dijous, 1 de juny del 2017

El destrozo

Es imposible valorar el destrozo que Rajoy ha causado. Estamos demasiado cerca, en medio de él, en un griterío colectivo permanente. Se estudiará en los libros de historia que abrirán con la intrigante cuestión de cómo ha sido posible que semejante incompetente haya desgobernado el país. La primera parte, la Xª legislatura, se echará a cuenta de la mayoría absoluta del PP. La segunda, el gobierno en funciones, dos elecciones, un gobierno en minoría, a cuenta de la correspondiente incompetencia de la izquierda. 

El gobierno no gobierna. Se defiende. Tapa agujeros. Comparecen sus ministros y altos cargos a proclamar su honradez personal en un aluvión de escándalos sin fin. Todos pendientes de las revelaciones que pueda hacer alguno de los suyos hoy entre rejas. Ahí está el presidente convocado a declarar en persona y, como testigo, a decir la verdad, algo para lo que parece estar incapacitado. Lo curioso y muy y mucho español es que, en lugar de cuestionarse cómo puede estar involucrado en un proceso penal el presidente del gobierno, los medios acusen a los jueces de buscar un "juicio político", una foto, una imagen, en lugar de permitirle declarar por skype. 

Asunto anecdótico, pero representativo. Un país -y menos "una gran nación"- no puede permitirse tener un fiscal anticorrupción con una cuenta en un paraíso fiscal; ni un ministro de Justicia reprobado por el Parlamento; ni un imputado diario; ni un presidente acusado de haber cobrado sobresueldos y al que mañana pueden llamar en condición de investigado. Recuérdese que en este reino del hampa nadie pone la mano en el fuego por nadie, incluido González quien no la ponís ni por él mismo.

El destrozo ha sido mayúsculo. Rajoy ha socavado el Estado del bienestar y ha destrozado el de derecho, controlando el poder judicial y usándolo para politizar la justicia. 

Ese destrozo es ya grave, pero hay otro más profundo que va con él. Ha destruido el poco o mucho compromiso, cierto o imaginario, crítico o laudatorio, de la transición. El destrozo causado se ha hecho con un ánimo de revanchismo franquista. La primera legislatura fue un monumento a la restauración del espíritu de la dictadura: sus tres pilares fundamentales fueron la LOMCE, la Ley "Mordaza" y las reformas de la Justicia perpetradas por Ruiz Gallardón. Todo esto, con mucho más en cuanto a autoritarismo, corrupción y agresividad, ha acabado demostrando que España no tiene remedio, que es imposible conseguir que la oligarquía dominante tradicional se acompase a los tiempos y abandone su carácter y práctica agobiantemente antidemocrática. 

Este país, con una monarquía sin legitimidad de fondo, no puede hacer frente a la reivindicación independentista republicana de los catalanes. Y aquí es donde el destrozo de Rajoy alcanza las proporciones históricas que a otro normalmente constituido quitaría el sueño: un país se rompe por la incompetencia de su gobernante. 

La parte correspondiente en el destrozo a la izquierda, en toda su ridícula complejidad, quedará para otro post. Por ahora séame permitido insistir en que el renovado (y parece que hasta espontáneo) apoyo del PSOE a este gobierno que no está en condiciones de gobernar no es de recibo por la izquierda. Una candidatura que se armó contra la abstención frente al PP cambia esa abstención por un voto afirmativo. 

Todo por miedo a Cataluña. Y ahora Puigdemont lanza la temida pregunta de si el gobierno está dispuesto a recurrir a la fuerza contra Cataluña. Parece que el gobierno, sí. La cuestión es si también lo está el PSOE.  Y parece que también. Lo que salga de ahí caerá sobre sus respectivas cabezas.

dimecres, 31 de maig del 2017

"Este país es una puta mierda"

La expresión es muy dura, desagradable, grosera, probablemente injusta. No es mía. Es de Ignacio Gónzález en una de sus castizas conversaciones telefónicas con alguno de sus compinches, cómplices y amigos, entre los que se encuentran, al parecer, el ministro de Justicia, el ex-ministro Zaplana, etc. Todas personas relevantes de la derecha; gentes de orden, probablemente católicas. Entre ellas el tal González, personaje público que llegó a ser presidente de la Comunidad de Madrid, tras haber sido mano derecha (y larga) de Aguirre. Un hombre por encima de toda sospecha, que administró miles de millones de dinero público de los que, con ayuda de su familia (la derecha siempre vela por la familia) sustrajo presuntamente cientos en una complicada red mafiosa, según parece con complicidades en muchos puntos de todos los poderes del Estado. Del ejecutivo, ministros; del legislativo, diputados y senadores; del judicial jueces y fiscales.

¿Un caso aislado? No, claro. Un partido con 900 imputados no tiene 900 casos aislados. Es un partido corrupto o, como dicen los jueces, una supuesta organización para delinquir. Y no de hace tiempo o en un lugar lejano. Aquí, ahora y hasta el futuro inmediato. Ese partido y ese gobierno tienen un nuevo presidente de Comunidad Autónoma (el de Murcia) imputado y un ministro reprobado con petición de dimisión junto a sus dos máximos fiscales, esos probos funcionarios a los que se atribuye la resurrección del viejo afilador. El titular de "Anticorrupción" es copropietario de una sociedad off-shore. El conjunto presidido por alguien citado a declarar como testigo en un proceso penal por primera vez en la historia.

Todo lo anterior era evidente hace meses, años incluso. Defenestrado en el golpe de mano "chusquero", Sánchez levantó bandera por el "no", sostuvo que la abstención habia sido un error y ganó las elecciones asegurando que pediría ipso facto la dimisión de Rajoy porque ni él ni su partido están en condiciones de gobernar. En lugar de ello lo ha llamado y se ha puesto literalmente a sus órdenes. Esgrimiendo el sagrado interés de la Patria, el PSOE renuncia a cuestionar la gestión anterior de la derecha respecto a Cataluña y apoya incondicionalmente una orientacion represiva del gobierno. Nada de dimisión: apoyo en toda regla. Y, de regalo, los presupuestos.

¿Cuál es la razón de este giro? Tengo una hipótesis. Asustados los barones y viejas glorias del PSOE (los de la foto del Ifema), al ver en directo y en tiempo real las condiciones de la candidata que apoyaban, tomaron una decisión. Hablaron con el candidato al que habían defenestrado por sospecharle veleidades pactistas con los indepes y le prometieron neutralidad en la campaña si él, a su vez, prometía mantener la unión nacional bajo la égida del PP. Obsérvese que ninguno de los del Ifema volvió a hablar en público a favor de Díaz, exceptuado el inimitable Zapatero. La andaluza se trabajó la campaña a solas y únicamente consiguió llevar al mitin de cierre a un Alfonso Guerra que parecía el espectro del Comendador. El resultado fue el que fue y lo primero que ha hecho Sánchez ha sido cumplir con el pacto antes que con su palabra. Y, de este modo, quien venía del frío para echar a la derecha, ha sido quien ha acabado de apuntalar el gobierno de la derecha más corrupta de Europa. Si non è vero, è ben trovato. 

Hay que hacer las paces, unir y recuperar el partido y prepararlo para las próximas elecciones que pueden ser en cualquier momento, sobre todo si el mandato del congreso es que pida la dimisión de Rajoy y haga una oposición eficaz, no "constructiva" como la de la gestora y la que el SG ha empezado a hacer. Esto quizá le resuelva la cuestión de la paz interna en el partido, depende de cómo se lo tome la militancia. 

Pero le queda articular una posición respecto al otro partido de la izquierda. La obsesión de Podemos con el protagonismo mediático lo lleva a entender su relación con el PSOE como una de amor-odio en la que acaba prevaleciendo el odio porque está anclado en el esquema conceptual de la vieja relación PSOE-IU. Por ello no puede convertir el espectáculo en realidad tangible y se ve obligado a recurrir muy a su pesar al primogénito, al que, como Jacob, trata de engañar sin conseguirlo porque el PSOE ahora está ahito, pisa fuerte, pues ¿no se codea con el presidente del gobierno en un episodio que sintetiza el renacer del venerable bipartidismo? Eso es preparar maquinaria de elecciones en nada de tiempo. Chapeau.

