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divendres, 24 de gener del 2014

España, 2014.

Aborto prohibido.- Abuso.- Acoso.- Adjudicaciones ilegales.- Agag.- Agitprop.- Aguirre.- Albondiguilla.- Alcaldada.- Alzamiento de bienes.- Amigos del alma.- Amnistía fiscal.-  Antivasquismo.- Arbitrariedad.- Arenas "campeón".- Asesinatos.- Áticos.- Austericidio.- Autoritarismo.- Aznar.- Balbuceo.- Baltar.- Bankia.- Báñez.- Barberá.- Bárcenas.- Beaterío.- Blanqueo de capitales.- Blesa.- Botella.- Borbones.- Burbuja.- Burocracia.- Caciquismo.- Caja B.- Cajas de Ahorros.- Camps.- Capitalismo.- Carcunda.- Casa Real.-  Catalanofobia.- Caverna.- Censura.- Centralismo.- Chulería.- Clasismo.- Clericalismo.- Clientelismo.- Cobardía.- Codicia.- Cohecho.- Colusión.- Comisiones.- Contratas ilegales.- Corinna.- Correa.- Corrupción.- Cospedal.- Déficit.- Delincuentes.- Demagogia.- Derecha.- Desigualdad.- Despido libre.- Despilfarro.- Desahucios.- Despotismo.- Deuda.- Diferido.- Dinero negro.- Díaz Ferrán.- Discriminación.- Dogmatismo.- Embuste.- Emigración.- Enchufismo.- Engaño.- Escándalo.- Españolismo.- Estado policial.- Estafa.- Extorsión.- Expolio.- Fabra I.- Fabra II.- Faes.- Fanatismo.- Falangismo.- Fascismo. Feminicidio.- Financiación ilegal.- Floriano.- Franquismo.- Fraude.- Fundescam.- Gestapillo.- González Pons.-  Gratis total.- Gürtel.- Hambre.- Hilillos de plastilina.- Hipocresía.- Hipotecas.– Homofobia.- Ignorancia.- Imbecilidad.- Impagos.- Indultos.- Infanta Cristina.- Injusticia.- Inseguridad.- Insultos.- Integrismo.- Involución.- Jornadas abusivas.- Juan Carlos I.- Ladrillo.- Ladrones.- Listas negras.- Machismo.- Mafia.- Malhechores.- Maltrato.- Mamandurrias.- Manipulación.- Marca España.- Matas.- Mato.- Matonismo.- Mendicidad.- Méndez Pozo.- Mentiras.- Miseria.- Misoginia.- Mordaza.-  Mordidas.- Morosidad.- Nacionalismo.- Negligencia.- Neoliberalismo.-  Ñoñería.- Obstaculización de la justicia.- Oligarquía.- Opresión.- Opus Dei.- Parasitismo.- Paro.- Patriarcado.- Pederastia.- Peloteo.- Picaresca.- Plasma.- Pobreza.- Preferentes.- Prescripción.- Prevaricación.- Privatizaciones.- Propaganda.- Provocaciones. Quitas.- Racismo.- Rajoy.- Rato.- Rebajas de salarios.- Recalificaciones.- Recortes.- Reducción de pensiones.- Rencor.- Represión.- Robo.- Salarios de hambre.- Santa Teresa de Jesús.- Saqueo.- Señoritismo.- Sepúlveda.- Sicarios.- Sobrecostes.- Sobresueldos.- Sobornos.- Suicidios.- Superstición.- Supresión de ayudas.-  Terratenientes.- Terrorismo estatal.- Torturas.- Tráfico de drogas.- Transfuguismo.- Trinque.- Vaticanismo.- Venalidad.- Venganza.-  Violencia.- Víctimas.- Virgen del Rocío.- Ulibarri.- Urdangarin.- Usura.- Xenofobia.- Zas, en toda la boca.

dimecres, 8 de gener del 2014

La fiebre del oro o Todo por la Pasta.

El dinero, la pasta, la pastuqui. El oro es lo esencial, la razón misma del existir.

La Patria, la Nación, la gran Nación, la Constitución, la democracia, el Estado de derecho, el Parlamento, lo Justicia, la Corona, la dinastía, la unidad de las tierras y los pueblos, la Iglesia, la reevangelización de España, la libre empresa, la competitividad, la productividad, el ahorro, la prosperidad, el bienestar, el lugar de España en el mundo. Palabras lanzadas a diario a los vientos, repetidas sin parar por los publicistas y propagandistas de este pintoresco país mientras quienes las pronuncian se llenan los bolsillos desaforadamente por todos los medios: malversan, estafan, defraudan, se apropian indebidamente, cometen delitos societarios inimaginables y expropian y expolian hasta los sectores más indefensos, por ejemplo a los negratas de Nicaragua.

Hasta 1,8 millones de euros, según parece, estafó el grupo de presuntos corruptos valencianos más o menos orientados por Blasco, que se sentaba -y se sienta, si no me equivoco- en las Cortes valencianas, estando imputado en la causa y con una petición de once años. ¿No dijo hace unos días Rajoy al director de El País que no había un solo imputado con cargo en el PP? Es decir, mintió. Pero eso ya es hábito en el presidente. Imputados, encarcelados, racistas e ignorantes. En Nicaragua la población mayoritaria es blanca o mestiza.

Lo que más gracia me hace es la noticia de que este tal Blasco -factótum del PP valenciano- empezó en política en la extrema izquierda. Como tantos otros. Fascinante esto del transfuguismo. Siempre por pastuqui, por supuesto. ¿Cuánto? Eso ya depende de lo afortunado o lo sinvergüenza que sea el tránsfuga. A algunos de estos elementos de la extrema izquierda o la izquierda, pasados al PP, he escuchado en tiempos condenar a los socialdemócratas como "vendidos al capitalismo". Así que ahora no puedo evitar la curiosidad por saber cuántos izquierdistas de hoy que vociferan contra el PSOE por ser "la misma mierda" que el PP, estarán mañana en las filas de este. Por pastuqui, no se olvide. Por pastuqui.

¿Qué ha movido a Urdangarin y la Infanta a hacer lo que supuestamente han hecho? El desaforado amor a la pastuqui. Un verdadero frenesí que estupidiza. Porque, ¿qué necesidad tenían estos dos de pringarse, si lo han hecho, cuando conseguían lo que querían? Enchufes y empleos fabulosos, casas de ensueño, estancias en donde quisieran. Pero no es bastante. La codicia es una enfermedad del espíritu. Emborracha, ciega, hace perder el mundo de vista y lleva a la perdición.

Porque esa otra recua de presuntos mangantes, todos en la cárcel, pendientes de entrar en ella, paseándose por los pasillos de los juzgados, los Bárcenas, Correa, Díaz Ferrán, Matas, Blesa, Camps, Barberá, Fabra, Baltar (sin olvidar los compadres del PSOE de Andalucía y los de la UGT), son como los extras del mangoneo. Plebeyos, a veces rufianes, advenedizos, empresarios fulleros, todos a forrarse, tarea en la que algunos han mostrado verdadera maestría. La complicada trama de corrupción que, al parecer, montó Correa y estuvo años funcionando es casi una obra de arte del delito: la mezcla de venalidad de los cargos políticos en la administración, la vanidad y codicia de los dirigentes, con la endemoniada habilidad del pillastre, le permitió disponer de un partido y varias administraciones públicas para perpetrar sus presuntos latrocinios, en los que está pringado todo quisque. Su botón de gloria fue la boda del Escorial, una cita de aquelarre de un buen puñado de golfos, un esperpento que algún día tendrá su Valle-Inclán.

Por último, la cerrada defensa de la Infanta en la que forman frente común el ministerio de Hacienda, la fiscalía y todos los medios sin contar, claro está, la Casa Real, que se expresa por oráculos, no pretende salvar a Cristina de Borbón, sino al Rey. Si la Infanta es procesada, obviamente el monarca quedará salpicado. Sin consecuencias penales porque es irresponsable, pero con otras políticas abrumadoras. Consecuencia de esa fiebre del oro.  La sospecha de que las supuestas fechorías de Urdangarin y señora eran conocidas, si no alentadas, por el suegro y amantísimo padre, en un pintoresco affaire de alcoba no es ningún dislate de mente calenturienta. El juez se interesa por el préstamo de 1,2 millones de euros del Rey a su hija. Pero eso son ya cuantías menores. Tras la reiterada promesa real de transparencia ahora corresponde pasar a los hechos.

El Rey debiera haber aclarado ya si es cierto o no que posee una fortuna astronómica, en dónde está y cómo la ha conseguido.  Algo menos que esto no es de recibo.

Mientras tanto, recuérdese, el gobierno ha congelado el salario mínimo en 645,50 euros mensuales. Es decir, lo ha bajado,

dimarts, 7 de gener del 2014

Borbón rima con...

El yerno está imputado por estafa y mangancia. Aprovechándose de la confluencia astral entre unos años de dinero fácil y unos políticos en Baleares, Valencia y Madrid (Matas, Camps, Barberá, Gallardón, etc.) tan paletos como estúpidos, este pájaro estuvo supuestamente expoliando durante años el erario público mediante empresas que no eran otra cosa que tapaderas de sus presuntos latrocinios.

La hija, cónyuge del anterior, ahora también imputada por participar, según parece, en el supuesto negocio delictivo del marido. En un principio se quiso hacerla pasar por tonta, condición verosímil y no infrecuente entre los Borbones, pero no ha habido suerte. Sus presuntos delitos de colaboración son demasiado escandalosos y el juez no ha tenido otro remedio que dar el paso, incluso con la feroz oposición de la fiscalía. 

El Pater Familias, el hasta ahora intocable Juan Carlos I de Borbón, bien pudiera haber sido quien dio el ejemplo a esta pareja de espabilados que, en realidad, quizá no hayan hecho otra cosa que lo que han visto. Aunque la gran capacidad comunicadora/intoxicadora de la Casa Real es conocida, como lo es el espíritu servil de los medios en España y la falta de dignidad de su estamento intelectual, la burbuja de intangibilidad de que gozó la Monarquía durante la transición, el cuento de hadas tejido a lo largo de los años por los lacayos de la pluma y la palabra, se han venido abajo con estrépito en el último lustro.

