dilluns, 17 de juliol del 2017

Todo tiene un precio

He leído comentarios encendidos sobre la decisión del Consistorio de Guadalajara de cobrar por la exhumación de Timoteo Mendieta. Tachan a los ediles del PP –los firmantes del recibo- de “ratas”. Es una injusticia. No creo que haya o haya habido rata alguna capaz de hacer con una semejante lo que los regidores municipales han hecho con Timoteo Mendieta. Ni rata, ni roedor, ni mamífero alguno, a excepción del hombre.

Por eso, el gesto del gobierno de la vara no es comparable a nada, salvo a sí mismo. Es un gesto de hombre. De homo sapiens, que dice regirse por la norma de oro de la moral de “no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti”. Tres veces se ha manifestado el mismo espíritu cainita a lo largo de las generaciones: una, cuando asesinaron a Timoteo; dos, cuando silenciaron su memoria; tres, cuando se penaliza su exhumación.

Los autores de las tres monstruosidades no son físicamente los mismos. Sí lo son política y moralmente.

Extrapolaciones peligrosas

Todo lo venezolano está sobredimensionado en la esfera pública. A veces hasta el hartazgo. Alguien podía inventar un meme parecido al de la Ley de Godwin, sustituyendo a Hitler por Maduro y a los bolivarianos por los nazis. Lo de Venezuela aburre.

Pero, a veces, la que llaman “octava isla canaria”, da sorpresas que descolocan al tertuliano más avezado en venezuelogía. Por ejemplo esa consulta ilegal de la oposición sobre la nueva asamblea constituyente que quiere Maduro y sus adversarios consideran un golpe de Estado para huir de las elecciones que ellos propugnan. O sea, para entendernos en la Península, un referéndum ilegal, unilateral y sin garantías. En Venezuela.

¿Y qué sucede? Que los tertulianos, columnistas y opinadores de partido (que son prácticamente todos) no saben qué decir. No es posible extrapolar la situación venezolana a España. Ni a ningún otro lugar, sospecho. Los malos de allí no coinciden con los de aquí.

Las derechas radicalmente antibolivarianas tienen que explicar por qué apoyan allende el océano una consulta ilegal que aquí prohíben. Su única salida es embarcarse en tediosas discusiones sobre si la legalidad de aquí es mejor que la de allí, algo perfectamente opinable en ambos sentidos y, por tanto, inútil. Y eso sin contar que el espíritu de obediencia a la ley de la derecha la lleva a postular la del cristiano a la ley aunque sea injusta, porque todo poder viene de Dios, al decir de San Pablo en la epístola a los romanos. Sin embargo se matiza que no hay deber de obediencia a la ley que se opone a la de Dios. Y ya estamos donde siempre: a cristazos. O a tiros.

Las izquierdas probolivarianas tienen a su vez que explicar por qué apoyan un gobierno que se opone, ignora e (imagino) considera ilegal una consulta referendaria igual a la que proponen para Cataluña. Solo puede hacerse recurriendo al mismo truco ad hominem de la derecha: la consulta referendaria catalana es una muestra de iniciativa popular y democrática, mientras que la venezolana es una provocación más y un intento de fracturar el país y acabar con la revolución y el socialismo del siglo XXI. Es muy posible. En realidad eso es lo que piensa la derecha española sobre el referéndum catalán. La izquierda tiene que admitir el derecho de los ciudadanos a realizar referéndums, con independencia de que los fines que persigan los organizadores le parezcan abominables. 

Y lo mismo puede decirse de la derecha. El referéndum venezolano no será extrapolable a España mientras los dos bloques derecha/izquierda sigan sin respetar al adversario político y sin reconocerle la dignidad que le corresponde. 

Y eso es, básicamente, falta de espíritu democrático.

diumenge, 16 de juliol del 2017

Adivinen de qué va

Muy interesante la entrevista con Íñigo Errejón en El País. Por el titular se ve que el sentido común es noticia. Que solo habrá gobiernos progresistas si Podemos y el PSOE se entienden es la evidencia misma, no un descubrimiento. Era la evidencia misma desde el origen de Podemos. Se llamaba por entonces unión o unidad o alianza de la izquierda. Si algo tan obvio no se ha producido es porque los del sorpasso (todos en el partido de Errejón) querían probar fortuna. Muy legítimo a la par que inútil; incluso contraproducente porque, al no gobernar la izquierda, lo hace esa derecha que el propio Errejón considera “depredadora”.

Carece de sentido echarse unos a otros las culpas a base recriminarse hechos o dichos del pasado. Para entenderse las fuerzas de la izquierda solo necesitan la voluntad de hacerlo. Pero esa posible unión no tiene perspectiva de gobierno si no es con los votos de los independentistas catalanes y un par de añadido. Y esto nos lleva directamente a la cuestión catalana que es de lo que en realidad va la entrevista en profundidad. Como todo lo que hoy se discute en España: Cataluña.

Errejón defiende el derecho a decidir de los catalanes y es partidario del referéndum pactado; si también lo es de un referéndum unilateral, como su compañero de partido, Urbán, no queda claro. Pero tampoco es relevante.

Lo relevante es la defensa de un patriotismo español de izquierda. Rechaza Errejón la visión pesimista de España y se hace lenguas del carácter dinámico, abierto, progresista de nuestra sociedad en las últimas dos generaciones. Una España de la que sentirse orgulloso siendo de izquierda. Recuerda un poco un reciente libro de Miguel Candelas, Cómo gritar ¡viva España! desde la izquierda. Más o menos la misma idea: la otra España que por fin amanece.

La amarga experiencia detecta en un programa de regeneración patriótica española tanto el ¡Viva España! Como el ¡Arriba España! Pero no hay que cerrarse en banda por fatalismo. Merece la pena escuchar las razones de esta repatriación del sentir nacional a la que, se deduce, finalmente se avendrían los indepes catalanes. En el entendimiento de que será distinta del latiguillo de Rajoy y el Rey de la gran nación.

Porque, al menos en la izquierda, es nueva. La generación anterior, también en la izquierda, más conservadora, había intentado lo mismo: generar sentido de nación a base de camuflar esta tras la Constitución. Era el llamado Patriotismo constitucional, importado de Alemania, que mostraba la superioridad de la idea liberal de nación sobre la esencialista. Ese patriotismo constitucional era tan contrario a lo que se proponía que se lo apropió el PP solemnemente en un congreso.

Así que la patria española que ahora se postula hace caso omiso de la Constitución, incluso quiere abrir un proceso constituyente. Tabla rasa con el pasado inmediato (aunque con juicio matizado sobre la Transición) y propuesta de renacimiento de una España capaz de reflexionar sobre sí misma y avenirse a soluciones democráticas del tipo que sean.

Es verdad que en el pasado ha habido puntos en que la acción colectiva española ha sido avanzada, progresista, democrática. Pero han sido destellos en una noche cerrada cuyos efectos se hacen sentir hoy de modo palpable. Basta un simple recordatorio: las más de cien mil víctimas de la vesania franquista siguen en las cunetas.

¿De dónde sale esa idea de que España podrá reinventarse como nación abierta, justa, progresista y, en definitiva, unida (aunque compuesta), cuando las propias izquierdas que la propugnan son incapaces de unirse? ¿De dónde va a salir? De la fe, que mueve montañas. Tanto más naciones.

Y la fe se tiene o no se tiene. Quienes no la tengan, por ejemplo, los indepes catalanes, pedirán algo más tangible que una virtud teologal o un estado de espíritu. Algo que les interese más que su plan u hoja de ruta de ir al referéndum y la consiguiente independencia si gana el “sí”. Y sobre eso, la oferta del nuevo patriotismo popular español es poco concreta.

Sobre eso y sobre lo más general, hasta la idea de nación. Mientras los nacionalistas españoles no se ponen de acuerdo en los caracteres ni siquiera en su misma existencia, los indepes catalanes traen un relato patriótico completo de la nación catalana, en todos sus momentos, desde los orígenes semilegendarios hasta la circunstancia actual, en que pretenden darle acta de nacimiento como Estado. No veo a los parteros de la nueva criatura muy interesados en integrarse en un enésimo y vagaroso proyecto regeneracionista español basado, como siempre, en la fe.

dissabte, 15 de juliol del 2017

Monotema Cataluña

El tono trágico de El País condena a la oscuridad las propuestas novedosas de la Ejecutiva del PSOE, que tampoco son tan novedosas y, además, creo entender, han de pasar a consulta de las bases, siendo así que el tiempo apremia.

