Los muertos. Los asesinados, paseados, fusilados, desaparecidos y enterrados en las innumerables fosas comunes a lo largo y ancho de España.
dimarts, 10 de desembre del 2013
¡Qué alto hablan los muertos!
Los muertos. Los asesinados, paseados, fusilados, desaparecidos y enterrados en las innumerables fosas comunes a lo largo y ancho de España.
dilluns, 28 d’octubre del 2013
¡Despierta, hierro! Vencedores y vencidos.
La exigencia de la AVT de que el gobierno no acate la sentencia del TEDH es inviable. Lo que se está pidiendo es que aquel incumpla un convenio internacional, en el que es parte sin reserva alguna, de protección de los derechos humanos. Porque por muy sanguinarios que sean los etarras, no se les puede negar un principio básico, universal como es el de la no retroactividad de las normas penales. Tampoco es avisada solución desprestigiar el TEDH como hace Esperanza Aguirre al sostener que no se trata de jueces sino de "políticos" por la muy elemental razón de que las reglas de juego se cuestionan antes de jugar, y revela bastante baja estofa cuestionarlas cuando se pierde.
En el terreno jurídico las habas están contadas. Se acata la sentencia del TEDH y se aplica a todos los casos como el de Inés del Río. Si ello suscita rechazo, como lo hace, la respuesta ha de articularse en el terreno político, en el legislativo. ¿De qué tipo? Deberán ser quienes solicitan la decisión quienes lo determinen. Aznar no asistió a la manifa. Pero es evidente que tampoco ve el mundo con los ojos del gobierno. Muchos -quienes le piden que vuelva y quienes están esperando a ver qué dice- confían en algún tipo de pronunciamiento del presidente del honor del PP que les aclare el camino.
Pero, entre tanto, ni la AVT ni todas las víctimas del mundo pueden imponer sus pretensiones y sentimientos, por profundos que sean, a la voluntad del legislador, que ha de atender al bien común y no al de una parte. Y el gobierno que envía a destacados miembros de su partido a manifestarse contra sí mismo y pedirse en la calle lo que de ningún modo puede hacer, jugando a un doble juego para tratar de evadir la responsabilidad que contrajo por su demagogia cuando estaba en la oposición, simplemente incurre en una mezcla de falsedad, hipocresía y estupidez. Como acostumbra.
(La foto está tomada de Twitter).
dijous, 24 d’octubre del 2013
Tragicomedia de España.
Que en el siglo XXI un partido de gobierno de un Estado de derecho en un país civilizado se manifieste en contra de la sentencia de un tribunal de justicia es algo tan asombroso que parece un chiste.
De momento no se le ha visto con alzacuellos ni portando un pistolón pero no es algo impensable.
Siempre que los necios al uso creen estar llamados a resolver los problemas de España solo se consigue que aumenten la confusión, la humillación, el desorden, la injusticia. Y, como directa consecuencia, la policía tiende a extralimitarse en sus funciones. En un par de días las agentes de servicio en el Congreso parecen haber vejado a una invitada obligándola a desvestirse, aunque sostienen que no es cierto; la policía ha entrado en el campus de la Completense en Somosaguas y el de la Autónoma sin permiso de la autoridad académica; unos seis u ocho mossos catalanes parecen haber matado a un hombre a patadas en plena calle. Todo esto para que vayamos enterándonos de cómo las gastan los matones y granujas de uniforme y con armas que pagamos todos con nuestros impuestos; incluidos los que mueren bajo sus coces.
Y así vamos a estar otros dos años. Arreglando los problemas de España.
dimarts, 22 d’octubre del 2013
El veneno de la "doctrina Parot"
dimecres, 27 de febrer del 2013
Yolanda.
Hoy, treinta y tres años después de aquel crimen, nos enteramos de que el ministerio del Interior tiene contratado al asesino de Yolanda como asesor o instructor o adoctrinador de la policía y la guardia civil. Tras haber cumplido de forma bastante accidentada una parte de la condena original, el sujeto ha mudado de nombre y, entre otras, realiza las colaboraciones señaladas y alguna más para ocasionales autoridades del PP. Aquí se plantea la cuestión de qué sucede con los delincuentes cumplidos y su reinserción social. Seguramente. Pero el delito de Hellín, sobre ser especialmente odioso, tiene unos elementos de ideología política imposibles de ignorar. El asesinato de Yolanda fue un crimen político, un acto de terrorismo típicamente político. Que yo sepa, Hellín no ha pedido perdón ni mostrado arrepentimiento por el crimen cometido. ¿Acaso esas exigencias se plantean únicamente a los etarras o proetarras? Con tanta mayor razón aquí porque no existe garantía ninguna de que el Hellín de extrema derecha no aproveche su posición para orientar ideológicamente las actividades de la policía o, incluso, para cometer una nueva fechoría. La muestra de arrepentimiento tampoco sería una garantía, pero es de todo punto exigible.