Ahora todo el mundo sabe que este Rey campechano, además de un mastuerzo, poseedor de una incultura enciclopédica, es un viva la Virgen, juerguista, reiteradamente infiel a su pareja, aficionado al lujo, a los deportes caros, al despilfarro de coches, buques, cazas. Todo el mundo lo ha visto cazando elefantes en el África, mientras era presidente de honor de WWF, lo cual da una idea del valor que este menda da a su palabra. Y últimamente todo el mundo también se ha enterado de que, al parecer, tiene una fortuna (probablemente fuera de España, en algún paraíso fiscal, como cualquier dictador africano) de orígenes desconocidos y que la Casa Real, a pesar de sus reiteradas promesas de transparencia, no ha aclarado.

Es decir, el prestigio de la Casa Real, de la familia real y del Rey en concreto se ha venido abajo. Mejor dicho: está abajo, en donde hubiera estado desde el principio de no haber contado la Corona con la abyecta colaboración de empresarios, periodistas, comunicadores, curas e intelectuales, empeñados en ocultar la verdadera naturaleza de esta institución parasitaria, dedicada al saqueo de los recursos públicos.

No son asuntos íntimos; no son cosas de familia que deben quedar exentas del escrutinio público. La monarquía es un régimen de carácter familiar y los reyes no tienen intimidad salvo, quizá, la de la alcoba (y siempre que sea con el cónyuge legitimo) y el excusado. Para el resto, una persona que, como dice la Constitución, es "inviolable y no está sujeta a responsabilidad", no puede tener esfera privada.

La institución monárquica, restaurada por el genocida Franco y entregada en manos de esta pandilla de presuntos mangantes, debiera hacer un prudente mutis por el foro y dejar paso a una República, último régimen legítimo de la historia de España. El asunto es moral, de negra honrilla, de dignidad colectiva. Tiene poco que ver con la conveniencia y el pragmatismo chato de los políticos que sufrimos.

La mencionada capacidad de comunicación e intoxicación de la Corona es extraordinaria. Barruntando lo que se venía encima y, como ya contaba con la fidelidad ciega de los franquistas y la iglesia gobernantes, puso cerco al principal partido de la oposición y en un quítame allá esas pajas, se ganó la entusiasta adhesión a la causa monárquica del secretario general de los socialistas, Alfredo Pérez Rubalcaba, a quien, como a Matas, Camps, Barberá o Gallardón, se le hace el culo gaseosa cuando el Rey le pone la mano en el cogote.

Pues a ver cómo consigue ahora este españolazo defender a ojos de los militantes de su partido (la mayoría, honrados trabajadores de convicciones republicanas) que lo socialista es seguir sosteniendo a esta pandilla de supuestos chorizos como la jefatura de Estado de una país democrático.

dilluns, 6 de gener del 2014

Felicidades, Majestad.



Ayer cumplió usted 76 años, de ellos más o menos 38 sentado en el trono. Cuando en 1969 el dictador Francisco Franco lo nombró a usted "sucesor a título de Rey", Santiago Carrillo, que no era un profeta, lo bautizó como "Juan Carlos el Breve". Y ya ve, lo ha sobrevivido. Tierno Galván, que era más culto y avisado, se acordó de cuando Calígula nombró cónsul a su caballo. El VP tenía su mala uva.

Esos 38 años se le han pasado como un soplo. Comenzó usted su reinado en una posición ciertamente desairada, habíéndose saltado la legitimidad dinástica, que correspondía a su padre, y de la mano de un general felón y dictador de quien se negó siempre a hablar mal pues, entre otras cosas, juró fidelidad a sus inenarrables Principios del Movimiento Nacional. Luego dio usted una larga remontada al socaire de algunas circunstancias felices y un acuerdo tácito en el ámbito público español, especialmente los medios, pero también la Academia y el establecimiento intelectual de que no se menoscabaría el prestigio de la Corona ni del Rey bajo ningún concepto. Sobre el Rey, chitón.

Quizá no fue una decisión acertada porque, habiéndose encontrado a cubierto del escrutinio público, acabó usted por no calibrar bien las consecuencias de ciertos actos o, como diría ese pueblo del que se siente usted tan cercano, se creyó que todo el monte es orégano. Y no lo es. Se acostumbró usted mal. Y no ahora; hace ya mucho tiempo. Ese es el problema al ir a recomponer el honor perdido.

Las turbulencias en que se ve envuelta la Corona en los últimos años no son el consabido hecho aislado y no tocan a sectores ajenos a su real persona. Al contrario, reflejan comportamientos dudosos, vituperables, reprochables, muy sostenidos en el tiempo. Y no solo de los parientes sino de la figura egregia del monarca. Lo que el pueblo ve es que un Borbón es siempre un Borbón en punto a comportamiento licencioso y los borbónidas, agnados o cognados, una pandilla de pillastres. Hay ya una sabiduría convencional acuñada según la cual es usted conocido como Campechano. Incluso se han hecho pujos de colocar a Sofía un papel de Reina dolorida sufriente que no prospera porque María de Las Mercedes de Orleans y Borbón dejó la marca de ñoñería muy alta y, además, era una niña.

A la gente no le gusta nada el tufo a corrupción que despide la Casa Real. Un realista lo encontraría absurdo. ¿Acaso no es la corrupción la tónica general de la política española? ¿Por qué no la Corona también? Precisamente porque es la Corona, supongo. A la gente no le gusta enterarse de que su monarca tiene una fortuna que diversas fuentes cifran en más de 1.000 millones de dólares, sobre la que reina el secreto, empezando por el modo en que pueda haberla amasado, si lo ha hecho. Y, si es así, prefiere que no se lo cuenten. Si se cuentan estas cosas, el asunto tiene muy difícil arreglo.

En estas condiciones, es hoy tarea ardua volver el lustre a la monarquía. La Corona empezó su andadura mal, se recompuso, obtuvo altos índices de aprobación y simpatía y ahora, según los datos de todos los barómetros, se hunde en el desprestigio. Y cuanto más bracea por emerger, más se hunde. Suplica la Casa Real que se cierre ya la instrucción del caso Noos porque, dice, está siendo un martirio. Paso en falso. Algo muy frecuente en usted, que no solamente mete la pata física sino también la verbal. Que el Rey le diga al juez que espabile no solamente es una insigne torpeza, sino una necedad. Porque si mañana el juez imputa a la Infanta, puede que la instrucción se cierre volando pero la Corona no va a ganar para sustos.

En su mensaje de Nochebuena vino usted a decir que no piensa abdicar. Es una opción en una situación endemoniada porque, si se va usted, el marrón se lo come Felipe, si me permite la licencia; y, si no se va, se lo come usted sin garantías de que no haya para Felipe también. No será Palinuro, correoso republicano, quien ose aconsejar a usted nada en ese lío. Pero está usted en un lío.  Y, con usted, el país, en manos de unos gobernantes y políticos de Estado que, aparte de sus muchos otros desmerecimientos, simplemente no dan la talla. Profesionales de la representación (en los diversos sentidos del término), son burócratas del poder, ya no tienen fuerza, ni ideas, ni propuestas; escasamente comprenden el mundo en el que viven, más allá de sus despachos y poltronas. Efectivamente, se han apoltronado. Claro, son 25 años de actividad (o inactividad) pública.

Pero usted lleva 38. No sé cómo va a salir de esta cuando parece que, como le ocurrió a su abuelo, ha perdido la estima de sus súbditos.

En todo caso, felicidades por el 76º aniversario. 

(La imagen es una foto de Darco SalamancaBlog.com, con licencia Creative Commons).

dimecres, 25 de desembre del 2013

Cómo engañar a la tropa.

Tan esperados como el discurso Nochebuena  eran los comentarios de habituales opinantes en los medios. Madre mía. No hablo de los del batallón de húsares del Rey pues esos, ya se sabe, levitan con su palabra. Entre los demás, satisfacción generalizada. Mejor o peor, un monarca en su sitio, realista (en el sentido filosófico, no del blasón), centrado, oportuno, moderado, con sus toques de atrevimiento. Alguno incluso lleva su fascinación al extremo de hablar de una giro a la izquierda. Eso es fe. Fe de Jingle bells. Majestad, os los habéis metido a todos en el bolsillo.

¿A todos? Bueno, no a todos. Siempre hay por ahí algún descreído, escéptico y hasta cínico contumaz que critica acerbamente las manifestaciones reales. Tomo como ejemplo ese cascarrabias de Arturo González quien pone al Rey, con razón, de chupa de dómine por haber pronunciado un discurso que califica de inútil. Inútil para González y para Palinuro y para más gente aunque, según se ve, no tanta, pues muchos parecen haber encontrado en él solaz y consuelo. Pero no inútil para el gobierno.

Lo primero, lo más evidente, lo palmario de este discurso es que el Rey no ha dicho ni dejado de decir nada que no diga o deje de decir Rajoy. Es un discurso de Rajoy punto por punto y coma por coma. Del Rey no hay ni las buenas noches. Hasta el lema preferido del presidente, España es una gran nación, salió a la palestra. Verdad, Juan Carlos se lo atribuyó a su hijo. Estaría bueno que citara a Rajoy como fuente. El Príncipe de Asturias también lo va soltando por ahí por órdenes estrictas del gobierno. Padre e hijo son presas de un presidente que, como Napoleón en Bayona, les dicta lo que tienen que decir y hacer, sin permitir ni tanto así de autonomía. Y esta es la realidad del discurso borbónico: una pieza censurada al milímetro por el gobierno. Puede que esta derecha no gobierne; puede, incluso que esté cometiendo todo género de irregularidades; pero lo que tiene muy clara es la necesidad de la propaganda, de controlar los mensajes que llegan a la ciudadanía, adoctrinar en todas direcciones. La expresión tampoco es de Rajoy, sino que la tomó del título de un libro de Mayor Oreja. ¿Está claro? La fuente de inspiración última, el soplo de la musa del soberano viene de Mayor Oreja.

El Rey se ha mostrado modesto. Ciertamente. No está el horno para bollos, con una monarquía desprestigiada, en manos de unos medios de comunicación públicos y privados que el gobierno controla y pueden llegar a ponerse muy desagradables si les da por meterse con la Corona. En cualquier momento un juececillo de tres al cuarto le imputa a la hija. Y él, además, no puede ni tenerse en pie. No es para salir sonriendo. Es una modestia impuesta por las circunstancias. En ese estilo un poco délfico, el buen hombre asume someterse a las pautas de ejemplaridad y transparencia que hoy reclama la sociedad, como si no las hubiera reclamado ayer y siempre. "A partir de ahora seré transparente". Cosa tampoco cierta, pues sigue sin saberse el monto real de su fortuna.