El debate se centra en el significado de la abrupta remodelación del Govern. Las interpretaciones son muy variadas. Rajoy, los partidos nacionalistas españoles en Cataluña y, obviamente, El País, coinciden en entonar un gori-gori de difuntos. “A la desesperada” suena un poco como Los últimos de Filipinas o, para no acudir a un ejemplo incómodo, Murieron con las botas puestas. La crisis de gobierno prueba que este está en las últimas.

Del lado independentista la interpretación es la inversa: racionalización del gobierno de la Generalitat, cohesión y reafirmación personal y colectiva de ir hasta el final suceda lo que suceda. Hay aquí un tono solemne que recuerda lejanamente el episodio de los burgueses de Calais, durante la Guerra de los Cien Años y vuelto a inmortalizar después por Rodin. Y aunque no precisamente por la dureza de rasgos rodiniana, Junqueras personifica ejemplarmente la imagen popular del burgués. El burgués de Calais, presto a inmolarse por la libertad de los suyos.

El clima actual en España muestra un grado de conflictividad muy alto. El gobierno y sus instancias adyacentes, lejos de buscar soluciones negociadas a los conflictos, parecen más interesados en encenderlos e ir a una confrontación directa, utilizando todos los medios, incluso los excepcionales. El poder solo se dirige a la Generalitat para amenazar. A veces con resonancias castrenses, cuando toma la palabra la ministra de Defensa, otras con consecuencias económicas personalizadas, como esa intención de ir contra el patrimonio de los responsables independentistas, una verdadera pena de confiscación (tras la proscripción) tanto más odiosa cuanto que quiere castigar a las generaciones venideras.

Las amenazas se materializan de forma creciente. Esa visita de la Guardia Civil al Teatro Nacional de Catalunya es un paso más en el acoso al ejercicio de los derechos y libertades públicas.

Se crea así un estado de tensión muy grande por cuanto se pretende coartar el ejercicio de un derecho que reclama el 80% de la población a base de criminalizarlo. La cuestión es cuánto se puede criminalizar y perseguir un movimiento antes de que haya un estallido social.

Una huelga general en Cataluña, por ejemplo.

O, por seguir la vía parlamentaria, una decisión final. Si el gobierno de la Generalitat es inhabilitado, es probable que el Parlament apruebe una Declaración Unilateral de Independencia (DUI) por mayoría absoluta.

Para hacer frente a todo eso, las amenazas, las persecuciones judiciales, las policiales, los hostigamientos, parece razonable fortalecer el Govern, tanto si se hace “a la desesperada” como si no. Cualquiera lo haría. La cuestión es si se cumple o no el vaticinio del bloque nacionalista español de la muerte del proyecto independentista.

Desde el punto de vista de los indepes es claro que no y para eso precisamente están preparándose, para no morir. Desde una perspectiva desapasionada, uno diría que la posibilidad de la muerte no es descartable en el humano quehacer. Pero añadiría que, de morir, estos morirán matando.

La belleza del combate

Caixaforum tiene siempre dos o tres exposiciones en marcha en ese curioso edificio del Paseo del Prado de Madrid. Una más, en realidad, porque el propio edificio es casi una exposición en sí mismo. Piedra por fuera en airoso equilibrio con un jardín vertical que debe de ser de lo más fotografiado por los turistas en la capital. Por dentro, metal, como una construcción futurista, al estilo de Metrópoli. Coronado todo con una cafetería de diseño absoluto, desde las ventanas al mobiliario, pasando por unas curiosas lámparas que parecen sacadas de alguna película de fantasía.

Multiplicar las exposiciones es una decisión muy favorable a los visitantes que pueden elegir o ver varias. Ayer, después de la de 120 años de cine y pintura, bajamos a la de la Grecia clásica, temática sobre el espíritu de competición en la Hélade. Está hecha en el marco de colaboración con el Museo Británico y tiene algunas piezas de la fabulosa colección de este, entre ellas, un trozo del friso del Musoleo de Halicarnaso, una de las siete maravillas del mundo. Cráteras, cerámicas piezas que ilustran la vida agonística en todos sus aspectos: la guerra, los juegos de mayores, los de niños, las competiciones teatrales. Es refrescante y didáctica. Los niños visualizan manifestaciones artísticas de la mitología que aprenden en el colegio No tiene precio un rosetón que muestra los doce trabajos de Hércules.

Además, hay un espacio recreativo para que los niños se hagan fotos como sombras chinescas pero pertrechados de los cascos, petos, corazas de los guerreros de entonces. La idea es que reproduzcan el combate entre Héctor y Aquiles, a quien consideran los comisarios de la expo de pareja condición con Hércules, basándose en que los dos sin hijos de un inmortal; Hércules, de Zeus y Aquiles de Tetis. Pero luego no hay ni color. Hércules es un héroe humano; Aquiles, no.

Los mayores también disfrutamos por otros lados. Se exhiben instrumentos de juegos de los niños griegos. Entre ellos, unas tabas, con las que se siguió jugando, al menos hasta mi infancia, cuando acostumbraba a perder mis cromos con aquel maldito hueso. La taba era un juego con reglas y nombres. Las cuatro posiciones en que podía caer el astrágalo eran tripa, pozo, rey y verdugo. Las reglas eran estrictas.

Hay también un busto de Eurípides, uno de los que más competía por el favor del público en las competiciones teatrales, a las que los ciudadanos acudían a miles en una época poco favorable a los desplazamientos. Y algunas copias romanas de estatuas helenísticas. Y resulta curioso ver la idea que los griegos tenían de sí mismos en las pinturas de las vasijas o las ánforas.

Lo del Mausoleo tiene su intríngulis. Viene decir que los seres humanos son competitivos hasta más allá de la muerte y rivalizan por dejar memoria si no por su dichos o hechos, por sus obras, como las pirámides. Y esta competitividad refleja un mundo enteramente masculino, viril. De las mujeres ni se habla. El friso del mausoleo es también famoso por su contenido: la única muestra de mujeres guerreras: amazonas. Parece que las espartanas tenían educación militar, pero no consta que participaran en los combates.

La lucha, la competitividad, la agonía es común a hombres y mujeres, y legítimo. Pero ha costado más de dos mil años empezar (solo empezar) a reconocerlo.

divendres, 14 de juliol del 2017

El relevo

A ver qué se nos ocurre a la vista de la profecía de La Vanguardia sobre las conclusiones de un órgano, la Ejecutiva del PSOE que aún no se ha reunido. Es lo que se llama estar al día... siguiente. La reunión quiere fijar una actitud común PSOE-PSC con una oferta concreta de negociación al bloque independentista, antes del 1/10. Esto implica que no se pide una renuncia explícita al referéndum. Sin duda, un paso en relacion al PP.

Porque el fondo de la decisión del PSOE de formular su propia vía catalana lo que hay (o debe haber) es un propósito de sustituir al PP en el gobierno. Mientras el PSOE sea la oposición, sus ofertas de diálogo son a calendas griegas. O accede al gobierno con el suficiente apoyo parlamentario o aquellas son inviables. Dependen del acuerdo de una derecha ya decidida a una política de confrontación de la que espera buenos réditos electorales. Son ilusorias. Incluso arrancando de una base de escaso (por no decir nulo) entendimiento como es el rechazo frontal al referéndum con el consabido latiguillo de la legalidad.

Para que el PSOE llegue al gobierno sin que haya elecciones anticipadas, tiene que ganar una moción de censura. Esto solo es posible con los votos de los independentistas catalanes. El punto central de la negociación es este. ¿Pueden ceder ambos en algo? ¿En qué y a cambio de qué? Un hipotético gobierno de izquierda podría gestionar la crisis pactando un referéndum (como esperan nuestros socios internacionales) y negociando tiempo y pregunta. Lo importante de una negociación es que haya propuestas. No necesitan ser perfectas desde el comienzo.

Dos adversarios de cuidado tiene esta propuesta. Uno viene de las filas del propio PSOE. No es seguro que la regeneración democrática impuesta por la rebelión de la militancia se haya transferido a la concepción de España como nación. Solo mentar el referéndum levanta ronchas en sectores del partido. Habrá que estar a lo que decida la Ejecutiva de hoy. Al respecto es bueno recordar que, por compromiso electoral de Sánchez en primarias, estas cuestiones se someterían a decisión de la militancia. Háganlo. Atrévanse. Sometan este plan (u otro parecido que lleve el voto favorable de los indepes) a la decisión de la militancia. Lo que salga de ahí se someterá a la decisión del electorado.

El otro adversario es la derecha. La amenaza de una moción de censura propiciaría una disolución del Parlamento y unas elecciones anticipadas que coincidirán con el referéndum catalán.

