dimecres, 19 de setembre del 2007

La unidad de la izquierda (II).

Un lector me acusa de perder de vista el hecho de que los explotados de hoy día están en el sector servicios y que, a los efectos del carácter explotador del capitalismo, todo sigue igual. Seguirá, para qué vamos a discutir; incluso puede haber empeorado. Pero los trabajadores del sector servicios no son proletarios. Marx había escogido el término para significar a los que no tenían otra cosa que vender que su fuerza de trabajo, los que no tenían nada que perder. Sobre sus hombros descansaba el protagonismo revolucionario de la historia. Los trabajadores del sector servicios están explotados sin duda alguna pero tienen algo que perder, diversos tipos de propiedades (con las que se endeudan más o menos), ciertos niveles de consumo, etc. Son propietarios (o eso creen ellos), el resultado de lo que la señora Thatcher llamaba el "capitalismo popular".

Es cierto que la izquierda tiene que dirigirse a estos sectores explotados y a otros que mencionaremos a continuación. Pero no puede hacerlo con el discurso a los proletarios porque no lo son. Junto a estos sectores de explotados, la izquierda debe atender a los inmigrantes, que ya son una magnitud estadísticamente relevante y las minorías discriminadas por diversos motivos. Los inmigrantes son los más cercanos a la condición proletaria. Pero son extranjeros y aunque muchos quieren echar raices en el país de acogida, otros sólo quieren hacer un dinero y volver a su país.

La defensa de las minorías se me antoja un objetivo típico de la izquierda por cuanto viene a hacer realidad el principio de la igualdad. Nadie debe verse perjudicado por razón de su opción sexual, religiosa, familiar, etc. Y este es un terreno en el que el debate está siendo particularmente enconado. La apertura de las instituciones sociales a la minoría de los homosexuales, por ejemplo, está costando más que los procesos de emancipación de los judíos que tuvieron lugar en siglo XIX y suscitaron asimismo mucha oposición. En este campo, cuando menos, debiera haber unidad de la izquierda y es llamativo que no la haya.

En esto de la unidad, por último, no debe perderse de vista algo que la autoconciencia de la izquierda sostiene que no le afecta y es sin embargo una de sus características: la vanidad. En las condiciones actuales de la izquierda en España, la cuestión se da entre un partido con no muchos militantes pero notable peso electoral y una colición de fuerzas de baja representatividad entre las cuales se cuenta el Partido Comunista de España, cuya cuota electoral oscila entre el cinco y el nueve por ciento. La izquierda es particularmente propicia al personalismo, cosa menos frecuente en la derecha, aunque pueda resultar paradójico.

Poner en marcha un conciliábulo de amigos y allegados que hace un llamamiento a la recomposición de una izquierda revolucionaria, siempre bajo su esclarecida guía, claro está, es un ritual tan frecuente en el campo de la izquierda que parece consubstancial a su forma de ser, que siempre tendrá algo de conspiradora.

(La imagen es un cuadro de Giuseppe Pellizza, titulado El espejo de la vida(1895-98).Pellizza es también el autor de la imagen de ayer, llamada El cuarto estado, que Bertolucci utilizó como reclamo para su film Novecento.)

Cumplir la ley.

Trataba de ver ese programa de Sáenz de Buruaga en Tele Madrid, titulado "Madrid opina" pero es difícil porque tiene un grado de manipulación subido. En la sesión de ayer se quería zaherir al Gobierno por el asunto de la enseña nacional y contraponer la heroica Regina Otaola al vendepatrias y pisabanderas Rodríguez Zapatero. Había tres periodistas de El Mundo, uno del ABC y una de El País y Pedro Calvo Hernando, que no sé en qué periódico está pero es hombre de gran profesionalidad y objetividad. Esa clara desventaja de El País frente a los periodistas de la derecha debe ser para contrarrestar el abominable monopolio de la información del grupo Prisa. Había además dos políticas, la señora Cospedal, candidata del PP a la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha y la señora Rosa Díez que, se supone, representa a su nuevo partido o quizá siga yendo por la parte del PSOE. A esta feria la llaman "composición" plural y equilibrada de un foro.

Un espectáculo, de verdad. Un guirigay con todos a una contra el Gobierno por no cumplir la ley de banderas. Y eso que contamos con una sentencia del Tribunal Supremo diciendo que hay que cumplir la ley, que ya es sentencia. Salió la señora Otaola y el señor Zapatero estaba ya quedando como un patriota de boquilla, que habla mucho de España pero permite que no se cumpla la ley -cumplimiento que todos consideraron la esencia misma de la democracia- en asunto tan esencial como la exhibición de la bandera que simboliza, según la señora Díez, los derechos de todos, y todos los derechos, especialmente el de la vida. Esta señora Díez tiene toque para el melodrama. Ya su libro, titulado Porque tengo hijos, lo muestra.

¡Cúmplase la ley! era el grito unánime de aquel puñado de Catones y ciudadanos ejemplares cuando el señor Calvo Hernando planteó una cuestión que los dejó a todos descolocados y en una posición francamente ridícula. De acuerdo, vino a decir el señor Calvo Hernando, cúmplase la ley, cúmplanse las leyes; la de Educación para la Ciudadanía también. Se quedaron todos en blanco y hubo una sensación de bochorno general que irradió del aparato de TV, o eso me pareció. Hasta el señor Sáenz de Buruaga, de ordinario muy seguro, perdió los papeles. Al final, la señora Díez, cuyo sentido del ridículo es obviamente inexistente, zanjó señalando que la observación del señor Calvo Hernando es como la hipocresía de los nacionalistas vascos que no querían condenar un atentado específico, sino todas las formas de violencia. En efecto, grandes dotes para el melodrama y para la demagogia que suelen ir juntas.

Injusticias de la vida. Te pasas un tiempo planeando un programa bien manipulador y un contertulio te lo despedaza con un rasgo de ingenio. Porque, diga lo que diga la señora Díez, la doblez del personal , capaz de pedir que se cumpla esta ley pero que se incumpla aquella otra, quedó patente.

(La imagen es un lienzo de Jean Béraud, que se llama L'escrimeuse y se encuentra en Art Renewal).


dimarts, 18 de setembre del 2007

La unidad de la izquierda (I).

Pensaba escribir algo sobre la festividad del comienzo del año judicial, que tiene aspectos para sacarle tema: el Rey, en cuyo nombre se administra la justicia (lo que nos pone de los nervios a los republicanos) allí presidiendo; el señor Fiscal General del Estado, dibujando la patología penal nacional, el panorama de los delitos que se cometen en España, con lo que eso da para la demagogia política; el señor presidente del Tribunal Supremo y por ello mismo del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), un señor que es prácticamente un becario del PP, partido que se niega hace diez meses a renovar el CGPJ para no perder la mayoría que ostenta en él, correspondiente a otra composición parlamentaria y en un alarde de concepción política de la justicia.

Pero es un asunto aburrido. Esa oposición que ejerce el PP y que desborda el ámbito político y se lleva a los demás órdenes de la vida politizándolo todo puede sacar de quicio al santo Job, huelga decir a quienes no lo somos. Porque además es una práctica deliberada de instrumentalización partidista de las instituciones al grito de que eso es lo que hacen los demás. Morro, vamos.

Por eso pensé abrir una reflexión sobre esa posibilidad que ha emergido hace poco de una unidad de la izquierda, que es un tema de mucho interés sobre al que la izquierda le gusta discutir y discutir. Y con razón porque es muy sorprendente que, siendo el sistema electoral como es, que premia la unidad y castiga la fragmentación, la izquierda se presente siempre dividida. Y con el ejemplo de la derecha bien a la vista pues reúne en un solo partido desde el centro-derecha a la extrema derecha. En la derecha no se habla de unidad sino que se hace, en la izquierda se habla mucho porque no se hace.

Y la cuestión es si buenamente se puede. La división entre una izquierda templada, reformista y otra radical y revolucionaria se ha dado siempre. El comunismo nació como una escisión izquierdista en el seno del movimiento socialista y enfrentado a éste y así ha seguido hasta nuestros días, con algunos momentos excepcionales, como los de los Frentes Populares en los años treinta, la Unidad Popular de Allende o el programa común de la izquierda en Francia en los años setenta. El resto ha sido enfrentamiento y no parece que vaya a cambiar en un futuro próximo. Para la izquierda radical y revolucionaria, el socialismo, la socialdemocracia no es izquierda, sino una de las dos patas sobre las que camina el capitalismo. Esto es bastante cierto pues ningún partido socialdemócrata aspira a una transformación completa, revolucionaria, del orden socioeconómico. Lo que sorprende es que la izquierda radical se niegue a reconocer que hay dos patas, una la izquierda y otra la derecha y que no son iguales.

Uno de los argumentos de los partidarios de la unidad de la izquierda llama la atención sobre el hecho de que en muchos municipios haya gobiernos de unidad de la izquierda. Eso es verdad y suele explicarse apuntando a la naturaleza de la política local, de carácter más patrimonial que la nacional y donde la incidencia personal de las medidas adoptadas es más evidente, pero no sirve para hacer deseable la unidad de la izquierda en el orden nacional.