Con todo, es la única referencia a la corrupción (palabra no pronunciada) que aparece personalizada. Es trago amargo a estilo Bayona. Hay otra alusión a la "falta de ética" o algo así, achacándosela a toda la sociedad y evitando escrupulosamente cualquier asociación de ideas por remota que sea entre esa falta de ética y el gobierno. Si acaso, la vida pública y los dirigentes. Lógico. Aquel, como sabe todo el mundo, está elaborando fórmulas para purificar la cosa pública, castigar los desmanes y hacerlo todo transparente. No va a dejar que el Rey se vaya de la lengua.

¿Y qué me dicen de esa afirmación como al desgaire de que España se observan indicios de recuperación que se están empezando a ver? Eso es Rajoy en estado puro. Igual que la referencia a la reducción del paro como única forma de salir de la crisis, algo que el presidente repite sin cesar. Por no hablar de ese tributo o saludo o recuerdo entrañable del monarca a los emprendedores y trabajadores autónomos, dos entes de razón de la derecha con los que espera reabsorber el desempleo al igual que aspira a la colaboración de la Virgen del Rocío en tan titánica tarea. Nada que no diga Rajoy. Este también se lamenta por la suerte de los más golpeados por la crisis y dice sentirlo mucho. Pero asegura al tiempo que, si perseveramos y estamos unidos, saldremos de esta, pues de otras peores hemos salido. ¿Quién habla, el Rey o Rajoy?

Hay un párrafo real casi insultante: Gracias, en definitiva, al conjunto de los ciudadanos por vuestro ejemplo de responsabilidad y de civismo en tiempos ciertamente diifíciles. Traduzco: gracias por ser dóciles y aguantar carros y carretas. Aquí Rajoy es menos iluso. Aunque también da las más efusivas gracias al pueblo español por su mansedumbre, como no se fía, tiene preparada una Ley Mordaza y dispone de una policía pertrechada hasta los dientes para machacar toda protesta y a la que paga suculentos suplementos de "productividad", supongo, por apalear ciudadanos.

Y, por supuesto, la monserga de la unidad, verdadera obsesión del discurso. Unidad para salir de la crisis, para regenerar éticamente la vida pública y unidad para preservar nuestra diversidad que tan ricos nos hace. Unidad para hacer frente a quienes, malvados, hablan de la decadencia de nuestra sociedad y de nuestras instituciones que, como puede verse mirando la que él encarna, gozan de envidiable salud. Unidad de los espíritus (pues nunca se habla de territorios ni pueblos ni, por supuesto, se nombra ningún otro gentilicio que el de "españoles") que se reconocen respetuosamente como diferentes, pero unidos. Unidad a la sombra del respeto a las reglas del juego aprobadas por todos, coronado con un concluyente Esta es una verdad incuestionable que debemos tener muy en cuenta. ¿Esta entendido o tiene que salir Rajoy a explicarlo? In-cues-tio-na-ble.

Lo único taxativo es que el Rey no abdica. En esto coinciden la voz y el mando. El Rey no quiere abdicar pues, ¿a dónde irá que más valga? Rajoy no quiere al rey abdicado porque prefiere lo malo conocido a lo bueno, etc. Comunidad de intereses y colorín colorado.

Hay quienes ven señales para el optimismo en este discursillo del Rey y no una prueba más del estrecho, asfixiante, control que el gobierno de la derecha ejerce sobre todas las instituciones, empezando por la más alta magistratura del Estado. Deben de ser los mismos a quienes Gallardón y Wert se la pegaban haciéndose pasar por derecha civilizada. Unos linces.

(La imagen es una foto de La Moncloa aquí reproducida según su ”aviso legal”).

dimarts, 24 de desembre del 2013

Esta noche hablo yo.

Sí, mis queridos súbditos, para mí esta es una noche más de trabajo, de entrega y servicio a España, hoy como hace 38 años, Desde aquel aciago 1975, cuando la muerte se llevó a mi antecesor, el general Franco, cuya obra he proseguido fielmente, aunque adaptándola a los tiempos de libertad y democracia, como hubiera hecho él que, en el fondo, era un monárquico leal y un demócrata. Entonces prometí que jamás diría nada en menoscabo de su excelsa figura y así ha sido pues, a diferencia de Rajoy, yo cumplo mis promesas. ¿Cómo podría no hacerlo cuando se trata de la memoria de quien fue mi preceptor , mi verdadero padre? Mi padre biológico tuvo la grandeza de eclipsarse en un acto de sublime servicio a España y yo pude proseguir la tarea que me encomendó mi padre ideológico. Y en la brecha sigo.

Voy a comparecer ante vosotros en un momento especialmente crítico para España, para sus instituciones, para la Corona y para mi Real Casa, hoy injustamente castigada con habladurías, infamias y calumnias que tanto sufrimiento nos causan a mí y a mi familia. Hay, me consta, una expectativa altísima por escuchar qué voy a decir y cómo voy a tratar los escabrosos asuntos que nos tienen en el ojo de todos los medios. Pero no todos están igualmente interesados. La TV vasca omitirá mi discurso, como suele pasar en esa comunidad irredenta. Según parece, la TV3 catalana seguirá sus pasos y me silenciará. Una oportuna huelga del personal facilita esta obra de ocultación al servicio de un nacionalismo repentinamente recrudecido. También hay una campaña en las redes, encabezada por los perroflautas del 15-M para que la gente apague la tele durante mi alocución. Es decir, es posible que, al final no haya nadie al otro lado a escucharme. Solamente el príncipe de Asturias y ese por ver si abdico de una vez. Me conozco yo mi ganado.

Por eso, temeroso de no encontrar audiencia o encontrar solo la de la TVE de Somoano, lo cual viene a ser lo mismo, he decidido aprovechar todas las ocasiones para sincerarme con vosotros. Y una de ellas me la ha ofrecido este Palinuro, un republicano de pura cepa a quien no duelen prendas. Él dice ser troyano, pero yo sé que es tirio y, en el fondo, un buen español. Le agradezco la gentileza de su plataforma pues, ¿a qué ocultarlo? el discurso que habré de leer ante la cámara, y ya viene escrito desde La Moncloa, me obligará a hablar del esfuerzo de todos, con el gobierno a la cabeza, por sacar a nuestra Patria del marasmo heredado y a subrayar cómo ya se ven los brotes verdes, las luces, la recuperación y se oyen las músicas celestiales. Me obligará a recordar cómo la grandeza de España se debe a su indisoluble unidad, la base pétrea sobre la que el país ha recuperado sus esencias cristianas, su amor por el orden público, su respeto a la autoridad, su gallardo desprecio por la educación y la cultura, venenos propios de los afrancesados. Con un recuerdo a aquellos compatriotas que, impulsados por el afán aventurero tan propio de los españoles, se han marchado al extranjero. Y todo bajo la guía inmarcesible de unos hombres íntegros, probos servidores públicos que han sacrificado su vida al servicio del Estado, sin lucro ni beneficio personal algunos.

Hasta yo sé que todo eso es una patraña. ¿De qué me gustaría hablar a mí? Es obvio: de lo difícil y sacrificado que es reinar en un tiempo de chismorreo generalizado, un tiempo de universal información, sin respeto por nada ni por nadie. Miles de cámaras en todas partes, cientos de micrófonos, de grabadoras, de móviles, de testigos inadvertidos, airean todos nuestros movimientos, incluso los más recónditos, los más íntimos. Cierto, la Constitución me hace inviolable, pero pago ese privilegio al precio de ser vilipendiado en público, objeto de risas y chirigotas que en otros tiempos más hispánicos costarían muy caro a sus hacedores. 

Gracias a esta maledicencia popular universal la gente sabe que cazo elefantes en el África mientras mis súbditos buscan comida en los contenedores. Sabe asimismo que he amasado una fortuna, según se chiva ese maldito New York Times que la calcula en 2.300 millones de dólares. Una pasada. Seguro que cuentan el valor del Patrimonio Nacional afecto a mi persona. Sabe además que tengo ciertos asuntillos con una princesa alemana de buen ver, gracias, también a la indiscreción de ese  periódico chismoso. Aunque reconoce que se trata de una utilísima asesora para operaciones de altos vuelos, también presta oídos a la murmuración popular que nos hace íntimos a Corinna y a mí. Y eso, con la fama de la dinastía, es un dardo envenenado. 

Corinna aparece ahora relacionada con mi otra cruz, ese yerno pinturero que, según dicen, ha  desvalijado media España y ha metido en danza a mi hija, infeliz como un repollo. ¡Y yo diciendo el año pasado que en España la justicia es igual para todos! Eso me pasa por no tener el coraje de Rajoy quien sabe y predica desde jovencito que la igualdad es una quimera producto de la envidia. ¿Cómo va a ser igual mi hija a, digamos, una tonadillera? Eso lo entiende cualquiera. En cuanto al yerno, mal rayo lo confunda. ¿No podía dedicar sus atenciones al mundo de las grandes empresas internacionales, de los consorcios mundiales de los que Corinna, precisamente, sabe mucho? Pues, no. Había de mezclarse con esa manga de políticos rateros, unos chorizos advenedizos metidos hasta las cejas en una corrupción pringosa. Lo saco del vil arroyo, lo ennoblezco casándolo con mi hija y ¿cómo me paga? Haciendo trapicheos con esos robaperas del PP, unos patanes que solo están a forrarse. A ver ahora cómo salvamos el buen nombre de la Monarquía. No hace falta recordar que los barómetros y sondeos (puñetera manía de preguntar a la gente lo que piensa) reflejan una imagen crecientemente negativa de Corona que yo encarno con la misma voluntad de entrega y sacrificio de hace 38 años.