Lo malo es el discurso. Y sobre todo el punto negro de este, el pasaje de turbulencia, el nombre que, como el de la Biblia, no se puede nombrar: Cataluña y su proceso independentista. Al llegar aquí, se cierran las filas y surge un "no" bronco y a coro, el "no" nacional español. Sin razones, salvo el respeto a la ley. Pero ninguna ley puede pasar por encima de la voluntad del 75% del electorado de un territorio, una inmensa mayoría. Se responde que esa mayoría es minoría en el seno de otra mayoría, la española. Cabe dejar este debate a quien le interese y preguntar directamente al PSOE (a la izquierda en general) si también cree, como finje hacerlo la derecha, que el independentismo es una cuestión de un grupo de fanáticos, medio nazis y corruptos que han secuestrado la voluntad del buen pueblo catalán, más español que los manchegos. 

Si no es así, si cree que el millón y medio de votantes del JxS y los cuatro y pico millones de electores que piden un referéndum merecen un respeto y que se les escuche, como tanto preocupa a la vicepresidenta del gobierno, ¿qué piensa hacer al respecto? ¿Tratar la cuestión como un problema de orden público que se resuelve solo con medidas represivas o, como dice un dirigente de la nueva socialdemocracia, coercitivas? Esa propuesta de reforma federal de la Constitución,  se inspire o no en las de Anselmo Carretero, ¿qué viabilidad tiene? Sobre todo, ¿qué viabilidad tiene en Cataluña? 

Entre tanto, en este país, en donde rige la ley, y donde se fusiló a un presidente de la Generalitat, hoy hay otro que lo fue, procesado, como procesada está la presidenta del Parlamento y otros cargos o excargos de la Generalitat. Y la perspectiva es que el conflicto se agrave y se convierta en una espiral. 

A lo mejor tiene razón Ignacio González en su juicio. Él parece parte inseparable de este país.

Escuchar a los catalanes

Es lo menos que puede hacerse, pensaría cualquier persona con algún conocimiento de gentes y cierta educación. Pero eso, en España, no se estila. No lo hace esta derecha hirsuta y montaraz, directa heredera de Franco ni lo hace el PSOE que, como siempre, admite su subalternidad ante la derecha y acepta sus planteamientos autoritarios, impositivos y su comportamiento corrupto y delictivo porque tiene miedo de que se le pueda acusar de querer "romper España". Es una típica proyección de los neofranquistas y sus aliados del PSOE que son quienes verdaderamente han roto el país. Eso cuando no coinciden con sus aliados en su estúpida convicción de que los catalanes han de ser españoles, quieran o no, pero, luego, no están dispuestos a respetar sus derechos y sí a tratarlos como delincuentes.

Esto no tiene arreglo. A continuación, la versión castellana del artículo.


Escuchar a los catalanes

Realmente, ¿cómo iba a haber diálogo cuando una de las partes no parece estar enteramente en sus cabales? El contundente juicio de Sáenz de Santamaría sobre las auténticas intenciones de Puigdemont roza el delirio, es casi una declaración patafísica, dadaísta: Puigdemont quiere hacer un referéndum para no escuchar a la población.  Desde luego, el diálogo era imposible.

Y esa imposibilidad viene apuntalada por el respaldo manifiesto de Pedro Sánchez a la línea del “no” del PP, formándose así ya de hecho una “unión sagrada” de los tres partidos dinásticos, PP, PSOE y C’S. Frente al independentismo catalán que es, además, republicano. Es también una “unión dinástica”.

Tan fuerte que permite a la vicepresidenta seguir haciendo gala de su sentido de la lógica, cuando sostiene que el referéndum es ilegal pero invita a Puigdemont a defenderlo en el Parlamento; es decir, lo invita a defender una ilegalidad. Como cuando el emperador convocó a Lutero a la Dieta de Worms para que abjurara de sus tesis. Lutero no abjuró y Puigdemont no compareció.

La cumbre del referéndum no tiene otra opción que convocarlo con fecha y pregunta. A partir de aquí empieza la cuenta atrás del juego de acción-reacción-nueva acción. El Estado estará al acecho para impugnar cualquier acto de la Generalitat, por nimia que sea la causa, si entiende que propicia la realización del referéndum. A su vez esta tendrá que ir poniendo barreras y cortafuegos para avanzar en sus intenciones, descansando en su base popular y la movilización social. Sin pacto por medio, el referéndum se convierte de hecho en otro 9N, pero en condiciones distintas, agravadas.

La cuestión no es hasta dónde está dispuesta la Generalitat a seguir con su hoja de ruta pues está clara: hasta el final, hasta la celebración del referéndum. Antes bien, la cuestión es hasta dónde está dispuesto el Estado (es decir, el gobierno con su mayoritario apoyo parlamentario) a llegar en su política represiva o, como dicen sus aliados socialistas en esta tarea, sus “medidas coercitivas”.

Según se acerca el momento de eso que llaman los medios “el choque de trenes”, surgen vacilaciones, desconciertos, presiones, búsquedas de terceras vías sin mucho crédito ya y hasta bien intencionadas propuestas. Por ejemplo, se dice que la represión del referéndum se mantendrá hasta que el bloque independentista desista en su actitud con el menor descalabro posible y convoque elecciones autonómicas ordinarias que, se espera, traerán una composición distinta del Parlamento.

La opción de elecciones autonómicas es tan válida como otra cualquiera y, de verse en la necesidad por causa de fuerza mayor sin duda los partidos independentistas estarán preparados. Es una vía que tienen abierta y a la que pueden dar el valor simbólico que quieran. Pero no es eso lo que pretenden y, al mismo tiempo, temen que una nueva consulta electoral por imposibilidad de culminar la hoja de ruta desmovilizará un porcentaje del electorado independentista.

Por ello, a la vista del bloqueo sistemático de todas las iniciativas de la Generalitat, la mayoría independentista del Parlamento puede acudir a otra vía posible, la declaración parlamentaria unilateral de independencia (DUI). La unión sagrada española de los tres partidos habrá previsto que, al negar toda posibilidad de diálogo, esta opción se hace verosímil.

De adoptarse, se generarían dos reacciones paralelas: de un lado, una intensificación de la acción represiva del Estado, por medios excepcionales, incluida la intervención de hecho de la Generalitat y una previsible escalada de inestabilidad que no beneficiará a nadie y servirá como trasfondo de la otra reacción, la de una internacionalización del problema, pues la Generalitat la llevaría a la Corte Internacional de Justicia, argumentando el precedente de la opinión consultiva sobre Kosovo.

No está claro que prosperara pero la internacionalización sería un hecho, con el agravante de una situación interior de excepcionalidad. Justo los elementos que invitarán ofertas de mediación extranjera todas las cuales, obviamente, comenzarán por recomendar un referéndum.

dimarts, 30 de maig del 2017

La cuestión de fondo

Su primer acto como SG, decía Sánchez durante las primarias, sería pedir la dimisión de Rajoy. Pues ha sido al revés, casi como si se hubiera tratado del mismo Rajoy, el de "no he cumplido mi palabra, pero etc., etc." Primero le permite sacar adelante los presupuestos jugando con la mistificación del voto del diputado canario, que es o no es del PSOE, según interese. En segundo lugar lo llama por teléfono para comunicarle su rechazo a toda consulta ilegal y su respaldo incondicional a la gestión de la cuestión catalana; sí, esa gestión que el 77 por ciento de la población dice que es mala, aunque da algo de miedo pensar qué pueda considerar aquí "mala" mucha gente. 

Se supone que se trata de un gesto de estadista, de alguien que, teniendo en cuenta la situación crítica del país, pone el interés de este por encima del de su partido, el suyo y hasta su palabra. Se supone también que obedece a una profunda convicción nacional a la par que un deseo (legítimo) de ampliar su base electoral. Y así, haciendo de tripas corazón, llama al hombre que no lo felicitó la noche de su victoria, el que se negó a darle la mano en cierta memorable ocasión, al que él mismo tachó de indigno en la televisión, aquel cuya dimisión iba a pedir, para significarle su apoyo. No cabe mayor sacrificio en nombre de la Patria. Tendrá su recompensa.

Pero, de momento, tiene su coste. El que se deriva del hecho de tomar partido en un contencioso no con una propuesta propia, sino adhiriéndose incondicionalmente a la de una de la partes, la del PP, que es la de la confrontación. Ni siquiera cuestiona el derecho del gobierno a cerrar una vía de diálogo que, de todos modos, no existía. El PSOE da por bueno lo que haga ese gobierno y se inhibe de las consecuencias. Presume que estas le permitirán en todo caso llevar adelante su propósito de ir a elecciones a medio plazo, tratando de forjar una coalición PSOE, C's, Podemos (la estrategia original de Sánchez) con una propuesta de reforma federal de la Constitución para acomodar el ser de la España plurinacional, recientemente descubierto. 

