, Sybil o las dos naciones, que formula el programa político del conservadurismo británico en el siglo XIX: la reconciliación de los ricos y los pobres a base de denunciar la mísera situación de estos. Llama, pues, "naciones" a los ricos y a los pobres. Una muestra de que el concepto de nación, siendo subjetivo, puede aplicarse por cualquier motivo (por ejemplo, la lengua) siempre que sea voluntariamente compartido por un pueblo. 

Catalunya es una nación por voluntad expresa de la mayoría de la población y nadie, ningún tribunal, puede negarle esa condición. Lo ha demostrado fehacientemente. La comparación más destructiva con la ridícula manifa de ayer es con la participación en el referéndum del 1-O. A un llamamiento en pro de la respectiva nación, al de la catalana acuden más de dos millones en condiciones de amenaza, hostigamiento y represión, mientras que al de la española solo lo hacen 45.000, en jornada tranquila y con el viaje pago. 

Nadie duda de que España sea una nación, aunque solo acudan a su angustioso llamado 45.000 personas. Menos, pues, ha de dudarse de que lo sea Catalunya, a cuyo llamado acuden millones. El derecho de Catalunya a ser tratada como lo que es, una nación, es igual al de España. No más, pero tampoco menos, y debe ser reconocido sin ambages como justo tributo a la voluntad tozuda, secular, de los catalanes de perserverar en su ser nacional. Quien falte al respeto a esta voluntad colectiva de otros no puede tenerlo por la que supone propia. 

Se dirá que, si la convocatoria de Colón hubiera ido firmada por todos los partidos españoles y no solo el trío de la bencina, la asistencia hubiera sido muy otra. Es posible, aunque muy dudoso, y, desde luego, impensable, dada la enemistad cerrada entre la derecha y la izquierda españolas. Porque este es el problema: los nacionalistas españoles no comparten la idea de España, mientras que los indepes catalanes sí comparten la suya de Catalunya: una República independiente.

Cuando el servicio municipal de limpieza retire las ajadas banderas que ayer ondeaban al viento, y se aquiete la barahúnda, se verá que España, el Estado español, no tiene nada que ofrecer a Catalunya y, por eso, no quiere negociar. Se verá también que tampoco está en condiciones de amenazar porque, en contra de los augurios de los medios unionistas, carece de apoyo popular. Y, por eso, no tiene otro remedio que negociar. 

Sánchez insiste en que el independentismo no es mayoritario en Catalunya. Nadie sabe de dónde saca ese dato cuando los conocidos dicen lo contrario. Es decir, Sánchez miente porque teme que, si se autoriza el referéndum, lo pierde. Como todas las mentiras, se mueve en el terreno de la confusión. Lo que sí está claro, en cambio, es que lo que no es mayoritario en España es el unionismo vociferante, reaccionario, nacional-católico y franquista.

La castaña de las huestes apostólicas abre una ventana de oportunidad para el presidente español. Una buena ocasión para enmendar sus yerros: Torra lo invita a perder el miedo, y hacer propuestas constructivas y lo mismo hace Tardà para quien, con una mesa de negociación sobre la autodeterminación (entre otras cosas, no haya miedo), hasta pueden aprobarse los presupuestos, si no lo he entendido mal.

Un juego político democrático, propio de un Estado de derecho, abriría está posibilidad. El coste para Sánchez sería alto, pero fugaz: bastará con que olvide la machada de que, mientras él sea presidente del gobierno, no reconocerá el derecho de autodeterminación. Si le molesta tragarse sus recientes palabras (aunque en otras ocasiones no tuvo reparos), sírvase de precedentes. El rey Balduino de Bélgica abdicó transitoriamente para no tener que sancionar una ley pro aborto que iba contra sus convicciones. Pasada la ley, Balduino recuperó su trono. Haga lo mismo Sánchez: pida una excedencia mientras se acuerda un referéndum de autodeterminación en Catalunya, que es la única salida a este conflicto.

Vuelva el gobierno a la mesa de negociación, de donde no debió levantarse por miedo a los energúmenos. Vuelva y entable negociaciones en las que pueda hablarse de autodeterminación. Recupere el relator y hasta asciéndalo a mediador. Era una buena idea.  No se arredre por la farsa judicial. Desentiéndase de ella. Es el mismo barullo que en Colón, pero con togas. Y no me extrañaría que algunos magistrados hubieran ido a la concentración. Lo de las presas y exiliados es una injusticia que ha de resolverse; y de autodeterminación hay que hablar. Las ideas no muerden. Muerden quienes las prohíben, y ahora se ha demostrado que los que las prohíben quieren seguir mordiendo; pero ya no tienen dientes.

Solo los que quiera prestarle el gobierno con la excusa de la continuidad institucional.

diumenge, 10 de febrer del 2019

Banderas al viento

Sí, señor, un mar rojigualdo inundará hoy el centro de Madrid. La España invicta, la de Covadonga, el Cid, Las Navas de Tolosa, Trento, Pavía, Lepanto, Bailén, el Ebro. La España del Cid, el Gran Capitán, Cortés, Pizarro, Franco. La España católica, evangelizadora y cañí. Las alegres escuadras. Un llamamiento a la conciencia de la raza. La España profunda. 

Por la unidad de la Patria. Allá van todos, castellanos, andaluces, extremeños, muchos catalanes, astures, canarios. La unidad de los hombres y las tierras de España del testamento de Franco, confiado luego a su "sucesor a título de rey", Juan Carlos de Borbón. Un tsunami de unionismo patriótico, de los verdaderos españoles.

¿Quién pone en peligro la unidad de la patria? Los independentistas catalanes y el traidor Sánchez. Al concentrarse la manifestación en los dos puntos, "unidad de España" y "traidor Sánchez" se pone más de relieve el fin implícito: todos contra Catalunya. "Catalunya, culpable", como antaño fue "Rusia, culpable" para los antecesores ideológicos de estos agitadores callejeros. Catalunya es la Antiespaña y Sánchez, traidor por habers entregado a ella.