Por fortuna, los sectores más responsables del país, conscientes del peligro de desmoronamiento, cierran filas en apoyo del trono y, por descontado, del altar. La prensa, toda ella, sigue tratando nuestros asuntos con guante de cabritilla. Hace poco, una presentadora de la tele daba por buena la cifra de ocho millones de euros como presupuesto total de mi Casa. Luego salieron las comadrejas de sus guaridas y empezaron a hacer números, demostrando el cuento de los ocho millones porque el presupuesto de la Casa Real española es el más alto de Europa. Pero la prensa sigue incólume. Godó, ese pequeño Grande de España propietario de La Vanguardia ha visto la luz, se ha librado de Antich, el portavoz de Mas, y ha puesto en su lugar a Carol, unionista español. De la iglesia no puedo estar más satisfecho. Me tiene en sus oraciones y devociones y no parece inquietarse de que mi familia sea el reino del divorcio. Lo mismo cabe decir del poder judicial. Si la Justicia en España se administra en nombre del Rey habrá de hacerse en todas sus esferas. El fiscal anticorrupción se dejará empalar antes de admitir una imputación penal a mi hija. Eso es sentido del Estado, algo muy conveniente porque si bien es cierto que puede haber Estado sin justicia (a la vista está en la política de indultos del gobierno), también lo es que sin Estado no hay justicia.  

Mi especial agradecimiento a los partidos políticos, esencia misma de la democracia, sobre la que se asienta la Monarquia. Singularmente, los dos dinásticos, el centro-derecha y el centro-izquierda, imagen de la balanza con sus dos brazos; icono de la justicia. Los dos partidos son oficialmente monárquicos, el de la derecha porque siempre lo fue, bien por convicción, bien por respeto a la figura de Franco; el de la izquierda porque ha comprendido que solo la corona garantiza un reparto algo más favorable (no equitativo, por supuesto) de la tarta del poder en forma de ministerios, secretarías de Estado, direcciones generales y mil y una canonjías que se distribuyen según un riguroso spoils system o sistema de despojos. Tengo confianza en su secretario general. Es un hombre de palabra, no como Rajoy, de quien no me fío un pelo. Es capaz de proclamar la república si le dejan seguir mandando. Eso te daría un disgusto, ¿eh Palinuro?

En fin, Palinuro, muchas gracias por permitirme el uso de tu blog para airear mis preocupaciones. Esta noche, cuando me oigas echar cuéntas de cómo estamos progresando los españoles, cómo saliendo del hoyo, probando qué gran nación somos cuando estamos unidos (mind you, catalonians!), cómo la marca España es la admiración del mundo y la gente habla -según dice el presidente- de cuán grande será el salto adelante de nuestro país, piensa en que yo, como el resto de los españoles, no me lo creo. Lo decía al principio, es mi noche de trabajo, por eso me pagan. Venga, a contar trolas. Recuérdame que quiero nombrarte gobernador de la ínsula Barcenaria.

diumenge, 29 de setembre del 2013

Adiós al PSOE.


El Jaque al Rey dejó dos imágenes muy significativas. Una, Rubalcaba yendo a visitar al Monarca y haciendo unas declaraciones de gozoso cortesano, feliz de que su señor natural se recupere del "incidente" y, con su gran "fuerza de voluntad", pronto lo tengamos "perfectamente en forma". Falta grande nos hace ¿verdad? Qué suerte, don Alfredo, y quiera Diana, la diosa de la caza, que Su Majestad pueda incluso pegar algunos tiros en la sabana africana. Si la forma no llega a tanto, siempre habrá un gato montés por El Pardo a falta de oso borracho al que hacer la vida insufrible. El cortesano y su monarca han hablado de todo, incluido el derby, porque, ya se sabe, son dos hombres llanos, del pueblo.

Palinuro suele referirse a los dos partidos, PP y PSOE, como partidos dinásticos. Podría parecer chocante, pero no lo es. Este acendrado monarquismo de Rubalcaba tampoco es casual, sino la deliberada muestra de que el hombre valora altamente la esencia de la transición: la restauración de la Monarquía, que es lo que le mola. Partido dinástico, sostén de la Corona. Designación correcta.

Mientras tanto, en las empapadas calles de Madrid, los perroflautas de la coordinadora 25-S, el nombre actual de los sans-culottes, pedían el fin de la Monarquía y un proceso constituyente. Unos 1.500 manifestantes que, con los elementos en contra, acabaron en doscientos, sin poder acceder a la Plaza de Oriente cual era su intención, para acampar indefinidamente. Los elementos fueron dos: el meteorológico de una fuerte lluvia y la acción inadmisible, desaforada de la policía que en todo momento hostigó a los manifestantes, retuvo autocares en los accesos a Madrid, entró en las líneas de metro, cerró estaciones, bloqueó calles, obligó a identificarse arbitrariamente a la gente, retuvo a quienes quiso y, en fin, desplegó un operativo preventivo intimidatorio desmesurado que infringió todas las normas sobre libertades ciudadanas y ejercicio de derechos. Ayer, Madrid, fue la capital de un Estado policial.

No es cuestión ahora de si salir a la calle a pedir el fin de la Monarquía es correcto o no. Volveremos luego sobre ello. Sea o no sea correcto el propósito, la reacción represiva, autoritaria, dictatorial del gobierno no es de recibo. Pedir la República o un proceso constituyente no puede ser un delito. ¿O sí? Sobre eso es sobre lo que el PSOE debe hablar y pronunciarse. No sobre el derby y el estado de salud del Rey. Hay más. El gobierno se permitió pedir a unos observadores extranjeros de la OSCE que ahuecaran el ala porque consideraba "anticonstitucional" la marcha de Jaque al Rey. Nada de observadores; nada de testigos. Nunca se sabe cuándo van a empezar los palos, la violencia, la brutalidad y no conviene tener chismosos y fisgones en torno. Nadie va a darnos lecciones. Esta monarquía bananera tiene su dignidad.  Por lo demás, ¿quién es el gobierno para decidir si una marcha es "anticonstitucional" o no?

Eso también requeriría un firme pronunciamiento del PSOE y quizá caiga en la cuenta una vez se haya sacudido el evidente estado de arrobo en que ha dejado la realeza a su secretario general, quien, para hacer ver que es de izquierda, se presentó descorbatado, como si fuera Cayo Lara. A lo mejor por eso sostiene Lara que el PSOE copia el discurso de IU. Pero no hay afán. Como nos descuidemos, Rubalcaba termina felicitándose del fracaso de la coordinadora del 25-S. Sin comprender que ese fracaso, en el fondo, es un triunfo. Jaque al Rey es la primera movilización ciudadana exclusivamente para pedir el fin de la Monarquía, algo que está mucho más extendido en la sociedad de lo que supone el cortesano Rubalcaba. Incluso en su propio partido, en donde aún quedan republicanos que, es de suponer, si les resta algo de dignidad, tendrían que pronunciarse sobre el plegamiento palaciego de su secretario general..

El PSOE realmente no sabe en dónde está y su declive parece inevitable. Solo lo frena que no haya otro partido a la izquierda capaz de atraer los votos de su electorado. Porque IU aumenta, pero no tanto como si hubiera trasvase de votos. Las razones de ese marasmo son tres:

1ª) La cuestión monárquica. La conversión del PSOE en un partido dinástico no encaja en la tradición socialista ni en la izquierda en general. Se argumenta el accidentalismo y se insiste en la primacía de la democracia y el carácter meramente honorífico de la magistratura. Pero es un discurso anquilosado, dogmático, falso. La monarquía es contradictoria con la democracia. Eso se comprueba todos los días con las excepcionalidades e inmunidades del Rey y su gente. Con el añadido de que ninguno de ellos son ejemplo de nada y su crédito y prestigio a los ojos de la ciudadanía andan muy bajos. Que son una vergüenza, vamos. Vivimos en una crisis devastadora que pone en cuestión principios tenidos por eternos e irrenunciables. ¿Por qué no la forma de gobierno? Al situar la Corona fuera del alcance del debate político en España, Rubalcaba (y, en la medida en que lo siga, también su partido) se alinea con la derecha más tradicional como soporte fiel de la Monarquía que instauró Franco, el genocida.

2º) La cuestión catalana. Salvo en la propuesta de reforma de la Constitución en un sentido federal, no hay modo de distinguir la actitud del PSOE de la del PP en cuanto a la cuestión catalana. La negativa al derecho de autodeterminación (que es el fondo real del dret a decidir) puede incrementar las expectativas electorales del PSOE en España pero seguramente disminuirá las del PSC en Cataluña. O quizá no mucho. Pero tampoco el incremento del primero será grande. El voto nacional español se siente más atraído hacia el PP.  Eso de enfundarse ahora en la casaca federal después de 35 años celebrando la baronías autonómicas ya no convence ni a las propias bases y prueba que el partido que iba a vertebrar España ya solo vertebra Andalucía y con ayuda del andador de IU.

3º) La cuestión del propio Rubalcaba. El secretario general sigue determinando los tiempos del partido con una deliberada ambigüedad. Pretende dejar indecisa hasta el final la cuestión del liderazgo para mantener abiertas sus opciones. Seguramente, lo mejor que puede hacer para sus intereses que, según parece, son ser candidato a la presidencia del gobierno, para terminar de hundir al PSOE. Mucho más dudoso es que también sea lo mejor para los intereses de este y, por encima de él, de España. Porque, aunque él, en sus cálculos de interés personal lo ignore, el Partido Socialista era un activo de todos los españoles; no solo suyo. Ya no.

Cuesta imaginar un sistema de partidos en España sin el PSOE, sobre todo por la ausencia de alternativas viables; y es muy probable que no se dé. Pero cuesta mucho menos verlo dejar de ser partido de gobierno. Poca gente espera en serio un sorpasso el estilo de Anguita, pero es el temor a dejar de ser partido de gobierno lo que explica el encastillamiento del partido en el orden constituido. Reforma de la Constitución, pero nada de proceso constituyente. Nada de nada. Un arreglillo de taller -como suele bromear el Rey con ese gracejo que podía meterse donde le quepa-, de cadera... y a tirar otros 35 años con esta Monarquía de Monipodio, esta tupida red autonómica de caciques, clientes y ladrones, esta España de corrupción y pandereta en la que los dos partidos intercambiables se turnan en hacer cabriolas mientras engañan a la gente.

¿Estoy en un error o el PSOE aún no se ha pronunciado sobre la reclamación de la justicia argentina de extradición de cuatro presuntos torturadores del franquismo? Y exactamente, ¿qué va a decir? ¿Que apoya la extradición de los criminales franquistas o que la transición, como la Corona y los caciques, no se toca?

divendres, 20 de setembre del 2013

Siempre hay un elefante a tiro.