El fracaso del gobierno es tan patente y los riesgos que entraña la necesidad de taparlo con algún conflicto de envergadura tan obvios que no se entiende por qué no se ha presentado ya esa moción de censura.

Las bellas artes y sus concomitancias

Buena idea de Caixaforum en Madrid en esta exposición centrada en la influencia de la pintura en el cine desde el nacimiento de este. Gran abundancia de material gráfico (cuadros, grabados, dibujos, bocetos, modelos, fotografías, decorados, fragmentos de películas, muchas de ellas célebres) y escrito (libros, folletos, artículos, ensayos, poemas). Casi todo procede de la Cinemateca de París, pero también de otras partes. Esta abundancia de material obliga a una visita pausada y, como, además, por las noches, hay unas actividades de complemento, la exposición, sin duda, será un verdadero curso. Y, con todo, es obvio que, sin demérito alguno de la muestra, excelentemente comisariada, su objeto desborda los medios de forma abrumadora. Ella misma lo reconoce al hablar de "120 años", pero mostrar solo algo más de 70, dejando los siguientes 40, muy sensatamente, para cuando el paso del tiempo permita alguna perspectiva; o sea, otros 40 años. Pero no importa, es un comienzo feliz y la visita a la muestra una gran experiencia.

Que las artes no están aisladas se ve en su propia historia. Hasta la estatuística griega tiene que ver con la arquitectura, la pintura, el teatro, la música clásicas. La experiencia estética es un horno en el que se funden medios muy distintos sin ninguna pauta que no sea la genialidad. La exposición se centra en pintura-cine, pero no puede cerrar las puertas a las otras formas. Ni lo pretende. Y por ahí se cuelan historias. Cuando el cine aparece (momento glorioso de la entrada del tren en la estación, de los hermanos Lumière), la pintura es un arte consagrada, longeva, tan respetable que se permite el lujo de tener vanguardias. El cine, en cambio, está dando su primer vagido. Pero, a su vez, tiene un interesante origen en la búsqueda de la fotografía del (y en) movimiento. La fotografía, mirada con desdén por los pintores de mediados del XIX, quería mostrar su superioridad artística captando algo que la pintura jamás alcanzaría: el movimiento. Por eso, con mucho tino, la exposición se abre con unos célebres fotogramas de Eadweard Muybridge que, hacia 1870, mediante mucho ingenio, consiguió fotografiar el movimiento por secuencias de segundos, como modo de confirmar el previo logro del galope de un caballo por Etienne-Louis Marey, de quien también hay fotos. Ahí empezaría el cine y la venganza de la fotografía. Todo el mundo sabe que Edgard Degas las tuvo muy presentes a lo largo de su vida en sus cuadros de bailarinas y caballos de carreras, dos de los motivos que más trabajó Muybridge. Por supuesto, sin Muybridge quizá no hubiera habido vorticismo, ni disfrutaríamos los cuadros de Boccioni con figuras humanas bajando la escaleras y obligándonos a seguirlas con la mirada o el divertido trote de un perro de aguas de paseo con su ama.

Las mutuas influencias entre pintura y cine son incontables y a ellas se añade la música que, por cierto, se manifiesta antes que el cine sonoro porque solía interpretarse in situ, en unos casos con más acierto que en otros. De forma que, ya al comienzo, uno abandona el criterio cronológico racional de la muestra y se entrega a la contemplación de lo que más le atrae, con el goce de verlo todo junto. Y, desde luego, de aprender muchas cosas.

Las vanguardias pictóricas y el cine van de la mano y el surrealismo se lleva una buena tajada, con Un perro andaluz y La edad de oro, diseños de Max Ernst, readymades y la entronización absoluta, cuando Hitchcock encarga los decorados de la pesadilla de Peck en Spelbound (Recuerda en castellano) a Dalí. La historia, sin embargo, iba de psiquiatría y psicoanálisis, dando un formato científico que descansaba, más que nada, en las gafas que el maestro del suspense había encasquetado a Ingrid Bergman. Cosa lógica por cuanto el surrealismo, vinculado en lo colectivo al comunismo, en lo personal y privado lo está al psicoanálisis. Prepárense para ver alguna curiosa interpretación fotográfica de un cuadro de Magritte.

El impresionismo, que ya se practicaba en las variaciones de luz de las fotos, se hace patente en el cine. Incluso, me atrevería a decir que por vía de herencia familiar. Las películas de Jean Renoir no pueden negar que su director, hijo de Pierre-Auguste Renoir, nació y creció con esa visión por impresión. Y, por supuesto, expresión. Todo el expresionismo alemán se volcó en el cine. Por ahí anda María "liberando" a las masas oprimidas en Metrópolis de Fritz Lang y el loco maniático Dr. Caligari exhibiendo el sonámbulo Césare, que todo lo sabe, que conoce el pasado y adivina el porvenir, de Robert Wiener. En decorados que salen de Munch o Kirchner o la gente de Die Brücke o de Grosz Eso de poner nombres italianos a los malvados es una vieja costumbre del goticismo alemán. Es curioso ver a Conrad Veidt (Césare) de joven y recordarlo luego, años más tarde, como el espía alemán casado con Gilda.

El cine y la revolución bolchevique, con esa locura de constructivismo, futurismo y hasta suprematismo que es el Acorazado Potemkin cuyo director (Eisenstein) firma su última obra y la deja incompleta, Iván el terrible, cuya banda sonora era de Prokofiev. Lo cual nos lleva a los años 40 y 50, aunque antes aconsejo parada ante un fragmento glorioso de Cero en conducta, de Jean Vigo (1933) que está en la base de la "Nueva ola" francesa de los 60. Los 400 golpes es su heredera directa. Los 60 y los 70 están literalmente monopolizados por el cine de Goddard. Con mucha razón. Se queda uno prendado de los fragmentos de sus dos obras más conocidas, A bout de souffle y Pierrot le fou, totalmente destructivas, ambas terminadas en muerte, en un caso a manos de la ley, en el otro por la propia mano.  

Parece como si en aquellos años la concomitancia cine-pintura se hubiera debilitado. Pero eso solo si miramos el cine. Si vamos a la pintura, en estado de rebeldía al figurativismo y cada vez más abstracta, pareciera roto, salvo en los casos marginales de cine experimental o documental. Pero hay otra pintura que acusa el impacto del cine. De hecho, el Op-art y el Pop-art salen de ahí y ya no hablemos del hiperrealismo o de la pintura de Lichtenstein o la de Warhol.

Una magnífica exposición que no solo se contempla, sino que se vive. 

dijous, 13 de juliol del 2017

Reír o llorar

"Mejor reír", dice el muy escarmentado pueblo que ya no inventa chistes porque la realidad los supera. ¿Qué decíamos el otro día, cuando El País descubría que los indepes son bolivarianos? Nos hacíamos lenguas de la capacidad proteica de estos de JxS y sus votantes capaces de pasar de nazis a bolivarianos de la noche a la mañana. Y nos preguntábamos cuánto tardaría alguien en sacar a ETA. Bueno, pues ya está: nazisetarrasbolivarianos. Y ahí se acaba la risa.

Y comienza el llanto.

El llanto al que lleva la propuesta de que el procés es el proyecto de ETA. Llanto por la deriva implícita de este pensamiento. Descartada la identidad material del procés y el proyecto etarra que (quiero suponer) no se le ocurre ni a Mayor Oreja, queda el innuendo de la frase: el objetivo final de los dos es el mismo: romper España. Bueno, ¿y qué? Si España es un Estado de derecho, el proyecto de romperla es tan legítimo como el de soldarla más. ¿O lo que se insinúa es que, al ser el objetivo el mismo, también lo son los medios? Parece que sí, que se trata de equiparar la acción legítima de las instituciones catalanas así como las movilizaciones populares a la actividad criminal de un grupo de matarifes. 

La finalidad es criminalizar el objetivo, incluso el mero hecho de su manifestación pública. Ser, no ya actuar, sino ser y manifestarse independentista estará penado. Habremos vuelto a los delitos de opinión, propios de aquella dictadura que a Mayor Oreja le parecía una época de placidez beatífica o algo así.

Esas declaraciones encienden más los ánimos golpistas y deben ser refutadas por la Generalitat y claramente desautorizadas por el gobierno.