El relato de la jornada dará para abundante anecdotario del pintoresco foro público español. Acuden las derechas como un solo hombre, llamado por la legión, "con razón o sin ella",  aunque mirándose de reojo para no contaminarse mutuamente. Pero todos a la tarea de llenar la plaza de Colón con las gentes de España, mucho autobús y mucho bocata. Y episodios chuscos, como el de Corcuera, abanderado de la Hispanidad. Ya lo era de ministro. Pero entonces se limitaba a dar patadas a las puertas.

Hasta los suyos echan mal de ojo a Sánchez que, en su afán por sacar los presupuestos, casi se pilla los dedos en los vericuetos de febriles negociaciones. Al final, un whatsap de la vicepresidenta liquidaba la mesa, el diálogo, la negociación y hasta el recuerdo de los hechos más recientes.  Sánchez remataba contundente: mientras él sea presidente, no reconocerá el derecho de autodeterminación. Para demostrar que no es un traidor, corre a echarse en brazos de quienes así lo califican. 

Y eso a escasos dos días del comienzo de esa farsa del juicio al independentismo que se sigue con mucho interés en Europa y provocará reacciones de todo tipo en la sociedad catalana. Con unas elecciones municipales y autonómicas en ciernes y quizá unas generales anticipadas si Sánchez no puede gobernar sin presupuestos. 

En esta situación convulsa, cuanto mayor sea el ruido, más evidente la impotencia. El griterío de hoy bajo la banderaza de Aznar evidencia la frustración del unionismo al ver que no consigue doblegar el independentismo. Eso ya solo puede hacerse convirtiendo en dictadura abierta en Catalunya la hasta ahora "democrática" tiranía de la mayoría. 

El clamor colombino será por nuevas elecciones. De ellas se espera un gobierno de salvación nacional con solida mayoría parlamentaria de la derecha. Un gobierno contra Catalunya. Algo inútil porque es imposible gobernar España contra Catalunya. 

Sobre todo porque ya es un asunto europeo.

dissabte, 9 de febrer del 2019

¿Por qué no?

Trataron de sacar los presupuestos hasta el último instante. Calvo exigió la retirada de las enmiendas a la totalidad. Como no lo consiguió, rompió el diálogo y todas las nebulosidades sobre "relatores", negociaciones. Todo falso.

Como falso era aquello de "en ausencia de violencia, se puede hablar de todo." De nada; no se puede hablar de nada. No hay nada que negociar, nada que dialogar. Pero el gobierno sigue diciendo que ofrece diálogo.

Al mismo tiempo, aprovechando la ruptura, levanta la antorcha del unionismo más acendrado: no aceptará nunca un referéndum de autodeterminación. Razones no hacen falta muchas porque se habla respaldado por la razón última, la fuerza. No se admitirá nunca un referéndum de autodeterminación porque no.  ¿Por qué no? Básicamente, por el temor a perderlo. Y ¿por qué puede perderse? Por haberlo prohibido. Si se hubiera hecho hace años, los unionistas lo habrían ganado. Pero, para ello, hubiera sido necesario que los gobernantes entendieran el país que gobernaban y España no sería España. 

La llamada "cuestión catalana" sin duda es muy grave; gravísima para la idea de España del unionismo. Pero, con todo lo grave que es, no es el motivo del ataque de la derecha. Toda la gama de colores de esta, del azul al pardo, saldrá a la calle a defender la unidad de España y a cantar el Cara al sol. Pero Sánchez yerra si piensa que el móvil de la derecha es el que dice y que rechazando la autodeterminación quedará libre de ataque.

El ataque de la derecha es contra él y su gobierno que, por un lado o por el otro, no tiene salvación. Sin PGE no podrá soportar la presión por elecciones anticipadas. Podría haber salvado las cuentas con los votos de los indepes aceptando una mesa de negociación sin topes, hablando de autodeterminación. Eso si fuera de izquierdas, pero su exigua mayoría parlamentaria seguramente no le aguantaría y algunos diputados de su propio partido desertarían

Echarse en brazos del facherío mostrándose granítico con Catalunya no le sirve de nada  porque a la derecha no le importa Catalunya. Lo que quiere es gobernar España a su modo; o sea, esquilmarla en provecho de los suyos, como viene haciendo el PP. El resto no cuenta.

Todo el alboroto que la carcunda está montando contra Sánchez a causa de Catalunya se calmará si hay elecciones y estas posibilitan un gobierno de derechas en alguna de sus posibles combinaciones. En cuanto a sus relaciones con Catalunya, si las circunstancias lo permiten, procederá arrasando el autogobierno catalán. Si las circunstancias no lo permiten, abrirá un proceso de negociación con el independentismo en el que recurrirá a todas las propuestas que ahora ha demonizado en los socialistas. Y hasta más.

No le importa la unidad de España. Le importa expoliar España, a la que considera de su propiedad. A qué se llame España en cada momento, eso ya es indiferente, siempre que quede algo por expoliar. Así ha sido siempre. 

Otro día, si acaso, hablamos de cómo va a quedar la izquierda española y el sedicente Estado de derecho español tras una victoria de esta derecha.

divendres, 8 de febrer del 2019

Tots a una

Todas las organizaciones y asociaciones independentistas han acordado un calendario de movilizaciones de protesta por la farsa político-judicial del 1-O. Son cuatro jornadas de distinta naturaleza que incluyen una huelga general el 21 de febrero. 

Que haya movilizaciones es vital. Que sean unitarias aun lo es más. Que tengan apoyo y seguimiento, definitivo. 

Claro que la autodeterminación no es delito. Ni la independencia como idea, proyecto o realidad. 

El derecho de los catalanes a la autodeterminación y la independencia es igual al de los españoles a las suyas. No más, pero tampoco menos. 

El guion del espectáculo

La rebelión de las togas, de que hablaba ayer Palinuro en el post sobre la tiranía de la mayoría, se había venido cocinando de largo en el inimitable think tank de la derecha sin complejos.