¿Recuerdan el famoso "elefante blanco" del Tejerazo de 1981? Sus señorías escucharon debajo de sus asientos que se esperaba la llegada de una autoridad, militar por supuesto, quien daría las órdenes oportunas. Esa autoridad pasó a ser el "elefante blanco", cuya identidad jamás se supo de seguro, oscilando las conjeturas entre el general Armada, Milans del Bosch o el propio Juan Carlos I. Nunca se sabría. Por cierto, curioso giro llamarlo "elefante blanco". El nombre parecería indicar algo muy preciado, casi dotado de poderes taumatúrgicos. Y no es exactamente así. El bicho es, sí, muy preciado a fuer de raro pero el nombre está ligado a la desagradable experiencia de poseer algo muy valioso que no sirve para nada y no se puede mantener ni desechar. Una ruina, vamos. Los reyes de Siam regalaban un elefante blanco a los cortesanos a quienes querían arruinar.

Es posible que la denominación, en definitiva, sea correcta y traduzca la idea popular sobre el valor de la Monarquía. No sirve para nada, es carísima y no hay modo de quitársela de encima. Un elefante blanco, desde luego. Y el Rey está familiarizado con los proboscidios de los colores más habituales, como es sabido por su afición a cazarlos, en ejercicio de su cargo de presidente honorífico del World Wild Life, cargo del que le han apeado a raíz de su último paquidermicidio.

Ahora ha irrumpido en la cuestión catalana, al modo del dicho también popular del elefante en la cacharrería. Se ha puesto a llamar a las personalidades catalanas de la empresa, la banca, los medios de comunicación para que se impliquen en la lucha contra el secesionismo. Al parecer ha abroncado al Conde de Godó, propietario de La Vanguardia, afeándole su apoyo al independentismo de CiU, él, que es Grande España, nada menos, nombrado precisamente por Juan Carlos I, el amigo de los elefantes. Hace un año, en la Diada de 2012, también abroncó en público a un dirigente de CiU, Salvador Esteve, por los mismos motivos y este, que le respondió con dignidad, confesó estar acollonat pues veía que el otro, muy irritado, se le venía encima. Pues eso, barritando irascible como un elefante viejo, que son los más peligrosos de todos.

Hace un tiempo, el lingüista cognitivo George Lakoff, gran teórico del framing publicó un librito que ha sido casi best seller titulado No pienses en un elefante, convertido en vademécum de los comunicólogos de medio mundo. Lakoff, de proclividad demócrata, trata de convencer a sus correligionarios de que si quieren enfrentarse con éxito a los republicanos (cuyo símbolo partidista es un elefante) tienen que sacarse de la cabeza la imagen del proboscidio pues, de otro modo, estarán debatiendo en el terreno elegido por el adversario. Parece un buen consejo, pero no sé si los aconsejados, los demócratas, sabrán seguirlo. Al fin y al cabo la imagen de su partido es un burro.

Sería un consejo beneficioso para los políticos españoles: dejen de pensar en el elefante real. Están nerviosos; no saben qué hacer. Quieren preservar la institución pero tienen miedo al titular, un convaleciente achacoso, cascarrabias, que parece ir por libre, al frente de una casa desmadejada con el crédito y la valoración popular bajísimos y que, cualquier día de estos, monta un lío. Con motivo de cierta celebración más o menos castrense estuvo a punto de darse una castaña y medir de nuevo el suelo con las costillas. Lo evitaron cuatro o seis generales y almirantes sujetándolo en vilo. Una imagen del elefante de la Monarquía española.
 
Hubo un tiempo en que el Rey, como el elefantito Babar, salió al extranjero, aprendió mucho y volvió a casa cargado de dones y ventajas de la civilización exterior. Y el pueblo ingenuo le tributó su aplauso. Pero eso fue hace mucho. Babar ha crecido, se ha convertido en una mole achacosa que solo sabe meter la pata, pues ya ni la trompa, y provoca problemas allí donde va.
 
Hace unos días, el señor Navarro, secretario general del PSC, pedía la mediación del Rey en un diálogo entre España y Cataluña. Y el elefante ya le ha contestado.



Por cierto, el otro elefante blanco, el Papa, sigue siendo blanco, pero se ha convertido en un mirlo. ¡Un Papa diciendo que jamás fue de derechas! Eso sí que no se lo esperaba nadie salvo los paldonfinis que se deslizan con frufrú de lujosos manteos y sotanas por las estancias del Vaticano. La iglesia, dice Francisco, debe dejar de dar la brasa con los gays y los matrimonios homosexuales. Pues es cierto. Ya está bien de aburrir a todo el mundo con esas pamplinas. Veremos luego qué sucede con el aborto. Señor, Señor. El obispo de Alcalá va a fliparlo en colores y monseñor Rouco quizá esté pensando levantar partida en nombre de Cristo Rey. Y no solo eso. Ha entrado Francisco en el huerto prohibido, el de las mujeres. Que hace falta en la iglesia, dice, el genio femenino. Nada más cierto. Atrévase a abrirle las puertas. Derogue el celibato obligatorio del clero, costumbre monstruosa, patógena, y permita la ordenación de mujeres. Esa sí sería una revolución de verdad en la iglesia al lado de la cual las demás son tortas y pan pintado.

(La imagen es una foto del Ministerio estonio de Asuntos Exteriores, bajo licencia Creative Commons).


divendres, 5 de juliol del 2013

Su Majestad el Rey de España


"Al Rey la hacienda y la vida se han de dar; pero el honor es patrimonio del alma y el alma solo es de Dios", dice el bueno de Pedro Crespo, ese Pedro Crespo que habita en el corazón de todos los españoles. El honor. He ahí la piedra en la que tropieza la raza. Otras naciones, también defensoras de ese preciado bien, no han tenido inconveniente en renunciar a él, en ser alevosas, felonas, traidoras, por creer que les iba en ello la supervivencia. Pero no los españoles. ¿Felones? ¿Traidores y alevosos los españoles? Jamás. Pueden haber sido crueles, depredadores, genocidas, tiránicos. La furia española viene de antiguo. Pero lo han sido por razones nobles. Antes de nada, el honor.

La monarquía, otrora justificada en el poder de las armas directamente blandidas por los monarcas en los campos de batalla, descansa hoy exclusivamente sobre el respeto, sobre el honor. Al extremo de que este la define cuando se dice que es una magistratura honorífica, cosa que tampoco asusta mucho pues suele matizarse como meramente honorífica. En todo caso, honra, honor, ejemplo, virtud (incluso la "virtú" maquiavélica, que viene de la "areté" griega), elegancia y liberalidad. Eso es lo que la Monarquía exige de y para sí misma.
 
Pero no es lo que procura. La dinastía de los Borbones está tachonada de comportamientos vituperables, ya considerados como hereditarios. Algunos ejemplos sobresalen: Carlos IV y Fernando VI fueron, entre otras cosas, felones y traidores, entregando la corona a Napoleón. De la Reina Isabel solo se conocen desatinos, libertinajes y puro delirio. Alfonso XIII creía que la sociedad estaba compuesta por caballos y militares y el resto era carne de cañón.

El actual en el oficio nunca estuvo muy sólidamente anclado en el corazón de sus súbditos. Las derechas no eran monárquicas sino franquistas y las izquierdas, ya se sabe, de la casta de Caín republicano. La distinción que muchos hacían (al parecer por prudencia) al afirmar que no eran monárquicos, sino juancarlistas, pretendiendo ser pragmática, era una afrenta a la esencia misma de la Monarquía pues reducía la figura del Rey no a la del sucesor dinástico (que, de todos modos, tampoco lo es) de la Corona, sino a la de un vulgar caudillo de origen cuartelario. Un Rey nombrado por un militar.

Una pléyade de intelectuales y comunicadores ha elaborado una especie de leyenda, legitimando la figura del Rey -y, de paso, de la Monarquía- por su valor instrumental. La Monarquía ha sido el medio utilizado por los dioses para devolver la democracia y las libertades y derechos a los españoles. El Rey es la transición misma; la democracia; el Rey es el cambio. ¡Viva el Rey! Es posible pero, si lo ha sido, fue como heredero y albacea de Franco; no como su opositor y alternativa. Tanto es así que hay quien dice que fue Franco quien trajo la democracia a España pues él ya sabía que el Borbón sería felón, como un Juliano, y haría lo contrario de lo que había jurado hacer. Suena algo a fábula pero he leído y oído cosas peores. En todo caso, aquí se quede la cuestión de la legitimidad de origen de la monarquía juancarlista, terreno propicio y muy sugestivo para los debates de expertos en estas cosas de la realeza.

El caso es que la Monarquía, la Corona, el Rey, Juan Carlos y su familia, llevan unos años dando tumbos cuesta abajo a toda velocidad en la estima de los ciudadanos. Los datos que ofrecen los barómetros del CIS, mantenidos en el tiempo, con consideración negativa hacia la Casa Real deben de tener a esta en permanente estado de aflicción que se añadirá al martirio que sufre con el procesamiento del duque rampante. Ya el empleo del término denota que, a la vejez, el monarca borbonea. El sentido en que se emplea aquí "martirio", es el popular, el folklórico que tanto aman los Borbones, el que apunta al sufrimiento (generalmente de amores), al tormento. Pero martirio no es eso, sino que se refiere a una inmolación gozosa que de sí mismo hace el creyente a mayor gloria de Dios y recompensa suya. Y no veo a Juan Carlos con una palma; más bien con muletas, mudos testigos de sus desvaríos.

Y ahí es donde la dinastía se ha precipitado en el abismo del desprestigio y el deshonor. La opinión, supongo, estará dispuesta a pasar por alto algún que otro desliz. Al fin y al cabo, todos somos humanos y del Rey suelen decir los papanatas que es una persona normal, como tú y como yo. Pero hay fuerte sospecha de que no es un desliz sino un comportamiento general, continuado y normalmente criticable, cuando no reprochable. Es imposible que la opinión pública pase por alto tantos osos, elefantes, miles de millones de fortuna según Forbes, tratos poco claros con la Hacienda pública, amigas íntimas de próxima residencia, yernos presuntamente hampones, familiares con dimes y diretes, yates, intervenciones poco afortunadas o directas meteduras de pata diplomática y de las otras. La caída de la imagen del Rey -de quien todo el mundo se acuerda cuando algún mandatario dimite, incluso aunque sea Papa, para recomendarle lo mismo- ha arrastrado a la institución. El otro día, el público del Real silbó y abucheó a la Reina. No a la Reina con Wert, cosa comprensible, sino a la Reina sola. El espejo de la discreta y sufrida dama que lleva con dignidad tanto ultraje se ha quebrado. Ni la Reina suscita respeto. Aquí el honor cuenta poco.
 