¿Entiende ya la izquierda por qué es urgente una moción de censura para cambiar el gobierno o hay que dar más explicaciones?

dimecres, 12 de juliol del 2017

La corrrupción como una de las bellas artes

¿Recuerdan esas películas del Oeste en las que el personal se lía a mamporros en mitad de un barrizal en un pueblo perdido de Alaska? Todos quedan cubiertos de fango y siguen atizándose sin saber ya por qué. Este asunto de las alcantarillas de ministerio del Interior se parece mucho. Desde el ministro santurrón al último detective privado, estilo Philip Marlowe, la amplia variedad de cargos, carguillos, comisarios, delegados, subcomisarios, policías, soplones, políticos en esta ciénaga de la "operación Cataluña" todos embarrados hasta las cejas, ya no permite distinguir a unos de otros, cosa, además, inútil, pues todos van a lo mismo: a llevárselo crudo y acusar a otros de hacerlo. En ese clima de verdaderos hampones suena la divertida advertencia del portavoz del PP, Martínez Maíllo, sosteniendo que la próxima comparecencia del presidente del gobierno como testigo ante un tribunal que está juzgando la presunta corrupción de su partido se inscribe en la normalidad democrática. Ignoro qué entienda Maíllo por "normalidad" y por "democrática", cuenta habida de que eso no ha pasado jamás en España y dudo de que lo haya hecho en alguna otra democracia. Y de ser tan normal, no se entiende que el presidente quisiera comparecer poco menos que por skype. La normalidad democrática manda que baje al barro. Al fin y al cabo es el suyo.

¿Y esas otras historias de mafias de los negocios de la construcción, gangsters de Chicago que hacen desaparecer a sus enemigos en bloques de hormigón, usados para construir rascacielos con trampas acordadas con autoridades municipales corruptas? No se diga que exagero. Algún testigo de la Púnica (el emporio de Granados) denuncia haber recibido amenazas de muerte. Estos de la Púnica parecen poderosos y con influencias. Las suficientes al menos para vaciar las carpetas y archivos de la Comunidad con documentación de gran fuerza probatoria. Nada menos que los contratos claves de la Púnica con la Administración. La explicación es que se han "traspapelado" y que sus carpetas "están vacías". Quienes hayan sido capaces de hacer desaparecer una parte del cuerpo del delito, probablemente estén en situación de proceder de igual modo con alguna persona incómoda. No al estilo de Chicago, pero sí al más berlanguiano, de ahogarla en el Manzanares. Ese toque de Berlanga explica muchos aspectos de la corrupción española. Por ejemplo, la conga que se marcaron los peregrinos a Lourdes con cargo al erario.

Berlanga es solo una parte de la vis artística de la corrupción. La otra, inevitable, es Valle-Inclán. La corte de los Borbones de la tercera restauración, con un exrey que lo es por borbonear y una familia real tan popular que no solo se codea con plebeyos, sino también con delincuentes, es tan animada como la de su antepasada Isabel II. Y con Valle, aparece la Iglesia, cuya posición en esta España no confesional del XXI es tan peculiar que hasta la UE ha debido advertir -con la legislación mercantil en la mano- que la exención fiscal a las actividades empresariales de la Iglesia es ilegal. En España, las luces vienen siempre de fuera porque aquí el personal está en la luz interior del misticismo, gracias a la cual el país se ha enterado de que la Iglesia es un Estado dentro del Estado, que no paga ningún tipo de impuesto: sucesiones (claro), IVA, IBI, IRPF, Sociedades. Nada. En cambio, recibe una subvención pública de miles de millones de libre disposición. Con ese dinero, entre otras cosas, financia canales audiovisuales de extrema derecha y sin contar con la presencia de los obispos en la radiotelevisión pública. Así, gracias a Dios, toda la ciudadanía, incluidos los homosexuales, puede enterarse en la misa del domingo por la mañana de que la homosexualidad es una enfermedad que tiene cura administrada por el obispo telepredicador. 

Esta permanente injerencia del clero en la vida pública da tipos humanos muy parecidos a los de las novelas de Pérez Galdós. Algunas mujeres directa o indirectamente relacionadas con la corrupción tienen toques galdosianos: Aguirre, Cospedal, Cifuentes o la mosquita muerta, consejera de educación en Madrid, Lucía Figar, que se gastaba los dineros públicos en campañas en las redes para embellecer su imagen de virgen prudente. Y los hombres no se quedan atrás, con esos empresarios enchironados o a la defensiva, como Díaz Ferrán o Arturo Fernández, por no hablar de los empresarios del hampa, como Correa o su adlátere el Bigotes, emblemas del machismo delictivo. Ahí están las novelas del llorado Chirbes, continuador malgré lui-même de la tradición galdosiana para dar el trasfondo.

Es patente que este gobierno no puede gobernar; no es en absoluto "normalidad democrática" que el presidente vaya a declarar en un proceso penal; y mucho menos que su declaración se ajuste -como se ajustará- al "no sé", "no me acuedo", "no me consta" y "esas cosas las llevaba mi marido" de la Infanta. Será imposible evitar el titular de prensa de Rajoy se marca una infanta. 

Esta irrisión general no puede seguir así, sobre todo porque sus responsables pretenden ocultarla encendiendo un conflicto en Cataluña. Y la única manera de pararlo es una moción de censura. A ella puede el gobierno responder con una disolución y convocatoria de nuevas elecciones (siempre que se respeten los pasos establecidos) pero, en cualquiera de los dos casos, se habrá puesto fin a una situación agónica que no se sostiene.

El frente patriótico español

Mi artículo de elMón.cat de hoy. Habitualmente dedico esta entradilla a explicarlo un poco. Hoy no hace falta. Todos los partidos españoles están contra el referéndum catalán. El PP, montado en el caballo de Santiago y cierra España; el PSOE, en el asno de Buridán; Podemos en el hipogrifo de Ariosto; y C's en la cucaracha de Kafka. Este referéndum ha puesto a cada cual en su sitio y ya solo queda por ver qué decisión toma la Ejecutiva del PSOE pasado mañana. Quiere hacer una propuesta "política" de negociación, lo cual es un avance muy positivo en un Estado, el español, en el que los problemas nunca se encaran, no se entienden y jamás se resuelven. Ojalá le salga algo de provecho, pero no veo grandes posibilidades si no se acepta un referéndum pactado. 

En todo caso y antes de nada, la primera obligación  de la izquierda, de toda la izquierda, es poner fin a este gobierno corrupto, de ladrones y expoliadores, antes de que termine de arruinar y destrozar el país y antes de que provoque un incendio social en Cataluña, que es lo que intenta para tapar su incompetencia.

Para ello se necesita una moción de censura que podría presentarse ya, el sábado mismo, si el "nuevo PSOE" tiene el sentido común, la inteligencia y las agallas de plantear un referéndum pactado. A partir de ahí, un gobierno de izquierda con Sánchez de presidente, dedicado a gestionar el resultado del referéndum, a revertir todo el destrozo hecho por el PP, a emplear la justicia contra un partido de presuntos delincuentes y a regenerar España.

Para eso hace falta tener las ideas claras, ser sincero, demócrata y tener valor.

Aquí la versión en castellano

El frente unido español contra el referéndum
                                                                                                                                             
A medida que se acerca la fecha del referéndum sin que el bloque independentista muestre señales de vacilación (aunque la prensa cavernaria de Madrid se las invente) cunde el pánico en las filas del nacionalismo español. Como siempre, ha sido incapaz de gestionar el conflicto con un mínimo de racionalidad y ahora, cuando ya no hay tiempo, forma un frente común contra el independentismo, olvidando sus aparentes discrepancias.

El PP esgrime la sagrada unidad de la patria que Franco agonizante encomendó a Juan Carlos, aunque ahora se disfraza de unidad “democrática” de soberanía, de “igualdad” (las comillas indican mentiras) de todos los españoles y de vigencia de una Constitución que el propio PP rechazaba en un principio. Para garantizarla está dispuesto a emplear todos los medios, incluso los presuntamente delictivos, como ya ha demostrado.

El PSOE, tratando de diferenciarse de la derecha neofranquista, después de años de haberle hecho el juego, persigue el mismo fin, pero acude a procedimientos menos agresivos, más dialogantes y con mayor voluntad de reforma. No obstante, tiene la misma línea roja del “no” al referéndum y, por lo tanto, no solo llega tarde si no amplía la oferta, sino que su papel de furgón de cola de la derecha será aun más lamentable.

El discurso de Podemos es el habitual galimatías en este mosaico de personalismos enfermizamente mediáticos, pero el resumen final es el mismo que el del PP y el PSOE: “no” al referéndum de autodeterminación catalán porque no tiene garantías, no es legal, no es seguro y, sobre todo, no lo controlan ellos.

C’s está apuntado al “no” desde el mismo origen porque, a pesar de sus aires de brokers estilo Wall Street, su idea de España es la de los triunfadores del 39.