Como socialdemócrata partidario del reformismo más descarado que no cree sea posible ni conveniente el hundimiento revolucionario del mercado, que es el corazón mismo del capitalismo, me pregunto cómo prueba la izquierda revolucionaria su creencia en la revolución siendo así que su sujeto y protagonista tradicional, el proletariado, ha ido mermando en lugar de ir aumentando, como sostenía la visión marxista, hasta el extremo de que apenas alcanza el treinta por ciento de la población activa. En cuanto al auxiliar, cuya importancia se descubrió en la praxis revolucionaria del siglo XX, esto es, el campesinado, su destino ha sido peor que el del proletariado. Entre el dos y el cinco por ciento de la población activa trabaja el campo. Con un treinta y cinco por ciento de la población activa no puede darse movimiento revolucionario alguno. Sí puede darse un golpe de Estado siempre que se cuente con un partido disciplinado y unido, dirigido por un político con mentalidad de estratega, como era Lenin. En esa imagen se ha quedado anclada la visión de la izquierda revolucionaria y por eso añora la existencia de un único partido que funcione como un pequeño pero decidido ejército revolucionario. Es el momento dorado de los comunistas del que sacaron un espíritu que llamaron "bolchevización del comunismo occidental" y que de inmediato hubieron de acallar y guardar en el baúl de los recuerdos.

Desde entonces hasta hoy, esa izquierda revolucionaria ha puesto sus esperanzas de transformación radical del orden social no en la conciencia revolucionaria de su sujeto ni en el funcionamiento inexorable de las leyes de la historia, sino en la aparición afortunada y excepcional de algún dirigente carismático. Esa esperanza es difícil de articular con una alianza programática con otra fuerza o corriente política nada interesada en su realización.

Paseando por la vida.

Mi hijo Andrés, que por fin se ha decidido a actualizar su blog, llamado Androides de segunda, ha puesto un video que también ha colgado en Youtube, sobre él mismo, una especie de recorrido fotográfico de infancia y adolescencia que está muy bien. Reconozco a la persona que retrata cada foto (son todas de carné, de photomaton, todas primeros planos frontales), la he tratado, la he tocado, he hablado con ella y la he visto crecer. La verdad es que impresiona. Impresiona ver cómo en el Andrés niño estaban inscritos los rasgos del Andrés adulto que, a partir de algún momento, dejó se sonreír . Ya le volverá la sonrisa. La vida es larga, aunque para el arte sea breve.

En fin, he pensado que puede tener interés para otros. Es como el recorrido gráfico y veloz de una maduración. Por eso, tras pedir el correspondiente permiso, helo aquí.

Como padre, además, lo encuentro muy guapo. Dice que lo ha hecho con un programa muy sencillo. Pues le ha salido muy bien sincronizado. Tengo que pedirle que me pase el programa.

dilluns, 17 de setembre del 2007

Arden los Reyes en efigie.

Ya están la Fiscalía y el Tribunal de Orden Público (perdón, quiero decir la Audiencia Nacional, se entiende) otra vez en plan guerrero a cuenta de un supuesto delito contra el Jefe del Estado, sus símbolos, sus allegados, su efigie o todo lo que le toque. Con otro frente abierto por un chiste en una revista de humor esto no puede ser bueno para la Monarquía que debe de ir mal si tanto necesita que la protejan. Igual que la portada de El jueves puede ser injuriosa para la Casa Real, ahora dizque quemar a los Reyes en efigie es insultarlos. No veo la relación lógica por lado alguno. Es perfectamente posible quemar a alguien en efigie o en persona real sin insultarlo, incluso haciéndolo con el mayor de los respetos. No creo que los funcionarios que acompañaban a las esposas del maharajah muerto a la pira funeraria fueran insultándolas.

Espero que sea obsequiosidad de los servidores públicos que aquí parecen adscritos a la Casa Real como porteros de noche. Quiero creer que los Reyes admitirán que entra en su sueldo (esa pasta gansa que la colectividad les paga y sobre la que hay tanta especulación, especulación en sentido metafísico, claro, no financiero) el admitir que alguien pueda quemarlos en efigie, aunque no sea más que por razón similar a la que los mueve a ellos a rendir tributo anual a Santiago Matamoros, cuya actividad esencial fue la de cargar contra la morisma en Clavijo y abrir cuantas cabezas de infieles pudo. Quiero decir que ambos hechos, el de quemar la efigie de los Reyes y homenajear a Santiago Matamoros, en culto de dulía como Dios manda, remiten a idéntico orden alegórico y simbólico que pertenece al ámbito de las creencias colectivas. Y esto es aun más acentuado en el caso del empleo del fuego porque este elemento está en creencias ancestrales que perviven en ritos y prácticas actuales de la más diversa índole, empezando por la explicación mitológica de su origen a través de la leyenda de Prometeo.

El uso del fuego en las manifestaciones políticas tiene su intríngulis. El quemar una efigie o un símbolo (sucede mucho con las quemas de banderas españolas, estadounidenses, etc) equivale a un acto de magia, a un deseo de quemar aquello que los símbolos simbolizan, España, los EEUU, sin ignorar que, por su naturaleza, los Estados son incombustibles. Cuando los nazis (o los bomberos de Fahrenheit 451) quemaban libros era la cultura lo que querían quemar, también incombustible a fuerza de intangible.

Desde el origen de los tiempos está el fuego presente en los ritos iniciáticos y de purificación. En el canto XXVII del Purgatorio de la Divina Comedia Virgilio explica a Dante que tras la purificación por el fuego estará en situación de acceder al Paraíso, cosa que a él le está vedada y así sucede. Por el fuego se purificaba en Occidente a los judíos, los herejes, los relapsos, etc mediante los autos de fe. Ritos de iniciación y purificación por el fuego que se conservan hoy, por ejemplo en la masonería, aunque supongo que serán purificaciones tan simbólicas como lo que pretenden conseguir; vamos que lo harán siguiendo la sabiduría de las antiguas prácticas chinas que llamaban purificación por el fuego a juguetear con una pieza de jade.

Así que, cuando estas tribus nacionalistas queman efigies de los Reyes o banderas españolas están en ritos de tránsito o de exaltación grupal imprescindibles para la conservación de sus identidades colectivas, esas que el ordenamiento constitucional vigente incita a respetar, proteger e incluso mimar como prueba de la gran "diversidad de los pueblos de España", tanta diversidad que algunos de entre ellos dicen no ser España. No me parece que un rito de este tipo sea materia delictiva, por más vueltas que quieran darle los cortesanos. Con desórdenes en la vía pública (siempre puede chamuscarse alguien) van que (se) chutan.

En el asunto concreto de la pequeña cremá gerundense hay que recordar que los pacíficos catalanes celebran su diada el 11 de septiembre, fecha en la que conmemoran amargamente la derrota de Cataluña a manos de las tropas de Felipe de Borbón, Felipe V de España. Ya es significativo que un pueblo tenga su signo distintivo en celebrar una derrota y no una victoria. No sólo se celebra la Patria sino que se la celebra en estado de postración. Tanto que alguien en la Casa Real debiera haberle dicho al Rey que la Diada no es el mejor día para ir a darse una vuelta por Girona (sede del más denso independentismo catalán) si uno se apellida Borbón. No voy a decir que esta metedura de pata real sea como cuando el bruto de Sharon se presentó con mil policías en la explanada de la Mezquita, esto es, una provocación pero, si no se anda por ahí es que el conocimiento que tiene la Casa Real de Cataluña es rayano en cero.

(La ilustración es La prueba del fuego de Pedro de Berruguete, donde se ve al inquisidor Santo Domingo de Guzmán siendo testigo de cómo el libro santo no sufre daño mientras que los escritos heréticos son devorados por el fuego.

diumenge, 16 de setembre del 2007

El espíritu de Galeuzca .

Reunidos en Barcelona los tres mandatarios supremos de los tres nacionalismos moderados, es decir, no asesinos, el gallego, el vasco y el catalán, parecen dispuestos a firmar un pacto de sangre, en expresión algo truculenta del señor Mas para oponerse con todas sus fuerzas a cualquier intento de reforma de la Constitución que vaya en merma de su influencia política en España. En este ágape se ha escuchado al señor Mas y al señor Imaz. Al señor Quintana se le ha visto pero no se le ha oído nada, lo que quizá pueda entenderse como una táctica o un sino galaicos.

Es imposible ver reunidos a los nacionalistas periféricos de mayor peso electoral y no recordar el proyecto Galeuzca, la coordinación política de Galicia, Euzkadi y Cataluña con finalidad fieramente independentista que surgió en los años veinte del siglo pasado y tuvo una oscilante existencia hasta que prácticamente desapareció mediado el régimen de Franco. Pareció que resucitaba el espíritu "galeuzcano" durante el mandato de Aznar en la famosa Declaración de Barcelona de 1998. Pero fue el propio Jordi Pujol, si no recuerdo mal, quien se apresuró a disipar las reminiscencias trinitarias.

Este pacto de sangre trae de nuevo efluvios galeuzcanos, aunque nadie haya hablado de ellos. La fórmula es romántica pero se orienta a una finalidad práctica obvia: evitar toda reforma de la Constitución y del sistema electoral que disminuya el peso parlamentario de las formaciones nacionalistas. Pero por mucha sangre que mezclen, si el PP y el PSOE se pusieran de acuerdo en alguna reforma de la Constitución y el sistema electoral, no se podría bloquear. La manera real de evitar una "gran coalición" a la española sería que los nacionalismos fueran leales a la Constitución española como Constitución y como española.

Pero eso es pedirles que renuncien a la ventaja que tienen en el sistema político español consistente en obtener sus pretensiones en el momento presente al tiempo que no solamente no se apartan sino que se avivan las opciones independentistas de futuro. Mucho, demasiado pedir. Los nacionalismos periféricos disfrutan de una ventaja estratégica en el sistema político que les permite definir sus relaciones con el Estado de manera doble: de un lado, como partes componentes de ese Estado, de otro como partes iguales en una unión aeque principaliter, lo que permite a los nacionalistas intervenir en los asuntos de todos y reservarse al mismo tiempo un ámbito territorial del que están excluidos todos menos ellos. Es la Scottish Question aplicada a España. Y no es mal negocio.