Un informe del entonces magistrado del Supremo, Adolfo Prego, especifica con detalle las medidas y reformas que han de hacerse, por vía constitucional o de lo contencioso para suplir una carencia del Código Penal a la hora de tipificar los delitos de rebelión y sedición. Esas medidas se pusieron en práctica con la inenarrable reforma de la LOTC, de 2015, impulsada por la vicepresidenta del gobierno entonces, Sáenz de Santamaría. El informe señalaba también los trucos procedimentales para forzar una situación de desobediencia al TC y poder castigarla así como delito, al no poderse hacer por la mera convocatoria del referéndum que ni siquiera sería ilegal.

En sí mismo, este informe y su historia, reveladas por elMón.cat, son un escándalo mayúsculo. Un antro reaccionario elabora las políticas de organización de la judicatura y hasta la administración de justicia en función de unos criterios propios que pretende imponer manipulando los tribunales con la complicidad del gobierno.

Y, con todo, lo grave no es que un sector ultrarreaccionario conspire para alterar el espíritu de un poder del Estado (de derecho) y lo consiga, hasta el punto de que los jueces ya ni siquiera administran la justicia del príncipe, sino la suya propia, en función de sus muy subjetivas y políticamente marcadas convicciones.

Lo grave son las convicciones. Una fe ciega en una verdad absoluta, prejurídica: la unidad de la nación española. La unidad de su nación española. Ese es el elemento que orienta todo su esfuerzo. El Código Penal no lo protege. Hay que hacerlo. ¿Cómo? Declarando delito de rebelión cualquier pronunciamiento separatista, aunque no haya violencia ni tumulto. Y eso, ¿cómo se consigue? Interpretando la ley, querido amigo, como lo hace Llarena, y disponiendo de un par de gruesas prohibiciones del TC que nos permitan acusar a los separatistas del delito de desobediencia.

Esta avisada cuanto retorcida disposición es la que se está siguiendo a pie juntillas en el desarrollo de la farsa judicial del 1-O. Todo el mundo se malicia que las sentencias están ya escritas y condenan a los indepes por desobediencia al TC. No, por Dios, por sus convicciones independentistas. De este modo se salva el supremo bien de la unidad de la patria y, de otro, se respeta la libertad de conciencia y expresión del Estado de derecho.

Pero todo eso es falso y deja al descubierto la tramoya de estos inquisidores franquistas. Tanto si el asunto pasa por el TC como si no, lo despedazará la justicia europea porque se ha condenado a unas personas por un delito inventado: la desobediencia al TC no es un delito porque, 1) el TC no es quien para instar castigo por desobediencia a sus decisiones, diga lo que diga Sáenz de Santamaría; 2) aunque lo fuera, no puede prohibir arbitrariamente y no hay razón alguna para prohibir el referéndum de autodeterminación salvo reconociendo que lo que se prohíbe es la realización de una ideología legal, la independentista. Es un juicio ideológico.

O sea, no es un juicio. Es una injusticia que aun agravará más los problemas de unidad de esa España que pretenden resolver.

dijous, 7 de febrer del 2019

La tiranía de la mayoría

Aquí mi artículo de ayer en elMón.cat, titulado La rebelión de las togas. Termina hablando de que los jueces obedecen las órdenes de un gobierno tiránico. Como dicen los cursis, sector anglófilo, la expresión hizo que se fruncieran algunos entrecejos y se enarcaran algunas cejas. ¿Gobierno tiránico? ¿España, Estado de derecho homologable con los europeos, una tiranía? Venga, venga, seamos serios. Tiranía es, desde los tiempos del Filósofo, el gobierno arbitrario de los hombres (uno solo o varios, como la tiranía de los 30 en Atenas) y no el gobierno de las leyes. No es el caso en España, en donde gobierna la ley, votada por la mayoría. Así, en efecto, seamos serios.

Lo somos, con la seriedad de la verdad. El Estado español es una tiranía de manual de una de las formas mejor definidas de esta forma gobierno, formulada con posterioridad a Aristóteles. Quizá por ello no la conozcan quienes la identifican solo con el arbitrario gobierno personal; aunque, si leyeron bien al estagirita, algo deberían maliciarse cuando este equipara democracia a demagogia. Pero era complicado. Hubo que esperar 2.200 años para que John Stuart Mill definiera a mediados del siglo XIX, esa nueva forma de tiranía: la tiranía de la mayoría: "Si toda la humanidad menos una persona fuera de una opinión y solo esa persona de la contraria, la humanidad no tendría más derecho a silenciar a esa persona que ella a silenciar a toda la humanidad, caso de que pudiera". 

Sustituyan humanidad por España y la persona de opinión contraria por el independentismo catalán, cuantifiquen 47 millones frente a dos millones y pico. 45 millons serán siempre mayoría frente a dos y pico. Mayoría tiránica. Silenciar la opinión de uno solo es tiranía, silenciar la de más de dos millones es tiranía de la mayoría y, como dice Mill, implica una presunción de infalibilidad que quizá no sea ajena a la derecha, pero debiera serlo a la izquierda.

Sobre la libertad es la biblia del liberalismo y le ocurre lo que a la Biblia con los católicos: que no la leen. Si los liberales -y, osaré decir, los socialistas y los izquierdistas en general- leyeran a Mill, descubrirían el significado de la tiranía de la mayoría en España, y quizá también llegaran a comprender su conclusión de que "la humanidad gana más admitiendo que cada cual viva como quiera que obligando a cada uno a vivir como quieren los demás."

Son verdades como montañas. Aplíquense a Catalunya.

Aquí el texto en castellano.

La rebelión de las togas

El juicio politico contra el independentismo parte de una premisa oficial, con la que se quiere neutralizar el principal argumento independentista: el llamado "conficto" entre Catalunya y España no puede resolverse en clave política porque la política es el ámbito de los intereses partidistas y los egoísmos, la negociación y el chanchullo. Solo lo puede resolver un ente neutral, carente de interés en el pleito, imparcial e independiente, esto es, la justicia. Es la garantía del Estado español, capaz de proteger incluso a sus enemigos porque, si por los políticos fuera, muchos de estos estarían ya crucificados a lo largo de la diagonal.