La propuesta federal es vieja cantinela. El PSOE tuvo veinte años para ponerla en práctica. Y no se movió. Bien es verdad que los nacionalistas catalanes no apretaban. Pero sí quisieron ampliar su estatuto con una profunda reforma en 2006 que apadrinó precisamente el socialista Maragall, reforma que los propios socialistas se encargaron de aniquilar (pasándole el cepillo, al decir de Guerra) y el Tribunal Constitucional apuntilló en 2010. Así que el federalismo tiene ya escaso predicamento. 

De todas formas, es igual porque lo importante aquí es qué sucederá en ese tiempo en el que el PSOE se inhibe. Hastá dónde llegará la inhibición (y, por tanto, respaldo) en una intensificación de la actuación represiva del Estado. El referéndum no es una petición de una organización terrorista, sino una reclamación de amplia base social en Cataluña y una mayoría absoluta parlamentaria. Reprimirla por la fuerza no resolverá el problema. Lo agravará y lo enquistará. 

En el lado español, el giro copernicano de Sánchez, seguramente le resultará beneficioso en cuanto a proyectar la imagen de partido moderado, dinástico. Más difícil lo tiene para atraer el voto que se le fue a Podemos por la izquierda, pero eso dependerá de la actitud del propio Podemos, en donde, según mis noticias, vuelve a hablarse de transversalidad.

dilluns, 29 de maig del 2017

Una moción sin emoción

Como sabe todo el mundo, los relevos en la jefatura de las organizaciones crean vacíos de poder. Mientras quienes se van, se van y quienes llegan, llegan, la organización (Estado, empresa, partido...) tiene que seguir actuando y respondiendo a los requerimientos que se le plantean y que, comprensiblemente, se hacen más acuciantes al pensar sus autores que, en efecto, dan con un vacío de poder y pueden aprovecharlo. Quienes se van, se desentienden y quienes llegan, no saben bien aún en dónde están. 

Dos asuntos se ha encontrado Sánchez a la puerta de su despacho: los presupuestos del PP y la moción de censura de Podemos. En ambos casos la decisión es respetar la que ya había tomado antes el grupo socialista. Si acaso mitigando el "no" anunciado a la moción con una abstención. De inmediato lo han atacado por estar faltando a sus propósitos desde el primer instante, de estar haciendo un "Rajoy". 

Sin embargo, es actitud bastante razonable. Desautorizar a la gestora de golpe y porrazo es precipitado y revelaría inconsciencia. Eso lo ve cualquiera. La cuestión es que la oposición de Sánchez comienza a partir de los presupuestos. Su iniciativa arranca con un compromiso de pedir la reprobación/dimisión de Rajoy y, de no producirse esta, una nueva moción de censura. Ese era el plan y no hay razón para cambiarlo por consideraciones de oportunidad de otra formación, Podemos, que presentó la moción sin consultar con nadie. 

No hay vacío de poder en el PSOE y el congreso próximo promete mucho en punto a los tres elementos que trae la Nueva Socialdemocracia: la sustitución de la derecha en el gobierno (por mocion o elecciones), las relaciones con Podemos y la cuestión catalana.

Un pequeño detalle

La información, destacada en primera de El País (señal del susto que lleva en el cuerpo) es correctísima. Da cuenta de la decisión de Puigdemont de convocar una cumbre de fuerzas independentistas para fijar fecha y pregunta del referéndum. Informa de los asistentes: PdeCat, ERC, CUP. Catalunya en Comú (Ada Colau) se abstiene y Podem asistirá como "libre oyente". Los reparos de esta izquierda al llamado independentista apuntan en la dirección de estar buscando alguna forma de tercera vía, idea que ha comenzado a acariciar El País al comprender que la ignorancia, la falsedad y la manipulacion no compensan. Pero, en todo caso, una información correctísima.

Con un pequeño matiz, un detalle casi nimio. Sostiene el diario que la cumbre se reúne para acordar fecha y pregunta del referéndum separatista. Ahí ya el periodismo se troca fábula y ficción. El referéndum que la Generalitat quiere convocar (tras haber intentado inútilmente pactarlo con el Estado) es consultivo y vinculante. Si es separatista o unionista lo decidirán los votantes. Salvo que se diga que es separatista por convocarse por separado. Pero no parece ser el caso, pues bastaría con llamarlo ilegal. Separatista prejuzga el resultado.

La suposición de que un referéndum en Cataluña tiene que ser separatista da una idea de la fe, la confianza que los nacionalistas españoles tienen en su propia nación. Algo lógico a la vista de cómo la tratan.  

Sigan haciendo chistes

Sigan hablando de "feminazis", de denuncias falsas; sigan cargando contra la "corrección política", oponiéndose a la discriminación positiva, las cuotas, a toda forma mayor seguridad para las mujeres; continúen defendiendo los usos tradicionales del habla, tolerando la misoginia, defendiendo los abusos socialmente admitidos, como los piropos, contando chistes denigratorios hacia las mujeres; reproduzcan siempre que puedan las pautas machistas en la vida cotidiana y ridiculicen a quien las critica; nieguen que vivimos un feminicidio; restrinjan o supriman los recursos para luchar contra esta plaga.

Total, solo son tres personas asesinadas por su condición femenina. 

diumenge, 28 de maig del 2017

¡Ah! Pero ¿había una "crisis"? ¿No era una "algarabía"?

Rajoy no solo ha gestionado mal la “crisis catalana”. Lo ha gestionado mal todo. Se ha cargado el Estado de derecho, no ha conseguido sacar al país de la crisis, habiéndolo arruinado con unas arcas vacías (sobre todo, el fondo de pensiones) y una deuda pública galopante, ni siquiera ha conseguido reducir el déficit a lo que se le exige. En seis años no ha conseguido hacer lo que el gobierno portugués de izquierda ha hecho en dos. Un completo inútil y una desgracia para el país. Y más desgracia que el país se dé cuenta ahora. Lo único que este prodigioso incompetente sabe hacer es amparar a los corruptos y conseguir que la banda de ladrones que capitanea haya expoliado el país.

En lo tocante a Cataluña, la incompetencia tiene rasgos casi delictivos. Desde la famosa sentencia del Tribunal Constitucional de mayo de 2010, el independentismo catalán pasó de ser una reivindicación de partido a serlo social, nacional, transversal. Y, desde entonces ha llevado la iniciativa en procura de su objetivo de un referéndum de autodeterminación en Cataluña.

Durante esos años, el gobierno presidido por esta nulidad no ha hecho nada por dialogar o negociar con los independentistas, se ha cerrado en banda, ha despachado con cajas destempladas a dos presidentes de la Generalitat que venían a exponer sus demandas y ha dado orden a su frente mediático de que ataque sin cuartel al independentismo, al tiempo que, al parecer, también se le hace la guerra sucia.

Hasta los de su cuerda, los empresarios catalanes, le instan a negociar y llegar a alguna solución política. El olmo y las peras. El mismo presidente reconoce que no tiene propuesta alguna, que no se le ocurre nada, vaya. Y eso que asegura encontrarse en el mejor momento de su vida. Se le nota cuando se pone apocalíptico previendo desastres sin cuento con la independencia de Cataluña. Lo único que se le ocurre es meter miedo o, mejor dicho, exteriorizar su propio miedo.

La cuestión no es qué cabe esperar del gobierno. Ya se sabe: nada. La confrontación y a ciegas. Es qué cabe esperar de la oposición: si va a cerrar filas tras el gobierno en combate o va a presentar alguna propuesta de negociación.

Ayer, Palinuro, extralimitándose, presentaba una. Ni él mismo se fía de ella. La intención era simplemente decir que hay que dialogar, que no se puede aceptar la decisión de este gobierno de cerrarse al diálogo.

En una democracia no es admisible impedir el diálogo y, si esto sucede, los independentistas se sentirán legitimados para proclamar una DUI, una Declaración Unilateral de Independencia en el Parlamento. Y a ver qué hace el gobierno.

