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dilluns, 15 de setembre del 2014

Podemos y el Golem. Apostillas a una entrevista a Pablo Iglesias.

Magnífica entrevista de Orencio Osuna a Pablo Iglesias hoy en Nueva Tribuna. Orencio, eres un crack; Pablo también, pero de él ya se sabía. Una entrevista larga, bien estructurada con preguntas pertinentes y respuestas interesantes. Será un texto decisivo para clarificar el ideario de Podemos, cosa que parece preocupar a muchos. Horas antes de morir, Emilio Botín dejó dicho que las dos cosas que más le preocupaban era Podemos y la independencia de Cataluña. No es tan oscuro como un oráculo de Delfos, pero suscita análoga temerosa reacción. De la independencia de Cataluña nadie quiere saber nada, salvo los catalanes y el resto del planeta, excluida  España. De Podemos, en cambio, todos quieren saber todo y hasta hay quien presume de saberlo; de saberlo todo.

Palinuro, que no sabe nada, está muy agradecido por un texto tan clarificador. Su lectura, muy amena por cierto, es provechosa por lo que se dice, tanto como lo que no se dice. Tiene altura y enjundia teórica, sobre todo respecto al concepto de izquierda, algo que siempre ha preocupado mucho a la izquierda. Y suscita algunas cuestiones  que aquí toman la forma de modestas apostillas.

Revolotea sobre la entrevista un ánimo fiero de lucha que se fija en dos objetivos: 1º) hay que acabar con el Régimen del 78, a base de denunciarlo, ponerlo ante sus contradicciones, criticando su carácter castizo y, por fin, venciéndolo en unas elecciones limpias, inicio de una cambio en el sistema político. De hecho, la palabra "cambio" aparece 29 veces en el discurso de Iglesias; cero veces el de "revolución". 2º) No hemos venido a perder, como ha hecho tradicionalmente la izquierda, sino a ganar. El infinitivo "ganar" también está muy presente, casi tantas como el término "poder".

Suena todo más que razonable. Es un discurso radical en tono moderado. El Régimen del 78, al que también Osuna diagnostica en crisis terminal, está agotado, no ofrece más salida que la perpetuación del bipartidismo turnista, es un régimen de "vendepatrias" (condición que comparte con los de otros países europeos) y se derrumbará dejando paso a un cambio de sistema político. Subrayo cambio así como la ausencia del concepto de revolución porque, obviamente, es muy significativo respecto al tono general del discurso.

Iglesias está harto de la historia de derrotas de la izquierda e insiste en que Podemos ha salido a ganar. No tanto a tomar por sí solo el poder político, pues el cálculo es siempre electoral y excluye las opciones leninistas, como a condicionarlo en alianza con otros. Ganar, ser eficaces, tomar el poder, al menos en parte, es el objetivo esencial. Expresamente arremete Iglesias contra la izquierda testimonial que se conforma con su ocho o diez por ciento del voto. Eso es un fracaso. Hay que ir a más. Conseguir el apoyo de la mayoría. ¿Qué mayoría?

Aquí aparece el meollo de la entrevista, en forma de una larga y elaborada consideración sobre la izquierda en pasado, presente y futuro, sobre su esencia y su existencia. A veces el asunto resulta algo galimatías. El postulado esencial es que la clave izquierda/derecha ya no sirve. Creo que es la primera vez que leo que la visión en términos de izquierda/derecha beneficia a la derecha. No digo que no; pero convendría explicarlo algo más, cuenta habida de que, hasta la fecha, quien más ha insistido en que la oposición izquierda/derecha está anticuada es, precisamente la derecha. No es fácil entender cómo refutar esta idea pueda ir en beneficio de quien la sostiene. Podemos quiere trascender la disyuntiva izquierda derecha, quizá al modo del aufheben hegeliano. Como ese proceder suele verse en la sabiduría convencional como un signo de fascismo o falangismo y, por supuesto, populismo, Iglesias hace un guiño al izquierdismo y pide a quién quiera conocer su vocación profunda que la busque en internet. Todos sus referentes culturales y políticos son de izquierda y tan profundos que afirma llevarlos tatuados en las entrañas. Enhorabuena, Luisa,  por la parte que te toca; aunque eso de que le tatúen algo a uno en las entrañas debe de ser molesto. ¿Por qué esta necesidad de afirmación de genuina y vieja militancia? Para que no haya duda: somos nosotros, los de siempre, aunque parezca que no, a juzgar por lo que decimos, aunque parezcamos otros por el discurso. Exigencias de la eficacia.

Esto es lo que también el saber convencional llama pragmatismo. Salir a ganar a toda costa, tiene sus sacrificios. Por ejemplo, es posible que uno se crea obligado a decir, como hace el entrevistado: Cometeríamos un error -esto es mi opinión, aunque tendremos que discutirlo en la asamblea- si antepusiésemos el interés de Podemos como marca política exitosa a las necesidades de la transformación política de nuestro país. Lenguaje políticamente correcto; lo dicen todos los políticos, castizos o no. Primero la Patria y luego nuestros intereses. Esto de la Patria tiene su telendengue en Podemos. El asunto está claro, pero con sus riesgos. A la hora de diferenciarse de esa izquierda tradicionalmente derrotada, Podemos se niega a identificar un destinatario específico de su discurso, un auditorio, un target, como dicen los comunicólogos. El destinatario será todo el pueblo. Hablar a una parte es un error funesto. Y por eso, en gran medida, se niegan los "frentes" y la "unidad de la izquierda" y se prefiere la llamada "unidad popular", que trae evidentes reminiscencias a cualquiera versado en la historia del movimiento obrero y las izquierdas europeas. El pueblo, con su aroma rousseauniano. La idea básica es si respetamos un poco más a nuestro pueblo, ese pueblo español que no tiene problema con la bandera rojigualda, que le gusta la selección de fútbol, que no se emociona con la bandera republicana y con la guerra civil, si respetamos un poco más a ese pueblo español que es el nuestro y que, sin embargo, está contra la corrupción, está contra la injusticia, está a favor de los derechos sociales, entonces podemos ganar. Dicho queda para admiración y pasmo de quienes quieran aprender cómo se lucha contra el Régimen del 78 porque ¿acaso no fue la aceptación de la bandera rojigualda y la monarquía (falta de emoción con la bandera republicana) los dos factores que convirtieron a Carrillo, sus seguidores y colaboradores, en traidores, badulaques, trujimanes de la fementida transición? Suena esto un poco a "quítate tú que me ponga yo para decir lo mismo que tú".

Por supuesto, hacer política en las instituciones tiene sus complejidades. El propio Iglesias las menciona reiteradamente cuando se le pregunta por las posibles coaliciones en gobiernos locales. Una de ellas es respetar los símbolos. Lo hizo Carrillo, lo hicieron los comunistas en 1978 y Podemos propone hacerlo igual aunque, bien lo sabe el cielo, con diferente justificación: hay que llevarse de calle al pueblo sencillo para ganar las elecciones y dejar de perder de una vez.

En el ajuste de cuentas con la izquierda, el entrevistado habla con claridad meridiana: lo de IU es un fracaso y lo del PSOE, la socialdemocracia, ya ni te cuento. De nuevo se repasa aquí una parte importante de la cultura política de la izquierda. Pero el diagnóstico es definitivo: la socialdemocracia ha fracasado al someterse al Diktat neoliberal y el comunismo al tratar de suplantar a la socialdemocracia. Frente a tanto desastre, Podemos propone: una reforma fiscal justa que haga que las rentas más altas paguen más, proponemos una auditoría y una quita de la deuda pública, proponemos proteger los servicios públicos, proponemos combatir la corrupción, proponemos una política exterior respetuosa con los derechos humanos. Pero él mismo admite que, en definitiva lo que estamos proponiendo nosotros lo hubiera aceptado la socialdemócrata reformista. Es decir las condiciones políticas que permitían establecer esa diferencia entre reformistas y revolucionarios han desaparecido con el fin de la guerra fría. Con la guerra fría han desaparecido muchas cosas. Por ejemplo, el ataque que los partidos comunistas occidentales dirigieron a los Estados del bienestar que luego han pasado a defender con ahínco aunque originariamente los consideraban prueba de la traición socialdemócrata al movimiento obrero. Porque obra de la socialdemocracia fueron, aunque no solo de ella.  Lo interesante aquí es que Iglesias admite que las propuestas de Podemos podrían ser las de la antigua socialdemocracia. Dada su juventud, el entrevistado sitúa ese lejano estadio de lucidez pasada de la socialdemocracia hace 30 o 40 años, que le parecen muchísimos. Pero, por entonces (1974/1984), los socialdemócratas ya eran unos traidores a ojos de la verdadera izquierda.

Estas apostillas deben concluir señalando un apecto inefable en el ideario de Podemos cuando el entrevistado afirma que no están planteando cuestiones maximalistas. No estamos planteando que la tierra sea el paraíso, patria de la humanidad, estamos plateando que haya instituciones al servicio de la colectividad que garanticen las condiciones materiales mínimas para que los seres humanos puedan ser felices. Esta dicho en tono menor y prudente, pero está dicho: poner las bases para hacer felices a los seres humanos. Nada menos. Algo que recuerda lejanamente la consigna del Partido Laborista británico en 1945: Seguridad de la cuna a la tumba

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¿Y qué pinta aquí el Golem? me pregunta un lector. No lo sé. Fue la idea que me vino a la mente al leer las consideraciones de Iglesias sobre cómo dar forma, cómo estructurar Podemos para que sea políticamente eficaz. El Golem, la vieja leyenda judía, es el ser creado pero que no tiene forma; la forma sin forma. Hay muchas variantes. Prueba de que esto de la forma no es cosa fácil.

dimarts, 11 de febrer del 2014

A Europa con ardor.

El PSOE tiene ya cabeza de lista para las  europeas. La Comisión Ejecutiva Federal ha respaldado por unanimidad a Elena Valenciano, la segunda a bordo. La interesada lo ha anunciado en la sede del PSOE, exultante, por cierto. En el mes de marzo, un Comité Federal decidirá el resto de la candidatura. Quizá también por unanimidad. Es un procedimiento estatutario, correcto, legal. Pero en los tiempos que corren de inquietud, desánimo, desconcierto y exigencias de mayor apertura y participación, chirría. Parece de antes, de cuando las decisiones se tomaban en los cenáculos del poder y se anunciaban luego al pueblo llano para su regocijo. Es la costumbre. Ni las formas se guardan.