Las togas han tomado sobre sí la tarea de defender el Estado y la nación españolas por cuanto parece que los otros dos poderes, el ejecutivo y el legislativo, no son capaces de hacerlo. Resumiendo el prontuario de los jueces de la IIIª restauración: la acción de la justicia presenta tres ventajas: a) goza de la legitimidad de la imparcialidad; b) de los poderes del Estado es el que alcanza mayor grado de impunidad e irresponsabilidad; una sentencia del Supremo es el requiescat; c) es un poder independiente pero protegido por los otros dos, que determinan su composición. Todo queda en familia.

La lectura de este proceso grotesco es que se trata de un castigo por haber desobedecido al Tribunal Constitucional; pero no solo por haber desobedecido la prohibición concreta de realización del referéndum: ese es el pretexto. El crimen de la entera nación catalana es la desobediencia a la famosa sentencia de 28 de junio de 2010 por la que este tribunal, hablando en nombre de la metafísica de los pueblos, niega a Catalunya la condición de nación.

La rebelión de Catalunya, obstinada en ser nación, es una intolerable muestra de orgullo . Se personifica en el chivo expiatorio de estos nueve presos/as políticas/os a los que, tras someterlos a torturas y vejaciones sin cuento, humillarlos y arrastrarlos por el fango de innumerables tertulias donde periodistas e intelectuales sicarios los injurian y calumnian, condenarán a penas ejemplares como escarmiento a la población.
Todo irreprochable: España es un Estado de derecho, según afirman voces autorizadas como Gabilondo (los dioses te perdonen, Iñaki; los demás, no podemos) o Coixet en vídeos de propaganda del Estado neofranquista. En ella rige el imperio de la ley y los acusados tendrán un juicio justo e irreprochable.

Es el mismo discurso falso, embustero, o sea, español, de siempre. Todo en él es mentira. La causa fue iniciada como porsecución política por al anterior gobierno del PP con ánimo de "descabezar" el independentismo. Aquel gobierno usaba a los jueces como comisarios a sus órdenes a lo que estos se plegaban diligentemente porque de ello dependían ascensos, promociones, enchufes, privilegios, que es lo único que les importa. Y este gobierno de "izquierda" socialista la sigue con el mismo espíritu catalanófobo y ánimo escarmentador.

Los jueces entienden el mensaje: contra los catalanes, vale todo. El abuso, la tortura, la violación sistemática de derechos, la prevaricación, cualquier cosa será pasada por alto, ignorada por una fiscalía cómplice y legitimada después por el aparato de propaganda del ministerio de Asuntos Catalanes, dirigido por Borrell y a cuyas órdenes trabaja ya una caterva de mindundis académicos que hablan con la inexistente autoridad que les concede ser los perros ideológicos de su señor.

Envalentonados por el respaldo del poder que les importa más que el derecho, los magistrados españoles deciden encabezar ahora la rebelión del orden la ley y la justicia contra la rebelión injusta, demagógica, antidemocrática de los independentista.
En su arrogancia, estos mediocre fariseos de lo judicial no han reparado en que, al dar un paso al frente, ahora se les ve más y se sabe lo que son.

El Tribunal Supremo y el Consejo General del Poder Judicial son el cuarto de guardia del régimen del 78, consistente en llamar democracia a un franquismo cristalizado sobre unos cimientos hechos con cientos de miles de asesinados enterrados en cunetas, cuyos herederos y beneficiarios directos se sientan hoy en los tribunales llamados de justicia para seguir impartiendo la del vencedor. Y como es la justicia del vencedor, las formas dan igual. La instruccción del proceso ha puesto en evidencia la fabulosa incompetencia del juez Llarena y ha resultado en un atropello sin precedentes. El presidente de la sala juzgadora, hijo de un capitán de la legión y un africanista, mediocre y oscuro personaje capaz de alterar el orden aceptado para enchufar a su hija en detrimento de otros ciudadanos, carece de autoridad moral para juzgar a nadie.

Y menos a unos presos políticos cuya mera existencia ya es prueba de la iniquidad total de una causa en la que los papeles están invertidos: son los acusados quienes debieran juzgar y los juzgadores quienes debieran responder por ir contra la justicia a las órdenes de un gobierno tiránico.

dimecres, 6 de febrer del 2019

En el filo de la navaja

No está claro que sea todo el gobierno quien acepte. El ministro de Proganda anticatalana estalló ayer en el Senado contra Josep Lluís Cleries (PDeCat) y Jon Inarritu (EH Bildu), cosa de esperar, dado su bronco (del ministro) talante. Pero antes había desautorizado agriamente a su propia vicepresidenta Calvo, cosa menos de esperar. Y, echando leña al fuego de su fama de racista, habló de "tratamiento de ibuprofeno" (ya saben, se empieza desinfectando...) y dio prueba  de su falta de sensibilidad porque ayer precisamente moría Stewart Adams, inventor de tan benéfica substancia. Lo contrario que Borrel, que es cizañero y venenoso.

El fino olfato nacional-español detecta en la habitual logomaquia "mediador"/"coordinador" una sombra de claudicación. Para disiparla, los estrategas gubernativos tratan de rebajar el problema cambiándole el nombre, como si, por no llamarlo por su nombre, el problema dejara de existir. Como si, cuando hablan de "políticos presos", desaparecieran los presos políticos como sombras del pasado.

Tras meses de fingir indiferencia y permitirse alguna chulada, el gobierno descubre su juego y se aferra a una remota posibilidad de salvar los PGE cediendo en su negativa a tratar a Catalunya de igual a igual, con gran escándalo de las huestes del Cid. Prueba de que lo que más le importa es quedarse en donde está. A cambio pone el pie en terreno resbaladizo y a Borrell a dar gritos en el Senado.

Justo ahora también afloran sutiles desacuerdos en el bloque indepen y, curiosamente, en sentido contrario al que se esperaba. Según parece, ERC, señalada como más "pactista", presiona para exigir el programa máximo (autodeterminación, libertad presos políticos) a cambio de los PGE, mientras que, de JxC, el lado más conservador y más intransigente, se intuye una inclinación por el programa mínimo y un reproche a ERC de falta de realismo en sus condiciones.