Habla la autoridad

Todo es relativo. A Rajoy el país no le parece corrupto. A otro, en cambio (a muchos, en realidad), puede parecerle que un país gobernado por un presidente presunto cobrador de sobresueldos en B y citado a declarar por los tribunales es corrupto. Seguramente se lo parecería al mismo Rajoy sino se tratara de su persona. Así que el hecho de hablar de corrupción, siendo él el responsable político de todos los corruptos, entra dentro no ya de desfachatez, sino de la chulería matonesca de esta derecha criminógena y comecirios.

En todo caso, es cierto, el país no es corrupto: sus ríos, montes, llanuras, nubes y cielo no están corruptos. Pero su gobernación sí y de arriba abajo, pues depende de un partido con 800 imputados y al que los jueces consideran una presunta asociación para delinquir. Un partido presidido por el mismo que niega la corrupción que lo afecta. Y, por si alguna tenue esperanza hubiera, repasen los últimos actos del gobierno, su partido y sus amigos en la judicatura:

Mantienen en sus puestos a un ministro reprobado y un fiscal cuestionado.

Nombran para presidir la sala de lo penal de la AN a una jueza apartada de un caso de la Gürtel por evidente amistad con el PP.

Nombran para presidir una comisión de investsigación del caso Lezo, que afecta directamente a Ignacio González, a un cuñado suyo.

Nombran para presidir una comisión de lucha contra la corrupción a Manuel Cobo quien, efectivamente, la denunció en su día, pero que, a su vez, sigue en investigación por actos realizados durante su pertenencia al gobierno de Ruiz Gallardón.

La corrupción es total. Gobierna una banda de presuntos delincuentes cuya única preocupación es colonizar las instituciones públicas, robar a manos llenas del erario y controlar el poder judicial, llenarlo de clientes y deudos para irse de rositas con lo apandado.

No, el país de  Aguirre, "el Albondiguilla", Arenas, Aznar,  Baltar, Bárcenas, Barberá, Bernard, "el Bigotes", Blesa, Botella, Camps, Chaves, Correa, Cospedal, "el curita", Dancausa, Espejel, Fabra, Gallardón, González, Granados, Griñán, López, Matas, Mato, Millet, Moix, Pujalte, Rajoy, Rato, Pedro Antonio Sánchez, Sepúlveda, Soria,  Trillo, Urdangarin, Villarejo, no es corrupto. ¡Qué va!

dissabte, 27 de maig del 2017

Cerrar antes de abrir

Cuando Rajoy “da por cerrada la vía de diálogo con la Generalitat” está haciendo un ejercicio de posverdad. Algo inherente a su partido y que consiste en negar la evidencia con todo aplomo o directamente inventarse la realidad. “El PP es el partido de los trabajadores”, decía Cospedal. Posverdad. “El PP es el partido que más ha luchado contra la corrupción”, según Rajoy. Posverdad. “No he cumplido mi palabra, pero he cumplido mi deber”. Posverdad de la que se sigue que el deber de este hombre es no cumplir su palabra.

¿Hay algo más posverdadero que dar por cerrada una vía de diálogo que no existe? Ciertamente, hace unos meses, el presidente del gobierno, en un gesto de magnanimidad unilateral decidió adoptar una política de diálogo con la Generalitat. Despachó a la vicepresidenta a Barcelona, le puso allí un despacho desde el cual aquella empezó a ejercer a modo de virreina. Y ahí acabó la política del diálogo, en un único encuentro entre Sáenz de Santamaría y Junqueras para comprobar que no tenían nada de qué dialogar. El referéndum no lo permite. El diálogo no arrancó, pero el gobierno ya lo da por cerrado.

Es un momento de suspense, los dos contendientes en mitad de la calle desierta, mirándose a los ojos bajo un sol cegador, a ver quién hace el primer movimiento. De ambos lados llegan voces. Del lado del gobierno se lanzan admoniciones y amenazas y la inevitable Cospedal, ministra de Defensa, habla ya en términos castrenses de intervención militar. Califican de intento de golpe de Estado el referéndum. Del lado de la Generalitat se escucha a la CUP y la ANC, así como otras asociaciones de la sociedad civil, reclamando fecha para la celebración del referéndum.

El escenario es de confrontación. Y de mala perspectiva porque ninguna de las partes puede echarse para atrás. Sin embargo, una cosa está clara: la represión no es una solución. Un Estado de derecho no puede sobrevivir sojuzgando a una minoría nacional. La traslación de la experiencia del País Vasco a Cataluña, esto es, la idea de que es posible domeñar una reivindicación independentista tratándola como una cuestión de orden y seguridad pública, es un grave error. En el PV había un problema de terrorismo. En Cataluña hay una amplia movilización social democrática y pacífica.

La represión no solo no es justa; tampoco práctica. El Estado puede suspender la autonomía catalana pero en algún momento tendrá que restablecerla; puede inhabilitar a la actual clase política independentista, pero no impedir que se reproduzca mediante elecciones. El gobierno sostiene que va a dar la batalla a la Generalitat en defensa de la mayoría de los catalanes a la que se está engañando. ¿Cómo saber si esto es así? Por supuesto, haciendo un referéndum. Justo lo que, encuesta tras encuesta, reclama entre el 70 y el 80 por ciento del electorado catalán: hacer un referéndum para ver qué quieren los catalanes. El gobierno no tiene más que investigar. Lo que quiere la mayoría de los catalanes es un referéndum.

Si la represión no es la solución, ¿cuál es? Sentarse y negociar. Negociar, ¿qué? Por supuesto, todo. Eso de que hay algo innegociable (la soberanía del pueblo español) que va repitiendo por ahí Rajoy como una carraca es otra posverdad. ¿Por qué es innegociable? Porque lo dice la Constitución. Y la Constitución, ¿qué es? Una ley (y muy reciente, por cierto) que, como todas las leyes se puede cambiar. En realidad, las leyes no hacen más que cambiar y no solo las humanas, también las naturales y hasta las divinas. Porque todas las leyes se hicieron para los seres humanos y no al revés.

Que en un Estado democrático de derecho haya algo de lo que no se puede hablar es inadmisible. Porque quien impide que se hable, impone su opinión como infalible, la fija como verdad incuestionable. Si alguien la cuestiona, se le reprime pues estamos en la época de la posverdad, de la represión.

Es una perspectiva poco halagüeña y resulta comprensible que todos hagan cuanto puedan para evitarla. Todos quizá no. La negativa del gobierno a dialogar apunta a una intención de empeorar la previsión en virtud, quizá, de aquel viejo adagio que suele atribuirse al espíritu revolucionario leninista de “cuanto peor, mejor”.

La cuestión es si los otros partidos españoles aceptan o no uncirse al carro de guerra de la derecha. C’s parece casi destinado pues nació hace una docena de años como partido anticatalanista. Podemos, por el contrario, respalda la celebración de un referéndum pactado y, por tanto, legal y vinculante. Si hay prohibición, legitima un referéndum unilateral, pero solo le da un valor político, no jurídico. La incógnita es el PSOE, que ha cambiado las tornas desde las primarias y cuyo SG, acabado de aterrizar, se encuentra con una línea de apoyo parlamentario al PP sobre la que tendrá que tomar una decisión.

En asuntos tan graves, las decisiones no se improvisan y necesitan tiempo. Por eso Sánchez hará bien en no pronunciarse en uno u otro sentido hasta tener todos los datos, valorar sus posibilidades y formular una propuesta que habrá de someter a consulta a la militancia. Con la marca socialdemócrata. Por eso, así como no ajusta su criterio a las orientaciones de Podemos, tampoco tiene por qué responder a los desafíos gubernativos de que aclare el concepto de “nación de naciones”. Todo a su tiempo.

Para ir haciendo tiempo y entretener a los impacientes, el PSOE puede declarar en el Parlamento que no acepta el cierre de la “vía de diálogo”. Esa decisión es contraria a la función esencial del gobierno que, como toda autoridad pública, debe velar por la paz y el entendimiento entre los ciudadanos y no por la confrontación. Además, es ilegal, pues no media una previa decisión parlamentaria que le inste a hacerlo. No tiene más respaldo que una acción ejecutiva. Pero si el Parlamento rechaza el cierre del diálogo y obliga al gobierno a seguir intentándolo, este tendrá que hacerlo.