Beatriz Talegón protesta en El Plural y habla de decisiones a dedo. Probablemente su queja de que "la dirección" del partido no haya consultado con la militancia carece de substancia. Si la "dirección" está para algo, será para dirigir y si cada vez que ha de decidir tiene que consultar, no es dirección sino seguidora. Pero la protesta traslada al interior del PSOE algo del descontento general en la ciudadanía. Talegón invoca el decálogo enunciado por el Foro ético (un grupo de socialistas con tintes regeneracionistas), los diez requisitos que debe cumplir una candidatura socialista al Parlamento europeo. Seguramente Valenciano reúne muchos de ellos y añade experiencia directa de dos legislaturas en Estrasburgo/Bruselas. Por eso mismo, tiene razón la joven socialista, ¿por qué no anunciarse un poco antes en lugar de aparecer como un hecho consumado? Porque estaba ya apalabrado con los barones. Procedimientos del aparato, de circulación interna que diría un teórico de las élites, de reacomodo de mandarines.

Tiene uno la impresión de asistir a una doble representación de escenarios alternativos. De un lado vivimos en un país agitado, casi convulso, con infantas ante los tribunales, una insurrección nacional catalana, inmigrantes muertos por docenas, ministros abucheados, represión policial, manifestantes apaleados, ciudadanos desahuciados, estadísticas de espanto, corrupciones diarias, incompetencia gubernativa, protestas de todos los estamentos, intervencionismo y autoritarismo de los poderes públicos, control agobiante de los medios, prepotencia de los políticos, ruina de los servicios públicos y desafección popular lindando en la insubordinación general. Esa es la realidad.

De otro lado aparecen estos personajes bien vestidos, casi atildados, en tranquila rueda de prensa con todos los emblemas del partido -en suya sede se producen- arropándolos. Por cierto, ojo a la imagen y la comunicación. Ojo a las combinaciones de colores. Parecía un acto de la Coca-Cola. La rutina. Hay unas elecciones, se presenta una candidatura, se hace una campaña y se coloca a veinte o veinticinco conmilitones en el Parlamento europeo a defender una política que son incapaces de explicar a sus electores porque ni ellos la tienen clara. Así lo prueban las manifestaciones de Valenciano en la impoluta rueda de prensa: las derechas llevan diez años haciendo y deshaciendo en Europa. Ahora nos toca a nosotros hacer y deshacer. ¿Quiénes? Los socialdemócratas. Y de ahí no sale. Propone presidente de la Comisión al alemán Martin Schulz, un socialdemócrata de la socialdemocracia que gobierna en Alemania en coalición con la derecha.

Y conste que me parece una ventaja. Entre ser gobernado por la derecha a secas a serlo por una alianza de derecha e izquierda socialdemácrata prefiero lo segundo. Pero ¿es posible en España? Dos circunstancias, una objetiva y otra subjetiva la impiden. La objetiva: la derecha tiene una sólida mayoría absoluta, lo que no es el caso con la CDU/CSU alemana. La subjetiva: ya quisieran los socialistas españoles tener tan claras las cosas como los socialdemócratas alemanes quienes, en menos de un mes de gobierno han impuesto varias medida reformistas de izquierda, entre ellas, la fijación del salario mínimo y el adelanto de la edad de jubilación. 

El único significado de estas elecciones europeas es ser preparativo de las del año próximo. Pero no parece concentrarse mucho en ellas quien de antemano prescinde de su mano derecha enviándola a lejanas tierras.

dijous, 30 de gener del 2014

La unidad o suspiros de la izquierda.

La democracia se mueve a base de elecciones, está en permanente campaña electoral. El año 2012, primero de la actual legislatura del PP, vio cuatro elecciones en cuatro comunidades especialmente relevantes: Andalucía, Cataluña, Galicia y el País Vasco. 2013 fue insólitamente átono en lo electoral pero 2014 trae las europeas y 2015 autonómicas, municipales y generales. Como estamos ya en campaña electoral, cabe decir que, para ciertos asuntos, la legislatura se ha terminado. Los movimientos en los partidos y en los medios así lo indican. Todo el mundo preparando las europeas y, pasadas estas, las siguientes.

La izquierda también. El PSOE está volcado pero solo a medias. Tiene pendiente su problema catalán y las primarias. Sigue siendo el partido con mayor intención de voto, diez puntos por delante de IU, la fuerza siguiente. De las otras posibles opciones de la izquierda solo hay conjeturas, pero no datos, al menos a escala estatal. Hablar de unidad de la izquierda e ignorar al PSOE no es una actitud tácticamente muy avispada, aunque se justifique por fidelidad a los principios si se consigue averiguar cuáles sean estos. El PSOE es una izquierda socialdemócrata de corte europeo. Como el SPD alemán, que forma coalición con la derecha en su país. ¿Lo veis? ¿Qué izquierda ni izquierda? Son lo mismo. Sí y no. La decisión del gobierno alemán de rebajar la edad de jubilación a los 63 años es un resultado concreto, práctico, beneficioso para los trabajadores, una transformación real, o sea, de izquierda. ¿O no? Es, además, una medida de extraordinario calado que deja a los demás europeos que han prolongado la edad de retiro con la retambufa a la intemperie. Lo menos que puede hacer Rajoy es telefonear a Merkel y preguntarle si ese beneficio es solo para los alemanes, por ser un Herrenvolk, o vale también para las tribus de la periferia.

Esté como esté, la UE es muy importante. Es de esperar que el PSOE haga una campaña hablando de Europa, para variar. Aunque muchos analistas tienen las elecciones europeas por una especie de romería de pueblo, la gente sabe que las decisiones importantes para nosotros se toman en Bruselas. Los sondeos delatan una falta de confianza e interés en Europa; pero puede deberse a la ausencia total de pedagogia de los partidos al respecto. Existe un Partido Socialista Europeo y el PSOE debe hacerlo valer y formular propuestas programáticas socialistas en el marco de la Unión, que para algo está.

IU y el resto de opciones de izquierda siguen presentando un panorama poco alentador. Es cierto que hay mucho debate, efervescencia y movimiento. Pero es muy fragmentario. Los intelectuales, más abundantes y visibles que en la derecha, tienen un discurso coincidente, casi un coro, en pro de la unidad con todo tipo de argumentos. Pero no es infrecuente que estén adscritos a opciones, plataformas, foros o grupos muy distintos, en complejas relaciones entre sí. Y a veces dan la impresión de que los obstáculos a la unidad anhelada son cuestiones personalistas. Por lo demás, nada desdeñables. Esta izquierda tiene una intención de voto moderada y las expectativas de cantidad de escaños son reducidas. Es muy difícil acomodar a tanto solicitante. 

Palinuro es tozudo. Lo ideal sería un programa mínimo común de la izquierda. Eso que la derecha pretende demonizar de inmediato llamándolo Frente Popular, en donde lo demoníaco debe ser lo de "frente" porque el partido de la derecha se llama "popular". ¿No suscribiría toda la izquierda (y hasta una parte del centro y el centro derecha) una rebaja de la edad de jubilación a la alemana? Y, como esa, perfectamente factible, cuatro o cinco más: salario mínimo a un nivel digno, garantía de servicios públicos de sanidad y educación, protección a los derechos de las mujeres, políticas activas de empleo y lucha contra el paro, especialmente el juvenil,  y blindaje de las pensiones. 

Ese es un programa de mínimos que la izquierda toda podría suscribir con independencia de quién vaya en las listas. Al margen de ello, que cada cual pida después lo que quiera. Esto es lo mínimo pero, como están las cosas, parece un máximo.

(La imagen es una foto de Izquierda Unida, con licencia Creative Commons).

dilluns, 20 de gener del 2014

Los discursos de la izquierda.

En la entrada de ayer, titulada seísmo en la izquierda decía que, en caso de darse un diálogo sobre la unidad de esta, habría de ser sobre propuestas concretas. Eso es lo interesante y aplazaba a hoy una consideración de los discursos. Porque el impacto, la agitación, la efervescencia de declaraciones, contradeclaraciones, etc son evidentes: presentación de Podemos, debate sobre primarias en IU; también Equo está en proceso de este tipo de elecciones, que presenta como ejemplar y hasta el portaaviones del PSOE se agita con zafarrancho de primarias. Nadie para quieto, todo se mueve, los medios no dan abasto, los tertulianos necesitarían otra boca suplementaria.

Lo que no está claro es que ese frenesí, ese bullir material, esa agitación que se presenta ya como una forma nueva de hacer política, responda a un plan, una idea, un proyecto específico que tenga detrás un discurso. En la izquierda hay sectores leninistas. Al menos aparece el nombre del revolucionario bolchevique de vez en cuando en sus manifestaciones. Y era Lenin quien en su ¿Qué hacer? dejó dicho que sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario. Olvídemosnos del dichoso adjetivo. Muy poca gente propugna hoy una revolución. El substantivo ha desaparecido del discurso político habitual, excepto sectores marginales. Queda la cuestión de la teoría. Y queda la pregunta: ¿hay teoría? ¿Hay teoría para ese movimiento que no se puede llamar revolucionario, aunque ganas no faltan? ¿Hay teoría o hay retórica?

Las diferentes fuerzas de la izquierda tienen sus discursos también de naturaleza y consistencia diferentes. Equo posee una teoría clara, definida pero especializada, lo cual redunda en perjuicio de sus expectativas. Pedir el voto para unas medidas específicas equivale a reducir su valor pues el votante se manifiesta en una multiplicidad de frentes, no solo el ecológico. Para resolverlo, la organización se ve obligada a pronunciarse en una variedad de asuntos coincidentemente con otros partidos de la izquierda lo que abre la cuestión de por qué no se suma a alguno. Equo no augura mucho espíritu unitario por razón de supervivencia.