dilluns, 20 d’agost del 2012
Estampas del verano. Mayor Oreja, el franquista que no ceja.
dimecres, 27 de juny del 2012
Víctimas y victimarios
dissabte, 5 de maig del 2012
Los dolores del sepelio.
dijous, 22 de març del 2012
El periodismo fábula
diumenge, 11 de març del 2012
Los crímenes del 11-M.
diumenge, 27 de novembre del 2011
Caballería roja. El arte y el comunismo.
La Casa Encendida alberga una portentosa exposición de arte soviético titulada Caballería roja. Arte y poder en la Rusia soviética, 1917-1945 con tal abundancia de material, magníficamente organizado por la comisaria, Rosa Ferré, que si se pretende contemplarla con cierto detenimiento, da para más de un día. Se ha hecho con un enorme esfuerzo de coordinación y colaboración con muchos museos de Rusia que debe aplaudirse porque el resultado es impresionante. En los cuatro espacios de exposición de la planta baja y sótano de la Casa Encendida se exhibe la mejor muestra del arte soviético, de todo él y en todas sus manifestaciones, que pueda imaginarse.
Hay cuadros de Kandinsky, Chagall, Malevich (uno suyo da nombre a la exposición), Deyneka, Brodsky, etc; carteles de El-Lissitsky, Dmitri Moor, Gustav Klutsis, Maiakosky; fotomontajes de Rodchenko y otros; música de Shostakovich y Prokofiev; libros y poemas de Ana Ajmatova u Ossip Mandelstam; novelas y relatos de Babel, Gorki, Pasternak, Pilnyak; bocetos y diseños de Meyerhold, Maiakovsky de nuevo; artefactos de Tatlin o Theremin; películas de Dziga Vertov, Eisenstein o Pudovkin; esculturas de Vera Mujina e Ivan Shadr. Treinta años de creatividad muy bien expuestos, que dan una idea de la evolución del arte soviético desde la revolución bolchevique hasta 1945, el fin de la Gran Guerra Patria, que no del estalinismo.
Sin embargo, esa idea puede resultar engañosa si el visitante no sitúa en el debido contexto la enorme afluencia de obras de arte que lo asaltan. Para hacerlo, lo aconsejable es comprar el catálogo de la exposición, una obra muy apreciable con aportaciones de especialistas en la materia. Las de Rosa Ferré, las más abundantes, son con mucho las mejores. De este modo, armado con las claves que en el catálogo se encuentran el espectador ya no corre peligro de caer en la trampa de una visión convencional del arte comunista que, de darse, vendría a ser como el triunfo póstumo de la única habilidad en la que el comunismo ha destacado con auténtica maestría: la propaganda.
En efecto, el visitante de buena fe recorrerá las salas y su primera impresión (que, muchas veces, la mayoría, es la única que se obtiene) será coincidente con la interpretación al uso de la evolución del arte soviético y que, más o menos, dice lo siguiente: con la revolución bolchevique, en vida de Lenin y durante los primeros años de la joven república soviética (hasta el ascenso de Stalin en 1927) hubo un tremendo florecimiento del arte, en medio de la libertad de creación más absoluta, un montón de genios en todas las ramas estéticas asombraron al mundo con la fuerza, la originalidad y la belleza del arte revolucionario. Es cierto que, en muchos casos, la creación procedía de las vanguardias prerrevolucionarias pero, a partir de 1917, el comunismo revolucionó no solo la política y la economía sino la literatura y el arte en general, haciendo aportaciones que todavía se imponen con fuerza. A partir de 1927, sin embargo, con el ascenso de Stalin y, sobre todo, al comienzo de los años treinta hay un giro de radical de la política artística del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), el mismo Stalin se mete en cuestiones estéticas, el más rígido dogmatismo ahoga toda creatividad artística, se instalan el realismo socialista y el culto a la personalidad, los artistas se convierten en acobardados servidores y propagandistas de la ideología pseudomarxista del estalinismo y las obras de arte son falsas, bombásticas o puro kitsch.
Esta interpretación al uso es parcialmente cierta y parcialmente no. Es cierta la segunda parte: el estalinismo significó la sumisión del arte a las obtusas directrices del PCUS, administradas por Jdanov, consuegro de Stalin y que tenía tanto sentido estético como un boniato; significó asimismo el soborno de los intelectuales y artistas que se sometieron y la persecución, la tortura, el destierro o la muerte para los que no lo hicieron. Este triste destino afectó a miles de creadores. De los seiscientos asistentes al congreso de escritores en Moscú en 1934, unos años después doscientos habían sido fusilados.