Al final, el problema es qué se lleva en concreto a una mesa de negociación, mediando entre dos posiciones antagónicas. Algo en lo que ambas partes estén de acuerdo, habiendo ambas cedido en algo. Como base podría servir la siguiente propuesta: el Estado permite la celebración del referéndum llamándolo “consulta”, “sondeo” o como se quiera, desprovisto de eficacia jurídica pero con una eficacia informativa que conlleva una obligación: el Estado se compromete a abrir un proceso de reforma constitucional en un órgano ad hoc, una Convención, por ejemplo, con una composición que haga justicia a la reivindicación independentista. Sea cual sea el resultado de la Convención, se someterá a referéndum por comunidades autónomas, una de cuyas opciones habrá de ser la independencia.

divendres, 26 de maig del 2017

La que ha liado Sánchez

El título no es un error. Es Sánchez, no Puigdemont, que lleva bastante tiempo liándola. Es Sánchez el que la ha liado ahora siendo elegido SG contra Susana Díaz y el pronóstico de la autoridad. Esa decisión de la militancia ha trastocado los planes del frente nacional español PP-PSOE, que lleva gestándose desde la Ley de Seguridad Nacional, aprobada con los votos de ambos partidos dinásticos en septiembre de 2015. 

Esa alianza patriótica funciona soterradamente desde entonces y está en la base del golpe de mano del 1º de octubre. Existiendo la sospecha de que Sánchez estuviera tramando alguna forma de alianza con Podemos y los indepes, el frente nacional  da un golpe preventivo. Y del que parece tenía informado a Rajoy. El entendimiento de este con Rubalcaba fue siempre patente en asuntos que ambos gustaban llamar "de Estado" y quería decir Cataluña. 

La gestora del golpe sería Díaz y con esta rotundamente opuesta a Podemos y los indepes, quedaría armado el triángulo poderoso del nacionalismo español. Con un respaldo de tres cuartas partes de la Cámara, se encontraría una solución al contencioso catalán por las buenas o por las malas.

El resultado de las primarias ha dinamitado ese plan. Los ha descolocado y han recurrido a palabras mayores. El famoso editorial de combate de El País, El Brexit del PSOE, pone a Sánchez de chupa de dómine y habla de "demagogia, medias o falsas verdades (sic) y promesas de imposible cumplimiento" y se queja luego donde le duele: "En un momento en el que España enfrenta un grave problema territorial en Cataluña, era más necesario que nunca que el PSOE se configurase como un partido estable y capaz de suscitar amplios apoyos." O sea, la gran coalición, el gobierno de unión nacional.


A su vez, Rajoy también pierde los nervios y se pone a presumir de demócrata y adalid del Estado de derecho, acusando a los indepes de pretender un golpe de Estado. Su propuesta, dice, es liquidar la Constitución, lo nunca visto, lo que solo sucede en las peores dictaduras, cosa que él sabe de buena tinta porque su partido lo fundó un ministro de una de esas dictaduras. Todos cometemos pecadillos en nuestra juventud, pero es que este los comete ahora en edad provecta al gobernar conculcando sistemáticamente todos los fundamentos del Estado de derecho. Más o menos, lo que deja entrever el "todo" a que dice el gobierno estar dispuesto. 

Y encima, viene Sánchez a proclamar en el congreso la fórmula de "nación de naciones". Que no está mal, es bienintencionado, pero ya lo suficiente para que al frente nacional le dé un ataque. Y con escaso atractivo en el otro lado, que pide algo más concreto y tangible, un referéndum. La fórmula es, además, autodestructiva. Si no he entendido mal, se concibe España como "nación de naciones"... culturales. Una nación política compuesta por naciones culturales. Y ¿por qué no asimismo políticas? ¿Por qué la nación España, cuya idea cultural es problemática, sí, y la nación catalana, cuya identidad cultural es patente, no?

Si se quiere aportar algo con intención de desbloquear la situación, la nación de naciones tiene que ser de naciones políticas en igualdad de derechos con proporcionalidad negociable y todo ello a partir de un referéndum pactado vinculante. 

Populismo 2.0

Por otro nombre, Estado no confesional. Tiene mérito porque la decisión no es de Kichi solo sino del consistorio prácticamente al pleno en respuesta a un sentir de miles de ciudadanos de cofradías, hermandades o fieles particulares. Con el voto a favor de concejales del partido de Kichi y la abstención de otros. 

El propósito de separar lo celestial de lo terrenal no ha prosperado. Sugiero a los amargados liberales, laicistas y tibios de convicción que interpreten el acto en clave progresista ya que, de todas formas, no pueden oponerse a eso que se llama la sana devoción popular. ¿Cómo? Como siempre, inventándoselo. Por ejemplo, pueden decir que, en realidad, esa medalla de la ciudad de Cádiz incorpora también La Pepa. El liberalismo doceañista siempre fue muy beato y encontrándose ahora sobre el pecho de la patrona de la ciudad se sentirá recompensado.

Parece que Kichi, aplicando la política de separación, con algún fallo, por cuanto se ve, practica los cultos callejeros procesionales y viste de nazareno. También aquí, sin embargo, plantea contradicciones pues concurre a título personal y a rostro descubierto, como corresponde a los representantes de las izquierdas. Un antisistema paradójico porque, al parecer, es uso que los nazarenos lleven el rostro oculto con el gato para mantener el anonimato.

El genio de la raza.

dijous, 25 de maig del 2017

Cincuenta años

Que "el gobierno esté dispuesto a todo para impedir el referéndum" es noticia cuando menos preocupante. Habrá quien se sienta tranquilizado y quien, con cierta legitimidad procedente de la experiencia, intranquilizado. Ese adjetivo indefinido que también figuraba en las puertas de los cuarteles de la Guardia Civil, en este país permite abrigar negros presagios. Inútil preguntar qué es "todo". Todo es todo. Lo legal y lo ilegal. Por lo demás, el Estado nunca hace nada ilegalmente ya que, mediante el estado de excepción, puede suspender la legalidad con lo que cualquier ilegalidad es legal, excepcionalmente legal.

Esa firme voluntad del Estado de hacerlo "todo" para impedir el referéndum se apoya en la necesidad de evitar una repetición de la consulta del 9N. Y si ahora va a hacerse "todo" para impedirla, ¿por qué no se hizo el 9N? No solo no se impidió sino que hubo burlas sobre ella desde el mismo gobierno, al compararla con una verbena sin consecuencias juridicas, salvo las penales que sí está teniendo. Entonces no se impidió y ahora sí, ¿por qué? La arbitrariedad es uno de los rasgos más irritantes de las tiranías.

Ese puñetazo del todo sobre la mesa parece ser la respuesta del Estado a la proposición de diálogo y pacto sobre el referéndum de los indepes en La Cibeles el lunes. En realidad, ya se anunciaba en los energúmenos que llamaban "hijos de puta" a los catalanes a la entrada y salida del acto, en una muestra más de la hospitalidad de los madileños. Ese "hijos de puta" es el sentido último del "todo". 

También se adelanta a la carta que ayer envió Puigdemont a Rajoy invitándole por enésima vez a negociar un referéndum. El recurso al género epistolar en la era de las TICs tiene un regusto literario. El remitente no se ha puesto plazo límite de espera de respuesta y no lo necesita. Antes de llegar a destino la carta ya tiene respuesta: "no". 

A partir de aquí, es el famoso juego del gallina. Las cuatro opciones son posibles. Se trasluce de una frase del discurso de Puigdemont en la Cibeles: "no hay poder (en el Estado) para detener tanta democracia". A esa frase es a la que contesta la afirmación del gobierno de estar dispuesto a "todo".

La cuestión es si la oposición va a tolerar o apoyar una política de confrontación sin proponer soluciones alternativas que puedan negociarse.

Cincuenta días

Es tradición y norma de decoro político dar 100 días de gracia (o carencia) a quien acaba de acceder a un cargo de gestión y responsabilidad política. Al no ser el cargo institucional del Estado sino de partido, aunque muy importante y tratarse no solo de un electo, sino de un reelecto (en una peripecia con un toque de thriller) podríamos rebajar el plazo a la mitad. Cincuenta días de margen y libertad para que el recién llegado pueda acomodarse, reformar lo que estime oportuno y poner en marcha su programa sin verse entorpecido por críticas y ataques que no pueden serlo a su obra, ya que no se ha iniciado, sino a su persona y por motivos personales.