Podemos acaba de irrumpir como la cabalgata de las Valkirias, despertando asombro. Ya están escribiéndose tratados sobre el liderazgo mediático, el carisma digital, la fuerza de las redes. Pocas veces se ha visto tan claro cómo una multitud (50.000 son multitud), dispersa, anónima, de pronto, adquiere un rostro. Seguro que también están desempolvándose viejos debates sobre la relación entre la masa y el individuo. Podemos, dicen los críticos, es un fenómeno mediático. Sí, claro; en una época mediática. Bien, la presentación de Podemos ha sido una representación, sin duda; un espectáculo, una escenificación cuidadosamente preparada. Perfectamente razonable. Lo que corresponde ahora es conocer el texto. La frase, los gestos, la iconografía son un hallazgo. Pero el discurso suena retórico, ambiguo, impreciso. "Otra forma de hacer política", dicen, en clara reminiscencia del alterglobalizador "otro mundo es posible". De acuerdo, ¿cuál mundo? ¿cuál política? Los viejos partidos ya no sirven. Hay que buscar nuevas formas de acción. Perfecto. ¿Cuáles?

En IU el discurso es algo más abundante, pero no está mejor organizado ni es muy coherente. Lo cual es lógico. El alma de IU es el Partido Comunista y, desde la caída de la Unión Soviética el comunismo arrastra un déficit de legitimidad tan profundo que no puede articular teoría alguna. La crítica al capitalismo y su manifestación visible en el mercado ya no se acompaña con propuestas alternativas acerca de con qué substituir a aquellos. Nadie propone, al menos claramente, la socialización de los medios de producción, la abolición del mercado y su substitución por un sistema de planificación centralizada. En esas condiciones es muy difícil elaborar una teoría crítica de la socialdemocracia tradicional porque no tiene en dónde apoyarse. Es un discurso débil y confuso que no fía tanto en la elaboración de propuestas propias como en la táctica de apoderarse de las de la socialdemocracia clásica empujando a la socialdemocracia real, al menos retóricamente, al campo de la derecha.

En el PSOE, la situación es grave, casi terminal. En las turbulencias de la crisis (y en parte movido por su amarga derrota de nov. de 2011) ha optado por convertirse en partido de orden, de Estado, incluso dinástico. La teoría se encargó a la intelligentzia del partido en aquella Conferencia Política que parió un ratoncillo asustado, pero monárquico y muy español. No importa; de lo que se trata es de recuperar el apoyo electoral. La teoría puede esperar. La apuesta por el orden puede hoy parecer ajena al espíritu del tiempo y, aunque repela a los votantes radicales, atraerá al abundoso centro-izquierda. Y, como todas las apuestas, se revelará al final. No es previsible que en España suceda como en Italia y Grecia; pero tampoco es imposible. Por ello mismo y porque, por muy pragmático que se haya hecho el PSOE, tiene una vocación de izquierda que en algún sitio habrá de demostrar debe proponer ese diálogo de una unidad de la izquierda basada en un programa mínimo común.

Un programa mínino común de la izquierda sería la mejor base para un gobierno con una triple tarea: a) derogar toda la legislación de la derecha, contraria a los intereses, los derechos y las libertades de la mayoría de la gente; b) convocar un proceso de reforma constitucional con participación de todos y sin condiciones previas; c) adoptar mientras tanto medidas de ampliación y consolidación de la democracia en España de carácter progresista y redistributivo.

diumenge, 5 de gener del 2014

Deje paso.

Nunca una oposición se había enfrentado a un gobierno más desacreditado, desprestigiado, deslegitimado, con una valoración tan baja en la estima y confianza de los ciudadanos, acorralado por los escándalos de todo tipo y con un presidente bajo fuerte sospecha de ser el principal responsable (y beneficiario) de una corrupción tan generalizada como institucionalizada en su partido . Nunca a uno que hubiera tomado medidas tan impopulares y agresivas hacia el bienestar de los sectores menos favorecidos de la sociedad. Nunca tampoco a uno que hubiera tomado medidas tan radicales, autoritarias y retrógradas en cosa de derechos y libertades, como el derecho a la educación, la sanidad pública, la integridad física, o las libertades de expresión, manifestación o reunión. Nunca a uno que fuera tan torpe en la gestión del sempiterno problema nacional español o que intentara de modo tan patente un retorno a los valores del nacionalcatolicismo, al espíritu de la dictadura.
 
En estas condiciones sería de esperar que las perspectivas electorales de la oposición fueran halagüeñas. Pero no es así, sino al revés. La intención de voto de los socialistas está muy por debajo de la del PP. ¿Las causas? Se me ocurren cuatro (que no tienen por qué ser necesariamente ciertas ni únicas): 1ª) el PSOE trae una herencia desastrosa de la segunda legislatura de Zapatero; 2ª) estamos en mitad de una crisis muy destructiva que, aunque ahora es casi solo cosa nuestra, comenzó siendo inducida del exterior; 3ª) los socialistas carecen de propuestas sólidas, concretas, verosímiles; 4ª) la actual dirección está más interesada en su continuidad que en poner remedio a la situación.
 
Las dos primeras están fuera del alcance de este PSOE. Cabría hacer alguna observación de matiz en ambas, pero no merece la pena. Las dos últimas, en cambio, son plena responsabilidad de los socialistas y no pueden pasar sin comentario.
 
La falta de propuestas programáticas concretas es clamorosa. El PSOE no ha hecho un análisis del sentido de las políticas conservadoras, no tiene una interpretación de conjunto, simula creer que se trata de un gobierno normal, dentro de la alternancia democrática, y no de una auténtica involución constitucional, un asalto al sistema (o régimen) de la transición que Rubalcaba dice tener en altísima estima. No entiende el mundo en que vive; no entiende el sentido de la reconquista nacionalcatólica; no comprende el alcance del soberanismo catalán al que se incorpora a marchas forzadas el vasco; no calibra la gravedad del desmantelamiento del Estado del bienestar. En consecuencia, no hay propuestas viables alternativas. Hay, ha habido desde 2011, sucesivas propuestas de pactos "de Estado" (para sentar plaza de oposición responsable, lo cual era perfectamente absurdo y ñoño), sucesivamente rechazadas y, luego, un confuso compromiso de derogar la legislación más agresiva de la derecha, es decir, volver a la situación anterior y eso sin gran convicción, arrastrando mucho los pies, declarándose servilmente monárquico y sin hablar muy alto a la clerigalla que domina el país.
 
En lo relativo al conflicto nacional español, la posición del PSOE es coincidente con la del PP, aunque gusta cubrir sus vergüenzas con una hoja de parra federalista. En los asuntos de corrupción no solo no se marca corto al gobierno sino que se pasa de puntillas porque el PSOE tiene también mucho que rascar -guardando las distancias-, en los EREs, los tratos de favor de las cajas, la connivencia de sus representantes con los chanchullos, las puertas giratorias, etc.
 
Y de todo ello se sigue que la oposición parlamentaria es floja, desmadejada, deslavazada. El gobierno se deja controlar poco pero lo poco que se deja, no se le controla. Los socialistas llevan más de un año amenazando con una moción de censura que no se atreven a presentar. Amagar y no dar, o sea, lo más inepto que puede hacerse en todo conflicto. Ya de acciones políticas más simbólicas, prestando atención a la oposición extraparlamentaria, mostrando algún tipo de sensibilidad respecto a la movilización de la calle, ni hablamos.
 
A poco de perder las elecciones de 2011, para aplacar la tormenta que se temía en la organización, el PSOE anunció una conferencia política para octubre (luego noviembre) de 2013, de la que nacería un nuevo programa, la nueva socialdemocracia, el renovado espíritu socialista. La conferencia pasó y prácticamente no ha dejado rastro. Pero sirvió a la dirección para plantarse en mitad de la legislatura sin resolver el problema del liderazgo del partido. Controlar los tiempos es siempre esencial y Rubalcaba es maestro en la tarea. Ahora en enero el Comité Federal cumplirá su función de fijar las primarias para octubre o noviembre de este año y ya tiene el secretario general cumplidas tres cuartas partes de su objetivo, consistente en agotar su mandato. A reserva, incluso, de decidir si se presenta o no. ¡Y es Rajoy quien carga con el sambenito de procrastinar de modo sistemático!
 
Supongo que Rubalcaba se sentirá realizado en su ego y colmadas sus aspiraciones. Ha dirigido el PSOE durante tres años. El problema es hacia dónde. Y cómo deja su partido. De las primarias saldrá un líder nuevo que solo dispondrá de un año para hacer frente a unas elecciones decisivas. Si resulta elegid@ un@ de l@s candidat@s que más suenan, Chacón, López, Madina (sin descartar sorpresas), no me parecen suficentemente sólid@s, fajad@s para la tarea. Necesitan más de un año. Rubalcaba debiera dejar paso ya. Se mire como se mire es el principal obstáculo a una renovación del PSOE a todo intento de ponerlo en situación de contender con éxito en 2015.
 
Se dice que la oposición (la de izquierda) cuenta también con IU y se señala cómo algunas de las circunstancias anteriores influyen en una mejora substancial de su intención voto. Hay incluso quien, animado por el ejemplo griego, vislumbra un renacer de la vieja quimera anguitiana del sorpasso. No me parece verosímil, pero no es insensata la pretensión de conseguir un porcentaje electoral que obligue a una coalición de izquierda. Tengo mis dudas a la vista de la ejecutoria de coaliciones de ambas fuerzas políticas pero, en todo caso, guste o no guste, la posibilidad de relevar a esta derecha nacionalcatólica y revertir sus políticas radica en las fortunas electorales del PSOE.
 
Una última consideración. Aunque los dirigentes crean otra cosa, los partidos políticos han cambiado. Ya no son propiedad de sus militantes (si alguna vez lo fueron) ni de sus oligarquías dominantes, como siempre lo han sido. Ahora tienden a ser más propiedad de sus votantes. Así lo reconoce el PSOE al prever primarias abiertas. Es la imparable "americanización" de la política y si a algunos partidos no les gusta, que no pidan el voto a la ciudadanía. Esa es la línea: abrir los partidos a los votantes, cosa que cada vez es más fácil con internet, ya que, sin estos, los partidos no son nada. Y si los votantes del PSOE están hoy reducidos a su mínima expresión histórica (con la que está cayendo, como dice el Gran Wyoming, el verdadero líder de la oposición en España), será porque la dirección del PSOE ha perdido los otros y son millones. Esos millones no van a recuperarse sentándose a la puerta de Ferraz a ver pasar el cadáver del enemigo o, eventualmente, el del próximo candidato socialista a la pesidencia del gobierno.