El desconcierto y la agitada controversia son prueba palmaria del susto compartido de la insolente derecha nacional-católica y la izquierda sumisa ante la probabilidad de quedarse sin el país que su mutua incompetencia ha destruido. Puro miedo.

Detrás de las amenazas, las ironías, los engolados pareceres de eruditos a la violeta y los negros vaticinios de augures vestidos de expertos no hay más que miedo. Miedo a que, si se hace el referéndum, lo pierdan y, con él, pierdan el país que llevan parasitando cientos de años a base de oprimir a sus gentes.

El “nuevo PSOE” dice buscar una solución (próxima Ejecutiva el viernes) pactada, negociada, ante la irresponsable inoperancia de la derecha. Algo es algo. Pero, por lo que se perfila, es poco y tardío. La clave para resolver la cuestión es el referéndum pactado. Y es la clave porque, sin él, no habrá moción de censura ganadora y el PSOE no podrá desalojar al PP del gobierno, cosa que podría hacer el 1º de septiembre, con los votos favorables de JxS.

Pero el “no” socialista y el otro “no” nacional-español de Podemos, no solo prueba su miedo y su insinceridad, sino que los hace cómplices de la política represiva que aplica la derecha. Y en esa política represiva hay un nuevo avance especialmente abusivo y repugnante: el intento de ir contra funcionarios y políticos de la Generalitat, atacándolos en su patrimonio. Sin duda, muy coherente con el espíritu de esta derecha franquista que ya aplicó Cifuentes en Madrid y laos dos mendas que dominaron el ministerio del Interior con su Ley Mordaza, un intento de volver al “orden público” de la dictadura arruinando a la gente.

Es literalmente repugnante que el gobierno y partido que más han robado en la historia de España, más caudales públicos han malversado, más han estafado y expoliado el erario, incrementen su política represiva por la vía pecuniaria. Lo hacen atentando contra el patrimonio de los políticos y los funcionarios como antes contra los ciudadanos como una posible forma de reponer los caudales que llevan años robando y malversando en viajes, francachelas, putas, drogas, confetti, cuentas en Suiza y Panamá, sobresueldos, financiación ilegal, sobrecostes, mordidas, cohechos, extorsiones, estafas, obras faraónicas inútiles para beneficio propio y de amigos, sobornos a periodistas mercenarios y expolios con las privatizaciones.

Pero, sobre todo, es una decisión tan odiosa y miserable (propia de quienes proceden de esa manera en todo lo demás) que, de llevarse a cabo, puede provocar un estallido social en Cataluña, harta ya del saqueo, como debiera estarlo el resto de España si tuviera algo de coraje.

Para evitar esa vergüenza de unos mangantes robando el patrimonio personal de los representantes democráticos y los funcionarios, la izquierda, y especialmente el PSOE, solo tiene una salida: pactar un referéndum en Cataluña y presentar una moción de censura que desplace a esta banda de ladrones del poder político (y, por tanto, también del judicial a sus órdenes) antes de que sea demasiado tarde.

dimarts, 11 de juliol del 2017

Hasta dónde llega el efecto Sánchez

La victoria de Sánchez en las primarias, que Público califica de "quijotesca", no sé si con mucho acierto, ha puesto al PSOE en la órbita de los ganadores. Come el terreno a un PP que está hecho unos zorros y hunde en la miseria a Unidos Podemos (UP).

La explicación de este cambio de las opciones en la izquierda es relativamente sencillo sumando la gestión del triunfo de Sánchez con los sucesivos descalabros de UP. La imagen que se trasmite -y es muy poderosa- habla de un PSOE como partido de gobierno y una UP que pierde crédito a chorros por un conjunto bastante complicado de factores: entran formas, estilos y modos, oratoria radical, conflictos internos de todo tipo, personalismos, confusión ideológica, etc. Sobre todo, lo mas dañino es la continua ambigüedad en las relaciones con el PSOE, al que se quiere apoyar o destruir, según sean días fastos o nefastos. 

La queja de Podemos suele ser que el "nuevo PSOE" dice ser de izquierda pero hace políticas de derecha. Esgrimen casos concretos: no se pide la dimisión de Rajoy y de la moción de censura se habla como de la Atlántida; se complota con el PP y C's el cierre de la comisión de investigación sobre las tropelías del ministerio del Interior. Todo eso es cierto, sumamente criticable y el PSOE hará bien en reconsiderarlo. No obstante no debiera ser difícil a los de UP entender que, si quieren aliarse con otro partido es porque es otro. Si fuera idéntico a él en todas sus políticas, ¿para qué la alianza?

Entre tanto, la gestión de la victoria en las primarias está siendo muy eficaz. El mensaje que se envía a la ciudadanía es que se trata de un partido cohesionado con sus bases, provisto de buenos equipos, con ideas y capacidad para implementarlas. La movilización de la militancia ha sido arrolladora para legitimar a la nueva dirección socialista. Y la pieza culmina con ese nombramiento a la vicepresidencia de la Internacional, que trae el espaldarazo foráneo de gente de peso. 

Todo esto, en el fondo, son los preparativos para una moción de censura porque a lo que apunta es a la consagración del candidato de esta que, de momento, es extraparlamentario. 

El espíritu de la acción política socialista está basado en un criterio decisionista: el que no osa, no logra nada. Con ese ánimo, el PSOE convoca su ejecutiva el viernes para debatir y hacer propuestas a la parte catalana para evitar la confrontación del 1/10. Alguien se atreve a poner orden en el casino, vista la inoperancia de la dirección. Invocan los dignatarios la urgencia del momento y la angustiosa escasez de tiempo disponible. Cosa tanto más evidente cuanto que el plazo final no tiene por qué ser el 1/10. Puede ser en cualquier momento anterior en que se produzca un choque de consecuencias irreversibles.

Así que, en efecto, máxima urgencia. Y es de agradecer al PSOE que hable teniendo en cuenta la realidad, como la gente de la calle, y no como los políticos. La objeción de que el Estado no puede aceptar plazos impuestos ilegalmente es otra forma de decir que se busca la confrontación.

Carece de utilidad reprochar aquí a los políticos españoles una irresponsabilidad monstruosa en la ignorancia del llamado "desafío independentista" hasta llevarlo a la situación actual en que se pretende resolver un conflicto de muy hondas raíces y muy inflamado presente con un toque de zafarrancho de combate.

Y eso los que parecen tomárselo en serio porque los otros siguen instalados en la política del garrote. 

La cuestión, sin embargo, es no ya que el plazo sea corto, sino que haya plazo. El PSOE no está en el gobierno. Faltan años, cuando menos meses, para que lo esté y sus propuestas, siendo bien intencionadas, se quedan muy cortas. Sobre todo porque a la negativa al punto 46 (referéndum) añade el rechazo al pacto fiscal, aunque este quizá pueda entenderse como un recurso para un gambito posterior.

La cuestión, por tanto, es si el bloque independentista acepta renunciar al referéndum. Y parece que no. Siendo así, la oferta del PSOE fracasará.

La realización de un referéndum pactado no es una posibilidad descabellada. La solicita muchísima gente, millones, no solo en Cataluña. La propone UP. Se ha experimentado con éxito en otros lugares. En el caso de que el PSOE aceptara el referéndum pactado (y, con él, la posibilidad de negociar la pregunta), tendría los votos del bloque independentista que le hacen falta para ganar su moción de censura, que convertiría a Sánchez en presidente de un gobierno con una complicadísima tarea: gestionar el resultado de ese referéndum, sea el que sea. La única solución civilizada y razonable de zanjar el pleito sin ocasionar mayores e imprevisibles destrozos.

El problema, por tanto, no está en el bloque independentista, sino en el PSOE que, llegando aquí, no osa.

dilluns, 10 de juliol del 2017

Razones y sinrazones del referéndum

El foro se caldea. Según se acerca el día D, 1/10, todo el mundo se apresura a fijar su posición, incluso de forma tal que nadie la entienda. Los Comunes participarán en la consulta, pero no harán campaña por la participación. Pues, o bien las autoridades participan a título personal, como cuando Kichi va en procesión vestido de nazareno, o se trata de unos gobernantes legales que acuerdan una actividad clandestina. Los de Podem quieren participar a bandera desplegada y llamando a las multitudes, pero no dan un ardite por aquello en lo que participan. 