Parece generalizarse un ánimo respetuoso con esta civilizada costumbre. Los barones hostiles (Javier Fernández, García Page, Ximo Puig y Fernández Vara) han pactado ya listas integradas para el Congreso, esto es, con representación proporcional a los resultados de las primarias. Solo queda Díaz que, si bien proclama lealtad al nuevo SG, no acepta la fórmula de las listas integradas y plantea un frente de resistencia, tomando Andalucía como su bastión. Y aun aquí hay presiones para conseguir listas de integración. La gestora se reúne con Sánchez para hacer una trasmisión educada de unos poderes de los que tanto abusó. Hasta Felipe González, a regañadientes, dice que hay que apoyar a la mayoría, como si fuera una concesión y no un deber democrático. De Zapatero, tan activo y dicharachero en la campaña de Díaz, no se sabe nada. Es esperar que, tras meditarlo, también apoye a la mayoría. Rubalcaba tampoco se ha manifestado en persona, aunque viene a hacerlo a través de los furibundos editoriales de El País, desde aquel famoso en que se trataba a Sánchez poco menos que de psicópata estilo Unabomber, hasta los más recientes anunciando cavernoso el Finis Hispaniae a manos de este peligroso izquierdista.

De los demás claros varones de Castilla poco puede decirse salvo que, siguiendo inveterada costumbre, acuden solícitos en auxilio del vencedor. 

Cincuenta días de carencia antes de enjuiciar sus medidas. La política de personal político, nombramientos, reemplazos, etc., es cosa suya y de su equipo que alguna idea tendrá. En dos asuntos, no obstante, sí podemos los demás meter baza: a) lo referente al próximo congreso 17/18 de junio y b) las relaciones con la izquierda. 

En cuanto al próximo Congreso es de esperar que, reflejando el sentir de la mayoría de la militancia, se puedan debatir en igualdad de condiciones las propuestas presentadas y, desde luego, la de una gestora fallecida de muerte natural y la del equipo del nuevo SG, esa que Díaz llamaba "folleto". Con eso bastará para que el SG y la ejecutiva tengan un margen holgado de acción en una situación política muy compleja y delicada.

En cuanto a las relaciones con la izquierda y específicamente con Unidos Podemos es básico que el PSOE clarifique su actitud. Ahora hay un enfoque nuevo, con un nuevo liderazgo que pretende tomar la iniciativa, no que se la impongan. Es razonable aplazar toda medida práctica en ese campo hasta el congreso para no contradecir la política aplicada por el grupo de la gestora consistente en hacer mutis por el foro. Pero sin olvidar que se trata de un aplazamiento para luego pedir la reprobación/dimisión de Rajoy y, de no darse, presentar una moción de censura por su cuenta. Esto esencial para que no quepa decir que no ha habido cambio en el PSOE sino que este sigue en su situación de subalternidad a la derecha. Entre tanto, la presentada por UP seguirá su curso, se debatirá y será derrotada, ya que solo se ha pactado y en el último instante con los indepes catalanes.

La reelección de Sánchez devuelve al PSOE la iniciativa política en una situación de centralidad que nunca había perdido. Puede verse en ese escurridizo intento de chantaje de Podemos al PSOE de que presente una moción de censura a cambio de retirar ellos la suya, una por la que trajeron a la gente de manifa plebiscitaria con alharacas quincemayescas tan sonoras como silencioso fue luego el eco en los medios. Cualquier intento de presionar al PSOE blandiendo una mocion de censura disparatada está condenado al fracaso. Emplear una política de hechos consumados con quien puede permitirse ignorarlos deja al que lo hace en una posición ridícula. Los socialistas presentarán su moción de censura cuando ellos decidan y no al dictado de Podemos. Pero tiene que haber una reprobación, una petición de dimisión y una moción de censura por ese orden.

dimecres, 24 de maig del 2017

Pedro y sus llaves. Pablo y su espada

Empiezan a aparecer memes de Pedro y Pablo en las redes. Sí, los Picapiedra. Pero también hay otra pareja más famosa aun en la iconografía occidental, la de los apóstoles Pedro y Pablo. El primero con la llave del reino de los cielos; el segundo con la espada del poder en la tierra, aunque pudiera ser aquella con la que lo decapitaran, pues no se sabe de cierto cómo murió. Pedro aparece con las llaves de la organización de la izquierda democrática, Pablo aporta la belicosidad. Y ambos saben que han de entenderse si quieren ir a algún sitio. Entenderse no significa dejar de criticarse, pero sí de atacarse y de practicar juego sucio.

Cada uno de ellos lo tiene suficientemente complicado. En Podemos hay un sector visceralmente reacio a toda unidad de acción con los socialistas. Y es poderoso. El sector proclive a un entendimiento fue derrotado en VAII y lame sus heridas en un oscuro rincón. Manda el acero bolchevique. Ese que sigue sin entender algo elemental: si quieres ganarte a los militantes de un partido no empieces por decirles que sus líderes son un puñado de sinvergüenzas, vendepatrias y robagallinas, porque suelen molestarse. Hasta puede irse más allá y decir que también los militantes tienen esos rasgos. Pero no se sabe entonces cómo se ganarán las elecciones.

En el PSOE las cosas no pintan mejor. Sánchez, nuevo SG, tiene ante sí varios de los trabajos de Hércules y no solo el de los establos del rey Augías, como ya le han señalado. También le espera la Hidra de Lerna, el jabalí de Erimanto, el león de Nemea y algún otro, como una bajada a los infiernos en forma del próximo congreso, ese concilio en donde quieren marcarle el carné de baile. Y con dos líneas rojas: a Podemos, ni agua y con los indepes, ni a la vuelta de la esquina.

Ahí tendrá Pedro que usar las llaves y hasta una ganzúa. Sus huestes deberán presentar una propuesta al Congreso que elimine esa especie de mandato imperativo de las lineas rojas del non licet y deje razonable discrecionalidad a la Ejecutiva y al SG para articular alguna forma de acción conjunta de la izquierda y alguna propuesta de negociación con el independentismo. Sánchez y los suyos tienen un arma poderosa para conseguir su objetivo: su compromiso electoral de que cualesquiera acuerdos en estas cuestiones se someterían a consulta de la militancia y esta, obviamente, puede rechazarlos. De las dos cuestiones, la primera parece reelativamente fácil. La segunda es más difícil. Pero es imprescindible. El independentismo catalán lleva la iniciativa desde el comienzo, a lo que se ha resignado el nacionalismo español, parapetado en un "no" cerrado, sin luchar por llevar él la iniciativa con algún tipo de contrapropuesta, algo que sirva para dialogar y negociar. La respuesta de la otra parte oscilará entre el "sí" (poco probable) y el "no". Pero como es seguro que no hay posibilidad alguna de "sí" es si no se presenta ninguna propuesta.

Los independentistas en Cibeles

Mi artículo de hoy en elMón.cat. Ayer fue día fasto para dos aficiones de distinto ánimo: la llegada a Madrid de la troika indepe -Puigdemont, Junqueras, Romeva- con la última propuesta de negociación para un referéndum pactado. Y la victoria del Real Madrid. De esta sé poco; de la otra, algo. Los tres de JxS hablaron en sus característicos estilos, Romeva con la contundencia de quien viene a ser el CEO de la empresa Cataluña; Junqueras, abacial en un iusnaturalismo de fuerte voluntad política y Puigdemont capaz de combinar sucintamente la flexibilidad táctica con una precisa estrategia. El aforo estaba lleno, pero los poderes fácticos de todo tipo y los partidos dinásticos boicotearon el acto, al que solo asistieron Podemos y algunos otros favorables o bien dispuestos hacia a las reivindicaciones catalanas. Así, es muy difícil dialogar.

A continuación, la versión castellana:

Los independentistas en Cibeles.

El lunes, mientras unas docenas de energúmenos, apenas contenidos por la policía, portando banderas rojigualdas y de la Falange vociferaban improperios, la troika independentista, Puigdemont, Junqueras y Romeva exponía en la madrileña plaza de la Cibeles las razones de la Generalitat en pro de un referéndum de autodeterminación en Cataluña.

La idea original venía de Puigdemont, quien se había ofrecido días antes exponerla en una sesión plenaria del Senado, teórica cámara de representación territorial. Pero los senadores se negaron a admitirlo. Pudieron estar a la altura de su ilustre predecesor, el Senado de la República de Roma, cuando ante él comparecían los reyes extranjeros, como Yugurta, rey de Numidia, a exponer sus planes. En lugar de ello mostraron su estrechez de miras pretendiendo que Puigdemont hablara en una comisión especializada. Los de JxS se negaron con toda razón y acabaron consiguiendo el amparo y la audiencia de los tribunos de la plebe en el Ayuntamiento madrileño, gobernado por la coalición de izquierda de Ahora Madrid. Siempre el pueblo ha sido más democrático que la oligarquía patricia en su cementerio de elefantes.