Y la cosa parece quedarse de momento en ese terreno. El señor Imaz ha soltado un discurso casi españolista; españolista para el coturno vasco, bien entendido. Eso de decir que hay que colaborar con el Estado y tratar de conseguir uno plurinacional suena a música celestial en los oídos españoles y los compensa por las disonancias y cacofonías del discurso soberanista de los señores Ibarretxe y Egibar que quieren agarrar ya las de Villadiego o convertirse en algo así como un Estado libre asociado pero no exactamente como Puerto Rico.

Al pacto de sangre debe de pasarle como a la Triple Alianza de la Galeuzca primera, que es muy difícil de tomar en serio cuando se piensa en que se trata en cierto modo de conjuras en contra de un enemigo común, España, que han de organizarse y mantenerse en la lengua de ese enemigo, el español, que es la franca, aquella en que se entienden todos.

En el otro extremo de la tensión entre nacionalismos periféricos y nacionalismo español es un placer observar con qué decisión, denuedo y coraje se ha apresurado el señor Rajoy a exigir que la bandera de España ondee en todos los edificios públicos, según preceptúa la ley. De inmediato le han contestado del Gobierno que cuando él, él mismo, fue ministro del Interior o ministro de la Presidencia, las banderas españolas no ondeaban en muchos edificios municipales vascos y catalanes sin que entonces le pareceiera el asunto tan feo como ahora. Es lo malo que tiene ser oposición cuando se ha sido gobierno, que te sacan los colores cada dos por tres.

Ya, ya sé que el señor Rajoy entiende la rojigualda por bandera de España. En este blog se entiende que la bandera de España es la tricolor y, como no es organismo público ni edificio oficial, es la tricolor la que ondea.

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dissabte, 15 de setembre del 2007

El impacto de la crisis.

Se reúnen los ministros de Economía y Hacienda de la UE en Oporto, ciudad que da nombre a un famoso vino dulce, se supone que para preparar el próximo Ecofin y largan mensajes de tranquilidad y sosiego. El señor Solbes afirma que el impacto de la crisis de las hipotecas basura en los EEUU en Europa será escaso y en España mínimo pues aquí todo el mundo es muy solvente. Los otros ministros repiten que no hay motivos para ser pesimistas. Está por ver que haya crisis.

Claro, en esta crisis todo está por ver; es la crisis del está por ver porque es la de la opacidad. Lo llaman crisis de "confianza", de falta de certidumbre. Esto de los subprime es como lo de los virus: vete a saber quién los tiene. Nadie se fía de nadie, los bancos no se prestan dinero entre sí (a esto lo llaman "crisis de liquidez"), los bancos centrales tienen que intervenir, antes de que el sistema financiero reviente y aun así, a alguno lo pillan. Como es el caso del Northern Rock (vaya con la roca) que ayer sufrió un pánico de sus impositores y sus acciones se desplomaron. Un pánico a la antigua usanza, con colas de gente para sacar sus dineros y meterlos bajo el colchón.

El pánico del Northern Rock se producía en el momento en que los ministros de Economía y Hacienda, reunidos en Oporto, decían que nada de impacto de la crisis de los subprimes en Europa. Por si acaso, el ministro británico de Economía, parte directamente afectada en la crisis de la "Roca septentrional", pide una regulación internacional que garantice la estabilidad bancaria europea, cosa que se me hace complicada. Y el Gobierno español, a su vez, mientras afirma que el sistema fianciero de nuestro país es muy sólido, va a poner en marcha un mecanismo para garantizar el pago de las hipotecas de aquellos que no puedan hacerles frente. Si siendo "sólido" hay que recurrir a medidas del tipo de generar fondos especiales, qué será cuando no sea "sólido".

Convendría que las autoridades comprendieran que sus intervenciones "tranquilizadoras" actúan como intranquilizadoras. El pánico del Northern Rock se produjo a raíz de que éste recurriera al fondo de emergencia del Banco de Inglaterra (BdI) y que este librara el dinero a un interés superior al fijado por el BdI. Precisamente el citado BdI acababa de hacer una de esas declaraciones alarmantes a fuer de estúpidas. Pretende el BdI que sólo acudirá en auxilio de las entidades "solventes" que, por serlo, no necesitan auxilio alguno.

Una crisis de confianza como las que desatan las intervenciones de las autoridades y los bancos centrales que el mercado ya descuenta en cuanto se producen y tienen, a veces, el efecto contrario a aquel para el que se decidieron. Precisamente esta relación entre las crisis y la actividad del banco central es la que ha puesto en solfa el largo mandato de Alan Greenspan al frente de la Federal Reserve que ahora se revisa en sentido crítico, viendo que ha sido siempre una actividad expansionista que, además de provocar la crisis bursátil de 1987, ha alimentado diversas "burbujas". Ya se le conoce como "Mr. Burbujas". La última, esta inmobiliaria merced a la cual los precios de las viviendas se han cuadruplicado y quintuplicado con el riesgo de una crisis en el momento en que esos comiencen a bajar.

Según dicen las gentes informadas la Fed se divide hoy entre partidarios de Greenspan y partidarios de su sucesor Ben Shlomo Bernanke que es como decir entre partidarios de seguir las indicaciones del mercado y partidarios de disciplinarlo algo más. Las dos políticas que pueden seguirse en el capitalismo, un sistema económico que lleva incorporadas las crisis como las sandalias incorporan el polvo de los caminos.

(Las ilustraciones son miniaturas del Livre des très riches heures du Duc de Berry (1498/09) y representan las leyendas de San Jerónimo y San Martín de Tours. Se encuentra en el Musée Condé, en Chantilly).

divendres, 14 de setembre del 2007

La nación española.

En los debates sobre la nación suelen volar los insultos, las amenazas y, si se tercia, algo más, apenas se dan comenzados. Basta que un patriota vea que su interlocutor no entiende igual que él la patria común para que intente llegar a las manos. Hay cosas de las que no se puede hablar porque, apenas se mencionan, alguien empieza literalmente a mugir. Por ejemplo: ¿es divisible la patria? Muuuuuuu, muuuuuuu.

Al mismo tiempo la parte esencial del debate político español es sobre cuestiones que tienen que ver directa o indirectamente con la nación. Que si España es una nación, que si no, que si las naciones son Cataluña, País Vasco, Galicia y Castilla, que también Andalucía, Aragón..., que nación de naciones, que el Estado por un lado y la nación por el otro, que el derecho a decidir, la autodeterminación, la soberanía, el vals de las banderas, las competiciones deportivas, la Unidad Militar de Emergencia. ¿Quién da más? Lo único que queda claro a la vista del guirigay es que quienes aseguran muy ufanos que en España no hay un problema nacional no saben de qué hablan.

Precisamente el único problema que tiene la democracia española es el de la organización territorial del Estado. Un problema real y nada baladí. El Estado de las Autonomías no sirvió para contener los programas independentistas sino, al contrario, para acicatearlos. Y ahora volvemos a las andadas con las llamadas "relaciones centro-periferia".

Ayer, cuatrocientos independentistas catalanes protestaron por la visita de don Juan Carlos a Girona. Decían los manifestantes, mientras quemaban retratos del monarca, que éste había dicho que nunca se persiguió la lengua catalana en el Estado. ¿Que no? La ilustración es un cartel de la República, que he sacado de la colección del ministerio de Cultura que traía el otro día InSurGente. En él se ve cómo la autoridad (fascista) multaba con doscientas pesetas de entonces (1938) a dos personas por "hablar catalán de mesa a mesa en el comedor de un hotel" en San Sebastián. La persecución es patente.

No obstante, las manifestaciones de los jóvenes independentistas, que se parecen a los actos de kale borroka no pueden ser motivo de gran preocupación para la autoridad competente.

Mucho más deben preocupar esos desplazamientos de las respectivas burguesías catalana y vasca a favor del soberanismo. Y más el Cercle d´Estudis Sobiranistes que están montando unos intelectuales nacionalistas catalanes con ánimo de crear una casa común en la que pueda convivir todo el nacionalismo, el de CiU y el de ERC, sin excluir otras formaciones. Una de las voces cantantes de esta nueva pulsión independentista es el vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), señor Alfonso López Tena quien sostiene que, como Cataluña es una nación, debe tener su Estado independiente de España. Muchos comentaristas se han preguntado si es compatible ser independentista y vocal del CGPJ. Es claro que sí. A mi juicio, lo significativo no es que el señor López Tena sea vocal del CGPJ sino que sea notario. Uno tiende a pensar que si un notario avala una opción política, ésta será algo serio. El contraejemplo es la Fuerza Nueva del notario Blas Piñar. Es esa radicalización independentista de la clase media la peligrosa. El independentismo no es reivindicación del radicalismo político sino también objetivo del nacionalismo llamado "moderado".

En concreto, el aspecto más problemático de la intensificación del nacionalismo no español es la insistencia en la celebración de referéndums de autodeterminación. El señor Carod-Rovira quiere celebrar el suyo en 2014, tricentenario de la pérdida de las libertades y fueros catalanes. El señor Ibarretxe quiere convocar en cuanto pueda y, según parece, con independencia de si ETA sigue o no matando. Ese es el aspecto más difícil de tragar del plan del lehendakari, que pretenda ignorar las diferencias reales que se dan en los derechos de la gente según sea nacionalista vasca o nacionalista española en razón de la amenaza permanente de ETA sobre la población civil. No me resulta de recibo que el señor Ibarretxe diga que ETA no va a marcar la agenda política en el País Vasco, cuando es exactamente lo que hace. El señor Ibarretxe tiene que entender que si un solo ciudadano está amenazado, lo estamos todos.