Hay también personalidades públicas que se sienten obligadas a manifestar su posición. Recientemente, dos afamados periodistas, Xavier Sardà, que votará "no" y Jordi Évole, que se muestra dubitativo sobre el referéndum mismo. Hay una gran inquietud y se trata de entender ahora, deprisa y corriendo, algo que se ignoró durante años. Con ánimo de contribuir al debate me he permitido realizar un digesto de las razones contra el referéndum, con una apostilla en contra de la contra. O sea, a favor por defecto. 

Los adversarios del referéndum invocan razones

Históricas. Cataluña no ha sido nunca independiente y argumentaciones colaterales sobre la Corona de Aragón, la antigüedad de las instituciones, etc. En definitiva el peso de la tradición.- Apostilla.-La historia no prejuzga nada. La tradición no existiría si no se rompiera jamás.

Legales. El referéndum es ilegal. La legalidad es la base de la democracia. Fuera de la legalidad solo hay tiranía. La Ley debe respetarse, puesto que está por encima de todo, aunque no del rey. Y es obligación del gobierno imponer su cumplimiento porque, de no hacerlo, el ilegal sería él. La ley prohíbe ese referéndum. No es una cuestión política, sino jurídica y por eso entienden de ella los tribunales.-Apostilla.- La legalidad es el producto de una voluntad política acordada en el Parlamento, que es el que hace y deshace la norma legal. La Ley puede cambiarse, no es inmutable y eterna. Para eso está la democracia parlamentaria, para que la mayoría parlamentaria haga y deshaga la ley, como ha venido haciendo la del PP sin límite alguno para imponer sus caprichos y privilegios, cuando directamente sus delitos. El referéndum es ilegal por la voluntad política de la mayoría parlamentaria, que bien podría cambiar, como lo ha hecho en otros asuntos de menor momento.

Constitucionales. El referéndum es inconstitucional. Apostilla.- Falso. No está prohibido y se puede admitir mediante una interpretación adecuada. Por lo demás, la Constitución también es reformable. Basta con querer hacerlo, como sucedidó con el 135.

De soberanía. La soberanía reside en la totalidad del pueblo español y solo esa totalidad puede pronunciarse en un referéndum de esta naturaleza. La soberanía del pueblo español es indivisible, como indivisible es el Estado en el que se encarna.- Apostilla.- Siendo el Parlamento el depositario de la soberanía por representar al pueblo, una decisión permitiendo el referéndum es como si el pueblo soberano autorizase a uno de sus elementos componentes a decidir por su cuenta si quiere seguir en el común o no. Aquí el argumento se va a lo ideológico, incluso metafísico e inoperante para ambas partes.

Internacionales. El referéndum de autodeterminación no tiene cobertura legal internacional porque lo que los distintos instrumentos que España tiene firmados dicen es que se reconoce para los pueblos en situación colonial. Apostilla.- Al margen de que la cuestión colonial tiene un borde subjetivo incómodo, este argumento ha sido invalidado de hecho por los referéndums de Quebec y Escocia y, hasta cierto punto, por el del Reino Unido con el Brexit.

Económicas. Estas se formulan como profecías, no sobre el referéndum, sino sobre sus catastróficas consecuencias para Cataluña. Se acumulan datos y gráficos y magnitudes que auguran empobrecimiento, crisis, ruina; y otros que, al contrario, vaticinan prosperidad inusitada.  Apostilla.- El debate es tan ideológico como los otros, aunque se vista de estadísticas. Los economistas que las essgrimen con vehemencia, defienden en realidad sus previas posiciones políticas. Pero, además, es irrelevante. El referéndum (y la independencia, si gana el "sí") no es un cálculo mercantil, sino un derecho que incorpora el derecho de los pueblos a gobernarse por sí mismos, aunque sea mal.

Comunitarias. Otro argumento sobre las consecuencia. Los espacios siderales (habitualmente vacíos) esperan a estos indepes catalanes. Y fuera de la UE y de la Eurozona, como de la Iglesia, nulla salusApostilla.- Eso está por ver, pues la situación no tiene precedentes y la UE está llena de gente pragmática, dispuesta a hacer algo constructivo con una situación sobrevenida y no a secundar los vetos del gobierno español de turno..

Iquierdistas. Es argumento que suelen emplear las izquierdas españolas de buena fe: la independencia de Cataluña es un acto de insolidaridad con el resto de España, la independencia de los ricos y los egoístas, la Padania española. Una codicia que ignora cómo la prosperidad de Cataluña viene del esfuerzo (en muchos sentidos) de los demás pueblos, que olvida la deuda que Cataluña tiene con el resto de España. Apostilla.- Aquí sí viene bien un poco de historia social y económica para ver que los procesos sociales, económicos, industriales, etc., han sido muy distintos y explican el presente. Pero no hay deuda alguna, ni el argumento izquierdista que la invoca tiene fuerza. Más con algún hecho: tras 40 años de gobierno socialista en Andalucía, la comunidad será región, nacionalidad, nación o lo que quiera, pero lo cierto es que, junto a Extremadura, constituye el Mezzogiorno español.

De la cortina de humo. El independentismo es una hoja de parra (eso sí, cuatribarrada), una cortina (estelada) de humo para tapar las vergüenzas del clan Pujol, el 3%, la corrupción de la vieja CiU, convertida en CDC y reconvertida en PDeCat. La burguesía catalana con sus negocios. Una huida hacia delante de un clan desesperado en torno a Puigdemont que teme ser fulminado por ERC en unas próximas elecciones. Apostilla.- Es el argumento típico de la derecha española que, a día de hoy, cubre todo el arco parlamentario, del PP a Podemos, aunque con el PSOE algo más ponderado y menos infantil. En todo caso, no merece la pena contestar a quien reduce el deseo de referéndum del 80% de los catalanes y el de independencia de unos dos millones a una cuestión de tapar corruptelas de un partido que, además, ha desaparecido ya dos veces.

No sé si esto sirve de mucho cuando los argumentos se afilan con la piedra del interés. Pero lo intenta.

Dicho lo cual, un acorde sentimental: lo que se debate hoy en España, una vez más, es lo que esta encuentra más apasionante: ella misma.

diumenge, 9 de juliol del 2017

Sueños de noches de verano

ACTO PRIMERO. En el AVE Barcelona Madrid, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, hablando de sus cosas.

Oriol Junqueras (OJ) (tras santiguarse pasado un túnel): te lo dije, Carles, no tiene sentido hablar con els Comuns. No quieren el referéndum y menos la independencia. Quieren mandar en Cataluña y en Madrid.

Carles Puigdemont (CP) (atusándose el flequillo): lo sé, lo sé. Pero había que intentarlo para que después no digan que no lo hicimos y que los marginamos.

OJ: Claro son nuestra competencia. De izquierdas y, en teoría, también republicanos.

CP: Ambas cosas están por verse.

OJ: ¿Lo dudas?

CP: ¿De los comuns, Podem y Podemos? Por supuesto. Esos están todos al sol que más calienta, quítate tú que me ponga yo. No quieren referéndum ni independencia porque están muy contentos en España. Pero, sobre todo, lo que más les fastidia es lo de la República.

OJ (besando una imagen de San Juan Crisóstomo): ¿verdad que sí? Yo alucino con estos tipos. Muy de izquierdas y después, a arrodillarse ante el Borbón. Unos de chaqué y otros de trapillo.

CP: Claro, hombre. En el fondo, todos son españoles: católicos, monárquicos, caudillistas, un pelín franquistas.

OJ: ¡Qué pena, tú! El pobre Tardà, que creía en el apoyo de Podemos y ya ves... Lo han dejado tirado. No hay alianza con la izquierda española...

CP: (enviando un Whatsap a Rajoy, invitándole a negociar un referéndum): No hay izquierda española.

OJ: Tendrás razón... Siempre lo decimos pero no nos lo creemos.

CP: Creételo de una vez. No hay izquierda española. Y la prueba no es la independencia de Cataluña sino el miedo a la República. Nada que esperar de ella. Por eso hacemos ese viaje.

OJ: Pues justo es lo que me pica. ¿Estás seguro de que saldrá el plan? Mira que, si prescindimos de la República -nuestra marca de fábrica-, perderemos todas las elecciones.

CP: segurísimo, Oriol. Nuestra Patria por una República. Deja que lleguemos a destino y lo verás.


ACTO SEGUNDO. En el palacio de La Zarzuela, ante una mesa con un retrato enmarcado de Franco acariciando la cabeza del mozalbete que luego sería Felipe VI. Los mismos y el mozalbete que ahora está más alto y lleva barba.


Felipe VI (FVI) (Displicente): He tenido que cancelar una reunión de veteranos de la División Azul (ya van quedando pocos) para atenderos porque decíais que era urgente. ¿Cuál es ese plan revolucionario que traéis?