(La imagen es una foto de Rubalcaba en Valencia, con licencia Creative Commons).

dissabte, 28 de desembre del 2013

La socialdemocracia confusa.

La derrota electoral de 2011 provocó una sacudida en la conciencia del PSOE. Se cerraban de modo humillante dos legislaturas muy distintas. La primera, la del no nos falles, la exhiben los socialistas con orgullo como ejemplo. La segunda, la del PSOE PP la misma mierda es, terminó con lo que bien podría llamarse un voto de castigo que los dejó sin saber a dónde mirar, como un boxeador noqueado. Tal fue la confusión que convocaron una conferencia política. Es una respuesta típica. Cuando en una organización no se sabe qué hacer, se nombra una comisión. Llamarla Conferencia Política, convocar expertos, intelectuales, gente interesada, indagar por las tendencias de la sociedad, pretender una renovación programática, casi un cambio de piel o de rumbo formaba más parte de escenografía. Pasó el evento y el resultado fue múrido, aunque sus partidarios sostienen que se verá cuando esté redactado el programa electoral.
 
Entre tanto, la socialdemocracia carece de discurso propio. Va a remolque de los acontecimientos y aparece casi obsesionada por sus fortunas electorales, más bien sombrías. Tampoco es una situación extraña. Sucede con la socialdemocracia europea en general. El hecho de que los socialdemócratas alemanes vayan a gobernar en alianza con la derecha que en Francia está en la oposición, pone de manifiesto las confusiones, las incertidumbres, la anfibología de una socialdemocracia confusa, carente de una teoría.
 
Curiosamente esa falta de teoría nace de su propio triunfo. El socialismo democrático semeja una sociedad que hubiera alcanzado su objetivo social. Solo le queda disolverse ... o buscarse otro objetivo. La realización es indudable. El socialismo democrático reivindicaba la democracia frente al comunismo y otras formas de socialismos autoritarios. Hoy ningún socialista, por radical que sea, cuestiona la democracia, al menos explícitamente. A su vez, frente a la derecha, el socialismo democrático erigió el Estado del bienestar, la economía social de mercado que todos dicen respetar, incluso quienes están empeñados en acabar con ellos. Basta con escuchar a Rajoy sosteniendo, con su habitual crédito, que el Estado del bienestar es un "objetivo irrenunciable".
 
La fórmula se realizó: democracia más capitalismo regulado según el Estado del bienestar. Lo que la muy profesoral Constitución española llama "Estado social y democrático de derecho". Triunfó, venía triunfando en Europa desde los años cincuenta, y a la vista está hoy que presidió sobre la más larga etapa de estabilidad política, crecimiento y desarrollo económicos, pleno empleo,  falta de crisis y mejora sustancial de las condiciones generales de vida.

El triunfo del neoliberalismo y la consiguiente crisis económica han hecho saltar por los aires aquel modelo y no parece que haya uno alternativo distinto de la propuesta de retornar al perdido, como si las condiciones socioeconómicas pudieran repetirse en la historia. Pues, lo dicho, cuando el colectivo no sepa qué hacer, nombre una comisión.

Es un momento excelente para que los socialdemócratas europeos convoquen una especie de convención europea de la izquierda, sin exclusiones (ya habrá bastantes que se autoexcluyan) que trate de ofrecer una explicación del actual estadio de desarrollo del capitalismo. La globalización es un hecho y el nombre que damos a una situación internacional de guerra económica de todos contra todos bajo la hegemonía militar occidental crecientemente cuestionada por la potencia china y un abanico de guerras locales que se usan como mecanismos de control regionales. En esas circunstancias, ¿existe un programa de mínimos de la izquierda para Europa? Debería ser, además, uno susceptible de acordarse con la derecha conservadora, tradicionalista, nacionalista, pero no neoliberal, que la hay en el continente y hasta en España. Es el fanatismo neoliberal el causante de las crisis y cualquier táctica aconseja desactivarlo aislándolo, por el peligro que, como todo extremismo, entraña.

Además de aplicarse el tratamiento europeo, la socialdemocracia española podía proponer la convocatoria de otra convención extraordinaria en España para deliberar sobre la organización territorial del Estado y su fórmula política. La Convención debería tener carácter materialmente constituyente. Podría debatir en paralelo al funcionamiento normal de las instituciones de la monarquía parlamentaria.  Pero sin exclusiones ni cuestiones indiscutibles. Las conclusiones solo podrían ser dos: a) un acuerdo sobre alguna forma de Estado que obligara a reformar la Constitución y b) una falta de acuerdo sobre la forma de Estado, con remisión a un referéndum en España sobre el reconocimiento del derecho de autodeterminación. También podría no haber conclusión alguna. Nada nuevo, pues esa es la situación en que nos encontramos.

En cuanto a las conclusiones positivas, la reforma constitucional es asunto tasado pues la propia Constitución establece procedimientos para proceder incluso con una reforma total. En cuanto al referéndum a escala española se plantea una cuestión añadida: qué hacer si, como es previsible, los resultados en Cataluña y el resto de España están invertidos. Allí, mayoría cualificada a favor de la autodeterminación; aquí, al revés, mayoría cualificada en contra. Los catalanes se habrán autodeterminado de hecho y, por eso mismo, acumulado una razón más para hacerlo de derecho.
 
Es inexcusable el pronunciamiento de la izquierda española. Pero ¿se encuentra a la altura de las circunstancias? ¿Es capaz de hacer una propuesta propia con la amplitud de miras y la viabilidad necesarias?  La crisis española es crisis de Estado y debe tratarse a nivel de Estado. De nada sirve seguir a la derecha viéndolo como un asunto de legalidad y no de legitimidad. Está cuestionado el modelo de la transición y es absurdo ocultarlo.
 
Por cierto, esa hipotética convención podía adoptar como primera medida, invitar, al menos como observador, a Portugal. Si la izquierda propugna la unión política del continente, bien puede predicar con el ejemplo.

dissabte, 21 de desembre del 2013

La ofensiva de la derecha y la miseria de la izquierda.


Ahora que los españoles hemos retrocedido treinta años en dos de gobierno de la derecha parece buen momento para una recapitulación de lo sucedido, que haré en tres breves apartados y una coda: 1º) la falsa verdadera izquierda; 2º) la verdadera falsa socialdemocracia; 3º) la antitransición; y coda: los finos analistas políticos.

1º.- La falsa verdadera izquierda. Su miseria se condensa en la fórmula "PSOE-PP la misma mierda es". Que se trata de una estupidez solo beneficiosa para el PP ya se sabía antes de las elecciones. Bastaba con ver cómo este partido no la desmentía. Ahora es patente: en dos años los españoles han perdido el derecho al aborto, a la educación pública de calidad, a la sanidad pública, a un salario y un trabajo dignos, a las pensiones, a la libertad de expresión, de manifestación y de reunion. Antes los tenían (más o menos); ahora, no. No es lo mismo, ¿verdad? La fórmula es estúpida.

Los que no son estúpidos, sin embargo, son los dirigentes e ideólogos. Ellos ya sabían que era una estupidez. Pero servía a sus fines inconfesos, consistentes en desplazar a la socialdemocracia a la derecha, desprestigiarla, segarle apoyos electorales para ocupar su sitio y enarbolar su bandera: el socialismo democrático. Eso sí, "verdadero" socialismo. Frente a una derecha unida como una piña con mayoría absoluta, esa opción, en el mejor de los casos, cosecha un 15% del voto. Insuficiente para realizar el "verdadero" socialismo desde el gobierno. Pero suficiente para que el PSOE no gane las elecciones. Seguirá gobernando la derecha porque lo que los dirigentes e ideólogos de IU y aledaños quieren es seguir como están. Siendo cabezas de ratón satisfacen su narcisismo. Es mejor, más grato, más lucido, ser jefe de uno de los bandos perdedores que grado intermedio, pieza del montón, en un bando ganador.

Por eso se sigue hablando de PPPSOE. Tengan el valor de traducirlo, buenas gentes:  tener derecho al aborto y no tenerlo es lo mismo. Díganlo, hombre, díganlo. PP y PSOE son lo mismo. El aborto como derecho y el aborto como delito son lo mismo. Díganlo de una vez. En el fondo, quizá lo piensen.

2º.-La verdadera falsa socialdemocracia. Y ¿cómo se ha llegado hasta aquí? Porque, en realidad, la fórmula PPPSOE, estúpida como es, no es enteramente falsa. La socialdemocracia española comenzó su andadura en la segunda restauración con una mayoría absoluta como la del PP; incluso superior, pues tuvo 202 diputados en 1982 frente a los 186 actuales de la derecha. Pero, si empezó con ánimo reformista, poco a poco, a lo largo de los años, se fue dejando dominar por el pragmatismo, el oportunismo, los intereses creados y la corrupción.

El exitazo primero de la socialdemocracia, tan apabullante que obligó a la derecha a hacer como que se civilizaba, atrajo al PSOE una caterva de vividores, gentes sin muchos principios, pero hábiles para dominar la política de partido. Algunos, en su afán de medrar, cruzaban la raya de lo delictivo, como los Marianos Rubios o los Roldanes. Otros, la mayoría, no. Seguían en el partido, convertido en una oligarquía de profesionales que se valían de él para sus intereses, sus carreras políticas, sus colocaciones posteriores en la vida "civil". Curiosamente son estos que hoy dominan la organización, quienes más daño le hacen.

El PSOE no quiso o no supo reelaborar una visión de la socialdemocracia que, sin ser presa de sus tradiciones, no las olvidara al extremo de convertirse en la versión liviana del neoliberalismo. No supo articular un programa socialdemócrata capaz de explicar la aceptación de ciertos postulados neoliberales como un giro táctico y de hacerlo creíble. Falto de un discurso de izquierda, como la política, al igual que la radio, no aguanta el silencio, el PSOE se ha apropiado, con tímidos matices, el de la derecha: mercados, entente cordiale con la iglesia, monarquía y unidad nacional a machamartillo. Es, dice, el espíritu de la transición.