Si este irritante asunto de la violencia tan injustificado como primitivo se liquidara definitivamente podría hablarse de muchas cosas, de autodeterminación, de independencia ¿por qué no?


dijous, 13 de setembre del 2007

Empiezan a irse.

Cualquiera que siga los acontecimientos en el Irak estará perplejo. Hace seis meses, el señor Bush insistía en que no había otra vía que keep course, esto es, mantener el rumbo y el rumbo era quedarse en el Irak hasta garantizar su pacificación y el funcionamiento de las instituciones democráticas. Desde que las últimas elecciones legislativas dieron una mayoría demócrata en la Cámara de Representantes se han venido produciendo rifirrafes entre el Gobierno y la Cámara Baja a propósito del Irak. La Cámara quiere retirar las tropas y acabar con la aventura sin grandes pérdidas. Keep course es lo contrario. Pero esa es la Cámara; el Senado suele ser de otra opinión y en él, la mayoría demócrata de 51 contra 49, con un senador que entra y sale de la UVI, no es tal. De hecho, el último rifirrafe terminó con un triunfo del Gobierno que incrementó la cantidad de soldados en el Irak en más de treinta y cuatro mil, dentro del espíritu del keep course.

La perplejidad se suscita cuando se observa el Comandante en Jefe de los ejércitos, señor Bush, presentarse sin avisar por razones de seguridad en la provincia de Anbar en la que, según dicen, funciona el plan de pacificación y, una vez allí, anunciar un plan de retirada gradual de tropas. Hasta treinta mil soldados volverían a casa antes de julio de 2008. Tiene razón la señora Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes al decir al señor Bush que no está retirando tropas, sino rebajando el incremento que él mismo había puesto en marcha unos meses antes.

La retirada de los invasores del Irak está siendo un hecho, aunque estos aseguren que no hay tal cosa. Hace un par de semanas, los británicos abandonaron la base de Basora para acantonarse en el aeropuerto. El señor Brown dice que no se trata de una derrota. No, claro, se trata de una retirada estratégica para evitar la derrota. Lo mismo que sucede con los Estados Unidos (EEUU).

Repentinamente, el partidario del keep course se ha hecho flexible y acepta que hay que retirar tropas, exactamente las que había enviado antes. A pesar de que el último informe del general Petraeus viene a reconocer el fracaso político de la situación y a recomendar la retirada, el presidente Bush es partidario de mantener la situación, aunque con este simulacro de retirada. En algún momento de 2003, el señor Bush proclamó a los cuatro vientos que la misión estaba cumplida y la guerra ganada. Ni lo uno ni lo otro.

¿De qué se trata, pues? De ganar tiempo para cubrir el último cuarto de la legislatura en paz y sosiego. El señor Bush ya sabe que él no va a ganar la guerra; pero tampoco quiere darla por perdida. ¿Resultado? Dejar la patata caliente al sucesor; dejarle en herencia un embrollo. Porque el Irak es como un segundo Viet Nam. Es curioso que se haga realidad el deseo del Che de que surjan uno, dos, muchos vietnams. Sólo que el que los provoca es el propio imperialismo.

Imaz.

La dimisión de Josu Jon Imaz ha pillado a todos los yoyas del Reino (los de yo ya lo sabía) en Babia. Como suele suceder, el señor Rodríguez Zapatero sintetizó muy bien el sentir general del país, reconociendo que se sentía perplejo. El señor Rajoy que cada vez se parece más al señor Fraga, aseguró que a él sólo le interesa España. El resto de los políticos se hicieron lenguas del señor Imaz, quien se había ganado muchos amigos en el centro del Imperio, lo que nunca es buena práctica en el seno de la familia nacionalista. Al señor Imaz lo tildan los independentistas de cipayo y eso nunca es bueno en el contexto vasco. Te puede caer una chufa por cipayo.

Por lo demás, la dimisión ha sido el resultado de la última votación en el Euskadi Buru Batzar (EBB) en la que el señor Imaz vio que no tenía los apoyos que creía tener. Un lider de un partido dividido o que, como fue el caso, acuerda por consenso una posición que no es la suya no es líder de nada y el señor Imaz ha hecho muy bien en irse. Esta dimisión tan espectacular recuerda un poco la de Felipe González en el XXVIII Congreso del PSOE de 1979. Pero hay una diferencia esencial: Felipe pudo volver, Imaz no.

El señor Imaz da a entender que renuncia como una invitación a que la otra parte del PNV renuncie a su candidato, Egibar, para que la elección respalde a una presidencia de integración y acuerdo. Sobre eso ya se verá qué sucede.

En el PNV la cuestión es quién será su próximo presidente. Parece que el señor Urkullu tiene muchas papeletas. Hay incluso quien sostiene que la dimisión del señor Imaz es una maniobra a medias con el señor Urkullu para postularse luego como candidato a la Lehendakaritza. Sería divertido, desde luego, pero poco probable.

De lo que se trata, en definitiva, al margen de las personas, es de qué línea política llevará el PNV. Y aquí parece bastante claro que gana el sector soberanista, el de Ibarretxe y Egibar. El PNV se sube al carro de más presión nacionalista. Hace escasas fechas que CiU ha puesto en marcha una especie de think tank en pro del soberanismo en Cataluña. Esta es una situación nueva que el país tendrá que manejar con flexibilidad e inteligencia. Porque no cabe decir que ciertas cosas (por ejemplo, la independencia) no se pueden formular y mucho menos llevar a la práctica. La posibilidad de que haya que volver a tocar la distribución territorial del Estado es cada vez más distinta. Y tampoco es tan extraño. A los belgas está pasándoles. Y a los británicos.

Lo que sí va quedando claro, después de todo este tiempo, es que el asunto es endiabladamente complicado. Por eso cuesta tanto resolverlo.

dimecres, 12 de setembre del 2007

Las víctimas dobles.

A propósito de la última movida con el libelo del señor Lizcano sobre el 56 y su calumnia sobre Pilar Cotarelo, he recibido, entre otras, la siguiente carta de mi amigo Antonio Pérez que, con su permiso, reproduzco aquí. Se llama Hagámosla un homenaje (adoro el laísmo)" y dice así:

"Acabo de leer en tu blog el párrafo sobre el tal Rdguez Pardo (¿quién es?).

No sé, a lo mejor es una tontería porque seguro que ya lo has pensado pero, ¿qué te parece convocar a los admiradores de Pilar para escribirla un homenaje? Ese homenaje -escrito, dramatizado, cantado, electronificado, como sea-, yo creo que no debería tener carácter de desagravio por la simple razón de que los Carrillos, Pilares Brabos y demás no merecen que les tengamos en cuenta. Y, además, porque son incomparables las estaturas de tu madre y la de esa morralla. Y lo que es incomparable no se debe ni se puede comparar.

A mí me gustaría ser considerado como el mayor admirador pero sé que la competencia es dura -y numerosa-. Para no entrar en torneos de lealtades, servidor se contentaría con hacer de chófer, de repartidor del volumen, de fregaplatos en el ágape, de lo que sea.


Antonio Pérez
Fundación Kuramai
Los Salones
Camino de la Buena Vista
10.516 Valencia de Alcántara (Cáceres)

De tontería, nada. Me parece una idea espléndida y empiezo a darle vueltas por si se me ocurre cómo materializarla. Por descontado que lo primero que he pensado es que ella se hubiera negado a que se le hiciera homenaje alguno pero, claro, estas decisiones no se consultan con la persona interesada, cosa ya por desgracia imposible. Por lo demás seguro que el homenaje sería aceptable si simbolizara el que debe hacerse a todas las que hemos llamado "dobles víctimas", es decir, algo que le restara del inevitable personalismo que lleva cualquier homenaje.

Ahora que se cuece el proyecto de ley sobre la Memoria histórica, sería bueno que hubiera reconocimiento de todas las víctimas (cuando, hasta la fecha sólo lo han tenido las de un bando) incluidas por supuesto las que lo fueron de los dos lados, las víctimas más molestas y las que a veces se pretende ocultar. Se trata de aquellas personas que sufrieron la represión franquista y también la de las actividades de los comunistas. Podrían estar representadas en la figura de Andreu Nin, víctima de las más odiosas prácticas de represión de los comunistas durante la guerra civil; pero no valdría del todo ya que Nin no llegó a ser víctima de la represión franquista pues no le dieron tiempo.

Doble víctima típica fue Joan Comorera, dirigente del PSUC, expulsado por "titista", condenado a treinta años de cárcel por los franquistas, muerto en el penal de Burgos. Y como Comorera bastantes más pues los comunistas han sido víctimas y victimarios al mismo tiempo. E incluso dobles víctimas en ciertas ocasiones. Por ejemplo, a raíz de la sublevación de Casado en Madrid, en los últimos días de la República, los milicianos socialistas y anarquistas detuvieron a los comunistas y los encerraron en cárceles en donde los encontraría Franco después al entrar en la capital.

Ignoro si los socialistas y anarquistas han pedido perdón por aquella canallada y en qué medida deban hacerlo. Si no lo han hecho, debieran. Comportamientos tan ruines como aquel no están en la historia de ambas orientaciones. Sin embargo, no han sido infrecuentes en la más larga historia de las organizaciones comunistas y de éstas sí me consta que no han pedido perdón por nada.

Desde el hundimiento de los sistemas comunistas (y al margen del tedioso debate sobre si lo que se hundió fueron sistemas "verdaderamente" comunistas o no) el comunismo ha dejado de ser una magnitud políticamente significativa en los países capitalistas. Los partidos comunistas no son ni sombra de lo que fueron y en bastantes casos se han disimulado como partes componentes de otros proyectos de una u otra izquierda.