En cuanto a la primera parte, es cierto que en los primeros años de la revolución hubo una verdadera explosión de creatividad artística, pero es falso, como suele darse a entender (ya que nadie se atreve a decirlo claramente por ser claramente mentira) que tal explosión estuviera animada por las autoridades comunistas o que Lenin fomentara la creatividad artística que no estuviera estrictamente ligada a la propaganda. Más abajo volveré sobre este asunto que no es sino el enésimo intento de cargar todas las monstruosidades del comunismo sobre Stalin, salvando la figura de Lenin, cuando es claro que lo único que diferencia a Lenin de Stalin, en esto como en todo, es que el primero murió prematuramente y no le dio tiempo a llevar a cabo todos los crímenes que cometió el segundo. No obstante hizo lo suficiente para justificar este juicio que, insisto, expondré al final de la entrada.
Antes unas palabras sobre el régimen de terror de Stalin que literalmente revuelve las tripas. En 1932, el ex-seminarista pone fin a la multiplicidad de escuelas, corrientes e ismos artísticos y crea una Unión de Escritores Soviéticos. El congreso de 1934 impone la doctrina del realismo socialista y ésta se expande a todas las ramas del arte a partir de la creación en 1936 de un Comité de Asuntos Artísticos de la Unión. Los artistas y creadores que querían prosperar tenían que pertenecer a estas organizaciones; los que no lo hacían ya sabían que les esperaba el ostracismo, la persecución o algo peor. Stalin fue especialmente duro con los escritores y, en concreto, con los poetas: Maiakovsky, Yesenin y Marina Tsvetaeva fueron empujados al suicidio, Mandelstam murió en el gulag, como Shyleiko y Nicolai Punin, segundo y tercer maridos de la poetisa Ana Ajmatova, cuyo hijo, Lev Guvilev también fue deportado y murió en consecuencia. Todo esto lo encontramos en la exposición.
Es Ajmatova, precisamente, la que cuenta en su introducción al primer poema de su obra Requiem que sólo pudo publicarse en Rusia en 1987 la famosa y estremecedora historia que mejor describe el terror stalinista. Estaba la poetisa en una de aquellas colas de familiares de presos y desaparecidos que todos los días tenían que ir a la puerta de la cárcel de Leningrado a esperar durante horas con temperaturas bajo cero por ver si conseguían alguna noticia de sus allegados y que tan bien describe Grossman en alguna de sus obras, cuando una mujer que estaba detrás le susurró al oído (nadie podía hablar en voz alta): "¿puede usted contar esto?" "Sí", respondió Ajmatova, "puedo". El resultado es el poemario Requiem, que pone los pelos de punta.
Pero no fueron únicamente los poetas los perseguidos. En los años del Gran Terror (de 1934 a 1940), Stalin hizo fusilar pintores (Pavel Filonov, 1937), cartelistas fieles hasta la muerte (Klutsis, 1938), novelistas (Boris Pilnyak, 1938; Isaak Babel, 1940), cineastas (Boris Shumiatsky, 1938), dramaturgos (Vsevolod Meyerhold, 1939) o periodistas (Mijail Koltsov, 1940). La exposición contiene obra de todos, mucha de ella, paradójicamente, alabando a su asesino. Por supuesto, al ser la exposición de arte, nada se dice de la masacre estalinista de políticos, militares, médicos, científicos y gente de la calle. Aun hoy es imposible calcular cuánta gente asesinó este tirano.
¡Ah, pero es que el estalinismo fue una degeneración del comunismo, del leninismo! Lenin era otra cosa. ¿Acaso no previno en su testamento de lo que se venía encima con el georgiano al que él mismo había nombrado secretario general? Es posible que tuviera segundos pensamientos pero, en realidad, Stalin no es sino la continuación de los métodos de Lenin. Fue Lenin quien cerró la asamblea constituyente y ahogó la democracia en la cuna; fue él quien ordenó reprimir a sangre y fuego la sublevación de Kronstadt, él quien hizo fusilar al Zar y su familia, incluido el zarevich, un niño, sin juicio alguno (y mantener oculto este crimen durante años) y él quien puso en marcha los primeros campos de concentración. En realidad no es Stalin ni tampoco Lenin, es el comunismo. Con él comienza el terror y la única diferencia entre Stalin y Lenin es que éste fallece muy pronto, está muy ocupado con la supervivencia del poder bolchevique (guerra civil, comunismo de guerra, NEP) y, desde su muerte (en 1924) hasta el triunfo de Stalin en la lucha interna por sucederle (1927), los comunistas tienen poco tiempo de ocuparse de los artistas.