Nada nuevo en la compleja historia de esta revolución sin precedentes. El programa mínimo da luz verde a los PGE y garantiza continuidad del gobierno del PSOE. El programa máximo rechaza los PGE, pero eso no implica necesariamente caída del gobierno (que prorroga los PGE anteriores) ni elecciones anticipadas. El PSOE puede seguir gobernando, pero estará condicionado por los votos indepes, máas que si estos hubieran apoyado las cuentas.

Cualquiera de las dos salidas apunta a un futuro my complicado en el corto y medio plazo. La idea de que apoyar el gobierno del PSOE evitará otro de concentración nacional más reaccionario y más agresivo contra Catalunya tiene el mismo valor que la que fía la ruptura final con España precisamente a la reacción a esa última agresión ultranacional, la aznarina, la que la gente española del "a por ellos quiere."

Discrepancia normal. Terreno muy discrepable. Personalmente me inclino por el asunto de principios: sin libertad de presos políticos, no hay PGE, pero admito que los partidarios del programa mínimo tienen sus razones, adobadas, además, por el hecho de que no renuncian a exigir la autodeterminación. Es más, es el punto segundo de los 21 que Torra presentó a Sánchez en su reunión de diciembre pasado. 

Aquí hay una interesante clave para entender el alma a veces ambivalente del independentismo, en los 21 puntos de Torra. Léanse con atención y dígase si no son dos bloques: el primero, del punto 1 al 6, ambos inclusive, trazan la vía a una República catalana independiente; el segundo bloque (del punto 7 al final) articula una política de regeneración democrática de España con Catalunya dentro de alguna forma no especificada que, lógicamente será innecesaria si los primeros puntos dan la independencia de Catalunya.

Programa máximo, programa mínimo. Cal triar.

dimarts, 5 de febrer del 2019

Los límites de la tortura

Desde los tiempos de César, cuando se llevó como trofeo de guerra a Vercingétorix a Roma, al poder le encanta exhibir su gloria y nada mejor que obligando a desfilar a los vencidos en condiciones humillantes. La siniestra cabalgata de ayer desde Lledoners y las otras dos prisiones, adobada con las vejaciones a los/as presas es una prueba irrefutable de malos tratos, degradantes y humillantes. A un paso ya de la tortura, desde luego, psicológica. Añádase a ello la perspectiva de tres traslados semanales de ida y vuelta desde las prisiones al Supremo durante el proceso.

El paso está dándose ya pues el trato que reciben en los centros penitenciarios refuerza la tendencia a vejaciones de los funcionarios armados del Estado. Medidas absolutamente arbitrarias, irracionales, sirven para atacar la autoestima de los reclusos y tratan de deshumanizarlos. Les han requisado todas las prendas de color amarillo, incluido un rotulador. Y los ordenadores. Todo es entorpecer, obstaculizar, impedir que los presos tengan el sosiego necesario (y los medios materiales) para preparar su defensa. Los tribunales, el ministerio del Interior, el gobierno, todos aúnan esfuerzos en contra de los presos políticos en un frente cerrado. El gobierno, por ejemplo, impide que TV3 trasmita desde la sala. Lo que no prohíbe el juez, lo prohíbe el comisario. 

Es tortura, es maltrato, abuso psicológico. El Estado está cubriéndose de gloria. El ministro de Asuntos Catalanes y Propaganda, Borrell, destina cientos de miles de euros a producir material audiovisual, vídeos, vamos, para propagar la visión oficial del Estado: una minoría de descerebrados que ya están a buen recaudo, dando cuenta de sus crímenes, ha encandilado a una porción apreciable de catalanes que, inducidos a error por la propaganda de los medios de comunicación separatistas, siguen a los descerebrados sin saber bien qué hacen. Ahora despertarán de su ensueño cuando caigan las justas condenas del Estado español, perdón, de la justicia española.

Saben muy bien a lo que se enfrentan, a una sublevación popular; pero no quieren reconocerlo. Es la receta más segura para el fracaso, porque la exhibición de fuerza no es fuerza. Así como el valor no se puede fingir, tampoco la fuerza. 

De ángeles y hombres

Vamos a descansar un poco de la política. Un instante. Hagamos un periplo por las regiones celestiales, en donde habitan los ángeles, legiones de ellos. Seres incorpóreos, habitualmente fulgurantes, que nos acompañan desde nuestros orígenes, como individuos y como especie. Ahí es nada.

Una de las fuentes más nutricias de la filosofía contemporánea son las Tesis sobre la filosofía de la historia, escritas por Walter Benjamin en 1940, a las puertas del suicidio. Y, dentro de ella, la sucinta reflexión sobre el Angelus Novus, pintado por Paul Klee en 1920, que Benjamin adquirió en 1921 para no separarse nunca ya de él, salvo un breve involuntario lapso y la separación definitiva. La reflexión es sucinta, pero le vale al ángel de Klee el título de "angel de la historia"; la historia como la veía y la vivía Benjamin, como una catástrofe. Hay un tono apocalítico en ese ángel, a pesar de la aparente naïvité de la acuarela. Un ángel terrible. Y de ese ángel bebe parte importante de la filosofía contemporánea, la postmoderna, la anamnética. Ese ángel, dice Agamben, es el hombre contemporáneo.

¿Pues no dejó dicho Rilke para recuerdo de todas las posteridades en las Elegías de Duino, escritas hacia 1912, que "todo ángel es terrible? ¡Ah, sí, desde luego! dice Benjamin, pero es que, fíjate, aunque ese ángel de la historia, al final, trata de reparar los destrozos y despertar a los muertos, viene una huracán desde el Paraíso que se lo impide y lo empuja hacia el futuro. Sí, decía Rilke en el Libro de las imágenes en 1905, cuando los ángeles despliegan sus alas, se levanta un huracán con el que Dios escribe en el oscuro libro del origen.