El comunismo que sobrevive desmigajado, roto en mil corrientes, periódicos, revistas y organizaciones sueña con la recomposición de una gran movimiento comunista unitario. No sé si se dará algo así en la historia de nuevo. Parece bastante improbable. Pero sí sé que si quiere llegar a algo alguna vez ese hipotético movimiento neocomunista, no lo conseguirá mientras no haga justicia, dando a cada cual lo suyo y a las víctimas dobles el reconocimiento que merecen por haber sido perseguidas por los fascistas y por los comunistas simultánea o consecutivamente.

(Las imágenes son todas del pintor danés Vilhelm Hammershoi, especie de Vermeer del siglo XX).

dimarts, 11 de setembre del 2007

¿De qué están hechas las noticias?

Un lector se preguntaba si no debiéramos tratar el asunto de la carretera del Apartheid que han abierto o están abriendo los israelíes para separar sus vehículos de los de los musulmanes. Sí, eso de diferenciar los tránsitos ha sido siempre actitud muy racista. Se vienen al recuerdo escenas de películas estadounidenses en las que había conflicto al ir un blanco y un negro por la misma acera pero en sentidos contrarios. Mientras todo el mundo mira en otras direcciones, prosigue inexorable el estrangulamiento de los palestinos. Y de pronto me encontré pensando que efectivamente hay muchas otras direcciones con asuntos que pueden interesar a la gente tanto como la carretera del Apartheid o quizá más. ¿Por qué no? ¿Hay un orden en las noticias? ¿Cuál?

Imagino que para mucha gente la evolución del caso de la pequeña Madeleine es asunto de importancia capital. No en balde permite vislumbrar que en él aparecerán aspectos poco explorados de la naturaleza humana. Todos quienes nos solidarizamos con los padres pensando en su sufrimiento lo hicimos de un modo directo, irracional, bergsoniano y seguramente ahora nos sentimos engañados al comprobar que son sospechosos de la muerte de la niña con tanta verosimilitud que han contratado los servicios de una eminencia del foro sin duda porque ya se ven necesitando su ayuda. Y me atrevo a decir que puede darse el caso de que que los padres sean los responsables de la muerte de la niña y, al mismo tiempo, su dolor sea genuino. Algo complicado, pero no imposible.

En otros casos lo que se considera noticiable son asuntos políticos de calado digamos teórico, por ejemplo, la posible alianza electoral de IU y PSOE. Al respecto, al menos en el Insurgente se oponen con uñas y dientes a un pacto electoral entre IU y el PSOE, en un artículo ominosamente titulado Sobre la liquidación de IU. Un pacto que ya se hizo en las elecciones de 2000, creo recordar, entre los señores Almunia y Frutos con los malos resultados habituales. Por entonces no me convencían los argumentos a favor de la unidad y propugné la separación; ahora es al revés, ahora me parecería mas lógica la unidad, al menos toda la que se pueda. Si tengo que justificarlo, habré de hacerlo en escrito aparte porque da para muchos matices pero la base misma de la posibilidad consistirá en que ninguna de las dos partes del posible pacto puede imponer nada a la otra.

Claro que esas son noticias de importancia colectiva, si bien es cierto que no tienen por qué interesar a todo el mundo, sí lo hacen con sectores importantes. Pero hay quien prefiere en la noticia la dimensión intelectual y las formas de actuación del individuo exquisitamente solo. Esa alta ejecutiva tan ludópata que se ha fundido un millón de euros de la empresa pública Mercasantander es un ejemplo fascinante de comportamiento humano autodestructivo, algo que se puede proyectar tranquilamente al terreno colectivo. En principio las pautas de desarrollo de la humanidad actualmente tienden a la destrucción de la biosfera, que es el argumento esencial de los ecologistas. Pero, al mismo tiempo, eso es lo que ha hecho la especie desde siempre y siempre ha salido adelante, encontrando soluciones para los problemas que ella misma creaba. Igual que la alta ejecutiva sustraía más fondos para tapar las huellas de las anteriores sustracciones y, digo yo, el juego se convirtió en compulsivo porque ya sólo el milagro de que le tocara algún premio gordísimo podría ocultar el desfalco que había hecho.

Claro que a los españoles lo que les verdad les priva es otra pasadita por el molinillo de la nación, nacionalidad, soberanía, cosoberanía, independencia, libertad asociada, identidad, identidad una, doble identidad, identidades compartidas y, si se tercia, un par de consideraciones sobre el terrorismo, nueva fuerza, más éxitos policiales y la reaparición de ETA con otro de sus exóticos comunicados en estilo vasco euskalherria, que no de las miserables Vascongadas. Con la detención del señor Olano, el juez Garzón prueba que no va a bajar la guardia judicial sobre los proetarras. Y mientras en el País Vasco las cosas están como siempre, esto es, de aquelarre, se abre ahora otra ofensiva de la Marca Cataláunica que quiere independizarse: llegar a 2014, hacer un referéndum y largarse de España con un Estado propio. La verdad es que no sé si el caso merece comentario porque esta situación es la permanente de la política española, esto es, la cuestión territorial. Pero, vamos, que lo peligroso de los catalanistas es que se hacen soberanistas las clases medias y la perspectiva de una mayoría nacionalista en Cataluña pidiendo referéndum de autodeterminación para 2014, una forma en el horizonte que obligará a los españoles a decidir una vez más cómo quieren convivir e, incluso, si quieren convivir sin más.

La imagen es una obra de John Collier, un prerrafaelista tardío, que representa la leyenda de Lady Godiva (1898), la que paseó desnuda sobre un palafrén en Coventry, según reza la leyenda).

dilluns, 10 de setembre del 2007

UNIÓN, PROGRESO, DEMOCRACIA.

Ya tiene nombre el nuevo partido de los señores Díez, Savater, Martínez Gorriarán y otros; y fecha para presentarse en sociedad, el próximo veintinueve de septiembre si llegan todos juntos a ella y no se pegan antes, que ya han empezado a hacerlo, cual corresponde a su condición de intelectuales.

El señor Savater asegura que no va a ser candidato, pues él es como un GPS pero no sabe conducir, lo que es una forma finolis de decir que quiere pilotar el barco sin subir a él, como esos veleros de juguete que los dueños, marinos de tierra firme, dirigen por radio desde las orillas de los estanques. Es decir, el nuevo partido es un juguete para el filósofo. Inteligente, ¿eh? Y todo por miedo a darse una castaña. ¿No debiera el señor Savater cambiar su tribuna periodística más o menos regular en El País por otra real y parlamentaria? De no hacerlo lucirá como el capitán Araña. Menos mal que el nuevo partido cuenta también con la señora Díez, prodigio de claridad mental, congruencia, integridad política, elegancia de verbo y telegenia. Aunque, si se confirma que el nuevo partido resta votos al PP, ya veremos si el señor Sáez de Buruaga vuelve a invitarla a sus tan equilibrados programas.

¿Quién iba a decirnos que se reiventarían los”partidos de notables” del siglo XIX? Curiosa experiencia. Por supuesto, los partidos de notables sólo pueden mantener a estos rotando en los cargos mediante una clientela fija que aspira a obtener prebendas del ejercicio del poder. La fecha decisiva no será, pues, el próximo veintinueve de septiembre, en la que probablemente una actriz o locutor de matizada voz lea un manifiesto redactado por el señor Savater quien pondrá así en práctica el deseo de los pensadores marxistas de convertir a la filosofía en un arma material para cambiar la sociedad. La fecha decisiva será la de las elecciones de marzo y ya veremos entonces cuántos diputados de UPD entran en el hemiciclo del brazo de la señora Díez.

Acerca del nombre. Fundar un partido y huir de la palabra “partido” en el título suele tener un significado concreto. Quienes así lo quieren es porque tratan de poner en marcha algo más con espíritu de “frente” o “movimiento” porque tienen miedo u odio al término tradicional de “partido”. Suele pasar en la derecha. El señor Fraga, tras otros experimentos, empezó fundando Alianza Popular, aunque acabaría admitiendo la odiada palabra (odiada por todos los franquistas) de “partido” en el PP. Pero lo sorprendente es que también huya de ella una gente ilustrada que sabe que los partidos son el mejor invento para articular una sociedad compleja y antagónica y por eso precisamente fundan uno. Mal comienzo.

El término “progreso” del nombre es un tributo que se paga a una de las ideas más vacuas pero más atractivas de la historia de Occidente. Los demás pueblos no “progresan” pues ya se sabe que, como decía Engels, carecen de historia. El término “democracia” es una redundancia como un piano de cola. No conozco partido alguno que propugne una autocracia. Aquí lo decisivo, lo que puede atraer a este redil a ovejas de distintos apriscos es el mágico término de “Unión” que una de las últimas veces que apareció en la política española fue con la “Unión Patriótica” del General Primo de Rivera.

Por fin pueden de nuevo dormir tranquilos los españoles nerviosos por el rumbo de la Patria. Vuelve a encenderse la lucecita, aunque no en El Pardo, sino en Basta Ya.

El candidatín.

El señor Rajoy reúne hoy a la Junta Directiva Nacional de su partido para hacerse proclamar candidato a la presidencia del Gobierno. La tal Junta es un nutrido órgano de unas quinientas personas que no tiene poderes reales pero sí un valor simbólico, aclamatorio, equivalente al gran escudo sobre el que los antiguos francos merovingios alzaban a quienes proclamaban reyes para que todos los viesen.