Es decir, el grandioso florecimiento del arte revolucionario que se abre en 1917 es posible no gracias a los bolcheviques y Lenin, sino, al contrario, gracias a que los bolcheviques y Lenin estaban ocupados tratando de sobrevivir. Así se desarrollaron las vanguardias, o los grupos de artistas, como el Proletkult o Lef, por cierto, todos ellos sinceramente bolcheviques y revolucionarios. De todo esto hay magníficos ejemplos que suspenden el ánimo en la exposición. En punto a producción artística, la Rusia bolchevique no tenía nada que envidiar a la Alemania de Weimar. Y si en ésta hubo expresionismo o la neue Sachlichkeit, en Rusia hubo futurismo, constructivismo, acmeísmo, suprematismo o productivismo. Otro curioso parecido que se daría unos años después entre Alemania (ahora la nazi) y la URSS fue la persecución de las formas artísticas que disgustaban a las respectivas tiranías y ambas bajo el mismo nombre: "arte degenerado".
Pero todo ello no gracias a Lenin, sino a pesar de él. El fundador del bolchevismo no tenía inquietudes artísticas y sus gustos eran conservadores, por no decir del montón. Odiaba las vanguardias (para vanguardia ya estaba él) y los ismos. Su único interés en el arte residía en su faceta propagandística y por eso apoyó el cine, puso al dramaturgo Anatoli Lunacharski al frente del comisariado de arte y facilitó que se crearan aquellos trenes que llevaban los documentales de Dziga Vertov por los pueblos de la estepa. Pero ahí se acababa su preocupación y en el resto fue tan arbitrario y censor como Stalin sólo que mucho menos eficaz. Si Nadia Krupskaia iba al teatro y no le gustaba la obra, el dramaturgo recibía un aviso, igual que cuando Stalin iba al estreno de, por ejemplo, la Lady Macbeth de Shostakovich, no le gustaba y, al día siguiente, la Pravda cargaba contra una música que no era tal, sino un caos burgués, asunto peligroso que podía llevar al creador al gulag. Fue Lenin quien mandó al exilio a docenas de intelectuales y creadores, desde el novelista Evgenii Zamiatyn hasta el filósofo Nicolai Berdiaev, pasando por el sociólogo Pitirim A. Sorokin. Y fue igualmente Lenin quien hizo fusilar en 1921 a Nicolai Gumilev, primer marido (divorciado) de Ana Ajmatova, bajo la acusación de conspiración monárquica. Aún no se había descubierto la práctica de torturar y fusilar gente bajo la acusación de trostkistas. Es el estalinismo, es el leninismo, es el comunismo en definitiva, el que ahoga toda libertad creadora y, cuando puede, termina con los mismos creadores.
Una última noticia respecto a otro episodio siniestro de abyección de los intelectuales y artistas en la Unión Soviética que se encuentra documentado en la exposición y del que da cumplida cuenta el catálogo. En 1934, Maxim Gorki pone en práctica su teoría de que los escritores deben trabajar en brigadas como los proletarios y escoge a ciento veinte autores para escribir un libro glorificando la construcción del canal de Bolomor, que unió el mar Báltico con el el mar Blanco con una longitud de 227 kms. Era una de las grandes obras emblemáticas del estalinismo y no sólo por la proeza de ingeniería. Lo que Gorki y los demás escritores al servicio de Stalin celebraban era el hecho de que la obra fuera, además, una comprobación de las doctrinas comunistas sobre la regeneración de los presos mediante el trabajo forzado. Porque el canal -que los ciento veinte autores visitaron mientras se construía- fue obra de presos que lo hicieron picando el granito casi con las manos. Es decir Gorki y los autores estalinistas no tuvieron inconveniente en glorificar el gulag.
Relación de imágenes:
Primera: Kasimir Malevich, Caballería roja (h. 1930).
Segunda: El Lissitsky, Derrotad a los blancos con la insignia roja. (1920).
Tercera: Kuzma Petrov-Vodkin, Retrato de Ana Ajmatova (1922).
Cuarta: Isaak Brodsky, Stalin (1933).
Quinta: Stepan Karpov, La amistad de los pueblos (1922-24).
Sexta: Vera Mujina, El trabajador y la koljosiana (s.d.).
Séptima: Gustav Klutsis, Viva la URSS (s.d.)
dilluns, 31 d’octubre del 2011
El programa de los ricos.