Los ángeles, legiones de ángeles. Los hay de muchos tipos. Eran un tema favorito de Klee. Alguno especialmente adorable como el ángel olvidadizo, de 1939; es el lado más humano de los ángeles, que todos son tronos, dominaciones, virtudes... En el cuadro de la ilustración, de Rafael, El arcángel San Miguel vence al diablo, (1501) lo interesante está en la zona intermedia entre el arcángel y Satán. En esa zona es donde se figuran estar los hombres, entre los ángeles y los demonios. 

Pero, así somos los seres humanos, siempre hacemos trampa. Fingimos estar en el juste milieu de los sabios, entre Dios y el diablo, pero, en realidad, nos consideramos ángeles y, de estar en algún lugar medio, entre los ángeles y el mismo Dios, pues para eso es obra nuestra y no tiene nada mejor que hacer que ocuparse de nosotros. Lo reconocía hasta alguien tan pesimista como Hamlet al explicar qué obra maestra es el hombre: "en la acción, como un ángel; en comprensión, como un Dios" . Y en esas estamos desde entonces, como recuerda Agamben, sin saber a qué carta quedarnos. A veces prevalece el ángel, la acción y lleva al huracán de la historia, el "matadero" de Hegel. A veces prevalece el Dios, y el resultado viene a ser el mismo.

Si los ángeles son terribles, no te digo nada los Dioses.

dilluns, 4 de febrer del 2019

El segundo frente

El desvencijado navío hispano está encallado y zozobrando entre la mar bravía de un movimiento independentista que no ceja  y los escollos del acervo comunitario en materia de derechos que no ceden. 

La farsa político judicial escenificada en Madrid lo dice todo. El Supremo pretende juzgar con un ojo en el TEDH, y empieza por negar la entrada a los observadores internacionales con excusas pueriles que solo revelan talante autoritario. Ya todo el mundo se malicia lo peor y aún no hemos comenzado.  De ahí la campaña del Estado en todos los horizontes, especialmente el propagandístico. En él se cree un águila, aunque su vuelo es siempre gallináceo. Al fin y al cabo, la propaganda es una invención de la iglesia católica, de los tiempos de la Sacra Congregatio de Propaganda Fide, hallazgo de los jesuitas allá por 1622. Esos mismos jesuitas (la Orden no muere) en cuyo colegio y universidad se educó Marchena, el jesuítico Radamanto de los indepes.

Pero este juicio político no hay quien lo salve. Es extraño que las izquierdas españolas no reaccionen con contundencia. Entre otras cosas porque si, quienes instigan el juicio, ganan, las siguientes serán ellas, enemigas de la patria. En fin, allá se lo guisen estas izquierdas que, de izquierdas, bien se ve, tienen ya poco.

Es absurdo llamar "normalidad" a una situación en la que se efectúa un traslado de presos como el que se ha hecho con los políticos catalanes. Ese increíble desfile de autobuses, motos, furgones, más motos, "with their red lights flashing in the night", esa narcisista pulsión de exhibir overkilling, trata de crear un clima bélico, como si se estuviera trasladando a peligrosos jefes rebeldes en medio de territorio hostil. 

Esto está adquiriendo niveles grotescos, propios de la tribu que ama la tramoya y lo hiperbólico. Allá van nueve pacifistas que jamás han protagonizado violencia alguna, ni de palabra, algunos de ellos profundamente religiosos en la fe de Cristo que también invocan, por cierto, sus carceleros y sus sayones; alla van, digo, rodeados de motoristas como los heraldos negros de la muerte, precedidos de luces, sirenas, rodeados de furgones enrejados, enrejados ellos/as a su vez en compartimentos estancos. La crueldad no está reñida con la estupidez. Es más, suelen ir unidas. Véase el increíble vídeo de un guardia civil haciendo mofa de los presos y los manifestantes que, increíblemente, cuelga en la red.

La vicepresidenta Artadi requiere la investidura de Puigdemont, una vez efectuada la reforma reglamentaria correspondiente, con el ánimo evidente de abrir un segundo frente al gobierno, ya que tan guerrero se muestra. El segundo frente de un presidente Puigdemont eficaz investido por el Parlamento en ausencia forzada por una clara voluntad política y una literalmente absurda situación judicial.

Desde la sala del proceso, los independentistas aprovecharán la tribuna que la represión, malgré elle même, les ofrece para explicar al mundo la motivación de sus actos, el carácter pacífico y democrático de su pretensión y su legitimidad desde el punto de vista de los derechos fundamentales tanto individuales como colectivos. El reino de España tiene muy difícil, en realidad imposible, justificar por qué hay tal disparidad de derechos en dos Estado de la Unión Europea como Gran Bretaña y España, de forma que los catalanes pagan con la cárcel su pretensión de ejercer derechos que los escoceses ejercen libremente.

Y más difícil e imposible tendrá explicar por qué motivo el presidente de la Generalitat, investido por el Parlament, no puede tomar posesión de su cargo. Ese es el segundo frente, de consecuencias imprevisibles.

diumenge, 3 de febrer del 2019

Vendiendo imagen

La celebración de esta farsa político-judicial está dejando la imagen de España por debajo del suelo en que estaba. La negativa a admitir observadores internacionales permite predecir el curso posterior del proceso. El argumento de que se televisará en directo y se podrá ver en streaming es pueril y no oculta la intención se sustraerse al escrutinio internacional. Se añade que la selección de pruebas que el tribunal ha hecho ha sido en detrimento de la defensa que, además se ejerce en condiciones de precariedad. Todo esto, así, paladino, a la vista del mundo entero, está provocando una oleada de preocupación en Europa. 

Con un juicio tan descaradamente político, la imagen dominante de España en el extranjero es desastrosa. Muy preocupados, los estrategas del gobierno han lanzado una campaña internacional para detener la caída del prestigio del país y revertirla. Aquí tienen ustedes ya el ministerio de Asuntos Catalanes convertido en ministerio de Información y Turismo, o sea, de Propaganda. Borrell se da un aire a Fraga. Le ciega la misma ardiente pasión por la unidad de España. Y la misma falta de escrúpulos.