CP: Sencillo, Majestad. Una reforma constitucional para convertir la monarquía española en dos: una en España y otra en Cataluña, con usted de Rey en ambas partes. Una monarquía confederal, como lo fue Austria-Hungría.

FVI: Hummmm, "Felipe VI de España y I de Cataluña". No suena mal. (Mirándose en el espejo) Hasta parece que haya multiplicado mis dominios... y sin hacer nada, en la más pura tradición borbónica.

OJ: Dos monarquías hispánicas confederadas e iguales. Tendrá usted que jurar dos Constituciones.

FVI: Eso de jurar, desjurar, perjurar y contrajurar se nos da de miedo a los Borbones.

CP: Además de jurar, tendrá usted que respetar la soberanía de Cataluña y su independencia fiscal.

FVI: Por supuesto, por supuesto. Ya veremos luego a quién robamos. (Volviéndose a Junqueras): oye, pero vosotros, ¿no sois republicanos? ¿Cómo haréis compatibles la monarquía y la república?

OJ: Cuando hay voluntad. Todo se puede. Al abandonar transitoriamente nuestro ideal republicano, hacemos un paréntesis, como hacen los fenomenólogos, mientras se aclara la situación. Lo que nos importa es Cataluña y si usted nos protege de los españoles, la República puede esperar.

CP (sonriendo): Así es, Majestad. Ocasión única. Problema resuelto y todos pasamos a los libros de historia.

FVI: Pues trato hecho, chicos. En cuanto salgais de aquí llamo a Mariano y doy las órdenes oportunas. Contad con ello. (Da unos pasos de baile). Tralalá, tralalá: mi dulce Letizia, ¿te apetece ser reina de Cataluña? (Se detiene, pensativo). Oye, pero no me la jugaréis, ¿eh, catalufos? Que os conozco.

OJ: Nos va a libertad en ello, Majestad. (Salen todos).

ACTO TERCERO. En el Palau de la Generalitat, en una mesa, ante un retrato de Macià, Puigdemont y Junqueras deliberan, consternados.

OJ: ¿Cómo es posible que haya fracasado nuestro masterplan?

CP: No lo sé. Solo sé lo que me ha dicho Felipe VI por whatsap. Que no es posible y que nos lo explica ahora por video conferencia.

Se ilumina la pantalla en la pared y aparece el rostro de Felipe VI

FVI: Hola a los dos. Siento deciros que no hay trato

CP: Pero ¿por qué? ¿Qué ha pasado?

FVI: Los cuatro partidos del régimen se oponen a la monarquía bicéfala, con la ilu que me hacía. No quieren ni hablar de ella. Ni la Iglesia, ni el ejército. Nadie.

OJ: Lo dicho, Majestad, ¿por qué? ¿Por qué nos quieren tan mal a los catalanes que no nos dejan ni tener nuestra propia monarquía con un solo rey? ¿Tienen miedo a la República Catalana?

FVI: ¡Qué va! Tienen más miedo a la República Española.

CP: Pero si los catalanes aceptamos la solución de la monarquía dual...

FVI: Los catalanes en esto, como siempre, no pintáis nada. Lo que dicen todos (PP, PSOE, Podemos, C's) es que no puede hacerse la partición que proponéis porque, en ese caso, la República sería imparable... en España, algo que no quiere ninguno de ellos.

OJ: ¿Ni Podemos? A Tardà va a darle algo.

FVI: Esos son los peores. Solo aceptarían la República si Pablo Iglesias fuera presidente vitalicio y hereditario. Si no, prefieren la monarquía. Así que adeu, companys, em sap greu per vostès i sobretot per en Junqueras, amb la seva Repùblica...

FINIS

La seguridad funcional

Por fin aparece la bicha. Nadie quería nombrarla pero, al negar el PSOE la vía del 155, la norma siguiente, que aguardaba su turno agazapada, es la Ley de Seguridad Nacional del 28 de septiembre de 2015 (LSN). Durante la Xª Legislatura de mayoría absoluta del PP, el PSOE, bajo dirección de Rubalcaba, desapareció como oposición (cuando más falta hacía) y solo se materializó para acordar con el gobierno los pomposamente llamados "asuntos de Estado", el más típico de estos, la seguridad nacional. La norma se aprobó finalmente siendo ya SG Sánchez, en su primera vida. Eran otros tiempos que quizá no estuvieran para cuestionar herencias envenenadas. Pero ahora lo están. 

No es cosa de analizar la dicha ley. Palinuro le dedicó un par de entradas: El movimiento nacional (16 de enero de 2015) y Cuidadito con moverse (17 de julio de 2015), porque la norma se las trae. Basta con concluir que es una especie de ilusión de retorno instantáneo a una concepción jacobina, centralista de la política nacional siempre que se invoque su imprecisa seguridad.

Ya en la tramitación parlamentaria, Tardà pidió incluir una disposición que salvaguardara los parlamentos autonómicos de las provisiones de la ley. No se aceptó. Se aseguró, sin embargo, que la LSN se concebía, a imagen y copia de la de los EEUU, en referencia a peligros y amenazas procedentes del exterior. La propia LSN determina que sus objetos (entre otros) serán "la ciberseguridad, la seguridad económica y financiera, la seguridad marítima, la seguridad del espacio aéreo y ultraterrestre, la seguridad energética, la seguridad sanitaria y la preservación del medio ambiente." Aparentemente muy concreto pero, en el fondo, muy impreciso. Por eso se insistió en que en ningún caso estaba pensada en contra de las CCAA y mucho menos de Cataluña; por favor.


Ahora en serio. Esa ley es un puro disparate. Quiere situarse entre el art. 155 y la legislación de excepción, a modo de cortafuego y lo único que hace es fundirlas en una sola. Respecto al art. 155 precisa la forma y alcance de las órdenes del gobierno central a la CA díscola. Y lo hace de modo que mete miedo: en caso de lo que la LSN llama "gestión de crisis", los competentes en materia de seguridad nacional son todos los órganos del Estado central (incluidos los delegados del gobierno) pero no las CCAA. Se deposita toda la autoridad en el presidente del gobierno, que preside el Consejo de Seguridad Nacional. El presidente puede nombrar una autoridad funcional en una CA, por ejemplo, que sustituirá a cualesquiera otras. Estaremos de acuerdo en que "autoridad funcional" es un término menos rudo que "virrey", "comendador", "preboste", "procónsul" o "prefecto".

Respecto a la legislación de excepción, la propia LSN reconoce que los trabajos de su órgano especial, el Consejo de Seguridad Nacional, servirán de fundamento para la aplicación de la legislación de excepción. Es decir, la LSN es un estadio anterior a alguno de los estados de alarma, excepción y sitio. ¿Es o no un disparate?

Sin duda, el recurso a esa LSN que jamás se emplearía contra Cataluña pretende conseguir la eficacia represiva de la legislación de excepción, pero de tapadillo, de civil, por así decirlo. Sobre todo a los efectos de no dar pretexto a los simpatizantes extranjeros con el independentismo catalán para hacer una campaña de las que Franco llamaba "antiespañolas". Pero eso es harto improbable. La LSN mueve demasiada artillería, va a hacer más destrozo del previsto y provocar una intensificación de la reacción nacionalista, no solo de los indepes.

Y es que a ver cómo se explica a la comunidad internacional que, mientras se decide si se inhabilita o encarcela o destierra al gobierno de la Generalitat, su poderes serán ejercidos por una autoridad funcional.

Y, sobre todo, cómo se explica a la dicha comunidad que el intento de que los catalanes ejerzan el derecho del voto (como reclama un 75% de ellos), atenta contra "los derechos y libertades, así como el bienestar de los ciudadanos, (o) el suministro de los servicios y recursos esenciales" que la ley dice proteger.

dissabte, 8 de juliol del 2017

El desconcierto

Menos mal que esto del referéndum catalán (el llamado desafío independentista de la prensa, dada a titulares fuertes) era un asunto que no interesaba a nadie y del que nadie se preocupaba, salvo dos o tres agoreros; menos mal que era la periódica pataleta victimista de los catalanes, siempre tratando de rebañar para casa; que era un asunto de cuatro corruptos del clan Pujol para tapar sus vergüenzas; una pelea interna entre los partidos nacionalistas por la hegemonía; una especie de chantaje de las elites nacionalistas; algo de iluminados y minorías radicales que se disolvería en el seny. Menos mal que no iba a ninguna parte, estaba condenado al fracaso y no merecía la atención de las personas sensatas.