3º.- La antitransición. La actual involución de la derecha en todos los órdenes, la colonización ideológica de las instituciones, la prevalencia de la explotación capitalista más salvaje mezclada con el nacionalcatolicismo a ultranza es la cara de la derecha de siempre. La de 1975, respaldada por cierto entonces por un ejército que era un partido político armado presto a intervenir. Como lo demostró unos años después. Una derecha sin complejos.

Es el momento de que los ideólogos de la verdadera izquierda, esos que tildan la transición de traición y la culpan de los males de hoy, demuestren cómo deben hacerse las cosas. Sin duda tienen fórmulas gracias a las cuales no solamente el PP perderá las próximas elecciones (que tampoco parece tan difícil) sino que ellos y sus programas las ganarán, formarán gobierno y harán realidad la verdad de esa verdadera verdad. Cosa tanto más sencilla cuanto que la oligarquía del PSOE, incapaz de ver más allá de sus narices, incapaz de afrontar los problemas colectivos con ideas nuevas, audaces, acordes con la tradición de la izquierda, cada vez se configura más como su propia caricatura: el otro partido dinástico.

Aquí está la segunda transición. La que todo el mundo invoca si bien con fines distintos. A ver qué sale. A ver cómo recuperamos esas futesas que habíamos conseguido con la asquerosa y traidora transición: el derecho al aborto, el Estado del bienestar, el acceso a la justicia, las libertades públicas.

Coda: los finos analistas políticos.- Premio Mariano José de Larra para todos esos analistas a quienes encandilaba la labia moderna, civilizada, moderada y centrista de Gallardón y Wert. Eso es perspicacia, sí señor.
No veo que esta entrada vaya a ganarle muchos amigos a Palinuro y así se lo he dicho. Le da igual. Dice estar acostumbrado. Este Palinuro es un ingenuo.

dimarts, 10 de desembre del 2013

El problema del PSOE.


Sí, efectivamente, tendría puñetera gracia que un tipo como Carlos Mulas llegara a ser diputado del Congreso por el PSOE. Como para no volver a votar a ese partido en la vida.

Porque el problema, señores míos, no es Carlos Mulas. El mundo está lleno de Carlos Mulas. Sobre todo en épocas de crisis y confusión en las que cualquier mangante con suficiente morro, buena facha y algo de labia (sobre todo de la llamada técnica económica o jurídica, y no digamos ya si es de marketing) puede dar el pego del new thinking siempre que encuentre papanatas para seguirle la corriente. Estuve dos veces en mi vida en la Fundación Ideas, de cuyo vicepresidente, Caldera, tengo la mejor opinión: un hombre honrado, sincero, con iniciativa, pero bastante ingenuo. Porque a Carlos Mulas se le ve venir a la legua. Basta con no dejerse embaucar por sus trucos de business school de tercera.

El problema es el PSOE, cuyo desarme moral, abandono de los principios, falta de ideas y seguidismo de los embelecos seudoacadémicos del neoliberalismo le impiden distinguir a los Carlos Mulas de cualquier persona genuinamente identificada con los valores de la izquierda democrática y le llevan a caer en la trampa de estos vendechufas de la excelencia académica y técnica (expresiones que, claro, comparten estos pillastres con gente como Wert) y la política de resultados.

Insisto: el problema está en el PSOE. Su desaforado oportunismo no le permite detectar a tiempo a los Carlos Mulas e impedir que escalen puestos de responsabilidad desde los cuales destruyen el espíritu de izquierda de la organización, siembran el ejemplo de que un partido fundado para conseguir la emancipación de los trabajadores es, en realidad, un medio idóneo para la carrera personal cuando no el enriquecimiento, desaniman a la gente movida por ideales y destruyen las esperanzas de mucha otra que vota confiando en unas siglas que ya no son lo que eran.

Sí, el problema es del PSOE, de su conversión en un partido de trepas, carreristas y gentecilla que jamás haría nada en la vida si no hubiera intrigado en los conciliábulos y pasilleos de una organización donde las apariencias, el enchufe, el engaño y el peloteo personal pesan más que la dedicación desinteresada, el trabajo,  el sentido crítico y el criterio propio.

Porque Carlos Mulas quedan bastantes en el PSOE. El gobierno de Zapatero tenía un buen puñado de ellos

dijous, 7 de novembre del 2013

¿Conectan? La conferencia política del PSOE.


Mañana inauguran los socialistas su anunciada jamboree ideológica. Viene precedida de casi dos años de deterioro de la imagen pública del partido y sus dirigentes, de algunos brotes de tensiones internas normalmente pacificadas, inquietudes, bastante runrún, declaraciones y contradeclaciones y debates mas o menos sordos sobre candidaturas y sucesiones. Es decir, ha despertado interés y levantado expectativas, además de las muy anunciadas sobre renovación ideológica. La organización ha hecho un buen trabajo colgando en la red el material por debatir en abierto. Incluso hay demasiado. Tiene un Documento marco de 143 páginas, una especie de preámbulo o declaración de principios que luego desarrolla y precisa (aunque no mucho) en una Ponencia con otras 384. En total, los asistentes al evento deberán haber embuchado 527 páginas de árida lectura más o menos programática cargada de infinitivos. Lo dudo, aunque es lo que se supone. A ese tocho han de añadirse los miles de enmiendas. Tienen para debatir y votar.

Elena Valenciano, felizmente recuperada de una neumonía, subraya el espíritu abierto del encuentro y hace especial hincapié en el debate sobre primarias también abiertas, aunque escurre el bulto al hablar de fechas, justo lo que más interesa a esos chismosos de periodistas y, con ellos, a la opinión, muy aficionada, gracias a la tele, a ver los eventos políticos como reality shows. Añade la vicesecretaria general, muy orgullosa, que está previsto una especie de estallido de creatividad en un espacio digital nuevo que actuara pari passu con la conferencia, llamado PSOE Lab en el que se fabricarán contenidos en espacios MediaLab, DataLab y KeyLab que colgarán y distribuirán, supongo, por las redes, al estilo de Basesenred (Twitter), Nuevas tecnologías sbt (Facebook), etc. Signo de los tiempos; eso está bien. Ya el uso del verbo conectar indica la voluntad de estar al día.  Conviene facilitar información a los internautas que forman una curiosa corrala.

Los contenidos son lo esencial. La lectura es indispensable. Los documentos son a veces farragosos, excesivamente prolijos, tienen lagunas y reiteraciones y despiden un aroma a generalidad y ambigüedad, propias por lo demás de este tipo de escritos de carácter tentativo, propuestos para discusión y enmienda. Extraer una idea definida de ellos es muy difícil (aunque no imposible) y, para ahorrarse esfuerzo, no está mal ver qué opinan los responsables antes de empezar. Y nada más claro que el secretario de organización, Óscar López, quien ya entra en faena asegurando que la única izquierda, la izquierda real, es el PSOE. Es una orientación. Parece incluso que el ex-ministro Sebastián se la ha tomado en serio y se ha enfadado.

En todo caso, quiere ser un documento para la izquierda. Eso se verá cuando las tropecientas páginas queden reducidas a las diez o quince de una plataforma electoral que es lo que después se difunde por los audiovisuales y lo que llega a la gente, o sea a los votantes. La conferencia se convoca para legitimar ideológicamente un programa de acción. Lo decisivo será lo que conste en ese programa. Viendo así los documentos, a Palinuro se le ocurren dos o tres observaciones.

No hay ni mención de los dos grandes asuntos, uno sobrevenido y otro heredado, esto es, Cataluña (y la cuestión de la autodeterminación) y la Monarquía. Esta se menciona en la última página de la ponencia, a modo de estrambote, para pedir que se actualice en cuestión de igualdad de género y se prevea la posibilidad de una Reina (otra vez la ley sálica y la pragmática sanción) con lo que, se supone, se da por indiscutible la institución y la República no aparece ni en pintura. En cuanto al sobrevenido (en realidad, también heredado), el problema catalán, se hace sentir en dos referencias en passant a la federalización de España. No es mucho. No compromete a nada y tampoco parece ser el bálsamo de Fierabrás.

No hay cuestionamiento alguno del modo de producción capitalista. Se habla de crecimiento, sostenibilidad y empleo, es decir, salida de la crisis dentro del marco del capitalismo, con algunos retoques generalmente imprecisos. Por supuesto, de la idea del de-crecimiento (que proponen sectores radicales de la izquierda) aquí ni se habla. Ni tampoco de nacionalización de la banca, ni de banco público y, al considerar la política fiscal, se insiste mucho en la lucha contra el fraude y se hace una lejana referencia a su carácter progresivo, sin mayores precisiones sobre la presión fiscal o el modo en que se remodelará la proporción entre fiscalidad de las rentas y la de las empresas. Todo el apartado de pensiones está, por lo menos, anticuado. Se insiste en retornar al Pacto de Toledo cuando el gobierno ya ha sacado adelante su reforma unilateral para cargarse el sistema público de jubilaciones.

La ponencia tampoco es taxativa y rotunda en el propósito que tiene más gancho electoral porque es el que entiende todo el mundo: reversión de todas las medidas de la derecha que hayan supuesto merma y restricción de los derechos de las personas. Algo así se dice con referencia específica a la sanidad y la educación. Pero debe ampliarse a todos los campos de unas políticas públicas que no es que sean solo ideológicas; es que son claramente clasistas y atentan todas contra el principio de igualdad. No dejar las cosas en el aire. Al menos las que no lo necesitan. Otras son más problemáticas. Por ejemplo, se habla de la institución de un salario mínimo universal. Será interesante ver qué sale de ello.

En las relaciones iglesia-Estado, el documento es de una prudencia exquisita. No se habla de denunciar los acuerdos con el Vaticano de 1979 pero sí de reformarlos según ello se siga de una futura ley de libertad religiosa que bien podía ser la que los mismos socialistas proyectaron en tiempos de Zapatero pero luego metieron en el cajón del olvido, asustados por las consecuencias. No es una perspectiva ilusionante. Tampoco hay una clara decisión de exigir a la iglesia católica que cumpla de una vez los tales acuerdos y se financie como su dios le dé a entender, pero no a costa de todos los españoles, incluidos los que adoran a otro dios o a ninguno.