Despliegue de actividades a tambor batiente. Irene Lozano, que viene de UPyD, es responsable del programa "España Global", nombre que recibe ahora la Marca España de Rajoy después de su singular y ridículo fracaso. Esta España Global concentra su propósito de ridículo en contrarrestar el vicioso catalanismo internacional, la hidra de infinitas cabezas. Es un organismo de ataque. Lozano ha asegurado a la BBC que los presos catalanes han cometido delitos y por eso se ven en donde se ven. Típico del recio estilo castellano, la tal España Global pirateó el logo de la FundacióBarça. Aquí tan pronto te meten en la cárcel por haber cometido delitos por los que aún no has sido condenado como te birlan lindamente el logo. La condición es que seas catalán, gente rebelde y tenaz.

El ministerio de propaganda anticatalana está permanenetemente al acecho, imparte órdenes, financia estudios, desplaza peones y alguaciles a reuniones y debates en el exterior a difundir la doctrina oficial o doctrina homologaciana, esto es, España, Estado de derecho homologable con los vecinos.Cuanto más se empeña el Estado en predicar su condición de Estado democrático de derecho, más precaria se ve. Ninguna otra democracia "homologable" tiene que pagar millonadas por los más diversos conceptos (unos más normales que otros) a fin de demostrar al mundo lo que todo el mundo acepta que es, o sea, un Estado democrático de derecho. 

No es el caso de España. Por eso van por ahí cónsules, embajadores, ministros plenipotenciarios, jurando por doquier que España es lo que a los ojos de todo el mundo no es: un Estado democrático dee derecho. De ahí los millones, los ridículos, las presiones diplomáticas, las declaracioness extemporáneas y las mentiras desaforadas.

Pero no hay manera. Un Estado democrático de derecho no tiene presos/as ni exiliadas/os políticos.

Y mucho menos somete a proceso penal la disidencia política. 

Avui, al Teatre Mundial de La Bisbal

Acte literari i musical en defensa de la llibertad dels nostres presos/as i exiliades politiques. Diverses persones llegiran cartes de presos polìtics, catalans i de fora de Catalunya. Serán Monserrat Carulla, Ignasi Sabater, Irene Rigau y Montse Bassas. També intervé Palinuro amb dos cartes: una de Fray Luis de León, exigent la seva lliberación de la Inquisició, després de 4 anys de presó y l'altra de Jordi Turull, des de Lledoners, en catalá.

L'espectacle es diu "Del gris al Groc", del gris de la vida a la presó al groc de la lluita per a l'alliberament dels presos polìtics. L'imatge és un oli de Vincent van Gogh, una roda de presos al pati de una presó on podem veure en primer pla un autoretrat del propi autor. Es completa amb una cita de Oscar Wilde que també va patir presó injusta per la seva orientació sexual.

Ens veiem al Teatre Mundial de La Bisbal, a les 19:00 hores.


dissabte, 2 de febrer del 2019

Demà al Teatre Mundial La Bisbal d'Empordà

Acte literari i musical en defensa de la llibertad dels nostres presos/as i exiliades politiques. Diverses persones llegiran cartes de presos polìtics, catalans i de fora de Catalunya. Serán Monserrat Carulla, Ignasi Sabater, Irene Rigau y Montse Bassas. També intervé Palinuro amb dos cartes: una de Fray Luis de León, exigent la seva lliberación de la Inquisició, després de 4 anys de presó y l'altra de Jordi Turull, des de Lledoners, en catalá.

L'espectacle es diu "Del gris al Groc", del gris de la vida a la presó al groc de la lluita per a l'alliberament dels presos polìtics. L'imatge és un oli de Vincent van Gogh, una roda de presos al pati de una presó on podem veure en primer pla un autoretrat del propi autor. Es completa amb una cita de Oscar Wilde que també va patir presó injusta per la seva orientació sexual.

Ens veiem al Teatre Mundial de La Bisbal, a les 19:00 hores.


Mirad por un agujero

No quieren publicidad.

La referencia al aforo del presidente es una burla. El aforo se puede ampliar, como se hizo el del jucio a los golpistas (esos, sí), los de la guardia tejeriana, del 23 de febrero, que se celebró en un pabellón de Campamento, en donde cupieron observadores internacionales, periodistas y público en general. Y aquel juicio no era más importante que este.

Pretextar el aforo de una sala del Supremo es un acto de cinismo cuando todo el mundo sabe que la abarrotarán con fieles a la causa nacional, pagados, si es necesario, pues por la patria se hace lo que sea, sobre todo con dinero público. Los fondos de reptiles dan para mucho. Así que no se pretexte el aforo y trasládense las sesiones a un lugar en el que quepan todos. Porque ahí sí que no ha lugar a impedir los observadores internacionales, aunque no tengan el reconocimiento del tribunal, como si eso significase algo. Los observadores internacionales son observadores porque están internacionalmente acreditados y reconocidos. Otra cosa es si este tribunal se cuenta entre los de los Estados civilizados del mundo. 

La negativa a los observadores internacionales equivale a un juicio a puerta cerrada. Argumentan que se da por TV. Pero eso suscita dos cuestiones en orden de importancia: 1ª ¿Qué televisión? ¿Una o varias? Y eso, ¿quién lo decide? 2ª Sea una o sean varias, las televisiones cuentan historias. Todas. Ver un juicio por televisión no es lo mismo que verlo en directo, ni mucho menos. Igual que no es lo mismo ver Hamlet en el teatro que en la televisión. Lo que el espectador ve no es un juicio, sino el relato de un juicio. Cierto, mejor que si lo hiciera un mensajero que llegara a caballo, pero no muy distinto en su contenido.

El Supremo no quiere publicidad. Y con razón. No le gusta nada servir de escenario de las sucesivas proclamas independentistas de los presos políticos. Pero no puede evitarlo. No puede hacer un juicio a puerta cerrada, que es lo que le pide el cuerpo. Dice que no tiene nada que ocultar pero, como se ve, restringe cuanto puede la vigilancia internacional imparcial. Quien de verdad no tiene nada que ocultar no impide la presencia de observadores. Y, al revés, los observadores rechazados lo primero que harán será decir que el Tribunal Supremo no quiere observadores imparciales. 