Sí, menos mal, porque si llega a estar presente y hacerse ver en la vida pública española la monopolizaría al extremo de que no se hablaría de otra cosa. 

En realidad, más o menos, así ha acabado sucediendo. El desafío ha trastornado el conjunto del sistema político, tiene al gobierno paralizado y a los partidos, singularmente los de la izquierda, sumidos en el desconcierto y en crisis. La fractura que hay en Podemos entre el partido español y su pseudópodo catalán, Podem, es una manifestación más de cómo el referéndum divide a la izquierda española, entendiendo por tal también el conglomerado de los comuns.

Por el momento y a reserva de que la nueva mediación de Sánchez dé algún resultado tangible, tenemos un gobierno inmóvil, comprometido a evitar la celebración del referéndum, pero sin explicar qué medidas tomará y con qué medios. Frente a él una Generalitat, tozudamente alzada, dispuesta a realizar el referéndum el 1º de octubre, a darle carácter vinculante y actuar en consecuencia.

Con el "no" descontado del gobierno y a reserva, insisto, de que la intervención de Sánchez dé algún resultado, son dos las posibilidades: a) el referéndum no se celebra porque el gobierno central lo impide por la fuerza; b) el referéndum se celebra en condiciones similares a las del 9N y el gobierno se apresura a declarar que el resultado carece de eficacia jurídica.

En cualquiera de los dos casos, las consecuencias van a agravar y prolongar el conflicto. Este es el principal motivo por el que lo más razonable es permitir y organizar la celebración de ese referéndum. Porque no hay otra propuesta mejor. 

divendres, 7 de juliol del 2017

Contra reloj

Renqueante, la máquina del Estado se pone en marcha, no por mano del gobierno, cual sería lo esperable, sino de la oposición. Lo llaman "oposición de Estado" y está muy bien traído porque marca las distancias con el autoritarismo del gobierno.

Distancias siderales cuando habla la ministra de Defensa, recordando que las Fuerzas Armadas están para defender la integridad territorial y la soberanía. Sí, así es, pero no para decidir por su cuenta una intervención en ese sentido, ni siquiera bajo el mando de su capitán general, el Rey. Eso lo decide el gobierno, el gobierno al que ella pertenece. Su recordatorio es, por tanto, una amenaza. No una amenaza del gobierno como tal sino de una ministra especialmente belicosa y muy poco apropiada para el puesto que ocupa.

Así que rechazar expresamente la aplicación del artículo 155 implica oponerse con rotundidad a las amenazas de empleo de la fuerza militar. Bajen a esta señora del caballo de Espartero. Está en pleno delirio. ¿O imagina alguien a los turistas en Barcelona haciéndose selfies con el fondo de los carros de combate de alguna brigada mecanizada? 

Pero este mismo incidente muestra que la situación es muy complicada. Sánchez insta al gobierno a que gobierne, cosa que, por extraño que parezca, en España es toda una osadía. Propone a Rajoy hablar con Puigdemont y él mismo se declara dispuesto a hacerlo. Y por qué no los tres a la vez. Y cuatro con Iglesias y hasta cinco con Rivera y quien más quiera dialogar. Y ya hay una especie de mesa de diálogo y negociación que parece ser la razonable propuesta de Sánchez. Sin exclusiones.

Otro punto es la celeridad. Actuar antes de la confrontación, lo cual solo es útil si se presenta una propuesta aceptable para el bloque independentista, consistente en un tiempo muerto, un standby, una parada de reloj o calendario, como hacen a veces los diplomáticos, para tratar de encontrar una solución que satisficiera a todos, en el entendimiento de que, tanto si se consigue como si no, habrá referéndum en Cataluña. 

La opción es la más razonable y propicia para el nacionalismo español de izquierda. Otra cosa es respecto al independentismo donde, de aceptarse, se vería como la vieja táctica del divide et impera, pues habrá un sector independentista que insista en no entrar en acuerdo alguno con el Estado, ni siquiera el carácter pactado del referéndum. Pero la división se daría y plantearía un serio debate en el independentismo, cuyo resultado no me atrevo a prejuzgar.

La cuestión, como siempre, es qué haría la derecha y si volvería a echarse al monte. De momento ya ha demostrado en las legislaturas de Rajoy que respeto por las instituciones, ninguno.

Bienvenidos al infierno

No será porque no lo habían anunciado. Estaba en la convocatoria misma, Bienvenidos al infierno. Literal.

Todos los gobiernos occidentales condenarán sin sombra de duda la violencia en la cumbre del G-20 en Hamburgo. Y, con los gobiernos, los medios de comunicacion, las iglesias, los consejos bancarios y otras instancias del orden, como las organizaciones patronales, las sindicales y sus partidos políticos. El argumento es siempre el mismo en dos tiempos. Tiempo uno: en una sociedad democrática, toda violencia es condenable, deseo muy puesto en razón, aunque con matices. Tiempo dos: además, no sirve para nada porque la contraviolencia del Estado es siempre superior. Un argumento falaz.

Porque sí sirve. En tiempos de sociedad mediática, hace visible un descontento profundo, muy extendido, pero sistemáticamente relegado de la esfera pública. Nadie se enfrenta a los cañones de agua de la policía, los gases pimienta, las porras, para pasar una tarde de verano. Y la excusa de que se trata de minorías de radicales y provocadores que acaban reventado una manifa pacífica mucho mayor no vale. Las minorías no organizan batallas campales de horas con contenedores incendiados, asfalto arrancado, barricadas, etc, ni hieren a 76 policías.

Aquí pasa algo y las potencias del mundo harían bien en estudiar las causas de violencia y en buscar soluciones en vez de proclamar el estado de sitio. Por ejemplo, podían comenzar considerando la interesante cuestión de si sus mismas "cumbres" no son la mayor forma de violencia que se le hace al mundo. 

dijous, 6 de juliol del 2017

Arreglando el mundo

Los convoca Vocentro a una mesa redonda para recordar las elecciones de 1977, 40 aniversario, y se pasan el rato hablando de Cataluña y lo que la prensa llama "el desafío independentista". Qué afortunados los españoles de haber tenido a estos tres linces de presidentes. Linces lentos. Hace cinco años ninguno creía que el ascenso del independentismo catalán fuera asunto relevante en la política española. Rajoy calificaba las Diadas de asistencia millonaria de algarabías. Y ahora es de lo único de que hablan. En contra, naturalmente. Con lo que les gusta rememorar las elecciones del 1977 y los gloriosos momentos posteriores. Pues nada, a darle a la matraca del independentismo, según expresión castiza de la vicepresidenta a quien no hacen caso ni los suyos.

Los dos socialistas se enredan en difusos arbitrismos que se condensan en la vaga propuesta de la reforma constitucional. Piensan que el mero hecho de que los amos del cotarro admitan que cabe reformarlo debe ser suficiente para que los indepes se den por satisfechos y depongan su ilegal actitud. Luego ya se verá qué y cómo se reforma. Un federalismo por aquí, una vuelta al Estatuto de 2006, previo al cepillado de Guerra y el emasculado del TC y tan contentos. Zapatero se lía de tal modo que no hay modo de saber si se refiere a los españoles o a nuestros hermanos del otro hemisferio. Y González, más dado a lo especulativo, se maravilla de que nadie dude de la identidad de Cataluña pero sí de la identidad de España. ¿A qué creerá que pueda deberse tan sorprendente circunstancia? No está muy seguro pero afirma que no hay un problema de España-Cataluña, sino uno de Cataluña consigo misma.

Y dos huevos duros más, por supuesto, a cargo de Aznar, con ese estilo de la frontera que le caracteriza. No solamente no hay un problema entre España y Cataluña sino que "antes de romperse España, se romperá Cataluña", lo cual hace patente la lógica patafísica de la derecha. Porque, si Cataluña es España sin sombra de duda, ¿cómo puede romperse Cataluña sin que, por eso mismo, se rompa España? Pues muy sencillo: porque, en el fondo, no creen que Cataluña sea España.

Sí, es un problema de Cataluña con España porque es un problema de España consigo misma.

Mientras tanto, Cospedal tiene ya presto el ademán y la orden por si las fuerzas armadas han de intervenir en defensa de la Constitución, bárbaramente atacada por unas urnas.

En el frente judicial, el Tribunal Constitucional ha anulado la disposición de que la Generalitat habilite créditos para el referéndum. El País lo celebra con alborozo: Puigdemont se queda sin dinero para el referéndum. Me da que estos independentistas hacen una emisión de bonos de la independencia, reembolsables con intereses por el futuro Estado catalán. Sería una forma contundente de comprobar la solidez del apoyo social al independentismo.