Lo dijo Ortega, ¿no? Pues ya está. Y tal.

(La imagen es una foto de Wikimedia Commons, bajo licencia Creative Commons).

dissabte, 15 de juny del 2013

La monarquía bananera.


Si insultas al Rey en España y lo llamas (aunque sea indirectamente) putero, borracho, etc., te caen 6.000 uracos de multa porque los insultos a tan excelsa persona no están amparados en la libertad de expresión.

Si insultas a un juez y lo llamas "oportunista, paleto, botarate o malcriado", no pasa nada porque esos términos se ajustan a la libertad de expresión.

De nada sirve que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en su día condenara a España a compensar con 20.000 € a Otegi al haberlo condenado a un año de cárcel por llamar jefe de los torturadores al Borbón. ¿Qué moral hay que tener para no entender que llamar a alguien "putero" o "borracho" es mucho menos grave que llamarlo "torturador"? ¿La moral del mismo torturador?

¿Es menos un juez que un Rey? En España, sí. Y no solo un juez; tod@s. Es menos un ciudadano en un escrache, al que se puede llamar "nazi", una diputada del Parlamento catalán a la que cabe llamar "guarra", o unos profesores a los que se puede tildar de "vagos".

¿Es más un locutor de a tanto el insulto que un militar que escribe artículos? Por supuesto, si el locutor es de extrema derecha y el militar, de izquierdas. El primero puede insultarte y sacarte las vergüenzas. Al segundo, como se descuide, le caen todos los sopapos por rojo.

¿Cómo se miden los insultos? Por la cabeza del insultado y la posición social del insultador.

¿Es esto justicia? Sí; la justicia del señorito cortijero y el juez tiralevitas, la justicia del amo y el capataz abusón, la del señor del lugar y el cura abarraganado, la del capitalista ladrón y sus matones a sueldo en los garitos, los periódicos y las radios.

Por eso me parece un poco exagerado y algo racista llamar a la borbónica "monarquía bananera". Nada de insultar que vienen los jueces independientes (según dictamina el magistrado teórico de la FAES, López) y te imponen una multa. La monarquía española no es bananera. Es, simplemente, española.

divendres, 22 de març del 2013

El fin de una época.

Antes de nada y que se me tache de agorero, vista a la izquierda. Rajoy declara -y La Moncloa considera necesario ponerlo de relieve- que él no es partidario de que la gente pierda sus depósitos. En fin, ya saben ustedes, el mundo está lleno de gente deseosa de que los demás pierdan sus depósitos. No, no soy agorero. Esto es un fin de época. Sunset boulevard, sin Gloria Swanson, pero con mucho tonto empingorotado soltando necedades.

Suele decirse que la política ha cedido el mando a la economía, a los mercados, pero más parece que se lo haya cedido a los tribunales. La política se hace hoy en los tribunales. Es muy oportuno llegar hasta el fondo de los EREs falsos en Andalucía. Pero, por muy espectacular que el asunto sea, no parece bastante para contrarrestar el caso Bárcenas, cuya fuerza destructiva del partido del gobierno es inmensa. Y, aunque fueran de similar alcance, ello no empece para que la responsabilidad del presidente del partido en la tremenda trama que lo afecta, según parece, hace veinte años sea notoria y ese presidente sea ahora presidente del gobierno de España; un presidente sospechoso de haberse beneficiado en el pasado del reparto de fondos ilegales. El caso Bárcenas ha dinamitado el PP. Cuando este juzga pasado el temporal, arrecia. Esa indemnización por despido improcedente a Sepúlveda, imputado en la trama Gürtel, de 229.000 euros es, literalmente, una afrenta al conjunto de la sociedad. Echen cuentas.

La corrupción se ha llevado por delante el turnismo de la segunda restauración. El otro partido dinástico, el PSOE, tiene ese borrón de los EREs andaluces tras haber pasado su bautismo de fuego con una corrupción generalizada en la última etapa de Felipe González. Su problema no es esencialmente el de la corrupción, como sucede con el PP. No le afecta la Gürtel ni el caso Bárcenas. No está minado por la lacra como el PP, pero sí por las prácticas de amiguismo, enchufismo y clientelismo que suelen acompañar al ejercicio del poder. El último gobierno de Zapatero fue un desastre para el partido, aunque no tanto para el país. Lo uno por lo otro. Y el PSOE sufrió una derrota electoral clamorosa. Algo de lo que no se ha repuesto. Rubalcaba sostiene que fue electo con la misión de cambiar el partido y piensa cumplirla. Eso lo distinguiría de Rajoy quien no cumple nada; pero no lo haría más simpático. ¿Cómo piensa Rubalcaba cambiar el PSOE? Poniendo a gente de su confianza en puestos clave. Nada de dar bolilla a las voces críticas. Para los cambios, ya hay unos comités pensando hasta octubre. En cuanto a la oposición día a día, se hará cargo de ella el propio Rubalcaba, que es quien está al cargo de ella.

De cambio hay ahí poco, como no sea alguna referencia marginal a la necesidad de reformar la Constitución, lo cual suena a un intento de arreglar el conflicto con el PSC llevándolo a vía muerta. No sé si se dejará pero el propósito de reforma constitucional es muy amplio y parece hacerse eco de esa reclamación más a la izquierda de abrir un proceso constituyente por entender, entre otras cosas, que la Transición ha fracasado. Supongo que esta idea molestará a los miembros de la Asociación para la Defensa de la Transicion. Tiendo a pensar que muy bien no puede ir a algo que necesita de una asocicación en su defensa, como si fuera una especie en extinción. Igual perplejidad me provoca la Fundación para la Defensa de la Nación Española. Una nación necesitada de una fundación para su defensa, como si fuera una dama ofendida en su honor, no parece muy vigorosa.

Pero, además, la reforma de la Constitución se enfrenta a la generalizada conciencia del destino de una dinastía. Ayer incendió las redes la noticia de la próxima, inminente, abdicación del Rey. Un rumor, claro, pero viralizado, de los que caldean el ambientillo. Será imposible o harto difícil que la Corona salga indemne de una posible imputación a la infanta Cristina. Y por si fuera poco, la autoridad real se ve muy mermada por el comportamiento del Monarca en el asunto Corinna, que despierta todo tipo de sospechas tan desagrdables como las certidumbres que ha aireado. Reina un Borbón con una presunta amante mientras la Reina reside en el extranjero y viene a inaugurar exposiciones como si no pasara nada y su yerno va de juzgado en juzgado y puede que su hija siga sus pasos. ¿Se supone que este es el modelo de familia cristiana que debe protegerse frente a las familias homosexuales, por lo demás perfectamente inofensivas?

El descrédito de las instituciones es tan grande que, además del reconocimiento del derecho de autodeterminación, presta recordar la necesidad del siempre aplazado referéndum Monarquía/República, que fue escamoteado al comienzo de la Transición, pero mantiene su vigencia. Lo malo de esto es que la tarea del cambio real queda encomendada a los dos dirigentes mayoritarios, ambos productos típicos de esa transición que ahora toca a su fin. Dos políticos convencidos de que el horizonte del país es el de sus respectivas visiones, por lo demás coincidentes en lo que llaman los grandes temas de Estado, la monarquía, la planta territorial y, según parece, la iglesia católica. Las demás cuestiones, más prácticas, ya registran mayores discrepancias, pero hasta ahora no han alcanzado casi ni a hacer visible la oposición.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dijous, 21 de març del 2013

Ya está bien.

El país está en estado de shock, como si le hubieran administrado una de esas descargas eléctricas, los llamados electroshocks, con los que se creía que se curaba a alguien y dejaban a la gente peor que estaba, pero con mucho miedo.

Según parece y supuestamente, por supuesto, el Rey tenía una amante alojada a cuenta del erario público en un palacete contiguo a su residencia. Esto es algo que puede pasarle a cualquiera, (el tener una amante estando casado, no el usar palacetes de picaderos) y allá cada cual con el rol que interpreta en la comedia: el marido, la amante, la esposa fiel. Las cosas de la vida privada de la gente. Pero es que no es vida privada pues la mentada realizó labores de mediación por cuenta del gobierno español, delicadas, secretas, protegidas por los servicios de inteligencia. Una historia de Mata Hari, que ya es suficientemente pintoresco. Pero es que esta Mata Hari cobraba una comisión del 3% por sus gestiones y en cuentas en Suiza. Cobros opacos, en Suiza, una persona que trabaja "en interés de España" en colaboración directa con la Corona y coordinación con los servicios secretos españoles. Una 007 germánica. ¿Y los asuntos? Complicados negocios de fondos árabes, explotación de energía, pero siempre negocios, alguno de los cuales tiene un sospechoso parecido con una estafa, apadrinados por el Monarca. ¿Y si la amante llevara su amor al extremo de actuar también como broker de su amado?

El Rey tiene un yerno que mejor le fuera no tenerlo porque, con sus aventuras al estilo del neorrealismo italiano, el mozo pone en peligro la continuidad de la institución monárquica.

Del Rey abajo, el gobierno y el partido del gobierno. Docenas de cargos públicos del PP imputados en todo tipo de ilegalidades, estafas, malversaciones, etc. Por doquier, en Baleares, Valencia, Madrid o Galicia. La trama Gürtel es una empresa de corrupción de tamaño industrial y parte de sus fechorías ha sido contribuir supuestamente a la financiación ilegal del partido, la peor forma del juego sucio. A la Comunidad de Madrid le queda por explicar si FUNDESCAM pagaba los gastos electorales del PP.

Y algunas personas dentro del partido. El extesorero, muy en la línea de los anteriores ocupantes del cargo, se ha enriquecido y tiene además a la plana mayor del PP, según parece, cogida por el gañote. Ahí están las balbuceantes, absurdas, comparecencias de Cospedal, Floriano, Pons y el silencio aterrorizado de Rajoy. Solo así se explica que se haya seguido pagando un suculento sueldo a Bárcenas el innombrable de 23.000€ al mes al tiempo que se afirmaba con rostro pétreo que el afortunado no tenía nada que ver con el partido. Generosas retribuciones que más parecen resultado de una extorsión. El caso es que toda esa pasta -incluidos los 220.000 euros on los que el PP va a agradecer los servicios prestados a Sepúlveda, el del Jaguar, salen del dinero de los contribuyentes. ¡Eso sí que es un finiquito como dios manda! Ejemplo sin duda de los buenos resultados de la reforma laboral.