Hay muchísimas más cosas en los documentos y seguramente muy interesantes, que darán lugar a apasionantes debates. Pero, según el conjunto del planteamiento, el PSOE aparece como un partido nacional español federalista, dinástico, acogido al marco teórico económico neoliberal con reparos y no muy específicas medidas correctoras. Por ejemplo, la única vez que se menciona el famoso artículo 135 de la Constitución no es para pedir su abolición, sino para compensarlo con el reconocimiento de algunos derechos con el mismo nivel de constitucionalidad. 

La ausencia más clamorosa es la de cualquier mención a la Ley de la Memoria Histórica. La única es tangencial, para referirse a los hijos de emigrados y exiliados, a quienes dicha Ley reconoce la nacionalidad española. Nada más. Y mucho menos un propósito de derogación de la Ley de Amnistía de 1977, es decir, de la ley de punto final, o de hacer justicia a las víctimas del franquismo, acatando los autos que dicte el tribunal argentino que instruye la causa por los crímenes de Franco.

Por decirlo de algún modo al uso: no está mal, pero es un documento de mínimos muy mínimos. 

diumenge, 6 d’octubre del 2013

Siguen lloviendo piedras.


Y chuzos de punta. El último sondeo de Metroscopia en El País es estremecedor para el PSOE. Para los dos partidos dinásticos, pero es el PSOE del que aquí nos ocupamos. Si, después de casi dos años de absoluto desastre de gobierno, el PP sigue ganando en intención de voto cuando el mes pasado estaba a la par con su rival, cualquiera revisaría sus planteamientos. Si lo hace o no Rubalcaba está aún por ver. Pero va pareciendo que no. En el PSOE nada se mueve. El gráfico del sondeo de Metroscopia muestra una situación como de encefalograma plano para todos y el más plano, el del PSOE. Plano para todos. Lo único que frena el hundimiento del PP es la inexistencia de una posibilidad alternativa, pues los socialistas no lo son. Los otros dos partidos de ámbito estatal, IU y UPyD ahí siguen también, a gran distancia de los otros, muy ilusionados, no con la posibilidad de formar gobierno -opción irreal- sino con la de condicionar el que se forme. Son partidos-rémora.

No son los socialistas capaces de remontar la situación. Admitido: esta no está siendo fácil. Son tres los factores negativos para las aspiraciones socialistas:

a.- La crisis. No existe un discurso claro, convincente, socialista alternativo al de la derecha. No hay diferencias en cuanto a la interpretación de las causas de la crisis. Sí la hay respecto a las medidas para resolverla. El PSOE se opone frontalmente a las que viene tomando el gobierno en materia sanitaria, laboral, educativa, de pensiones, etc. y promete hacerlas reversibles. Eso está muy bien y así hay que hacerlo. Pero no basta. Es preciso decir cómo. No es suficiente con la intención expresa. Sin duda, el PSOE tiene en esto más crédito que el PP pues no ha mentido tanto ni tan descarada y reiteradamente como el PP, pero ya no es cosa de promesas genéricas. Ahora hay que especificar más. La gran objeción permanente al PSOE es cómo financiará las medidas que reviertan las del PP. Ahí es donde el PSOE -que llegó a decir, recuérdese, que "bajar los impuestos es de izquierdas"- tiene su punto más débil, el que más lo asemeja al PP porque pretende abordarlo, pero no se atreve a decirlo. Alguien tendrá que pagar por la vuelta al Estado del bienestar que el neoliberalismo extremo de la derecha ha arrasado y ese alguien ha de ser mayoritariamente el capital, la empresa, la banca, la iglesia, justo quienes controlan la inmensa mayoría de los medios de comunicación, incluidos los que dependen del gobierno que también es su gobierno.

b.- Cataluña. La posición del PSOE es aquí más insegura y vecilante aun que con la crisis. Rubalcaba es de talante unitario, más bien centralista, como probablemente lo sea una buena porción de su militancia y su electorado. Pero no puede defender un punto de vista nacional-español a ultranza porque, además de tratarse del discurso de la derecha, lo acabaría enfrentando a su sucursal catalana, el PSC. Y si el PSC no consigue aportar una parte considerable de escaños al socialismo español, las esperanzas de este de alcanzar el gobierno se desvanecen. La prudencia manda mantener a ambigüedad, pero la ambigüedad en un terreno colindante al nacionalismo -un discurso generalmente maniqueo y polarizado- es funesta.

c.- El efecto Rubalcaba. La permanencia del secretario general ha acabado siendo quizá la mayor amenaza a la recuperación de su partido. El argumento con el cual legitimaba su acción, esto es, que el partido lo había elegido para reconstruir sus expectativas de gobierno, no fue nunca muy cierto y ahora es manifiestamente falso. El PSOE no se ha recuperado en absoluto ni lleva camino de hacerlo. El 74% de sus propios votantes y militantes -una cifra asombrosa- no lo quiere ni se fía de él. Sobre todo porque lo ve también ambiguo, impreciso, escurridizo. Así como Rajoy pasa la mayor parte del tiempo defendiéndose de las peticiones reiteradas de dimisión también él, da la impresión de pensar más en su supervivencia que en la de su partido. Es lógico. Tanto el uno como el otro llevan más de treinta años continuados de dedicación a la carrera política. Y se entienden muy bien. En el fondo -y Palinuro lo ha señalado alguna vez- hay menos distancia entre Rajoy y Rubalcaba que entre este y sus militantes y votantes. ¿Cómo van a ganar crédito de la opinión para resolver la crisis los dos partidos y los los políticos que representan el punto de vista de quienes la provocaron en un primer momento?

Rubalcaba lleva más de dos años luchando contra esa imagen destructiva de que el PP y el PSOE son lo mismo (la misma mierda) y hace bien porque es injusta, pero no parece darse cuenta de que su mera presencia lo impide. Los dos contendientes, Rubalcaba y Rajoy son políticos profesionales y, además, malos profesionales pues entre el uno y el otro (con la nutrida colaboración de colaboradores tan desafortunados como ellos) han dejado España en estado crítico. Ninguno de los dos, típicos representantes de la política a la vieja usanza, está en posición de encabezar un movimiento de regeneración de su propio partido. En el caso de Rajoy porque él es el principal responsable y beneficiado de su actual deterioro. Y lo mismo sucede con Rubalcaba si bien en un contexto distinto.

Y, sobre todo, es materialmente imposible cambiar la orientación de la opinión pública cuando uno no cambia el discurso. Especialmente, además, si no hay ni discurso.

Quizá por eso cifra Rubalcaba todas sus esperanzas de salvar su puesto al menos hasta 2015 en el efecto taumatúrgico que espera tenga la Conferencia Política del mes próximo al proponer a la ciudadanía, dice, un PSOE renovado, con nuevo mensaje, nuevo estilo, nuevas ideas. La materialización de este elixir ideológico de la eterna juventud es dudosa. Si hubiera ideas, propuestas verdaderamente nuevas ya se habrían filtrado pues, dada la naturaleza incorpórea e inmaterial de estos productos, no hay barreras que las detengan. Pero, aunque fuera tal el caso, ¿cree Rubalcaba en serio que puede convencer a la gente de que él es la persona adecuada para llevar adelante el nuevo proyecto cuando está identificado con el viejo, el fracasado?

La perspectiva socialista es sombría porque incide en la muy intrincada naturaleza del liderazgo político. No existe una forma única de este pues cada líder tiene la suya, propia y personal. Pero, sobre todo, es imposible atisbar algo de liderazgo político -una facultad muy necesaria en las circunstancias actuales- en la posición de alguien que carece de ideas propias y espera que se las aporten desde fuera los expertos y los comités; o, lo que es peor, las tiene pero carece del valor de proponerlas a su modo y prefiere hacerlas pasar como la voluntad colectiva de la organización a la que dice servir. 

No tengo duda de que, al menos por hoy, el PSOE es un partido necesario en el sistema político español y el único que puede llevar a la izquierda al poder. Tampoco la tengo de que es un partido de izquierda y de que, guste o no a las otras izquierdas, tendrán que unirse a él si verdaderamente quieren cambiar las cosas en España o están ya cansadas de alimentar su autocomplacencia de izquierda "transformadora" que no ha transformado nada jamás consolándose con esa "revelación" de que, en el fondo, el PSOE es un partido de la derecha. Quieran o no habrán de contar con él en un hipotético frente de izquierdas con posibilidades electorales. Pero no necesariamente con este PSOE y mucho menos con Rubalcaba, quien debiera haber convocado ya elecciones primarias abiertas en su partido y haber aprovechado el guirigay que se monte para hacer un discreto mutis por el foro. 

dilluns, 23 de setembre del 2013

Buena entrevista de Rubalcaba.


Y mejor hubiera sido si Ana Pastor dejara hablar al entrevistado. Una cosa es no dejarse llevar al huerto y otra interrumpir continuamente, sobreponer la voz. Consecuencia, parte de la entrevista no se entiende y está llena de "no, no, no.,..", "déjeme explicar...", "no, pero no es así...", "permítame hablar...", etc, etc. La táctica de la periodista es evidente: como piensa que el entrevistado barrunta qué preguntas se le harán y trae un rollo preparado, trata de desbaratárselo, interrumpiéndole y repreguntando. No está mal, pero no debiera ser tan atosigante. El foco debe estar en el entrevistado, no en la entrevistadora que tiene un punto de narcisimo en femenino.

Por fortuna, Rubalcaba trae sobrada experiencia, muchas tablas, flema y capacidad para encajar. Lo más importante: sabe de lo que habla cosa que, contra lo que pueda parecer, no es tan frecuente entre los políticos que apenas tienen tiempo de leerse los papeles. Y, además, domina la cámara. Su lenguaje no verbal es sencillo, llano, nada ampuloso o acartonado, genera complicidad enseguida con el auditorio. Da la impresión de ser persona inteligente con cierta malicia guasona. Se le escapan miradas al objetivo, prueba de que está alerta del ángulo que ofrece. Se le ven ganas de espetarnos un discurso en directo pero, sabiamente, se contiene.