Tres de los cuatro partidos de ámbito estatal, PP, PSOE y C’s boicotearon el acto. No así el cuarto, Podemos, que estuvo presente, al igual que representantes de otros partidos nacionalistas y, por supuesto, distintos sectores sociales, como la prensa la Universidad o el cuerpo diplomático. En un asunto de importancia capital, un problema constitucional profundo que afecta a la estructura misma del Estado, la inmensa mayoría de los diputados españoles (el 73% de la cámara) prefiere no tener conocimiento directo, de primera mano, de los términos del problema, prefiere ignorar la realidad y seguir viviendo en un sueño. Es una prueba más de irresponsabilidad de la clase política española, cuya voluntad de diálogo y espíritu democrático brillan por su ausencia.

La democracia no resuelve los problemas de fondo de las sociedades, que son entes conflictivos: los civiliza, los encauza y, de este modo, permite que se resuelvan por otro lado. Pero si las partes se niegan incluso a abrir cauces de diálogo, lo que se evidencia es una voluntad enfrentamiento e imposición antidemocráticos. Un reconocimiento de falta de razones.

El PSOE y su recién estrenado líder perdieron una ocasión única de mostrar con hechos que las recientes primarias han abierto un tiempo nuevo. Si, contra todo pronóstico, Sánchez hubiera acudido a escuchar al presidente Puigdemont (como, por otro lado, mandan no solo la conveniencia política sino la elegancia de trato) se hubiera dado un toque poderoso de atención y abierto una tenue esperanza de encontrar un camino de salida al embrollo.

No hubo nada de eso. Hubo un plegarse a la cínica invitación de la vicepresidenta del gobierno a Puigdemont de ir a exponer el proceso ante el Congreso de los diputados. Algo que recuerda la orden de Leon X a Lutero para que compareciera ante la Dieta de Worms, a retractarse de sus tesis protestantes y salir convenientemente humillado, cosa que afortunadamente no pasó pues Lutero no se retractó. Tampoco los independentistas han caído en tan elemental trampa, como cayó hace años Ibarretxe, a quien el Parlamento español dio el mismo infame trato que el Concilio de Constanza a Jan Hus, ejecutándolo.

Muy bien ha hecho JxS buscando un escenario alternativo. Su posición es diáfana y, por más que los medios madrileños traten de manipular y emponzoñar la situación tiene un hilo razonable y lógico: Cataluña es una nación (no un concurso de sardanas), con derecho a decidir su futuro mediante un referéndum de autodeterminación. Lo razonable y justo es que ese referéndum sea pactado, amparado y protegido por el Estado, pero si este se niega, aquella lo hará invocando el principio político de la supremacía de la legitimidad sobre la legalidad.

Esta situación recuerda pasadas y desastrosas obcecaciones de la oligarquía española, incapaz de entender la realidad a la que se enfrenta y las aspiraciones de los pueblos que regenta. Es un enésimo dejà vu en el proceso de desintegración de un imperio que no consiguió mudarse en nación. Los del JxS en Cibeles afirmaron su voluntad de seguir sentados en la mesa de negociaciones hasta el último minuto, en espera del interlocutor español. Es una prueba de paciente voluntad negociadora que fortalecerá la causa independentista a ojos de la comunidad internacional y puede acabar convirtiendo el último minuto en el último suspiro del Estado español,

dimarts, 23 de maig del 2017

Lo que no podía ser no fue

Las primarias han sido un psicodrama. Así se ha vivido hasta el último, hosco, rencoroso, agresivo y hasta amenazador desplante de la caudilla ignominiosamente derrotada. Las cosas tenían que terminar personalizadas y enconadas porque así empezaron. Fueron dos campañas personales que se perfilaron de liderazgo, con una diferencia: mientras el de Sánchez era de abajo arriba, impulsado por la militancia, el de Díaz era de arriba abajo, impuesto por el aparato. Los dos se acusaron de personalismo pero eran personalismos contrapuestos.

Un dato frío, tan frío que mete miedo, es que Díaz tuvo menos votos que avales, a diferencia de sus dos adversarios. No es extemporáneo ni absurdo presumir en Andalucía la famosa espiral del silencio, de Noelle-Neumann. La verdad, algo siniestro para venir además de la mano de la izquierda, que no se ha resistido a tejer una estructura clientelar análoga al caciquismo de la derecha. Esa extraña mezcolanza de institucionalismo partidista (por designar de forma exquisita lo que otros llaman "captura de rentas") explica muchas cosas sobre la visión de alianzas de Díaz: con el PP y con C's, sí; con Podemos, no; y con los indepes, menos. Una candidatura del aparato, en ignorancia del sentir de la militancia y defendida, además, de modo autoritario, intemperante, a veces chabacano y generalmente agresivo.

¿Cómo no percibió Díaz lo que se avecinaba si era palpable? ¿Cómo nadie de su confianza se lo dijo? ¿Son en verdad la vanidad y la ambición tan poderosas que ciegan el juicio y obnubilan la razón? Así parece y con efectos duraderos, a juzgar por el modo abrupto de despedirse la comitiva andaluza la noche de la elección. Se barrunta tormenta.

De eso tendrá que ocuparse el candidato ganador y actual SG. Pero antes habrá de responder al nuevo reto de Podemos de retirar su moción de censura (MC) a cambio de que Sánchez presente una suya. Es una curiosa oferta: la MC iba a ser apoyada por una gran manifa en la calle de la que los medios, sin embargo, no se hicieron eco por estar ocupados con las primarias. Y eso que la manifestación adquirió efluvios plebiscitarios cuando la MC incluyó de candidato a Iglesias. Esa MC no tiene ningún porvenir jurídico ni político de forma que retirarla o no retirarla es indiferente para los planes del PSOE. Este pide la comparecencia y reprobación de Rajoy, cosa que seguramente saldrá y, en consecuencia, su dimisión. De no producirse esta, los socialistas seguramente presentarán su propia MC que llevará su popio candidato, Sánchez, y a la que Podemos decidirá si se suma o no.

En los asuntos internos del PSOE (ya se sabe, allí en donde anidan los verdaderos enemigos, como se vio el 1-X), Sánchez transita por un campo de minas. Ya le han estallado algunas: la dimisión fulminante de Hernando y la espantada montaraz de Corcuera son solo el comienzo. Habrá otras. Vendrán de las federaciones. El venenoso editorial de El País, El Brexit del PSOE contenía una llamada a la rebelión entre los barones. Perdida la primera línea de batalla, derrotada la caudilla, el aparato se retira al segundo frente y levanta una fronda señorial contra el poder central. No obstante, algunos barones se han puesto ya incondicionalmente a las órdenes del SG (el de Extremadura y el de Aragón); otros se lo están pensando (el de Castilla La Mancha, el de Valencia y el del PV); y la andaluza muestra querencia a echarse al monte y levantar bandera en el Congreso.

Todo eso es política interna de interés inmediato para militantes, dirigentes, cargos, corrientes, pero poco más.

En el interés general, en cambio, está comprobar si esa candidatura de izquierda democrática triunfante actúa en congruencia con lo que las bases que la han armado reclaman: oposición sin fisuras al gobierno del partido más corrupto de la historia de la democracia; oposición activa que trate de deponerlo; diálogo y colaboración con las otras fuerzas de la oposición, a ser posible con todas y, si no, preferentemente con la izquierda.

Diálogo y negociación que tiene que incluir Cataluña. No es admisible que, ante una reiterada oferta de negociación del referéndum por parte de la Generalitat (oferta que llega literalmente "hasta el último minuto") la respuesta haya sido siempre "no", sin ningún tipo de contrapropuestas. Contra toda razón y contra la voluntad expresa de una inmensa mayoría de catalanes, el referéndum no se puede celebrar simplemente porque no.

Alguien tiene que empezar a decir que si en democracia cabe hablar de todo, cabe hablar de un referéndum pactado que clarifique de una vez las relaciones entre España y Cataluña.

Cataluña en verano

En la abundante programación veraniega de la Universidad Complutense de Madrid han hecho un hueco para un curso acerca del problema más grave que tiene planteado España desde hace mucho tiempo y, con especial intensidad, en los últimos siete años. Cataluña. 