Rajoy retrasó cuanto pudo la exposición de su programa electoral pero, al final, no hay modo de mantenerlo oculto, aunque sí sea posible maquillarlo de tal forma que no se sepa lo que dice, o no se entienda o diga lo contrario de lo que en verdad se pretende. Todo lo cual tiene su mérito, como puede verse en el resumen que hoy adelantan los periódicos de lo que aprobará el Comité Ejecutivo Nacional.
El programa electoral de la derecha, según criterio general, es ambiguo, impreciso, como viene siendo Rajoy desde que se ve a tiro de piedra de La Moncloa. Un programa moderado, al igual que el candidato se define a sí mismo: moderado. Pero lo llamativo no es que el programa tenga estas características. Un programa moderado tiene tanto derecho a existir como uno radical. Será el electorado el que decida. Lo llamativo es que ese programa contradice dos datos reales de modo frontal: a) no coincide con el radicalismo de la oposición del PP durante estos tres últimos años, ni con el catastrofismo de sus juicios, ni con su insistencia en que, pues nos encontramos en una situación límite, deben aplicarse reformas "valientes", "profundas"; b) tampoco coincide con lo que la derecha está haciendo allí en donde gobierna, en Madrid, Valencia o Castilla La Mancha, entre otros lugares, esto es, aplicando esas medidas "valientes" y "profundas" que están ausentes en el programa en forma de drásticos recortes en la sanidad y la educación, por ejemplo. Lo llamativo es que alguien diga que no piensa hacer lo que está haciendo.
El programa electoral del PP se alimenta de la vieja ideología neoliberal de reducir el Estado y bajar los impuestos a las rentas más altas con el argumento de que, al disponer éstas de más dinero, invertirán y crearán empleo. Como si no existieran los paraísos fiscales acerca de los cuales, si no me quivoco, nada se dice. Se emplean varios eufemismos, como bajar los impuestos a las Pymes y a los "emprendedores", término con menos connotaciones que "empresarios". También se pretende bajar los impuestos al ahorro a largo plazo; dado que el ahorro no tributa, se refiere al capital y sus beneficios. Se habla de una reforma laboral que permitirá bajar más los salarios y se pretende eliminar los convenios colectivos, sustituidos por los de empresa, lo que deja a los trabajadores literalmente a merced de los empresarios en condiciones que, a no dudarlo, frisarán con la esclavitud. Es decir las líneas de un programa electoral de clase están claras. ¿Cuánto nos apostamos a que lo primero que suprime Rajoy es el derecho de huelga de los funcionarios, que tanto molesta a Esperanza Aguirre?
Hay un silencio revelador acerca de la sanidad y la educación. Sólo se sabe que Rajoy declara que no le "gustaría tener que tocar la sanidad y la educación". ¿Qué va a decir? ¿Que le gustaría? Las recortará pero que quede claro que a disgusto. A la hora de acusar el golpe, es de esperar que el pueblo llano recuerde con cuánto disgusto se toman las medidas que lo acogotan, aunque para entonces ya no habrá remedio. La vía está marcada en las comunidades madrileña y valenciana: sanidad y educación de calidad para los ricos. Los otros, resignación cristiana.
En derechos sociales el panorama es bastante oscuro. Habrá, dice el programa, una reforma de la ley del aborto para proteger el derecho a la vida, es decir, se restringirá el derecho al aborto. En qué medida, dependerá de la mayoría parlamentaria con la que se cuente y del predominio que en ella ejerzan los más integristas. Y, desde luego, los homosexuales pueden despedirse de su derecho a contraer matrimonio; algo tan obvio que ni se menciona.
El programa compromete al gobierno del PP a "no negociar con terroristas", lo que es una afirmación sorprendente por dos razones: primera porque nadie está negociando con terroristas (aunque Mayor Oreja sostenga lo contrario pertinazmente); y segunda porque lo que resta por hacer, después del fin de ETA, no es negociar, sino dialogar para normalizar el País Vasco de una vez. Si por "no negociar" se entiende "no dialogar", la normalización puede truncarse.
Comparando el programa electoral del PP con el del PSOE es incomprensible que alguien pueda sostener que son lo mismo. ¿Cómo va a ser lo mismo bajar los impuestos a las rentas más altas que subírselos; recortar los derechos sociales que mantenerlos y ampliarlos; suprimir la sanidad y la educación públicas que mantenerlas, no dialogar que dialogar, eliminar los derechos laborales que protegerlos? ¿Qué fines reales persiguen quienes sostienen que son lo mismo? ¿No son los del PP?
dissabte, 22 d’octubre del 2011
La vida sigue.
filla d'Ernest Lluch.