Dijo lo que quería decir de modo sucinto pero contundente. No tiene nada que rascar en el caso Faisán, Griñán no será imputado por los EREs, la Ley Wert es una ley muerta, habrá que reformar la Constitución para buscar reacomodo a Cataluña en España (no quiere ni oír hablar de autodeterminación) y tanto la reforma laboral como la sanitaria y la de las jubilaciones tienen los días contados. Ese debe ser el meollo del discurso del PSOE de aquí a las elecciones. Dejó meridianamente claro que Rajoy mintió al Congreso en lo tocante a sus relaciones con Bárcenas. Así que anunció que seguirá hostigando al gobierno sin descartar la moción de censura en cuya alforja echará además de Bárcenas, la salud, la educación la cuestión catalana, etc.

Todo eso por la vía de la oposición. Pero, siendo su espíritu siempre tan constuctivo, ¿qué propuso como alternativas? Aquí vino un segundo bloque de la entrevista en donde Pastor más se encendió porque se husmeaba drama. Rubalcaba admitió que el PSOE salió mal de las elecciones de 2011 y ahora toca levantar cabeza, recuperar la confianza del electorado, remontar, teniendo muy en cuenta que la crisis obligará a hacer cambios muy profundos. ¿Cuáles? Ya se verá cuando el PSOE presente su proyecto, en el que está trabajado. Es decir, está haciendo oposición sin proyecto. Pero este llegará. ¿Será él el candidato?, saltaba Pastor como si más que pastor fuera loba. Sí, si es útil para su partido. Consabida respuesta que no dice nada. Bueno, puede atacarse por otro lado: ¿habrá primarias en el PSOE? Sí, profiere encantado Rubalcaba, y abiertas, lo cual es mucho giro para uno de los dos partidos dinásticos. Sí, sí, pero ¿cuándo? Lo más cerca posible de las elecciones generales, como hace todo el mundo. Resumen para sufridos comentaristas: aquí no se mueve nada hasta unos meses antes de las elecciones de noviembre de 2015. Pase lo que pase en las europeas de 2014.

La razón del aplazamiento se encuentra en el nuevo proyecto que saldrá de la conferencia política de noviembre. ¿Quién sabe? Un nuevo PSOE, una nueva socialdemocracia. Hay que esperar y ver y leer antes de hablar. Obvio. Es un meritorio intento de sacar el debate del PSOE del ámbito de la mera imagen, del liderazgo personal, del torbellino mediático para conducirlo al terreno de las ideas, las propuestas, incluso las teorías. Veremos si funciona o no. La sociedad del espectáculo tiene escasa paciencia con las controversias ideológicas.

Una aclaración respecto al enunciado partidos dinásticos. Supongo que el PSOE puede considerarse un partido accidentalista, indiferente a la forma de gobierno siempre que sea un Estado social y democrático de derecho, según reza la Constitución. Pero, la verdad, suena raro escuchar en su secretario general un discurso monárquico. Es comprensivo con el Rey en estos momentos en que el señor mayor, según Corinna, lucha con la enfermedad y no plantea cuestión alguna respecto a la legitimidad de la institución. La máxima crítica afecta a la decisión real de operarse en centro privado. Nada sobre el desastroso ejemplo que la Monarquía (empezando por el yerno y siguiendo por el suegro) lleva años dando, perceptible en su vertiginoso descenso en el aprecio de los ciudadanos.

Suena raro, desde luego. Suena no solo a dinástico, sino a cortesano. No veo por qué, si el PSOE va a proponer una reforma de la Constitución en lo referente a organización territorial del Estado y sistema electoral, no prevé asimismo lo que será inevitable: que también se plantee la cuestión de la monarquía y la separación real de la iglesia y el Estado, entre otras. Y, si de reformar la Constitución se trata, ¿por qué no una total? ¿Por qué no plantear un proceso constituyente, como reclama el M-15, el Partido X (creo) y múltiples izquierdas?
 
Ya, que se trata de ganar las próximas elecciones, no de perderlas. Un verdadero problema en el que estamos todos interesados.

dimecres, 18 de setembre del 2013

Carta abierta a Rubalcaba.


Dada su gran experiencia política, su perspicacia, su reconocido buen juicio y su prudencia no tengo duda de que calibra usted perfectamente la gravedad de la situación. El gobierno del PP no solamente va a aniquilar todo el reformismo de los gobiernos socialistas, desde el primero de González, sino incluso los escasos adelantos (pero adelantos al fin y al cabo) que se consiguieron en el último franquismo y durante la transición. Una involución en toda regla, una aniquilación del programa socialdemócrata, un retroceso de un siglo. Suficientes muestras ha dado ya habiéndose cargado el último pilar del Estado del bienestar, el sistema público de pensiones. Todavía le quedan dos años, si el asunto Bárcenas no lo impide. De ahí que las próximas elecciones de 2015 sean cruciales. Si el PP las pierde cabe deshacer por vía legislativa gran parte del destrozo ocasionado. Pero, si las gana, lo consolidará, la sociedad se retrotraerá al capitalismo más salvaje y la izquierda será barrida por una larga temporada.

Sigo pensando que el único partido de la izquierda que puede frenar y revertir esta catástrofe es el PSOE. Pero el problema, que ya debiera estar resuelto, es bajo la dirección de quién. Hace casi dos años perdió usted unas elecciones estrepitosamente. Cabía argumentar que, en realidad, las había perdido su antecesor, Zapatero. Y, supongo, por eso, lo eligieron a usted secretario general: para darle la oportunidad de recomponer las perspectivas electorales de su partido. Dos años después, estas no han remontado, sino que se han hundido más y su grado de aceptación, confianza y popularidad es ínfimo. Curiosamente en estos años también se ha dado un hundimiento del PP sin que el PSOE se haya beneficiado de él. Recién parece que se acerca a aquel en su momento más bajo, con un magro 30% de intención de voto.

En efecto, si la gestión del PP ha sido -y sigue siendo- muy impopular por injusta, arbitraria, autoritaria y ruinosa, la del PSOE ha sido errática e insatisfactoria. No ha conseguido articular una oposición aceptable. Empezó ofreciendo pactos de Estado a un partido que no entiende nada de eso pues su función se limita a aplicar el programa de la patronal y la iglesia y cuidar de sus intereses materiales como partido e individualmente, según los sobresueldos que se reciban. Pasado el lamentable sarampión pactista disfrazado de "oposición responsable" comenzó a articularse una oposición con algo más de nervio, pero deshilachada y nada convincente. Un ejemplo lo deja claro: por fin, el PSOE abandonó el compromiso de pactar con el PP la ley de transparencia, esa broma que el gobierno ha aprobado con ayuda de CiU, PNV y CC. Menos mal. Pero, ¿puede alguien explicar de quién fue la brillante idea de aceptar un pacto sobre transparencia con el PP?

La endeblez, la irrelevancia de la oposición se ve a las claras en el hecho de que el PSOE no haya vuelto a hablar de la moción de censura y prefiera jugar al ratón y al gato en sede parlamentaria, teniendo que valerse de subterfugios reglamentarios para plantear debates que debieran ser obligados y con obligada comparecencia de Rajoy. Y el principal responsable de esta inoperancia del PSOE es usted. No se ve cómo, con los datos actuales en la mano y su trayectoria desde 2011, alguien pueda vaticinar un triunfo del PSOE en 2015. Lo que se discute es por cuánto perderá y cuál será la distancia con IU, en pleno ascenso. Así que, nos guste o no nos guste, es muy legítimo plantear el problema de la candidatura del PSOE.

Usted ha dicho en alguna ocasión, como sacrificándose, que si su partido le pide ser el candidato, querrá serlo. Muy bien. Pero no puede ignorar dos aspectos: 1º) es bastante probable que su partido le pida lo que usted quiera que le pida porque, como todos los partidos, tiene una estructura oligárquica y clientelar; quizá menos que otros, pero la tiene. 2º) No es su partido quien lo llevará, en su caso, a a La Moncloa sino el electorado y este, obviamente, a juzgar por los barómetros más fiables, no lo quiere a usted. 

Es comprensible que pretenda coronar su larga carrera política con la presidencia. Es humano. Pero debe pensar en qué está usted jugándose en el empecinamiento. No solo el fin de aquella (al menos en primer plano; siempre podrá ir de senador o de eurodiputado), sino la definitiva destrucción de un modelo de sociedad, muy insatisfactoria, desde luego, pero infinitamente más justa, libre, solidaria y humana que la que la derecha trae en las alforjas.

Pausa. La política es un terreno de decisiones dramáticas y las consideraciones tácticas son secundarias. Si se queda usted lo más probable es que pierda las elecciones porque ofrece un blanco muy fácil para los ataques del PP y, al tiempo, su capacidad de respuesta es muy débil sobre todo por carente de crédito. Pero si se va usted, tampoco está garantizado el éxito ni mucho menos. Un nuevo liderazgo, nuevas propuestas, un perfil claro de oposición, incardinación en los nuevos movimientos sociales que articulan el malestar social, diálogo con las demás fuerzas de la izquierda y, a ser posible, presentación de un programa mínimo con el máximo apoyo popular posible: derogación de toda la obra legislativa de la derecha, restablecimiento de los derechos de los distintos sectores ciudadanos y su blindaje constitucional. 

Pues bien, aun así, se puede perder. Todo dependerá del tiempo que haya para articular la nueva forma de acción. A menos tiempo, menos posibilidades. Y esa es una decisión que, al parecer, ha de tomar usted. Y sin referencia a cuestiones tácticas, de esas de elecciones europeas o locales. Tome la decisión, pues las cuestiones tácticas se arreglarán por sí solas. Lo esencial es dar tiempo suficiente a quien haya de liderar su partido en unas elecciones que determinarán nuestras vidas para muchos años por venir.

Piénselo. Escuche a todo el mundo. No solo a los de su partido. 

(La imagen es una foto de rubalcaba38, bajo licencia Creative Commons).

dilluns, 6 de maig del 2013

El PSOE reacciona.


Ya era hora. Quince meses después de su humillante derrota electoral, el principal partido de la oposición presenta propuestas concretas, inteligibles, alternativas -o, cuando menos, distintas- a las del gobierno, dadas ya por fallidas universalmente, incluso por sus seguidores. Ojalá no vuelvan los tiempos de la inactividad, la ambigüedad, el marasmo, las reiteradas propuestas de "pactos de Estado", sistemáticamente despreciadas por el gobierno. La oposición responsable, si por tal se entiende la ausencia de oposición, el silencio o la tímida protesta, no ha servido para nada. Corresponde ahora ser responsable pero de otros modos.