La tristemente famosa sentencia del Tribunal Constitucional de mayo de 2010, emasculaba el proyecto de nuevo Estatuto de 2006 que sustituía al de Sau de 1979 y ya venía muy "cepillado" del Congreso y, cerrando el camino al pacto político, abrió el de una rebelión pacífica, democrática e independentista. La dinámica centrífuga catalana, incomprensiblemente ausente del debate político español hasta ayer mismo, plantea un grave problema constitucional al Estado. Y no desaparecerá por el hecho de que siga negándose contra toda evidencia. La evidencia de que entre el 70 y el 80 por ciento del electorado reclama un referéndum y cada año unos dos millones de personas salen al carrer en la Diada a reclamar su deseo y voluntad de constituirse en un Estado nuevo de Europa.

Ese deseo y esa voluntad no caben en el ordenamiento jurídico español. Pero algo habrá de hacer el Estado con esos millones de ciudadanos suyos. Tres posibilidades se le abren: a) cerrarles la boca (ya se verá el método); b) reconocerles el derecho que reclaman; c) buscar alguna fórmula para que los que no cabe en el ordenamiento jurídico, quepa y encontrar una solución que satisfaga a ambas partes. Y las tres están todavía abiertas, a cuatro meses de la prevista celebración de un referéndum que el Estado no acepta.

Por eso el curso tiene mucho interés, ya que se trata de examinar un tema candente con espíritu académico y desapasionado. Por cierto, en el consabido marco incomparable del Escorial que encierra la nostalgia del pasado imperial español. El elenco de participantes, excluido el arriba firmante, es de mucho nivel y promete interesantes debates sobre el sempiterno problema de España: su identidad.

En los aspectos administrativos, la matriculación y asistencia y eso, están en la web de la UCM. Las fechas, 3 al 7 de julio, San Fermín.

dilluns, 22 de maig del 2017

El punto de partida

Las primarias han puesto todo patas arriba.

Innecesario señalar, sería ya crueldad, el oscuro ridículo de Podemos contraprogramando con la manifa de Sol. El interés estaba entonces, y está ahora, en otra parte. Iglesias, Garzón y Errejón han felicitado a Sánchez; no así, creo, Rajoy. Un gesto de educación y, al mismo tiempo, un reconocimiento de que hay un interlocutor. Uno que han votado las bases de su partido en un ejercicio de democracia interna insólito por estos pagos.

Eso tiene muy asustada a la derecha. El editorial de El País, poco menos que toca a difuntos por el PSOE, inmerso en la crisis general de la socialdemocracia y la particular de no hacerle caso. No es el momento de andarse con chiquilladas de consultas, bases y otros populismos. Por eso su portada avisa del peligro de la sedición catalana si no hay referéndum: la DUI. Ese fue el temor que movió al hoy extinto PSOE de la gestora al golpe de mano del 1º de octubre. Y he aquí que se lo encuentra reafirmado.

Las primarias eran vitales para el PSOE y España. Su resultado refleja el deseo de la militancia y de los electores –incluidos muchos que habían dejado de serlo- de regenerar el partido y democratizarlo y hacer lo mismo con un sistema político corrupto, autoritario y centralista. Ha sido una decisión colectiva irreprochable que habla mucho de la madurez de la militancia y de su sentido de la justicia.

Por supuesto, un repaso a los medios deja claro que todos habían previsto la victoria de Sánchez. Es inexplicable que se le diera por perdedor desde el primer momento. Sin embargo, no lo vieron ni después de los avales. No lo vio, según parece, la propia Díaz, cuya victoria pírrica presagiaba su segura derrota. En fin, eso no importa gran cosa. Como tampoco la mala uva que demostró tener la caudilla, un no saber perder llamativo: hosca, huraña, sin mencionar al ganador por su nombre y sin expresarle lealtad, como sí hizo Patxi López. Obviamente estaba fuera de sí. Todo un carácter apadrinado por las viejas glorias. Irritada, intemperante, altanera, en lugar de marcharse en silencio, como había anunciado, poco menos que promete guerra.

Lo que importa es lo que viene a continuación: el cambio de actitud del grupo parlamentario socialista (con Hernando ya dimitido), la nueva interlocución de los otros partidos, especialmente la izquierda, la nueva política parlamentaria y de alianzas del PSOE. El deber inmediato de exigir la reprobación/dimisión de Rajoy o plantear una nueva moción de censura, ya que la de Podemos habrá sido derrotada.

Y, por supuesto, queda el tema peliagudo y más conflictivo, el de Cataluña. Hoy llega a Madrid la troika indepe: Puigdemont, Junqueras y Romeva. Iremos a escucharlos la consabida anti-España. Se niegan a ir el PP, C’s y el PSOE. Pero esto no puede seguir así. Es necesario hablar, dialogar, ponerse de acuerdo. Y hacerlo en torno a un referéndum pactado.

Y ahí es donde está el único escollo de la candidatura de Sánchez no a las primarias, que ya las ha ganado, sino a las generales. Lo más difícil empieza ahora teniendo que correr en un terreno minado. La imagen del Km Cero no es buena. Sin duda se refiere al punto de partida de una carrera hacia La Moncloa. Pero se presta a equívoco: el Km Cero es un viejo punto de referencia cargado de significado centralista. Está en la Puerta del Sol, era el lugar en donde se torturaba a la gente durante el franquismo, e incorpora una idea del país que la realidad niega tozudamente.

diumenge, 21 de maig del 2017

Aquí se la juega la izquierda

Incapaces de entender las consecuencias de sus propios actos, los "cerebros" de Podemos afirman en las redes que hay una confabulación de los medios para silenciar el circo seudo-15M que montaron ayer. Y así, según ellos, se demuestra la pujanza de su movimiento y la inevitable decadencia de los medios de la tramacastarégimenblablabla. En su amarga queja se echa de ver su verdadera y única intención: robar el protagonismo mediático al PSOE mediante una triquiñuela de última hora.

Y, como no les ha salido, protestan en las redes y siguen haciendo el ridículo. Tenga usted teóricos de alcurnia e intelectuales orgánicos para que lo dejen a usted a la altura de los gusanos. La sola idea de que con un acto montado en el último momento, sin más objetivo que apoyar una moción de censura inútil, iban a robar el protagonismo al PSOE era ridícula y peligrosa. Y así les ha salido.

Montan un acto más o menos improvisado de movilización callejera en apoyo de una moción de censura absurda en congruencia con esa teoría típicamente anguitista de conjugar la acción parlamentaria con la de la calle así, por principio, sin tener ni idea de cuáles sean las condiciones concretas. Porque, no se olvide, Anguita, el verdadero espíritu de Podemos, no pudiendo quedarse quieto, había contraprogramado la contraprogramación de Podemos unos días antes, cuando convocó al Foro Cívico/somos mayoría a una manifa en todas las ciudades de España el 15 de mayo., pensando que las masas aacudirían a su llamado¿Alguien oyó o vio algo de esa portentosa manifa el día de marras? No, claro. Pero, al menos, no hubo que leer a los intelectuales anguitescos sosteniendo que el nulo reflejo en los medios demuestra que el capitalismo se hunde. 

Porque la contraprogramación de ayer al PSOE, ya tuvo que ocultar la de su díscolo padrino Anguita el día 15 y viene asimismo a ocultar la manifa convocada por el verdadero 15M para el próximo 27 de mayo, con lo que estos de Podemos ya coronan su palmarés de plagiarios, incapaces de hacer nada original. El acto, pues, pretendía ocultar el vacuo gesto de Anguita, oscurecer la verdadera manifestación del 15M, convocada por los auténticos herederos de los indignados y, sobre todo, aniquilar la presencia mediática del PSOE.

El tiro por la culata. Nadie habla de Podemos porque, como ha quedado claro con este ejercicio de irrelevancia, no pintan nada. 

La idea de que es posible anular un partido de 140 años de historia, con luces y sombras, ya se sabe, pero con una cultura y tradición propias, encarnado en todo el territorio español, en cientos de casas del pueblo y agrupaciones, con una militancia activa, muchas veces por tradición familiar, que vive su acción política de modo personal y sostenido, por un grupos de amigos con muchos seguidores en la red es literalmente absurda. 

Las primarias del PSOE son una realidad de la que el país está pendiente porque con ellas se juega mucho y por eso copan la atención de los medios. El circo de ayer en Sol, pretendiendo ponerse en el lugar del PSOE, es un simulacro en el que la soberbia y el narcisismo de sus dirigentes no les deja ver que, en el fondo, no son otra cosa que los servidores de la derecha.