Hace unos días un analista político cuyo nombre no he retenido afirmaba en un buen artículo que un eventual fin de ETA no incidiría en el cantado resultado electoral del 20-N porque la gente ya lo daba por descontado y no le preocupaba. Lo decía con conocimiento de causa y basado en buenas razones. Según el último barómetro del CIS, de septiembre, el terrorismo preocupaba al 3,7 por ciento de la población y era la octava causa de inquietud siendo la primera el paro (80 por ciento), la segunda los problemas económicos (49, 6 por ciento), etc. El terrorismo no alcanza el 10 por ciento desde abril de 2010. Hace diez años podía llegar al 70 por ciento y ser la primera causa de preocupación. Son otras hoy las congojas de los ciudadanos. Era pues razonable concluir que el fin del terrorismo no tendría impacto.
Sin embargo, ayer fue el asunto por excelencia. Opinaron todos los políticos nacionales y algunos extranjeros (Obama, Sarkozy, Cameron, Santos, etc). En los medios fue la única noticia. No la deuda, ni la crisis, ni los empresarios: ETA. En la prensa, la radio y la TV y no digamos las redes. En noticiarios y tertulias. Sólo se habló de ETA. Los patronos vascos se felicitaron y la Conferencia Episcopal Española aprovechó la ocasión para pedir el voto al PP y, de paso, dijo una de esas solemnes perogrulladas que dicen los del capelo : que el terrorismo es intrínsecamente perverso. Un descubrimiento.
Y todo este ruido, esta cacofonía, esta batahola por un comunicado de la banda que muchos consideran poca cosa, business as usual; otros un dulce empozoñado ; otros un regalo electoral a los cómplices del PSOE; otros un ejercicio de retórica socarrona; otros un señuelo para distraer la atención mientras la banda se rearma e così via. Y todo con la poco digna intención de rebajar las expectivas electorales del PSOE reduciendo la importancia del hecho, de anular el impacto que decía el analista que no iba a producirse y sí está produciéndose. Como se prueba precisamente en el zafarrancho general para evitarlo.
¿Qué pasaba entonces? Que en efecto, la gente ya sabía hace meses que ETA estaba derrotada y se había preparado para su final sin armar grandes alharacas. Pero es que en el terrorismo la gente llevamos más de treinta años reprimiendo alharacas, sofocando sentimientos, aguantando situaciones terribles, bárbaros asesinatos en masa como el de Hipercor, sin perder los nervios, controlándonos, apoyando siempre a los gobiernos. Pero eso no quiere decir que los sentimientos sofocados no existieran. Han existido y siguen existiendo. Pero van por dentro. La alegría del fin de ETA también ha ido por dentro. La hemos exteriorizado los plumillas, los opinantes en público, los parlanchines, tertulianos y predicadores en general. Pero la gente la sentía en su fuero interno y está todo el mundo muy interesado en lo que suceda ahora porque ahora, el contencioso, el llamado conflicto, se traslada a los tribunales de justicia y las crónicas judiciales apasionan a la opinión.
Y vamos a eso del conflicto. Dice la izquierda abertzale que el comunicado de ETA no cierra el conflicto político. Tan profundo como lo de los obispos. Claro que no cierra el conflicto político ni ningún otro conflicto. Lo que cierra es el asesinato. Todos los conflictos siguen vivos. Alguien debe enseñar a los hasta ayer amigos de los pistoleros cosas elementales como que la sociedad no es otra cosa que cientos de conflictos cruzados, de todo tipo y condición: religiosos, económicos, sociales, de género, nacionales, etc. Si partimos de la idea de que un conflicto es aquella situación en que alguien quiere algo que otro no quiere darle, la vida social es conflicto. Y la democracia es el mejor sistema político porque garantiza que los conflcitos se canalizan civilizadamente; no que se resuelvan porque ese es otro asunto que depende de mayorías y minorías. Para entender esto es necesario a su vez aceptar que el conflicto que a uno le parece esencial, prioritario, único en realidad, puede que no se lo parezca así al resto de la sociedad que tiene otros conflictos. Si uno renuncia a imponer la solución de su conflicto preferido a tiros tiene uno que aceptar que a la gente el conflicto de uno le parezca irrelevante. Que se haya defendido por medios criminales no lo hace más urgente ni más real.
Porque, cuando callan las armas, la vida sigue. Y parte de este seguimiento es que, mientras ETA no se disuelva, las autoridades también seguirán deteniendo etarras y poniéndolos a disposición del juez por pertenencia a banda armada, posesión de armas y los demás delitos en que continúen incurriendo. Y eso no forma parte del "conflicto político", no es político. Es criminal.
(La imagen es un cuadro de Thomas Hart Benton, abuelo de la pintura estadounidense actual, escuela neoyorquina, titulado América hoy. Actividades ciudadanas con suburbano, pintado en los últimos años veinte).
divendres, 21 d’octubre del 2011
España sin ETA.