El presidente del gobierno, que se subió el sueldo un 26% mientras pedía austeridad para los demás, todavía no ha explicado clara y fehacientemente si alguna vez cobró los dineros ilegales de los que hablan los papeles barcénigos. Pero se marcha a la instalación del sucesor de San Pedro en un séquito de once personas, de ellas, tres clérigos y los correspondientes guardaespaldas. Todo eso, igualmente, a costa del contribuyente, un contribuyente sometido por otro lado a una política de expolio sistemático.

El grado de deterioro, de descrédito, de desprestigio de las instituciones roza la chirigota nacional. Esto no puede seguir así. Hay que hacer algo.

(La imagen es una foto de N (Aleph), bajo licencia Wikimedia Commons).

dilluns, 24 de desembre del 2012

Habla el Rey de EREspaña y dice lo de siempre: nada.

Alguien ha dicho a los expertos de La Moncloa que hay que modernizar la imagen de la Casa Real, así que, para dar sensación de plenitud, vigor y energía, en vez de sentar al Rey en su egregio sillón lo han hecho farfullar sus simplezas de pie, aunque apoyando el trasero sobre su mesa de trabajo, por cierto de preciosa madera taraceada, no vaya a perder el equilibrio como suele. Podían enseñarle a vocalizar el castellano ya que cada año es mayor la tortura de escucharlo, pero eso no debe de tener arreglo. Hasta aquí el discreto equilibrio entre tradición y modernidad.
En este país, cuya Constitución dice que ninguna confesión tendrá carácter estatal el Jefe del Estado se dirige una vez al año a sus súbditos el día en que los católicos celebran el nacimiento de su dios. Y lo hace flanqueando un belén que no por minimalista es menos feo, para que no quepa duda del hilo teocrático que une al niño dios con el monarca. La alianza del trono y el altar, tan discreta como sólida, no corre peligro. No lo corrió cuando los sociatas en el gobierno resultaron ser unos meapilas, menos ahora que mandan los curas través de sus espantajos, como Wert, Báñez o Fernández Díaz.
En cuanto al contenido, pues, en fin: que paciencia y barajar. Son tiempos duros, pero el gobierno (y la oposición) animados de sublimes miras, hacen lo posible por volver a ponernos en la senda de la prosperidad. Sobre todo, la palabra clave, el centro del mensaje del Borbón es que los españoles saldremos del lodazal en que nos ha metido una pandilla de sinvergüenzas y ladrones (ejem, cosecha de Palinuro) si tenemos confianza. Es decir, fe. Fe, confianza... ¿en qué? ¿en quién? La respuesta implícita es obvia: en Rajoy. Soy republicano y no tengo en estima al Rey pero este pitorreo es demasiado hasta para el más desaprensivo de los Borbones. ¿Confianza en Rajoy? ¿En el hombre que no habla sin mentir, al que no le quedan palabras por incumplir, el peor felón y mendaz que ha pisado La Moncla? ¿Un hombre sin palabra, sin dignidad, capaz de vender lo que sea por sentarse en el sillón de mando? ¿A quién cree este rapaz que está hablando? ¿A una nación de borregos o de imbéciles? ¿Es que no ha visto él mismo que Rajoy no ha hecho otra cosa que mentir y tracionar la confianza hasta de los más indefensos una y otra vez durante un año?
El resto del farfulleo regio, a beneficio de inventario. El país pasa por una horrible crisis venida de fuera como los marcianos del espacio. Aquí no hay políticos corruptos, empresarios ladrones, yernos sinvergüenzas, bancarios delincuentes, mangantes y estafadores de todo tipo y calaña, neoliberales fascistas y fascistas neoliberales. No hay una pandilla de saqueadores dedicada a expoliar a la gente de sus derechos, sus libertades,  de su mismo patrimonio. No hay decenas de miles desahuciados. No hay suicidas. No pasa nada que no haya pasado en sus 37 años de reinado.
Un par de veces mencionó algo que, de no saber que sus palabras son milimétricamente medidas por los perros guardianes de La Moncloa, podrían sonar a posición propia, pero no pasaron de ser aliviaderos retóricos. Una de ellas consistió en decir que la austeridad debería ir acompañada de crecimiento. Como quien dice que el pedrisco podría ser aromático. Otra fue implorar que la política agresiva de este gobierno antipopular (él lo expone de otra manera) no se lleve por delante los derechos "individuales" y "sociales" que tanto ha costado conseguir.
¿En qué país vive este payo, además de Botsuana? ¿El el de Nunca Jamás? ¿Qué derechos quedan a los trabajadores, a los pensionistas, a los justiciables, a los funcionarios, a los usuarios de los servicios antaño públicos y hoy privatizados o en proceso de privatización en beneficio de unos gobernantes cuya obsesión es despojar a la gente de todo para llenarse sus propios bolsillos y los de sus allegados, clientes y enchufados?
¡Viva la República!

dimecres, 19 de setembre del 2012

Borboneo.

La Casa Real acaba de inaugurar página web en casareal.es cuya interfaz está en captura a la izquierda. Enhorabuena a Palacio en donde, como se sabe, las cosas van despacio. A paso de tortuga. Una página web en 2012 ya tiene mérito. De todas formas, como tiempo han tenido, no está mal: sobria, elegante, recatada. No se quiere transmitir idea de oropel o boato sino de cercanía, cotidianidad y amor por la familia, firme promesa de perennidad de la institución.
En cualquier caso, enhorabuena, ya puede la Real familia comunicarse con l@s ciudadan@s directamente, sin cortapisas. Así, la salida al aire de la Real Web (o Real Red o Royal Web, para unificar idiomas) ya trae una carta del Rey se entiende que a todos los españoles. ¿Y qué dice el Borbón? Exactamente lo que el gobierno quiere que diga y, además, con sus mismas palabras. No es la primera vez que el gobierno se vale del Rey para apuntalar su política de partido. Hace unas fechas Rajoy llevó al Monarca a presidir el consejo de ministros en que se aprobó la orgía de recortes y cercenamientos, con lo que le cargó con parte de la responsabilidad.
Y ahora aparece el Borbón hablando como si fuera el gallego. Es sorprendente. La derecha parte del principio de que las instituciones y símbolos del Estado están al servicio de su ideología. Así que el Rey recorta y el Rey avisa a las tribus de vascones y cataláunicos de que no persigan quimeras. Por si esto fuera poco, suena el toque viril del cuartel en la voz del teniente general retirado Pedro Pitarch de que La independencia de Cataluña es impensable, ni por las buenas ni mucho menos por las malas. ¿Queda claro? Aviso de que el ejército español no ha ganado una sola guerra internacional en trescientos años; pero las guerras contra su propio pueblo las gana siempre.
Oído el Rey y oído el espadón, si quieren los lectores nos ponemos a hablar de cómo se presenta la cosecha de vino este año.
¿Que no? ¿Que queremos seguir hablando de política? Pues nos la estamos jugando porque ya está claro que la Corona ha tomado partido, el partido del remo. Esa expresión de remando a la vez es del vademécum de los propagandistas de la derecha. Igual que ese futuro de Europa y de España, que no se le cae a Rajoy de la boca. Pero lo más preocupante es el caveat que viene a continuación, cuando nos enteramos de que lo peor que podemos hacer es dividir fuerzas, alentar disensiones, perseguir quimeras, ahondar heridas. Las quimeras del Rey, siempre más culterano, equivalen a la algarabía de Rajoy, algo más vulgar. Y lo de ahondar las heridas en un país en el que decenas de miles de sus hijos yacen asesinados en las cunetas para desconsuelo de sus allegados suena a real metedura de gamba o habitual destemplanza de Rajoy. Y ¿en nombre de qué hay que remar juntos, y dejarse de quimeras y rencillas? En nombre de un ente que la carta real designa como Transición Democrática, así con las dos mayúsculas del Te Deum, una TD entronizada en una perfección inamovible.
Tengo la impresión de que esa carta, escrita al dictado del gobierno, es un golpe duro a la legitimidad de la Corona por cuanto esta aparece involucrada en un conflicto político y de un modo sorprendentemente represivo, prohibitivo. Dice el Monarca que no son tiempos para escudriñar esencias. No sé qué entenderá Juan Carlos por "escudriñar" pero, sea lo que sea, la pegunta inmediata es: ¿por qué no? ¿Porque lo dice él? ¿Y quién es él para determinar qué hagan las gentes con sus esencia? Porque escudriñar en las esencias es fundamental en la conciencia de todo nacionalismo, incluido el español.
En resumen, la carta es una nueva muestra del error de la dinastía, el borboneo, esto es, el compadreo entre la Corona y el gobierno. Si al resurgir del borboneo añadimos las amonestaciones militares, el cuadro que empieza a emerger de España en estos momentos es preocupante. Es de suponer que, por muy de derechas que sea, el gobierno hará respetar la supremacía del poder civil. Pero el borboneo, la interferencia del Rey en la política, todavía es peor. Casi merece más la pena que el monarca se vaya de safaris, aunque se caiga.
(La imagen es una captura de la página web de la Casa Real, casareal.es).

diumenge, 17 de juny del 2012

El Rey da esquinazo a Dívar y la gente no traga a Rubalcaba.