Es palmario que lo que pretende el señor Rajoy de este modo es afianzar su tambaleante liderazgo, puesto en cuestión en la derecha hasta por las alegres comadres de Génova. El señor Rajoy debe su actual posición de presidente del PP al dedo del señor Aznar, su patrono o capo, pero no a una decisión de un congreso del partido. La reunión de la Junta Directiva Nacional trata de soslayar este déficit de legitimidad mediante el manso acatamiento de un órgano tan numeroso que pueda pasar por un congreso. Y, por cierto, con un curioso nombrecito, “junta” que, con el de “golpe” y “guerrillero” son las tres últimas y más destacadas aportaciones españolas al vocabulario político planetario. Las juntas por antonomasia en España son las militares, aunque en la transición apareció una celebrada Junta Democrática que remitía por implicación a las juntas comuneras y que luego ha reaparecido en la Junta de Comunidades.

En todo caso, la ceremonia de hoy será un trampantojo, un escamoteo, un conejo sacado de una chistera y, como todo lo que emprende este perdedor nato, esta nulidad de dirigente, un fracaso, porque la aquiescencia de los quinientos mansos sólo pondrá en evidencia que el señor Rajoy no es más que un peón del señor Aznar y un peón, como el famoso palomo, cojo, que carece de apoyo real en su partido y no cuenta con la única designación que hoy tiene legitimidad en democracia, esto es, la de un congreso debidamente convocado.

Como en todas las decisiones del señor Rajoy, el perdedor, es peor el remedio que la enfermedad.

Francamente.

La prensa anda incendiada con el clan Franco que disfruta de un elevado patrimonio, heredado del Caudillo, tiene un régimen fiscal privilegiado y lleva años dilapidándolo porque los Franco, por lo que parece, no saben administrar nada si no es a tiros. Con sinceridad, no me parece tan grave. Ya supongo que los Franco serán supermillonarios. Francisco estableció el régimen más corrupto de la historia de España y lo administró durante cerca de cuarenta años sin responsabilidad más que ante Dios y la Historia que, siendo dos tribunales harto improbables, no le pedirán cuentas de lo que fue pillando a lo largo de los años. Nada, nada, que los Franco paguen impuestos, como todo quisque, que se les obligue a cumplir la ley y aquí paz y después gloria. Tampoco parece que los descendientes del viejo criminal sean peligrosos excepto, ocasionalmente, para sus cónyuges. Que les den orden de alejamiento y listo.

Lo que me parece escandaloso es que Franco siga enterrado en la Basílica de Cuelgamuros, altar por medio con José Antonio Primo de Rivera, el hijo del de la Unión Patriótica, que siga existiendo la Basílica de Cuelgamuros y, sobre todo, que subsista una Fundación que se llama Francisco Franco. ¿Alguien imagina en Alemania una fundación que se llamara “Adolf-Hitler-Stiftung” u otra en Italia de nombre “Fondazione Benito Mussolini? Pues eso.

diumenge, 9 de setembre del 2007

De la mala fe y la calumnia.

En un artículo publicado en El Catoblepas, titulado El inverosimil Laberinto del Fauno y que, salvo el párrafo que citaré a continuación, no he leído pues he hecho el propósito de no leer una sola línea más de su autor por las razones que a continuación se expondrán, el señor Rodríguez Pardo dice:

"De hecho, la única mención que conocemos de la protesta de 1956 tuvo como objeto denigrar a sus actores: Ramón Cotarelo, en un reciente artículo suyo, afirma que las acciones de los comunistas durante el franquismo se reducen a «terrorismo» [sic], por una simple mención biográfica que le sirve de excusa para su larga diatriba anticomunista: Pablo Lizcano señala en su famoso libro La generación del 56. La Universidad contra Franco (1981) que la madre de Ramón Cotarelo era confidente policial en aquella época. Lo más curioso es que Cotarelo haya tenido que esperar al 50 aniversario de aquellos acontecimientos –25 años después del libro de Lizcano, que para todo un catedrático de Ciencia Política como Cotarelo debería ser de lectura obligada– para afirmar que demandará por calumnias a Lizcano. Afirmación que intenta ocultar el verdadero objeto de su artículo, que no es sino denigrar las acciones del Partido Comunista; dentro de la memoria histórica de nuestra democracia coronada, no es el partido sino «el pueblo» el sujeto de la Historia y el resistente antifranquista, como si estuviéramos asistiendo a un capítulo de la teleserie Cuéntame como [no] pasó".


Debe de ser imposible reunir en menos líneas mayor mala fe e igual falta de sensibilidad y escrúpulos morales. Contesto a continuación con la brevedad que me sea posible porque, aunque dicho señor no lo crea, este asunto, que hunde sus raíces en un tiempo oscuro y difícil sobre el que si él habla (que no lo sé), o tiene algún juicio, lo hará de oídas y a través de la lente de su ideología, me resulta muy desagradable y especialmente doloroso.

I.-Cuando se publicó el libro del señor Lizcano en 1981 lo leí de cabo rabo y no hice nada porque entonces aún vivía mi madre, era mayor, había dado todo en la vida por una causa en la que siempre creyó hasta sus últimos días, la República, y yo no quise causarle inútiles sufrimientos como sucedería caso de iniciarse algún tipo de controversia sobre el libelo del señor Lizcano, cual bien claro està viendo de qué gente estamos hablando. Supongo que el señor Rodríguez Pardo no entenderá esta actitud. Quizá él, de haber estado en mi caso, hubiera hecho algo distinto y yo mismo admito que, visto el uso que puede llegar a hacerse de un silencio movido por la preocupación filial, pude haberme equivocado entonces. Pero esa es la verdad.

II.- Tanto en la edición de 1981 como en la reedición de 2006 el libro del señor Lizcano en este asunto concreto es un libelo y su autor un mendaz porque propala una infamia sin prueba alguna, sin referencia, sin fuente, en línea con la práctica que fue habitual entre los comunistas estalinistas y, según se ve, sigue siéndolo entre los postestalinistas, de valerse de los medios más innobles.

III.- Imagino que el señor Rodríguez Pardo considera que el mero decir de alguien que ha escrito una “diatriba anticomunista” es suficiente para descalificarlo moral e intelectualmente, como pretendían los comunistas estalinistas y sus herederos. Pues, a pesar de lo que él crea, se puede ser anticomunista sin ser por ello inmoral o intelectualmente negado. Igual que se puede ser comunista sin que por ello sea uno persona de valor en campo humano alguno.

IV.- No he esperado al cincuenta aniversario de nada para iniciar acciones legales contra el señor Lizcano dado que tampoco ahora voy a hacerlo. El pasaje del artículo sobre su libro (edición de 2007) en que las anunciaba estaba redactado de forma deliberadamente ambigua porque hay otros miembros de mi familia –que no tuvieron conocimiento de los hechos en 1981 como lo tuve yo sin participárselo- que tienen intención de hacerlo. Yo ajusté cuentas con el libelo el año pasado, ya con mi madre desaparecida, en el terreno de la publicística, que es el mío, aprovechando su reedición, diciendo que el señor Lizcano miente y a ello me atengo porque estoy en lo justo, como saben quienes tienen conocimiento directo de los hechos y no están cegados por el odio, el resentimiento o el afán de notoriedad. Todos quienes saben que estamos hablando de una gran mujer y una persona excepcional moral e intelectualmente que, como pasa a veces en estos casos, tuvo que pagar muy caros esos dones que la adornaron toda su vida. Y por mentiroso y calumniador quedará el señor Lizcano mientras no presente pruebas de lo que dice que, como sin duda sabe el señor Rodríguez Pardo, es condición inexcusable para que alguien que no sea un canalla dé por buena una acusación. Cosa imposible porque tales pruebas no existen, ya que se trata de una fábula. Supongo que también aquí el señor Rodríguez Pardo habría actuado de forma diferente pero es que, por fortuna para ambos, el señor Rodríguez Pardo y yo somos muy diferentes.

V.- No aspiro a que el señor Rodríguez Pardo entienda la agonía que se encierra en el hecho de que alguien que lo ha dado todo por una causa sea calumniado y vilipendiado por quienes teóricamente pertenecen a su campo. Pero, aunque él no lo sepa (o no quiera saberlo) ese destino fue muy frecuente entre los comunistas o gentes cercanas a ellos y no solamente en España, sino en todo el mundo, especialmente en los tiempos del estalinismo y también de los posteriores. Los testimonios literarios, biográficos e historiográficos son apabullantes.

VI.- Tampoco aspiro a que el mencionado señor entienda el intrincado problema moral que supone para una familia de cuatro miembros, padre, madre y dos hijos, todos los cuales pasaron por las cárceles de Franco, mantener una actitud de izquierda y de compromiso antifranquista cuando se ha sido víctima de tamaña vileza.

VII.- Después de releer el párrafo citado al principio de este escrito sólo me resta decir que no aspiro a nada en relación con el señor Rodríguez Pardo. Aprovecho asimismo para anunciar que me considero desligado del compromiso que tenía de responder a un furibundo recontrarrefrito que en su día me dedicó también en El Catoblepas, a propósito de una controversia sobre un libro del señor Bueno y otro mío acerca de la izquierda. La verdad es que lo posponía pues me asaltaba una extraordinaria pereza a la hora de ponerme a ello, ya que nunca es agradable tener que tratar con quien hace gala de tan obsesiva mala fe. Imagino que el señor Rodríguez Pardo dirá que me acobardo y que no tengo agallas para contestarle. Pero ¿se extrañará alguien de que responda que, al recurrir a un juego tan sucio y con golpes tan bajos como propalar infundios sobre la madre de un adversario o antagonista, pierde uno todo derecho a que lo traten como a una persona de honor siendo así que difama a sabiendas pues repite una calumnia que fue denunciada como tal y jamás demostrada verdadera?