Empieza bien el proceso a puerta semicerrada. Y aun así, será un escándalo mundial. Porque todo el mundo sabe que se trata de una farsa en la que unos jueces tienen orden de calzar un delito inventado para condenar una ideología y un programa políticos apoyados por más de dos millones de votantes. A esa convicción general ayuda mucho el ataque a la bayoneta calada contra todo lo que huela a independentismo ordenado por el ministro de Asuntos catalanes, que mueve presto sus alguaciles, alguacilillos, monagos y monaguillos para que defiendan el buen nombre de España, Estado democrático de derecho, erigido sobre más de cien mil fosas comunes de asesinados/as por razoness políticas a quienes no sse ha hecho justicia y qque, para mayor carácter hispánico, cuenta también con presos/as políticas y exiliadas/dos políticos. 

¡Qué papel el de estos bufones al servicio de una oligarquía nacional-católica y corrupta, incapaz de adaptarse a la Europa del siglo XXI! 

No es por los artículos invocados del Código Penal, que se retorcerán lo que sea menester. Aunque tenga dificil la corte superar la hazaña del juez Llarena de considerar violencia el hecho de sufrirla. Este juicio es un proceso a nueve personas por ser independentistas. Es un juicio al independentismo disfrazado de juicio penal por hechos objetivos supuestamente delictivos. Y es más que eso: es un juicio a la Catalunya independiente que es ya una realidad.

¿La prueba? Que el contenido de la sentencia es irrelevante desde el momento en que el independentismo niega al Estado legitimidad para juzgarlo. Tanto si los presos políticos/as son absueltas como si no, el procés seguirá su curso, con nuevos profetas desarmados porque no se acaba en la liberación de las presos que, caso de condenada, dependerá de que continúe y crezca y se imponga. 

divendres, 1 de febrer del 2019

Proceso a Catalunya

Está bien la deferencia judicial hacia el MHP Quim Torra. Se le dará tratamiento de "autoridad de Estado" que, en esto de los protocolos, son los españoles muy mirados. Y se le asignará un lugar relevante. Sin duda no tanto como otro tribunal que sentó a M.Rajoy, por entonces presidente del gobierno, al ras de los mismos jueces. Que aún hay clases y clases. 

Al MHP Torra no le hace falta distinción protocolaria alguna. Donde esté él, estará la presidencia de la Generalitat, por aquella razón tan donosamente reproducida por Sancho Panza en el episodio de la porfía por presidir la mesa de los duques en la segunda parte: "Sentaos, majagranzas, que a dondequiera que yo me siente será vuestra cabecera". Los majagranzas, en este caso, son sus señorías.

Condición de autoridad de Estado se reconoce al supremacista, xenófobo, lepenizado Torra. De Estado español, bien entendido. El mismo Estado que sus señorías representan y en cuyo nombre, a veces personificado en el rey, administran justicia. El Estado reconoce al Estado. Pero el Estado reconocido por el Estado español, a su vez, solo se reconoce como Estado catalán. Torra es hoy el presidente del gobierno de la República catalana. Sí, esa que no existe, pero en función de la cual se mueve todo en el Estado español.

Y cuando digo todo, es todo: el rey, el gobierno, el ministerio de Asuntos Catalanes, el CNI, el Congreso, el Senado, la judicatura (a la vista está), los partidos, los medios, las cloacas del Estado, la milicia, el capital, los obispos (castellano hablantes), los toreros, todo. Hasta la intención de voto de un 40% del electorado.

El presidente de Catalunya, por tanto, asistirá al juicio a sus compañeros de ideología y partido, acusados por unos supuestos delitos que, como lo sólido en el Fausto, se desvanecen en el aire. Acusados, en realidad, de profesar el mismo credo político que el presidente: la independencia de Catalunya. Esta imagen es distinta según se proyecte al futuro o al pasado.

Al futuro: si la oleada reconquistadora nacional española llega al gobierno en cualquiera de sus posibles combinaciones, la ideología independentista sería declarada delito, prohibidas las asociaciones independentistas y encarcelados sus dirigentes. El juicio al propio Torra sería el paso siguiente, si no se hace nada por evitar la situación.

Al pasado: todos los presidentes de la Generalitat desde Macià (y a excepción de Maragall y Montilla) han sufrido exilio, prisión o ejecución o las tres cosas juntas, como Companys. En la actualidad, Pujol tiene problemas con la justicia, aunque no por razones políticas; Mas está embargado y Puigdemont en el exilio, ambos, sí, por motivos políticos. El siguiente en la lista es Torra.

Su presencia en la sala avala la dimensión política del proceso; del proceso judicial y del procés. Los encausados tienen una defensa fuerte de carácter político basada en la legitimidad de su propósito por medios democráticos y pacíficos. Completada con otra de ataque no menos fuerte a la falta de legitimidad del Estado español para enjuiciarlos. La prueba es, precisamente, el juicio por el que se instrumentalizan los tribunales (carentes de independencia) para resolver conflictos políticos que ningún tribunal del mundo podrá resolver salvo ordenando el exterminio de quienes considera "rebeldes".

Es un proceso a Catalunya, un proceso por rebelión; un proceso a los rebeldes que dan por vencidos. Y ninguno/a lo está. Antes al contrario, comparecen como acusadoras. Y allí está el representante de la República Catalana, de los ciudadanos catalanes, no del Estado español, ni del Estado en Catalunya, a dar fe del apoyo popular a los encausados y del abuso del juicio en sí mismo. 

Resulta que aun en la cárcel, los profetas desarmados no estaban desarmados. Tenían y tienen la palabra, el arma más poderosa cuando de ella se sirven la razón y la justicia. 

¡Qué papel está haciendo el PSOE en medio de un juicio político impresentable e inútil! Impresentable porque es un juicio de opinión. Inútil porque no servirá de nada a los efectos que los enjuiciadores  buscan. Al contrario: acelerará lo que quiere evitar.