Escaquearse es un arte. Los de mi generación lo aprendimos en la mili. Venía el capitán de cuartel con cualquier estupidez entre ceja y ceja y lo mejor era salir a hacer un imaginario recado del coronel. Tocaban fagina y convenía largarse corriendo para no comer la bazofia llamada rancho. Asimismo  ha hecho el cabo Borbón. No puede estar con su gran amigo Carlos Dívar porque tiene que ir a consolar a no sé qué extraño Jeque del desierto que acaba de perder uno de sus 452 hijos. ¡Ah la amistad de las sangres azules! Comprenderá el hasta ahora acaramelado presidente del Tribunal Supremo que los asuntos de Estado no admiten demora y es preciso cuidar las monarquías amigas, sobre todo si regalan tan buenos Ferraris.
Conociendo la lamentable condición humana y sabiendo a España  llena de cortesanos escurridizos, tiralevitas y untosos petimetres, es posible que nadie del rey abajo quiera mostrarse en público con el Tour Operator caribeño de Puerto Banús. Dívar acabará largando su interesante y melancólico canto judicial de cisne en los oídos del conserje del tribunal y la señora de la limpieza contratada por horas por Eulen. ¿Cabía esperar otra cosa? Quienes propusieron la fórmula de una dimisión a término y salvar el bicentenario, ¿no cayeron en la cuenta de que nadie iría a la celebración? ¿Tampoco Dívar?  ¿Se puede ser más negado? Ahora entiendo por qué este hombre ha tardado tanto en hacer lo inevitable, esto es, dimitir: porque la cabeza no le da para más. Es curioso que llegue a presidente del Tribunal Supremo un hombre tan ciego, tan soberbio y de tan escasas luces. Pero si recordamos que lo nombraron Zapatero y Rajoy de común acuerdo la cosa se explica: es fiel reflejo de ambos.
Justo hoy también sale el sondeo de Metroscopia con noticias abrumadoras para el PSOE por enésima vez. La gente no traga a Rubalcaba. El asunto es llamativo y, aunque sea comprensible que la actual dirección del PSOE haga la vista gorda con estos y los anteriores resultados pues no le beneficia, en algún momento alguien en el PSOE deberá plantarse y exigir una rectificación, un cambio de rumbo, un congreso, una refundación, algo con tal de salir de este estadio de anomia galopante, de irrelevancia de un partido que hace seis meses era algo y ahora parece una reunión de jubilatas jugando a la petanca. Porque está claro que, si no eres Rajoy pero estás por debajo de Rajoy en valoración popular, te irá mejor en el sector textil, por ejemplo. Parece una tontería, pero no lo es. Rajoy es tan impopular que si el 20-N el PSOE no hubiera perdido cuatro millones de votos, él no habría ganado las elecciones. Así pues, quien esté por debajo de él en simpatía popular todavía lo tendrá peor.
Y no solamente hay un problema en la dinámica bipartidista. También lo hay en el seno de la izquierda. En las condiciones actuales de la crisis en Europa, con la izquierda radical recomponiendo su discurso en Grecia, Francia, Alemania y España, el PSOE corre el riesgo de seguir cediendo terreno hasta llegar al agotamiento. El proyecto socialdemócrata tiene un problema de legitimación teórica en toda Europa y a él añade el PSOE uno propio, específico, producto de una práctica oscura, ambigua, vacilante, entreguista y muy difusa. El PSOE pagó muy caro su política de seguidismo de la derecha en el gobierno. Si ahora en la oposición aparece uncido al carro del PP, sin articular una alternativa propia clara, carente de reflejos e indeciso, la izquierda radical acabará cosechando los votos que en las últimas elecciones siguieron fieles al PSOE más por una nostalgia de los tiempos que fueron que por el inexistente entusiasmo que despierta este candidato cada vez más parecido al abuelo Cebolleta, empeñado en colocarnos un rollo confuso sobre un pasado glorioso en lugar de convocar un congreso en el que el partido pueda volver a encontrar un discurso propio.
(La primera imagen es una foto de Andrus_Ansip. La segunda una foto de Rubalcaba38 bajo licencia de Creative Commons, ambas bajo licencia de Creative Commons).



dimarts, 17 d’abril del 2012

Recuerdos de un elefante.

El primo George era un gran elefante. Culto, íntegro, voluntarioso, sensible y muy hospitalario, fueron estas buenas cualidades las que lo perdieron. En especial su aficion por el trato con los hombres, sí, esos bípedos implumes devastadores a quienes nuestros amigos los houyhnhnms, llaman yahoos, término que los propios yahoos, en su estólida ignorancia, atribuyen a una plataforma de correo electrónico, ignorando que la palabra quiere decir precisamente eso, "hombre". En verdad, hombre tosco, brutal, degenerado. O sea, hombre a secas.
George era sabio a fuer de viajado. Había estado en la India y allí había conocido a Ganesh quien le enseñó la gran habilidad con la que él después se ganó la vida por los caminos del mundo hasta volver a casa. Sabía tenerse de pie sobre un ratón. Me lo presentó una vez. Se llamaba Ercolino y era un gran roedor pues sostenía a George sin fatigarse y eso que mi primo pesaba casi diez toneladas. Ganesha cogió cariño a George y lo nombró Gran Proboscídeo del Africa meridional con jurisdicción sobre todo el Kalahari y obligación de pagarle un tributo anual en un rico forraje, al que el dios era muy aficionado, que crece en la savana africana pero no se conoce en Asia. ¡Y no estaba orgulloso ni nada George de patrullar las ardientes arenas con su gualdrapa de seda hindú en la que se leía en sánscrito "Alguaciles de Ganesha. Satrapía africana"!
Hacía ya tiempo que lo veía poco. Se había casado con una hermosa elefanta de la selva y, siendo un loxodóntido hogareño, apenas salía de casa salvo para ir al trabajo. Sin embargo, un día vino a verme muy excitado: había llegado un grupo de yahoos que parecían civilizados, quería entablar relaciones con ellos y me invitaba a acompañarlo porque creía que podría serle de utilidad dado mi conocimiento del inglés, que adquirí mientras, siendo niño, trabajaba para Walt Disney haciendo Dumbo. Me negué en redondo. No era necesario señalarle el peligro que lleva siempre para nosotros el trato con estas bestias frenéticas cuando van de lo que llaman "caza". Pero él insistía. No había peligro, decía el infeliz; en la expedición venía un yahoo que era Rey de España y, al tiempo, presidente de honor de WWF, es decir, ¡un amante de los animales! Venía, además, acompañado de un grupo de damas y caballeros entre los que destacaba por su belleza, elegancia y cualidades espirituales, una noble alemana, al parecer sentimentalmente relacionada con el yahoo hispano, de nombre Corinna zu Sayn-Wittgenstein. "¡Una Wittgenstein!", exclamaba el bueno de George, "¡Podré hablar con ella del Tractatus Logicus-Philosophicus, que fue lectura obligada en mi época de Brahmín en la India."
Dije que no lo acompañaría y mientras él, algo mohino, emprendía viaje al encuentro de los visitantes, yo me metí en la red en busca de información sobre aquel extraño Yahoo, llamado Juan Carlos de Borbón. La conexión en el Kalahari no es muy veloz pero, cuando accedí a la información, se me encalabrinó la trompa: el yahoo en cuestión era un peligro para cualquier ser vivo a su alcance: empezó sus días matando -diz que accidentalmente- a un su hermano y siguió luego su infausta carrera sembrando la tierra de cadáveres: búfalos, ciervos, urogallos, jabalíes, jaguares, tigres de Bengala y hasta un simpático oso de la estepa. Aquel yahoo, como todos los de su especie, era una máquina de matar; la tal Sayn-Wittgenstein lo azuzaba para hacer negocios con una clientela de nuevos ricos palurdos que pagaban lo que fuera por ir a exterminar fauna africana en compañía, decían, de un auténtico rey que, a su vez, acudía allí atraído no por el encanto filosófico de la dama sino por otro menos elevado y más horizontal.
Cuando me di cuenta del peligro que George corría, salí a toda velocidad en su busca, barritando desesperadamente. Pero George estaba lejos y no podía oírme. De hecho, ya había avistado el safari y hacia él se encaminaba con esa tranquilidad de espiritu que caracteriza los espiritus nobles. Cambié la forma de comunicación y le envié aviso de riesgo por microondas terrenas. Si George estaba todavía en este mundo, tendría que recibirlas por las patas y quedar avisado. Justo cuando acababa de enviarlas, sonó el eco de un disparo y yo supe que había llegado demasiado tarde.
Redoblé la velocidad de la carrera y cuando, por fin, entré en la linde la savana el espectáculo era desolador. A cien metros, George yacía muerto, con la tapa de los sesos levantada mientras el yahoo posaba satisfecho con la escopeta humeante, junto a la malvada princesa y a sus pies, mi infeliz primo George. Verlos y arremeter contra aquella pareja de estúpidos criminales fue todo uno. Ignoré a la mujer pues los elefántidos no atacamos a las mujeres y me fui sobre el reyezuelo de la tribu ibérica. Lo empujé levemente con la trompa y le rompí una cadera. Me disponía a aplastarle la cabeza sentándome sobre ella cuando se me apareció Ganesha y me ordenó perdonarle la vida. Tenía que perdonarlo porque, al y al cabo, nosotros somos dioses e hijos de dioses y tenemos que tener piedad con estas criatura imperfectas que sólo sobreviven matando y destruyendo, sobre todo, si como era el caso con el yahoo a mis pies, no sabían hacer otra cosa de provecho pues habían pasado su vida parasitando a sus semejantes.
No me convenció el discurso de Ganesha porque, al fin y al cabo, a diferencia del pobre George, yo he sido siempre un agnóstico pero entendí el razonamiento de que, si acababa con los días de aquella piltrafa humana, que se retorcía en el suelo de dolor, acabaría siendo tan abyecto, cruel e inmundo como él. "Déjalo ir", me dijo Ganesha, "No lo tiene fácil. Su mujer lo ignora, sus hijos no se lo toman en serio, sus amantes lo tienen como un activo de negocios y alguno de sus parientes políticos, más ladrón que Caco, puede acabar arrastrándolo a la cárcel, que es la jaula en la que los yahoos encierran a los otros yahoos que se pasan de listos o de tontos. Su propio pueblo nunca le ha tenido mucho respeto y, ahora, con sus últimas hazañas muy al estilo de los crápulas de sus antepasados, aumentan los partidarios de darle boleto y cambiarlo por una República.
Lo de la República me sonaba mucho. Recordé que era la forma preferida por mi amigo y anfitrión, Palinuro, en cuya casa, que tenía la forma de una elegante trirreme troyana, me alojaba cuando iba de excursión a Europa. Precisamente, la última vez, cuando fui de librerías a Madrid, a buscar un libro sobre un elefante que acababa de publicar el gran José Saramago, que tanto nos entendia, El viaje del elefante. Comprendí entonces la profundidad del maestro Ganesha: entre los yahoos hay de todo, incluso extremos contrapuestos. Hay Saramagos y hay Juan Carloses.