La ilustración que acompaña es la famosa tela de Botticelli La calumnia de Apeles, con la que también adornaba mi respuesta al citado libelo del señor Lizcano en
El Catoblepas y que se encuentra en la Galeria de los Uffizi. Sin ilustracion aparecio esta respuesta en la revista Sistema nº 196, enero de 2007 (págs. 107-120).

dissabte, 8 de setembre del 2007

Nuestros vecinos del Sur.

Me desplacé ayer a Rabat a examinar a los alumnos marroquíes que hacen selectividad para la Universidad española, con tan buena fortuna que coincidi con la jornada electoral para el parlamento marroquí y cuando todos los sondeos anunciaban vencedor al Partido de la Justicia y del Desarrollo, que es islámico pero moderado, y la derrota de la coalición gobernante del señor Driss Jettou, compuesta por cinco partidos que van desde el conservador Istiqlal hasta el Partido del Progreso y el Socialismo (antiguos comunistas), pasando por los socialistas de la Unión Socialista de Fuerzas Populares, (USFP). Se calcula que la abstención será muy alta, cosa nada de extrañar si tenemos en cuenta dos factores que influyen en ella: a) un sistema electoral proporcional que fomenta el multipartidismo por lo cual se supone que ninguno obtendrá mayoría absoluta y además se basa en un sistema de censo por registro y no de censo automático, lo que siempre fomenta la abstención; y b) un sistema político corrupto con alianzas poco operativas que, de todos modos, tampoco valdrían mucho caso de no serlo porque el régimen no es especialmente democrático ya que el gobernante efectivo es el monarca, Mohamed VI y el primer ministro viene a ser su secretario o poco más.

De todas formas, no puedo decir gran cosa más del asunto porque, aunque me alojo en un hotel bastante bueno, con Business Center y conexión a internet en las habitaciones, hay una caída general de la red, con lo que no se puede recibir información ni comunicarse con el exterior, sino me encantaría postear algo sobre este vecino nuestro del sur, tan cercano geográficamente y tan distante social, económica y culturalmente. Si alguien quiere un dato que haga recapacitar sobre el sentido de vivir en lo contemporáneo que recuerde que, al día de hoy, cerca del cincuenta por ciento de la población es analfabeto.

Nota bene. Al dia de hoy, sabado, habiéndose restablecido la conexion en el bendito Business Center, pero no en las habitas, puedo colgar los posts que habia escrito y que, si no retoco, saldran con las tildes y enyes de nuestra adorada lengua; pero si los retoco, como sucede ahora, apareceran en hispano-gabacho. Mil perdones.

Vous savez? Ce sont les inconvenients de voyager dans les pays du thiers monde, bougre! La faute n'est pas à eux mais non plus à moi. Pour autant, il semble que les islamistes dites modérés n'ont pas reussi à faire le breakthrough selon les premières comptages. Il faudra encore s'attendre, mais peut être le parti de la Justice et du Développement n'arrivera même pas dans prémière position. Les islamistes accusent l'argent "des autres", possiblement parce que les modérés sont pauvres. Il faut être islamiste radical pour avoir du fric.

(La ilustracion es una foto que hizo Celia ayer de un signo de "stop" en lengua aràbiga).

La crisis inexistente.

¿Recuerdan el editorial de El Pais del jueves pasado, titulado “Profetas de la catástrofe”? En él se hacía mofa de todos los que, aprovechando los primeros signos de contracción del crédito, de falta de liquidez y turbulencias en los mercados salieron trompeta en ristre a predicar la crisis general del capitalismo, una especie de terremoto económico y social, equivalente a los signos del Apocalipsis para el fin del mundo con el que se pondrá fin a la oprobiosa tiranía del modo de producción burgués, que ya tarda en llegar. En efecto, esa creencia/superstición es irrisoria porque no se basa en ningún dato empíricamente verificable, en ninguna conclusión de la experiencia, en ningún postulado científico, sino que no es más que un ardiente deseo de gentes bienintencionadas (o malintencionadas) que se valen de las doctrinas marxistas más acartonadas para dar rienda suelta a sus anhelos de que el orden social existente se hunda.

Pero no menos irrisorios son los editoriales de prensa asegurando que no sucede nada, que hay unas turbulencias pasajeras, que el sistema acabará regenerándose y, en el caso específico español, que el modelo de crecimiento es sólido y no hay gran cosa que temer. Irrisorios muy especialmente porque la base para hacer tan tranquilizadoras afirmaciones han sido sendas declaraciones del presidente del Gobierno y del gran jefe del Banco de Santander, señor Botín, ambos diciendo que las alarmas están exageradas, que no sucede nada, que la economía española goza de buena salud.

A cualquiera (excepto al editorialista de El País, por lo que se ve) se le alcanza que si las autoridades políticas hacen declaraciones económicas tranquilizadoras es porque algo pasa, cosa que huelen los mercados que toman medidas de inmediato para soslayar una crisis que viene precisamente por las medidas que toman. Cualquiera entiende que, si la economía va bien, no hace falta que el presidente del Gobierno vaya por ahí dando garantías. O, el de la República de los EEUU que también aseguraba el otro día que la economía de su país no estaba en crisis, siendo así que ya la tiene encima.

¿Y qué decir del señor Botín? Ese barre para casa y no le interesa en modo alguno que haya una crisis financiera porque, si la hay, los siguientes en pagar el pato (despuès de la gente normal, desde luego) son siempre algunos bancos y no el sistema bancario en su conjunto. De ahí que trate de configurar un ambiente más propicio a sus intereses a base de crear una realidad ficticia con un resultado menos que mediano pues ayer las bolsas se dieron otro batacazo y en concreto la de Madrid está ya en números rojos para el conjunto del año. Y uno de los valores que más perdió fue precisamente el Banco de Santander, típica respuesta bursátil a las tranquilidades ofrecidas por el gran banquero.

Y eso que no hay crisis, que el señor Solbes no sabe lo que dice y los clientes y beneficiados del gobierno socialista en los medios, pusieron en solfa el derrotismo del PP. Sin duda el deseo del PP de que la economía española se hunda, aumente el paro y otras desgracias similares es poco patriótico y sólo pretende obtener mejores resultados electorales. Pero la respuesta de los paniaguados del Gobierno socialista, diciendo que estamos como nunca y que aquí no sucede nada y todo está bajo control es tan cómica como los augurios de la derecha, aunque más efímera. Quiero decir que estos defensores del poder suelen serlo mientras creen que su defendido no tiene problemas reales, cuando los tenga, los defensores desapareceràn como por ensalmo.

Esta crisis que es pero no es, que aparece y desaparece de modo misterioso, procede en buena medida de las que toman las distintas autoridades para frenarla, en virtud del efecto desconfianza que generan. Si el Banco Central Europeo renuncia a su prevista enésima subida del tipo de interés y, al mismo tiempo que dice que no pasa nada, vuelve a inyectar liquidez en el sistema no es que le preocupe la suerte de decenas de familias hipotecadas hasta sus colectivas cejas, sino que lo que está haciendo, en primer lugar, es demostrar que no sabe por dónde tirar y, en segundo, suscitar mayor inseguridad e incertidumbre, es decir, agravando la crisis que todos queremos evitar pero nadie sabe cómo.

(La ilustracion es un cartel de solidaridad con los mineros revolucionarios asturianos del 34).

divendres, 7 de setembre del 2007

El corazón de Almudena Grandes.

Por consejo de una amiga estas vacaciones, entre otras cosas más o menos entretenidas, he leído El corazón helado, la última novela de doña Almudena Grandes, editada por Tusquets con sus 932 páginas, dos tercios de Guerra y paz y algo menos que Ana Karenina. Es un libro interesantísimo tanto por lo que cuenta por cómo lo cuenta. Peazo novelón de esos de novela-río, saga familiar que tiene muchos puntos en común con Malena es un nombre de tango, también una historia de familia, mejor de familias, ya que toda familia es una mezcla de más familias anteriores, con odios y enfrentamientos que han durado generaciones, que los hijos y nietos heredan a veces sin saberlo y solucionan -si los solucionan- a su manera. Casi se diría que El corazón es como una especie de continuación de Malena, no en la trama ni en otros aspectos narrativos, sino en el nudo de la cuestión, la rebelión del individuo en, por y contra de la familia. En ambos casos la narración quiebra el orden cronológico y sigue un ritmo que administra la autora para ir planteando enigmas y resolviéndolos en su momento. El corazón es más pronunciadamente experimental porque alterna narradores entre la tercera y la primera personas, mientras que Malena está contada sólo en primera persona.

Y primera persona chica, que en El corazón es chico. La escritora tiene ya la parejita, como dice un personaje con ironía en Malena y más o menos de la misma edad en el momento crucial de los relatos ya que es ella en ambos casos. Cosa que se nota. Sus dos protagonistas femeninas, Malena y Raquel (la de El corazón) son dos personalidades. Malena tiene bastante más de Lulú que Raquel y resulta más auténtica y menos restringida, tiene un comportamiento más romántico, más byroniano; mientras que en Raquel la pasión puede conjugarse con fríos cálculos de interés económico. En las dos vive, lucha y se resuelve una contradicción pero, en el caso de Malena no es entre la pasión y el cálculo, sino entre la pasión y el sometimiento conyugal a un marido al que no quiere y que no le da el sexo que necesita.