Sin incurrir en el vandalismo institucional que caracterizó la oposición del PP en la legislatura anterior, la del PSOE debe ser rigurosa, rotunda, consecuente, en contra de los desmanes del PP y en defensa de los intereses de los sectores mayoritarios de la sociedad. No se ha de consentir ni un atropello más. Debe acudirse a los tribunales siempre que las vías políticas sean insuficientes. Una buena piedra de toque son las pensiones, cuyo desmantelamiento parece tener dividido el gobierno. Pero el PSOE debe dejarle claro que cualquier reforma de las pensiones que no se consensue con la oposición, será revertido ipso facto después de las elecciones si estas le son favorables.

Hoy presenta el PSOE unas propuestas neokeynesianas. No todo ha de ser recortar. Recuérdese: los recortes han fracasado y ya solo prometen más recortes y, por tanto, más fracaso. Lo sabe todo el mundo. Lo suyo es, por tanto, mantener la austeridad pero arbitrar asimismo medidas de estímulo. Se financiarán con los miles de millones (60.000, al parecer) que el gobierno no ha tocado de la línea de crédito del primer rescate. Ya solo ese hecho es clamoroso. ¿No hubiera sido más justo echar mano de estos recursos antes que vaciar el fondo de reserva de las pensiones, esas pensiones a las que se pretende vapulear de nuevo? Se trata de las cosas que el PSOE debe explicar claramente. Para que los jubilados y pensionistas sepan a quién les conviene votar la próxima vez. Por lo demás, esas medidas de estímulo tienen también una importante misión social por cuanto están pensadas para mitigar el desempleo.

Luego queda la cuestión de la letra pequeña o cómo se aplican esas medidas de estímulo. Es preciso evitar que sirvan para aumentar la corrupción. En España tenemos una tradición de picaresca y a saber lo que harán los empresarios con unas medidas de estímulo que los benefician. A este propósito quizá estuviera bien proponer la dotación de otro fondo similar para potenciar la labor fiscalizadora de la Hacienda y su capacidad para luchar contra el fraude fiscal que en España es masivo. La rentabilidad de esta medida es evidente pues hará aflorar grandes cantidades de dinero.

En todo caso, este es el tipo de oposición que la gente espera. Con propuestas claras, positivas, que puedan debatirse. En opinión de Palinuro estas propuestas claras, razonables debieran abarcar también otros campos más en el terreno político o de los principios. En concreto, las tres cuestiones abiertas en el sistema político: la Monarquía, la Iglesia y el soberanismo. Son cuestiones peliagudas pero no por ignorarlas van a desaparecer.

La cuestión de la Monarquía. El PSOE debe aclarar si es o no republicano y hacerlo en un congreso; no por boca de un secretario general que tiende a confundir sus convicciones personales con las posiciones del partido. El argumento de la oportunidad no vale. El pais puede debatir tranquilamente si quiere ser Monarquía a República. La Monarquía ha demostrado ya estar fuera de lugar en el mundo contemporáneo. Resulta absurdo que un país haya de verse pendiente de las andanzas de unos u otros miembros de la Familia Real y sus compinches. Y es que eso es lo esencial en la institución monárquica: su carácter familiar.

La cuestión religiosa. Suficientemente claro ha quedado ya que la Iglesia católica se apunta a la teoría de la política del apaciguamiento, tristemente famosa desde la conferencia de Munich,  de 1938: cuantas más concesiones se le hacen, más se enciende su voracidad. Creyeron los socialistas de la era Zapatero haber llegado a un acuerdo con la Iglesia y por ello le sacrificaron su Ley de Libertad Religiosa y luego ha resultado que la Iglesia ha hecho tabla rasa con los acuerdos anteriores: fuera la educación para la ciudadanía, dentro la clase de religión; discriminación por sexos y cuestionamiento del aborto y ya veremos qué pasa con el divorcio. El PSOE no tendría perdón si no denunciara los Acuerdos con la Santa Sede de 1979 y procediera a separar de modo eficaz la Iglesia del Estado.

En cuanto al soberanismo, los socialistas deben encarar el asunto con franqueza. El partido que comenzó la transición proclamando el derecho de autodeterminación se lo fue dejando por el camino hasta llegar a negar que alguna vez lo hubiera defendido. También esto debiera ser objeto de una propuesta acordada en congreso. El PSOE, ¿reconoce el derecho de autodeterminación? ¿En qué condiciones? Si no lo reconoce, ¿qué modelo de organización territorial de España propone? Ese vetusto federalismo que ha desempolvado del baúl de los recuerdos requiere un aggiornamento profundo. 

Las últimas cuestiones, en efecto, son graves y es tentador el olvido, el silencio. Pero no es honrado ni eficaz. Al fin y al cabo, cuando la dirección del partido habla de reformar la Constitución, se refiere exactamente ¿a qué?

Por último, si el PSOE se propone recuperar la visibilidad de verdad, compensar por la inacción y el tiempo perdido, tiene que escuchar el rumor de la calle, tiene que tender lazos de colaboración con organizaciones y movimientos sociales que se han ido formando en el proceso de insubordinación social creciente. Tarea difícil por la desconfianza que suscita en movimientos como el de los indignados. Pero imprescindible si ese partido quiere calibrar hasta qué punto se ha echado a la izquierda la opinión y cree conveniente, como lo cree Palinuro, radicalizar algo más las opciones.. 

También es importante que, lejos de apagarse, el debate sobre la candidatura siga abierto. Es sano para el partido y para todos. Pero, sobre eso, ya seguiremos mañana.

dilluns, 18 de març del 2013

El PSOE , en punto muerto.

Al igual que todos los seres humanos, Rubalcaba no está hecho de una sola pieza, como un monolito, sino que es un ser complejo, con sus matices, sus diferentes facetas, sus contradicciones.. Lleva más de treinta años en política, de ellos veinte en cargos públicos. Ha sido ministro de varios asuntos, diputado y vicepresidente del gobierno, candidato derrotado a la presidencia del gobierno y, en la actualidad, secretario general del PSOE. Una vida dedicada a la política, a la que se acercó por afición ya que él es químico de oficio. Hizo una mutación weberiana de la ciencia como vocación a la vocación de la política. Ahora bien, su desempeño en tal larga tarea no ha sido siempre igual. Fue un buen segundón en todo momento y brilló especialmente como ministro del Interior, siendo a él a quien cabe reconocer casi todo el mérito del fin de ETA, un logro que obtuvo gracias a su tesón, su trabajo duro, su perseverancia y su obstinación. Todas ellas cualidades muy convenientes para alguien situado en segundo plano, que recibe órdenes y las aplica fielmente. Pero quizá no tanto cuando se ocupa un puesto central, decisivo, en primera línea, en donde las órdenes no se reciben sino que se dan y hay que mostrar el grado necesario de flexibilidad, prontitud en la reacción y clarividencia que son cualidades  imprescindibles en un líder.

Pues aquí está el problema, en que quizá al postularse como candidato a la presidencia del gobierno y como secretario general después, Rubalcaba haya llegado a su nivel máximo de incompetencia y, lejos de ser la persona idónea para sacar al PSOE del atolladero en que se encuentra, desarbolado por una tremenda derrota electoral, sin ideas, sin propuestas, incapaz de salir del marasmo, resulta ser el principal obstáculo. Sin duda él no lo verá así. Nada más subjetivo e intransferible que la imagen que uno tiene de uno mismo. Al contrario, puede verse como el héroe, dentro de la figura del sí mismo como arquetipo junguiano, el hombre providencial que llevará a sus seguidores al triunfo.

Pero para conseguir ese objetivo en la España de hoy, literalmente reventada por la arrogancia, la estupidez y la agresividad del PP, hace falta algo más que una buena hoja de servicios a la causa. Hace falta perspicacia e inteligencia para entender las nuevas circunstancias; audacia para dar con fórmulas no gastadas, propuestas alternativas; determinación para ponerlas en práctica; y libertad de movimientos para no ser presa de los intereses creados en el partido. Nada de eso adorna a Rubalcaba que, al contrario, no ha dado muestra alguna de iniciativa en los catorce meses desde las elecciones, permitiendo que el PSOE se desdibuje hasta desaparecer, que no tenga perfil de partido de oposición (responsable o no responsable), que la intención de voto socialista esté por debajo de la del PP después del desastre sin paliativos de la gestión de este y que su índice de popularidad sea inferior al de Rajoy, lo cual es ya para suicidarse.

En el fondo, la veteranía de estos dos ilustres segundones, Rajoy y Rubalcaba, perfectamente inadecuados para funciones de primera responsabilidad, ha acabado haciendo que se parezcan y actúen de forma muy parecida y así como el gallego con su retranca, también llegado al grado máximo de su pavorosa incompetencia, se niega a admitir que su política sea un desastre e insiste en que tengamos paciencia, que ya dará frutos con tanta veracidad como la que tenía cuando juró el cargo, el santanderino hace lo mismo. Catorce meses de fracasos, líos en Galicia, Cataluña, Ponferrada y una creciente contestación en su partido no le mueven a reflexión sino que, como Rajoy, pide confianza, que ya habrá resultados, aunque no a plazo fijo.

Seguramente Rubalcaba verá como injusto que, con todo lo que ha hecho y hace, haya gente en su partido -y mucha- que le recomienda apartarse y dejar paso a otros porque es un obstáculo. Pero el partido no es suyo. El electorado no le sigue en su política de oposición, suponiendo que sepa cuál es, bajo ningún concepto y tengo mis dudas de que, si algún día hace explícitas sus convicciones conservadoras, casi tan reaccionarias como las de su amigo Bono, acerca de la Monarquía, la Iglesia y la organización territorial de España, lo sigan muchos en su propio partido. Una situación tan sorprendente que, de ser mal pensados, podríamos decir que el secretario general tiene secuestrada la voluntad colectiva para actuar de aliado objetivo de los conservadores en las políticas frente a la crisis y mantener el sistema corrupto del turnismo de los partidos dinásticos.

(La imagen es una foto de Rubalcaba 38, bajo licencia Creative Commons).