Cuando Pérez Rubalcaba llegó al ministerio del Interior traía dos objetivos prioritarios: reducir la siniestralidad en las carreteras y acabar con ETA; dos graves problemas de los españoles de muy distinta naturaleza. Los ha conseguido. Ahora, lo lógico es votarlo para que, como presidente del Gobierno, gestione la definitiva normalización democrática del País Vasco y del conjunto de España.
Las comparecencias de ayer de Zapatero y Rubalcaba en sendas ruedas de prensa fueron ejemplares. Los dos hubieran podido recordar que en su combate contra ETA tuvieron que superar los ataques de una oposición empeñada en utilizar la lucha antiterrorista como arma para desgastar al gobierno y obtener réditos electorales. Zapatero hubiera podido recordar aquella infamia de Rajoy de que estaba traicionando a las víctimas de ETA. Rubalcaba, las continuas acusaciones de estar negociando con ETA -él, que siempre se opuso a toda negociación de este tipo-, y de no querer el fin de la banda, coronadas por la última canallada de acusarlo, así como a sus subordinados, de colaboración con banda armada.
Pero ninguno de los dos lo hizo sino que ambos rindieron tributo a las víctimas, a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y atribuyeron la victoria sobre los pistoleros a la unidad de las fuerzas democráticas y la colaboración de Francia. Bien cierto; esa es la perspectiva adecuada para afrontar el próximo futuro en que será necesario gestionar con acierto la multiplicidad de problemas que plantearán las secuelas de una actividad criminal que ha durado decenios, ha hecho destrozos enormes en la convivencia democrática y ha dejado heridas que habrá que sanar con tesón, habilidad y generosidad. Sigue siendo imprescindible la unidad de las fuerzas democráticas y a ello irá orientada probablemente la mayoría de los comentarios que se lean en los próximos días.
El comienzo de la nueva etapa, sin embargo, deja ya ver claroscuros. En su comparecencia ayer Rajoy se mostró manifiestamente incómodo por cuanto el destino parece repetirse y, cuando ya se ve triunfador en las próximas elecciones, un hecho repentino puede volver a dejarlo en la estacada. Trató de rebajar la trascendencia del momento afirmando que, si bien era un paso importante, no era el decisivo que no llegará hasta que la banda se disuelva de forma irreversible. Se adivina que esa será una de las líneas principales del ataque de la oposición conservadora. Pero Rajoy no tuvo más remedio que reconocer que se trata de una victoria porque no se ha pagado precio político alguno por el cese definitivo de la violencia. Un reconocimiento que deja en evidencia a Aznar y a Mayor Oreja quien aún ayer decía que el gobierno y ETA negociaban un fin sin fin.
La actuación del PP en este campo ha consistido en impedir como fuera que el gobierno socialista capitalizara el fin de ETA. Se negó a asistir a la conferencia de paz de Donostia hace unos días y sus trompeteros mediáticos arrojaron toneladas de basura sobre los participantes, siguiendo el ejemplo del inefable Aznar que no ha mucho acusaba al gobierno de suplicar y mendigar gestos de ETA. A eso es a lo que llaman colaborar en la lucha antiterrorista. Ayer también Esperanza Aguirre, que tiene la virtud de reducir siempre las cosas al absurdo, trataba de desmerecer la noticia asegurando que los comunicados de ETA tienen credibilidad cero. En efecto, es la línea que va a adoptar la derecha, la de aquí no ha pasado nada. Como ETA cuando se restauró la democracia en España sostenía que "aquí no ha pasado nada" y siguió asesinando, la derecha seguirá atacando al gobierno, diciendo que negocia con ETA y que Rubalcaba colabora con los terroristas.
A esta posición bastante ignominiosa ayuda la actitud intransigente de algunas asociaciones de víctimas que se reservan el derecho a decir que el terrorismo sólo habrá acabado cuando se cumplan las condiciones que ellas establecen. Y, entre tanto, también proseguirán en sus ataques al gobierno.
Sin embargo dos cosas están claras: 1ª) las víctimas tienen mucho peso moral y merecen el reconocimiento del conjunto de la sociedad. Pero las decisiones colectivas que afectan a ésta son competencia de las instituciones demócraticas legítimas, en especial el Parlamento. 2ª) La derrota de ETA es un logro indiscutible del gobierno de Zapatero, algo por lo que éste ha sacrificado mucho y por lo que sin duda pasará a la historia. La pieza esencial de ese gobierno, la que ha convertido en realidad el deseo de millones de españoles es Rubalcaba quien se ha ganado limpiamente el derecho a ser a su vez presidente.