En El corazón, el chico que habla en primera persona lo hace de forma convincente, si bien a veces tiene unos curiosos toques femeninos que saltan a la vista, especialmente en las descripciones. A no ser que los hombres de treinta y cuarenta años hoy se fijen al detalle en cómo van maquilladas y vestidas las mujeres con las que salen aparte de comprobar si, sea lo que sea que se hayan hecho, les sienta bien o mal; y no solamente se fijen, sino que sepan analizar un maquillaje con los nombres adecuados a sus partes componentes. Álvaro Carrión, un físico teórico, amante padre de familia y fiel marido (con algunos escarceos de congreso en congreso), solícito hijo y preferido de su padre, que acaba de morir, emplea toda la novela en relatar la peripecia por la que, haciendo arqueología familiar, en busca de una abuela de la que nunca supo nada y cuya memoria le había sido ocultada, se descubre a sí mismo, se encuentra o se reencuentra. Básicamente es la estructura de un peregrinaje de autoconocimiento, como en los Bildungsromane, esos tochos que escribían los alemanes para relatar los años de aprendizaje de un héroe y que definieron una época.

Y aquí vuelve la omnipresente familia. Se ve que la señora Grandes es escritora de género de familia, si tal cosa existe. La sacrosanta institución social está presente en todas sus obras lo que sucede es que, a medida que la autora crece, en el sentido espiritual, las familias se van haciendo más frondosas, abarcan más generaciones y más ramas colaterales; o, si se quiere, la señora Grandes -que obtuvo el premio de "La sonrisa vertical" de veinteañera- ha ido transitando por los distintos estadios que la organización social asigna al individuo dentro de la familia: hijo/a, madre/padre y ya le llegará el de abuelo/a, y su visión se ha ido enriqueciendo haciéndose más compleja.

No sé quien dijo la merluzada de que la familia es el núcleo del género novelístico, como si El asno de oro, Tirant lo Blanc o Amadis de Gaula no fueran novelas, aunque la familia no exista o no pase de ser la amada por la que uno abre la cabeza a los adversarios en los torneos. Muertos los tiempos clásicos y los de caballerías, siendo las familias los medios que marcan decisivamente la formación de las personas, incluidos los escritores, y en los que se sigue conviviendo en relaciones más o menos laxas toda la existencia, es lógico que sean el territorio novelístico por excelencia. Hay cosas en esta novela de la señora Grandes, como el hecho de que parte del relato sean historias que cuentan unos personajes a otros, narraciones de narraciones que recuerdan mucho la literatura clásica española y sólo pueden darse en familia porque aquella costumbre de contar cuentos en las ventas de los caminos al primero que pasa ya no se practica.

En la familia es inevitable ir al psicoanálisis que es como la otra cara narrativa de la vida familiar que quiere ser científica y, a veces, es más literaria que la misma literatura. Resulta así que la historia de Julio Carrión podría leerse como una exposición del complejo de Edipo, en la medida en que el hijo zanja cuentas con el padre. Pero más llamativo me parece que sus mujeres den la impresión de ajustarse a ese oscuro patrón de seguridad y autonomía femeninas cruzadas por un ramalazo masoquista que las hace entregarse a quien las posee con dominio, incluso con una punta de violencia y que tanto debate ha suscitado en el psicoanálisis. No es mucho el caso de Raquel, aunque algo de ello haya en esos retazos de autobiografía que traza aquí y allá, pero sí el de Malena quien en varias ocasiones explica la profundidad de su amor, su entrega total, admitiendo la posibilidad de ser víctima sacrificial a manos de su amante mientras folla con él. Es un asunto turbio que probablemente lo sea siempre, pero resulta interesante que lo formule una mujer. Me recuerda los personajes femeninos de Ayn Rand, una escritora ruso-americana, que suelen enamorarse perdidamente del hombre que las domina e incluso las viola.

La señora Grandes es también una escritora madrileña. Es de Madrid, le gusta la ciudad, la lleva en el nombre y eso se aprecia en las contadas pero oportunas referencias que hace a la capital. No se regodea describiéndola porque el paisajismo no es lo suyo, ni siquiera el paisajismo urbano. Es más una escritora introspectiva, psicologista. Los protagonistas se pasan la vida estudiándose y tratando de comprenderse. Pero Madrid se le da bien. En El corazón se describe una casa en la zona del Conde Duque, otra también céntrica como por Doctor Castelo (aunque no lo recuerdo bien) y la tercera, en la calle Villanueva, que debe de haberse inspirado en el Villamagna. Luego aparece La Moraleja, pero está más borrosa. En Malena salía mucho Martínez Campos y el barrio Maravillas. Yo, que viví de niño y adolescente en San Bernardo, me acuerdo muy bien de las monjas del parque de Monteleón. Y Te llamaré viernes sucede como por la Corredera, pero tampoco estoy seguro.

El tercer personaje en esta novela es la República y la guerra civil. Malena arrancaba con la conquista del Perú, pero el acontecimiento decisivo, gracias al cual había novela, sucedía a raíz de esq guerra guerra. El corazón es más directa, unidireccional, ahorrativa, pues es un relato de ahora mismo que gira en torno a las consecuencias de una concatenación de hechos que resultan decisivos en la República y, sobre todo, la guerra civil. Hay momentos en que ésta, su clima, sus gentes, sus hechos, toman el relevo hasta el punto de que el lector piensa que está leyendo dos novelas entrelazadas, sensación que agudiza la autora cambiando la perspectiva del narrador de la primera a la tercera personas.

Como en España esto de la guerra civil sigue tan vivo y tan palpitante con unos diciendo que se deje a los muertos donde quiera que estén y otros que hay que encontrarlos para lavar una indignidad histórica, el asunto se politiza de inmediato y a ello hay que referirse porque esa politización está inserta en el título que remite a los versos de Machado. Pero antes quiero dejar apuntada mi opinión sobre por qué se vuelve tanto en literatura a la guerra civil y que, a mi parecer, tiene poca relación con el hecho de que fuera eso, civil. Antes bien, se trata sencillamente de que fue una guerra y las guerras son todavía mejores que las familias para ambientar novelas ya que en ellas los seres humanos actúan al límite de sus posibilidades, en contextos dramáticos, decisivos, únicos, irrepetibles. De hecho, la literatura se nutre en buena medida de la guerra y no hay batalla que no tenga su relato, desde la Iliada hasta Por quién doblan las campanas. O esta misma novela que, cuando se le acaba la guerra civil, la prosigue en el llamado Frente del Este de la División Azul. Téngase en cuenta que al no participar en las dos guerras mundiales España perdió un filón literario (basta recordar la explosión de narrativas en torno a ambas contiendas en el extranjero) que no podría sustituir con la guerra de África que más parecía expediciones de castigo en la cábilas.

Mas en concreto sobre la guerra civil, que es tema que apasiona a la señora Grandes, su manera de hablar de ella, la forma en que los protagonistas bucean en el pasado en busca de misterios que les expliquen su ser de ahora, revela el caso de quien creció en una familia más o menos "del Régimen", sin conocer lo que sucedió en realidad, sin hablar de ello, siendo los abuelos quienes participaron en la contienda; alguien también para quien la recuperación de la memoria de lo que entonces sucedió de verdad, la recomposición del rompecabezas del pasado constituye una tarea esencial de reintegración de un yo sin atributos. Su contundente rechazo de la Dictadura como una época de miseria moral, de aniquilación del recuerdo, de engaño, disimulo y falsedad suena como una especie de declaración programática de una generación.

Para uno que, como yo, creció en una familia en la que fueron los padres, no los abuelos, quienes hicieron la guerra y, en el caso de los míos, la perdieron, pero se mantuvieron siempre fieles a sus ideales y no ocultaron ni tergiversaron nada a sus hijos (al margen de la natural tergiversación que todo relato humano lleva) y que, en consecuencia, somos probablemente de la generación de los padres de la señora Grandes, estos sus descubrimientos resultan emotivos. Es interesantísimo (y, por cierto, excelentemente documentado) el retrato que hace de la defensa de Madrid, los frentes en la Universitaria, en la carretera de Extremadura. Su comprobación final de que todo terminaría en un rosario de traiciones, primero la de Casado en Madrid, luego la de Francia e Inglaterra en Alicante y por último la de todo el mundo en 1945, deja un poso amargo de dureza y desesperación, el que hace que el abuelo republicano hable de que España es "un país de mierda".

La descripción del campo de Albatera, al que los fascistas llevaron a los republicanos que cogieron hacinados, abandonados de todos y desesperados en el puerto de Alicante es espléndida y también muy bien documentada. Coincide con el relato que nos dejó uno que estuvo en él el tiempo suficiente para no olvidarlo el resto de su vida, Eduardo Guzmán. Es en ese campo en donde la autora sitúa uno de los episodios más hermosos y terribles de esta estupenda novela y que no relato por no estropeárselo a los lectores a quienes aseguro que encoge el alma. Extraordinaria también la descripción de los campos de concentración de Francia, tanto de las condiciones físicas en que estaban los concentrados como de su comportamiento en todos los órdenes de la vida. Por eso he puesto dos dibujos de Uxío Souto (uno que pasó por ello), relativos al cruce de los Pirineos y a un campo de concentración en Francia para que se vea cómo vivían en 1939 aquellos hombres que venían de luchar con las armas en la mano en contra del fascismo (se encuentra en Ciudad de la pintura).

A todos estos valores hay que añadir que la novela está escrita con una gran agilidad en un castellano vibrante y que tiende un puente entre aquella guerra, tan viva como siempre en el recuerdo de las generaciones, en especial de las que hoy, libres del miedo que atenazó a sus padres (y que yo comprobaba siempre porque era algo que me llamaba la atención en mis coetáneos), reclaman la recuperación de la memoria de todos los que murieron con el corazón helado.