Hay un tercer personaje que ha sido decisivo en la derrota de ETA, sin el cual ésta no se hubiera producido y a quien todavía no he visto mencionado en la catarata de parabienes que llueven sobre España: el juez Garzón. Zapatero dirigió el aspecto institucional de la lucha antiterrorista; Rubalcaba el policial; y Garzón el judicial. Fue su idea de llevar la lucha contra ETA al terreno de sus apoyos sociales, económicos, culturales, la que acorraló a la banda y la puso al alcance de la policía.
Garzón, sin embargo, está esuspendido, en una especie de exilio y perseguido judicialmente en su país, lo que es literamente una vergüenza y un baldón sobre la alegría que produce el fin del terrorismo. Si Rubalcaba gana las elecciones y es presidente del gobierno debiera contar con este juez que, como todos los seres humanos, se habrá equivocado alguna vez, pero es la honra de la profesión judicial.
(La imagen es una foto de www_ukberri_net, bajo licencia de Creative Commons).
diumenge, 2 d’octubre del 2011
Fuga de ETA.
La Conferencia Política del PSOE siguió ayer su curso con los trabajos de las comisiones. Trataban éstas de los puntos del programa: igualdad, democracia, economía, etc. Debates sobre textos y enmiendas que podían ser asumidas, transaccionadas, subsumidas y, obviamente, rechazadas. Eso de subsumir enmiendas tiene gracia. El interés estaba también en los pasillos por los que pululaban los barones, un par de ellos con imperio y todos los demás, almas en pena, sine imperio. En fin, mañana recuperará Palinuro las impresiones de la Conferencia cuando se sepan las conclusiones y haya hablado Rubalcaba como Moisés descendiendo del Sinaí con las tablas del programa electoral.
La obra está acabando. Se oye ya el tema final, ¡Oh, Señor, líbrame del Mal!. Es una polifonía abigarrada: de un lado se escuchan las voces de ETA (que se apaga), Bildu (que va in crescendo), EKIN (que se calla), Aralar (que apoya), la "izquierda abertzale" (primer coro) y los presos (segundo coro); de otro las de las Asociaciones de Víctimas, el gobierno central, el autonómico y (con matices) el PNV y, como tercera variante, la recientemente constituida Comisión Internacional de Verificación (CIV).
El problema es que el contrapunto no funciona. La parte independentista es un vivo batiburrillo en todas las tonalidades. La otra parte, que llamaremos "no independentista" (sin querer herir la sensibilidad del PNV), mantiene una sola tonalidad. La Comisión, por último, aún no ha sonado, aunque probablemente lo hará en armonía con la parte no independentista.
La polifonía independentista es sumamente variada: ETA está en tregua, dedicada al género espistolar, y se ha comprometido a colaborar con la CIV. Bildu construye patria y exige del gobierno español que "dé pasos" en respuesta a los pasos que dan los suyos. EKIN ha dado el último paso, tirándose por el abismo. Aralar anima a que se "avance" en el proceso, lo que es una variante de los "pasos". La izquierda abertzale formula la respuesta colectiva en forma de manifestación frente a cada alevosa medida del Estado español en contra de la gran patria vasca. Los presos, por último, son como las plañideras, como el amargo lamento de los que penan dentro cuando los de fuera ya ni pegan tiros.
El contrapunto a esta melopea es el empecinamiento de la parte no independentista en exigir como paso previo, antes de nada, antes de mover un dedo, la disolución explícita, real y verificable de la banda. Hasta la aparente variación de los diez puntos del Lehendakari López implica que el acercamiento de los presos etarras (que el otro bloque llama políticos) depende de que se dé el requisito de la disolución de ETA. El contrapunto no funciona. No hay melodía.
Y la cosa puede complicarse cuando hable la Comisión, con la que ETA dice que colaborará. Porque lo más probable es que la Comisión diga que el primer paso (a estas alturas el enésimo pero, en todo caso, imprescindible) es que ETA deponga las armas. A continuación se planteará el problema de si el Estado puede aceptar la interlocución con ETA y en calidad de qué. Pero ETA tiene un problema previo mucho más grave: ¿puede no deponer las armas si la CIV se lo exige? Poder, puede; pero, si lo hace, se pondrá ya decididamente enfrente de la izquierda abertzale, lo que sería su final. Así que lo más probable es que sea ella misma la que, como un gesto de buena voluntad para facilitar el proceso, se disuelva.
A lo mejor estaba pensado así desde el principio, como una salida honrosa para una voz que ya no armonizaba con nada, que se salía de la escala, que era un eco monstruoso de un acorde del pasado. Y ojalá así los demás en España podamos dedicarnos a pensar en otras cosas que no sean la unamuniana agonía de los vascos consigo mismos.